miércoles, 4 de febrero de 2009

El librepensador

El librepensador, como figura cultural, nace a partir del s.XVIII, hijo de la impremta y por tanto de la cultura de masas; es un hermano del periodismo.

Voltaire o Sartre son auténticos paradigmas de librepensadores, también conocidos como, intelectuales. Su característica más común consiste en criticar y atizar a la sociedad a través de cierta seducción: usa el pensamiento como palanca para alcanzar el poder social -Reconocimiento, atención, dinero, criterio, etc-. Fernando Savater es un ejemplo actual de ello.


Hay que diferenciar el librepensador del filósofo. El primero es una raza más bien cómica, populachera, incluso mercantil que en el fondo se familiariza bastante bien con la canalla, ya para bien ya para mal. El filósofo, en cambio, es un espíritu más fuerte, más selectivo, más arrogante; ve la actualidad con desprecio y al pueblo como algo infantil, acaso digno de compasión.

Lo último que persigue el filósofo es la fama: no busca llegar a muchos puesto que considera sus conocimientos y descubrimientos demasiados elevados para preferir la sensación de reconocimiento. Es un ser sumamente orgulloso. El librepensador, en cambio, sólo es astuto, muy astuto.

Los librepensadores no han sido más que cómicos y actores que han puesto en escena, en el gran teatro de la ciudad, los descubrimientos y conocimientos elaborados y destilados por los carácteres filosóficos en el más solitario anonimato. Voltaire, por ejemplo, no crea nada nuevo: todo cuanto defiende fue descubierto por los potentes y regios filósofos del s.XVII.

El mercado está lleno de payasos ¡Y a la gente de ciudad le gusta el circo! Y dicen que eso es la vida.

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