domingo, 12 de abril de 2009

Pascua

Me aburren las fiestas cristianas... ¡Y ese pobre desgraciado demacrado y colgado en una cruz es de mal gusto! Además, ¿qué pretenden demostrar apelando a la crueldad de la pasión de Cristo? ¿Acaso que Jesús sufrió una injustícia? Ciertamento la gente define y valora las cosas como le parece.

Estos días he escuchado algunas discusiones entre política y religión ¡Qué verduleros! No he escuchado ni una sóla opinión perspicaz al respecto. Ciertamente, para hablar en público hay que hacerse el tonto, o simplemente serlo.

Me río de los que critican las religiones ¡Cuán lejos se hallan de saber qué es una religión! Confunden religión con algunos de sus síntomas, como quienes confunden la fiebre con una enfermedad: La fiebre siempre es un síntoma; no es ni causa ni efecto de enfermedad alguna, sino que la indica.

Una religión es siempre, ante todo, un conjunto de celebraciones, de costumbres y por tanto, cierta forma de vivir ¡Toda religión se forja sobre tal premisa! ¿Por qué? Porqué la religión consiste en unir y cobijar gente diversa bajo un mismo sentimiento común.

Los grandes políticos han sido, siempre, los grandes creadores de religiones ¡Han sabido imponer instituciones, celebraciones, hábitos, comportamientos, etc para promocionar cierta forma de vida, en detrenimiento de otras, con el fin de articular una empresa en común! Pisistratos (Atenas), Numa (Roma), Hitler (Nazismo) son claros ejemplos de ello. Recordemos que en Roma el César se laureaba como Sumo Pontice ¡Ellos no discernían política de religión porqué para hacer política era necesario religare, o sea, unir la gente bajo un mismo sentimiento común!

Pero el cristianismo y l'Islam, esas evoluciones raras y perversas del judaísmo (cuya genesis y evolución histórica se nos presenta como el ejemplo claro de cómo la religión es política), lo han tergiversado todo. Especialmente el cristianismo ha divulgado la falsa idea que la religión y la política son cosas harto distintas: la primera se cuida de las cosas divinas y las segundas de las terrenales ¡Qué mentira! Pues, ya que no existen las cosas divinas, todo cuanto dice y hace repercute, siempre y en exclusivo, en lo terrenal.

En verdad, lo único que ha conseguido el cristianismo ha sido dar pie a una discusión imbécil y sin sentido; a saber: política o religión.

El laicismo también es una religión; una religión cuyas fiestas están diseñadas para jubilados mentales y tarados emocionales por culpa de traumas ¡Miradlos como se regocijan con su memoria histórica! Estas celebraciones les proporciona un reconocimiento y un sentido común.

Para acabar con el cristianismo sólo se precisa de una sóla cosa: crear nuevas fiestas y celebraciones populares que se regocijen, no de una supuesta vida eterna y sobrenatural post-mortem, sino de esta vida nuestra de violencia, poder, egoismo, cambio incesante, pasión, ambición, engaño y fantasía, desigualdades, abusos, arrogancia, desfachatez... ¡Todo cuanto el cristianismo ha tachado durante siglos como el mal en persona!

Es preciso, pues, fomentar una nueva forma de vivir y por tanto, ver la vida. Y no con palabras sino con hechos... Todo lo demás, son pajas mentales y distracciones para los semicultivados que ven la ciencia y el conocimiento humano como un negocio ¡Como algo que se tiene que negociar con las partes implicadas!

siendo honestos; no hay porqué tolerar el cristianismo ¡A santo de qué! Más bien cabe machacarlo , vejarlo y tratarlo como lo que es: como la religión de los pobres de espíritu, los desgraciados, los parias sociales, los retrasados, los impotentes e infelices, los fracasados de la vida que tachan de inhumano e injusto cuanto ellos simplemente no tragan ni aguantan.

Desconfiad de todos los que os exigan respetar a los demás y tolerarlos. En verdad no tenéis porqué ¡Podéis ir a la vuestra y respetar y tolerar, sólo, lo que vosotros os apetezca! Sed libres.








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