sábado, 28 de noviembre de 2020

La primera crisis espiritual de la historia: los sofistas, su nihilismo y la posmodernidad actual

 Los griegos fueron un pueblo extraordinario: creativo, ingenioso y altamente competitivo -en este sentido, fue un pueblo arisocrático. Sus valores morales se podían resumir en una simple expresión: hagas lo que hagas intenta perfeccionarte hasta llegar a ser el mejor -de aquí el término "areté".



Este ideal vital explica cómo los griegos alimentaron la construcción de su civilización en base a sublimar la guerra, la rivalidad y el conflicto en multitud de ámbitos. ¿Cómo lo hicieron? Por ejemplo estructurando su mundo mediante competiciones bien reguladas y pautadas; de aquí los juegos olímpicos, los juegos trágicos o incluso la democracia como juego político.  




Estas ansias de llegar a ser los mejores en todos los terrenos los transportó, como cuenta el mismo Parménides en su poema, hasta el ámbito más "divino y elevado": el del conocimiento y la verdad. Y un pueblo que de por sí reconoce, valora y venera a los mejores, cuando aparecieron los sabios simplemente explotó de júbilo y devoción. 


Admiradlos, allí tenemos a esos talantes raros, solitarios y singulares: a Tales, Bías, Heráclito, Pitágoras o el mismo Parménides. Su lucha -su areté- era llegar a descubrir la "realidad", con la cual pretendían despertar a la humanidad de sus ilusiones, ensueños y mitos fantasiosos. 



Sin embargo, el problema que sin querer destaparon fue mayúsculo. Cada uno de estos sabios presentaba con gran orgullo y satisfacción su propio relato sobre "la realidad", y éste relato no sólo podía diferir de los demás, sino que podía incluso contradecirlos por completo. De modo que, a no pocos, esta noble lucha por la verdad les terminó pareciendo más bien una lucha de egos y escuelas en vez de una construcción común, objetiva y sólida; así que terminaron por desconfiar profundamente de la "realidad". De hecho, negaron que existiera "Verdad" alguna. Estos magníficos nihilistas fueron los sofistas, con Gorgias y Protágoras a la cabeza.   

Gorgias

El más brillante y profundo exponente del escepticismo, lo recordamos por sentencias como "la realidad -Ser- no existe, si existiera no la podríamos conocer y si la pudiéramos conocer no la podríamos comunicar a los demás". 



Para Gorgias  el conocimiento humano, que emerge del lenguaje y el pensamiento, no sirve para encontrar ninguna verdad oculta. La función de la ciencia es, sólo, terapéutica: que nos sea útil y efectiva para resolver nuestros problemas, dudas, inquietudes. Con razón el griego lo compara con una medicina -su valor "de verdad" está en sus efectos. ¿Cómo? Sí, que un relato sea de por sí real y cierto resulta indiferente al ser indemostrable, lo importante son sus efectos: que nos dé ventajas y nos permita hacer cosas. 

Protágoras 

Padre del relativismo, lo recordamos por esa concisa sentencia: "el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son y las que no son". Observa como jamás sacamos nuestros "relatos verdaderos" del seno mismo de ninguna realidad, como si fuéramos pescadores que sacaran peces del mar, sino que todo relato humano es pura construcción intelectual; una artificialidad que dice más de nosotros que de una supuesta verdad eterna, oculta e inhumana, dado que la construimos en base a nuestros prejuicios y convicciones, nuestras experiencias e intereses, nuestras capacidades y limitaciones... 


Y dado que todo relato es mera construcción humana, según Protágoras, no existe una única razón u opinión válida; "sobre cualquier tema hay siempre dos argumentos opuestos entre sí"; de modo que cualquier afirmación (la cual no deja nunca de ser una mera hipótesis) puede ser tomada indistintamente por cierta o falsa según nos convenga prestar atención a unos argumentos u otros -y qué bien lo saben hacer esto los periodistas, esos propagandistas de ideologías para el populacho semicultivado


Sofistas, nihilismo y posmodernidad

Con los sofístas entendemos de forma diáfana qué significa "nihilismo" y el porqué ya el escepticismo como el relativismo son dos de sus manifestaciones principales. De modo que observamos como el posmodernismo actual no parece ser sino un revivir, "a nuestra manera", esa mentalidad nihilista de los sofistas griegos.

Y sí, lo admitimos; en gran medida nos sentimos posmodernos y por ello, bastante escépticos, críticos y relativistas; o si más no nada fanáticos para con la verdad -¿En serio hay que luchar por la verdad como si ésta fuera inválida o tartamuda?-. No hay duda de que nos encanta jugatear con el talante divertido, malicioso y libre de esos ilustrados sofistas griegos. 

Pero, y quizás sea por nuestra naturaleza oscura y contradictoria, difícil de definir y etiquetar, también algo dura y poco compasiva, lo cierto es que después de jugatear con este encantador fracaso espiritual (el nihilismo) lo llevamos hasta sus últimas consecuencias; hasta verlo chocar violentamente con sus límites e incomibles  paradojas ¡Y menudo espectáculo nos regala!

Ahí tenemos el nihilismo fundamentándose sobre la idea de que "la verdad absoluta no existe", tal y como lleva años pregonando ese mediocre y débil mental de Gianni Vattimo, mientras esconde traidoramente una paradoja incomible: la misma premisa se niega a sí misma

Y esta misma contradicción, burda e inasumible, ocurre con todos los demás dogmas posmodernos, tan nihilistas y decadentes ellos, con los que nos bombardean a diario comiendo el coco a los débiles mentales:

-"Nadie tiene toda la razón"

-"Todo depende al ser relativo"

-"No podemos generalizar"

-"El sabio duda"

-"Hay que dudar de todo" (aquí se puede leer una vieja entrada del blog al respecto, no sin algo de humor)

...

En fin

Y así es como, con humor y risas, destapamos cuanto hay aún de dogmático, de metafísico y absurdo, de tiranía intelectual en el posmodernismo actual. Sus lemas populacheros para nada nos engañan, pues más que escuchar hemos aprendido a reflexionar. Con razón, pues, lo consideramos una sutil metafísica para pusilánimes, indecisos y agotados mentales. Un fracaso intelectual algo ridículo y penoso que, sin embargo, quiere gobernar las consciencias actuales; hecho que dice mucho de nuestra época. 

Al final, pues, queda claro con un simple análisis como el posmodernismo debe ser superado. Vislumbrar esta "posibilidad" nos lleva ya mucho más lejos de lo que soñaron jamás los griegos; más allá de Platón, del cristianismo, de la modernidad y, por supuesto, de la actual posmodernidad -muy lejos del dogmatismo, el idealismo, la metafísica o la "nada" contemporánea...

¿Hacia donde nos vamos? Bueno, de momento aquí guardaré silencio por dos motivos principales: 

1) Porqué quienes ya vean por sí mismos la respuesta no necesitan que se lo cuente.

2) Porqué quien no lo vea por sí mismo, quizás tampoco entienda mis palabras y las mal interprete, las confunda y se pierda por el camino. 

  




   



No hay comentarios: