sábado, 13 de diciembre de 2008

De la intolerancia y la Iglesia

Cuando algunos analizan las épocas antiguas en que dominaba la Iglesia, consideran que su intolerancia, su inquisición, su tiranía en la esfera espiritual e intlectual fueron la causa de su injusticía, su oscuridad, su mal. Eh aquí una visión simple de una cuestión compleja.

Los laicos, que se consideran ateos porque ya no creen que la fe en las palabras de cristo nos vaya a salvar del dolor, las crisis y la muerte, dicen, en cambio, que a través de la razón el individuo se ilumina, se vuelve sabio y consciente de cómo son todas las cosas -El conocimiento salva- Predican, mientras explican que vuelve a uno más justo, más feliz, más tolerante, más moral, más eficiente... más sublime.

Cuando estudiamos los afectos humanos, como la tolerancia por ejemplo, nos damos cuenta de que ésta puede indicar o una degeneración o una vigorización y un crecimiento. Hemos descubierto que la intolerancia, de por sí no es mala sino un mero síntoma, como puede ser la fibre. Exigir no ser intolerante es como exigir no tener fiebre... en fin, una imbecilidad.

Por otro lado, si se considera que en la antiguedad el hombre había sucumbido a la oscuridad por culpa de la Iglesia es porque ahora se cree haber descubierto la auténtica luz mediante la razón. Pero la Iglesia también pensaba eso respecto del pensamiento pagano, la brujería y los animismos. También creía haber despertado al hombre del sueño, la magia y la superstición a través de la verdad evangélica.

Hay que reconocer, pues, que la evidente intolerancia, así como sus guerras contra todo pensamiento considerado supersticioso y heréjico sólo era un síntoma ¡Esos cristianos creían que defendiendo los dictámenes de la Iglesia defendían la vida!

Los laicos creen, desde la ilustración, que la verdad está en la razón. Todo lo demás son supersticiones y mentiras y como tales, son perjudiciales para la vida; todo lo irracional es considerado un atentado contra la vida. Y paradójicamente consideran que la intolerancia es una de estas irracionalidades, en la medida que la relacionan directamente con la Iglesia. Por tanto, defienden la tolerancia como una actitud racional del hombre; como una actitud que favorece el progreso y la vida humana.

No obstante, si entendemos que la tolerancia y la intolerancia no son más que síntomas fisiológicos, estados de salud, indicadores de nuestra vivacidad, vemos como el laicismo no es más que el nuevo fanatismo moderno: El laicismo cree que existe la verdad, la cual se descubre a través de la razón; y sólo la verdad es beneficiosa para el progreso de la vida. Todo lo irracional perjudica la vida. Sin embargo, esta lógica imbécil que han acabado por desarrollar los herederos malditos de la Iglesia (pues todos los laicos son renegados eclesiásticos) les fuerza a tener que tolerar y admitir lo mágico y lo irracional en la medida que entienden que una actitud intolerante es irracional. En verdad, como que esta gente piensan como robots, es a decir, a través de un sistema mecánico muy definido se quedan atrapados en un bucle lógico: se topan con la contradicción de Russell.

El laicismo es un embuste... como el cristianismo. Y quien dice el laicismo dice el ecologismo, el existencialismo, etc, etc, etc. Todos esos movimientos que van de salvadores de la vida. Todo esto es fanatismo ¿cómo hay que tratarlo? ¿Acaso con intolerancia? Hay que tratarlo como una enfermedad: lo importante no es tanto exterminar como superarlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

L'abolició dels ismes correspon a algún isme? En tens cap? Pregunto.

RDC dijo...

En els darrers segles quan s'han enderrocat certes estàtues paradigmàtiques simplement ha estat per col·locar-ne d'altres en el seu lloc. Un cas clar és precisament el de Esglèsia-Laïcisme. Ambdós movimients prometen una salvació: el primer després de la vida, l'altre el promet ja en aquesta; almenys promet un progrés.
Suposo que nosaltres ja estem una mica farts d'Idols, o com tu dius criteri, d'ismes (dic nosaltres pq he llegit el teu bloc).
Dic el que veig, penso i analitzo. Jo m'agafo a mi mateix, com deia Montaigne, i no en va, ni jo mateix posaria la mà al foc de moltes coses de les que escric; ho trobo ridícul!
Firmaria ara mateix la famosa sentència de Publili Siro "Mala opinió es la que no es pot canviar" O almenys matisar. I dono per fet que el lector d'aquest bloc ja és prou grandet com per saber llegir i no menjar-se en patates tot el que li explico. Perquè,més que explicar senyalo i dono a entendre.

En fi, no sóc idealista en la mesura que sóc capaç de criticar i atacar els punts dèbils dels ismes, és a dir, dels idealismes. I precisament això és el que he fet en aquest post: destacar com els laïcs no tenen tanta raó com presumeixen tenir i que, en molts punts, no són tant diferents als seus enemics, l'Esglèsia. A més, destaco la gran incoherència amb la què ha de conviure un Laïc: ha de tolerar allò que considera perjudicial,ja que la intolerància és un perjudici.

Els ismes, criteri, són per gent simple i clara com una bandera ¿Sóc jo simple i clar?