miércoles, 7 de enero de 2009

La Rochefoucauld


H
ay muchos remedios que sanan el amor, pero ninguno es infalibre


La duración de nuestras pasiones depende tan poco de nosotros como la duración de nuestras vidas

La pasión convierte a menudo al más sensato de los hombres en loco y a menduo, también, al más loco en sensato.

Existe en el corazón una generación perpetua de pasiones, así que la ruina de una coincide casi siempre con el advenimiento de otra.

Las pasiones engendran a menudo otras que son sus contrarias.

todos tenemos fortaleza suficiente para soportar los males ajenos.

Se necesitan virtudes más grandes para soportar la prosperidad que la suerte adversa.

Ni el sol ni la muerte se pueden mirar de hito en hito.

A menudo se hace ostentación de las pasiones, aunque sean las más criminales; pero la envidia es una pasión covarde y vergonzosa, que nadie se atreve nunca a admitir.

El mal que hacemos no nos trae tanta persecución y tanto odio como nuestras buenas cualidades.

Tenemos más fuerza que voluntad, y a menudo para disculparnos a nosotros mismos suponemos que las cosas son imposibles.

Si no tuviésemos defectos no sentiríamos tanto placer descubriendo los de los demás.

Si no tuviéramos orgullo no nos quejaríamos del de los demás.

Prometemos según nuestras esperanzas, y cumplimos según nuestros temores.

El interés habla toda suerte de lenguas y representa toda suerte de personajes, incluso el del desinteresado.

Los que ponen demasiado empeño en las cosas pequeñas, por lo común se hacen incapaces para hacer las grandes.

Carecemos de fuerza suficiente para seguir toda nuestra razón.

Nunca somos tan felices ni desdichados como creemos.

Si juzgamos al amor por la mayoría de sus efectos, se parece más al odio que a la amistad.

En la mayor parte de los hombres el amor a la justícia no es más que el miedo a sufrir la injustícia.

El silencio es lo más seguro para quien desconfía de sí mismo.

Sonroja más desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos.

Los hombres no vivirían mucho tiempo en sociedad si no se dejasen engañar unos por otros.

Todo el mundo se lamenta de su memoria, y nadie se lamenta de su criterio.

Es tan facil engañarse a uno mismo sin darse cuenta como engañar a los demás sin que se den cuenta.

El propósito de no engañar jamás nos expone a ser engañados.

Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos.

A menudo se hace el bien para hacer impunemente el mal.

La manera más segura de ser engañados es creernos más astutos que los demás.

A veces basta ser grosero para que no nos engañe un hombre hábil.

La debilidad es el único defecto que no puede corregirse.

Por lo común sólo se elogia para ser elogiado.

No basta con tener grandes cualidades, hay que saber administrarlas.

A menudo, lo que nos impide abandonarnos a un solo vicio es que tenemos varios.

El verdadero hombre de mundo es aquel que no se jacta de nada.

Quien vive sin locura no es tan cuerdo como cree.

El valor completo es hacer sin testigos lo que uno sería capaz de hacer ante todo el mundo.

Es una insigne locura querer ser cuerdo frente a todos.

Es una gran inteligencia saber ocultar su inteligencia.

No hay nadie tan inteligente que pueda saber todo el mal que hace.

Es imposible amar por segunda vez lo que verdaderamente se dejó de amar.

La causa de que los enamorados no se aburran nunca de estar juntos es que siempre hablan de sí mismos.

Las personas débiles no pueden ser sinceras.

Sólo las personas despreciables temen ser despreciadas.

En los celos hay más amor propio que amor.

Si confesamos defectillos es para convencernos de que no tenemos defectos grandes.

Se perdona mientras se ama.

La mayoría de las personas tienen, al igual que las plantas, propiedades ocultas que el azar pone de manifiesto.

Para ser un gran hombre cabe aprovechar toda la suerte de que se dispone.

Las únicas personas que nos parecen sensatas son las que opinan como nosotros.

Cuando se está enamorado a menudo se duda de aquello que se cree más.

Un hombre cabal puede enamorarse como un loco, pero no como un necio.

Por lo común, sólo elogiamos de buena de gana a quienes nos admiran.

La mayoría de los jóvenes creen ser naturales, cuando no son más que descorteses y groseros.

Un necio no tiene madera de bueno

Sólo deberíamos sorprendernos de que aún podamos sorprendernos.

Nadie se equivoca más amenudo que aquellos que no pueden sufrir equivocarse.

En el amor quien sana primero sana mejor.

La confianza ayuda más a la conversación que el ingenio.

No hay necios más incómodos que los que tienen ingenio.

1 comentario:

Gabriel Otero dijo...

Todo un bombardeo de lucidez, impresionante.
Saludos