viernes, 12 de septiembre de 2008

Argumento ad hominem

Schopenhauer, a mi parecer, tiene algo. Y no és precisamente su razón lo que me seduce, sino ese carácter atrabiliario distintivo de su obra. Además cabe reconocer que abrió nuevos y apasionantes caminos en el campo del pensamiento que sólo unos ínfimos han continuado, eso sí, a su manera. Reconozco que el tio iba sobrado de ingenio.

Hoy quiero hablar de ese pequeño librito suyo, vale decir un tanto académico aunque nada insípido, llamado 'El arte de tener razón'.
Es común y ordinario -al menos por lo que yo he observado con el trato humano- juzgar que, ante distintas opiniones, valoraciones y consideraciones, unas tienen más razón que otras. A veces se dice que toda opinión tiene algo de razón, otras veces, que hay opiniones completamente erróneas mientras las de fulanito llevan la razón, al menos más razón que las primeras. En definitiva, se considera la razón una especie de ingrediente constitutivo de las opiniones: hay que llevan razón y hay que no, mientras algunas llevan un poco, otras mucho y otras casi nada. Y cuando se dice tener razón se sobrentiende estar en lo cierto ¡Ser vertadero! Sí, parece ser que durante siglos se han juzgado las opiniones humanas en susodichos términos ¿Podemos reformularlo y buscar nuevas interpretaciones? Sí.
A bote pronto aprecio cierta actitud viciada en esta consideración tradicional de ver la razón como un posible ingrediente de las opiniones. Me pregunto, ¿qué es la razón? ¿En base a qué se juzga que una opinión sea cierta o errónea, es decir, lleve razón o no? En el fondo estamos ante uno de los pilares fundamentales de la filosofía, eso es, de la ciencia y el conocimiento humano. Recordemos como esta problemática ya quitó el sueño a hombres como Parménides (padre del primer método científico es decir, del primer sistema con el que juzgar si una opinión es vertadera o falsa) o Platón.
El método científico, base de toda filosofía o ciencia, es el conjunto de criterios sobre los cuales valorar, juzgar y seleccionar las múltiples, abigarradas y ambiguas opiniones humanas ¡Gracias al método científico destriamos el grano de la paja! ¡Y damos un valor u otro al grano y a la paja... o a ambos juntos! Sin un método científico nos resulta imposible determinar y discenir qué valor tiene cada opinión humana, es decir, si lleva razón o no, y en qué grado ¡Para dar sentido al mundo requerimos de un sistema de referencias! La cuestión es, ¿de donde sale este sistema de referencias, este método científico, estos criterios de juicio? ¿Acaso nos lo dio Dios a través de los profetas, los sacerdotes o un libro sagrado? ¿Acaso lo descubrimos en la naturaleza a través de un sentido especial o bien, lo sacamos deductivamente de nuestra razón pura -nuestro sentido común-? O, ¿acaso los creamos nosotros a nuestro antojo, según nuestros intereses, sensibilidades, costumbres, capacidades y afinidades?
Yo ya no creo en la Verdad, esa virgen sola, beata e inmaculada que espera ser revelada por una alma pura, tal y como se creía antaño. La verdad, a mi entender, es fruto de los criterios de validacion que usemos para juzgar las opiniones humanas. Aquellos que para unos es verdad, para otros, que se rigen mediante otros criterios y métodos, puede resultar erróneo, falso o incompleto. La verdad y la mentira, el error y el acierto sólo tienen fuerza entre los hombres.
La diferencia entre un método científico y otro reside en el valor que cada cual otorgue a los múltiplos argumentos que usan los hombres para validar y sustentar sus opiniones. Por ejemplo, la diferencia entre el cristianismo y la ciencia moderna reside en un cambio de valores, es decir, se ha cambiado el valor que tienen los distintos argumentos que dan los hombres para sustentar sus opiniones: El cristianismo, por ejemplo, emplea, defiende y promociona los argumentos ad hominem (esta opinión es cierta o falsa según quién lo dijo), mientras que la ciencia moderna no da ningún crédito a los argumentos ad hominem ¡Éstos no entran en juego a la hora de validar las opiniones humanas!
¿Que el cristianismo y la ciencia moderna tengan criterios de validación distintos, acaso significa eso que unos sean mejores que otros? El relativismo moral diría que ambos son acceptables en sus respectivos ámbitos. Pero esto me sabe a gilipollez. La diferencia entre promocionar los criterios de la ciencia moderna o el cristianismo son evidentes y abismales. El relativismo moral no tiene sentido y sólo atiende a cierto nihilismo fruto de una debilidad mental (falta de decisión).

En fin, en el 'Arte de tener Razón' Schopenhauer expone una recopilación de múltiplos argumentos que a lo largo de los siglos los hombres han utilizado para granjearse la razón, ante sí mismos y los demás. Yo lo considero el primer estudio lógico un poco serio y profundo de Occidente (lo que habitualmente se llama lógica es sólo una variante -y en ella hay mucha paja- de lo que Schopenhauer esbozó en ese librito). Pero estas cosas no se estudian, puesto que no interesan más que a freakies... Es más fácil y cómodo considerar que todas las opiniones tienen algo de razón, así no molestamos a nadie y todos tan contentos. Pero eso es digno de cobardes, impotentes mentales y típico de gente cuyo negiocio y forma de vida son las tertúlias, el bla, bla, bla, etc. (TV, radios, periódicos).

No hay comentarios:

Publicar un comentario