martes, 10 de marzo de 2009

Fanatismo y tolerancia

Ver con envidia, miedo y agresión toda manifestación contraria. No detectar ni degustar los matices y agudezas, más bien reaccionar de forma incondicional. Creer que la propia vida pende, peligrosamente, de una idea, de una cosa, de un factor. Sentirse apasionado y vivo por el mero hecho de defender a ultranza algo dado.

Si estudiamos a los fanáticos de cualquier índole nos daremos cuenta que el fanatismo sencillamente refleja la falta de pasión, de vigor, de ímpetu; el fanático cree, puesto que así lo siente, que la idea o la palabra que defiende le insufla la pasión y la fuerza que, ciertamente, echa en falta. En este sentido para el fanático sus ideas, sus símbolos, sus 'leiv motives' son una forma de doparse emocionalmente.

La gente ordinaria, que se cultiva leyendo periódicos y escuchando la radio, creen que el fanatismo = agresión y violencia. Pero esto no es cierto. Precisamente los no fanáticos son los grandes desctructores. Lo que sucede es que la destrucción y la agresión del fanático resulta sintomática de impotencia, debilidad y por tanto, barbarie. El fanático no busca la victoria, el dominio y la conquista sobre los demás, sino su exterminio.

No pocas veces, los idiotas creen que quienes no respetan sus opiniones son, por ello, fanáticos. Dudemos de este prejuicio tan arraigado. Precisamente, un síntoma de no fanatismo es menospreciar las opiniones, incluso reírse, pisotearlas, satirizarlas... Y eso es una muestra, siempre, de crueldad y violencia.

Cuando nos dicen que nuestra sociedad es tolerante y prima la libertad de expresión, hay que analizar eso: ¿Esta tolerancia de nuestra sociedad refleja una actitud de potencia y autoconfianza o refleja, más bien, el miedo, la debilidad y por consiguiente, la cobardía?
Se puede ser tolerante por amor a combatir lo que a uno le contraría o bien, se puede ser tolerante por miedo a no ser tolerado. Éste segundo caso de conciencia parece típico de todos los fanáticos de la tolerancia. Y en nuestra sociedad tales apologetas abundan... y encima se llaman a sí mismos los buenos.

2 comentarios:

Gabriel Otero dijo...

RDC:

Se me hace bastante provocador tu argumento, en España la sociedad tiene un peso mucho mayor que en otros países, te pongo dos ejemplos: El Salvador y México. Naciones entrañables para tu servidor, la primera por que ahí nací, la segunda por que acá vivo, en ambos países el fanatismo (llámese político) impide su desarrollo ¿por qué?, éste es una especie de velo que precisamente te hace ver la vida sin matices, en El Salvador los fanáticos se matan y hubo una guerra civil causada, precisamente, por fanáticos estultos y armados. México es un territorio imperial en el que la democracia es muy joven, sin embargo, abundan los fanáticos.
En estos países que te menciono, sobre todo en El Salvador, la sociedad es rehén del fanatismo, ahí los extremos se atraviesan y todo está condicionado al fanático en turno (el Presidente).
Yo formo parte de "los buenos", los tolerantes,de los que pensamos que la única utilidad de los fanáticos es que son gritones.
GO

RDC dijo...

Saludos Grabriel.

Primero: Gracias por aportar tu visión de una realidad en muchos aspectos tan distinta a la mía.

Por otro lado, creo que tu comentario confirma un poco lo que yo he escrito, siempre y cuando se atienda a lo siguiente:

a) Yo no estoy en contra de la tolerancia; sólo comento que se puede ser tolerante por muchos motivos, incluso por fanatismo.

b) Que ser intolerante y refractario ante ciertas opiniones u acciones no nos convierte, por ello, en fanáticos. No conozco a nadie que sea tolerante a toda opinión, a toda acción , o sea, que le parezca correcta y aceptable cualquier tipo de circunstancia. Parte importante de vivir consiste en intolerar. Pero repito, intolerar no es ser fanático.

c) La violencia no es exclusivo del fanatismo. Sucede, no obstante, que el fanatismo emplea la violencia de forma barbárica. De hecho, dudo de que la vida no sea violencia y no me creo a los pacifistas. Por ejemplo, nuestros estados democráticos (hablo de Europa), tan desarrollados en materia social se sustentan ante formas violentas; ahí tenemos a la policía y los militares (y los mass media: éstos son el último refinamiento de la violencia, la agresión, es decir, el poder). Weber, por ejemplo, definia el estado como: el que ejerce violencia de forma lícita.

En cuanto a lo de provocador... me da que pensar y reír. Pero es un tema largo para comentarlo aquí.


PD/ España está plagada de fanáticos de todos los colores, especialmente en política. Lo que sucede es que no usan las armas de fuego... pero usan otras armas (hay muchas formas de matar, ahogar y no dejar vivir). Por ejemplo, usan el dinero público para subvencionar y promocionar a los que piensan según su ideologia... etc, etc, etc.

Pero que conste que yo no me quejo. de hecho, esta gentuza ni me importa. Pero ya que sale a tema.

¡Nos vemos!