sábado, 30 de diciembre de 2023

Reflexiones apolíticas: bienvenidos al teatro.

 ¿En qué extraño mundo más simple, superficial y burdo vive la gente? ¡Y nosotros mismos! La comedia que aquí se representa hace llorar a muchos, que se la toman a drama, o a tragedia; incluso a terror. ¿Quién se puede reír de la obra que se nos representa ante nuestros ojos crédulos y miopes, mientras juegan con los corazoncitos de la gente? Y no sólo con sus corazoncitos.

Pero eh aquí lo más fascinante: no nos damos cuenta de que, no sólo somos espectadores de la farsa, sino que con sólo mirarla también somos inmediatamente actores principales de ella. Hecho que nos deja extraños y dubitativos. ¿Qué atuendo ponernos? ¿Qué papel representar? ¿Y acaso nos lo vamos a creer y tomar en serio? 

Por un lado tenemos los que van de objetivos por la vida. Ciertamente son pocos y temen salirse de  cuanto interpretan de los datos, las normas y leyes. Hacen uno de los papeles más sosos. Pero por eso mismo se creen valiosos e importantes. -Somos impersonales y rigurosos- Dicen con un tono a superioridad moral.

Por otro lado tenemos los cabeza-calientes que defienden una ideología cualquiera por pura convicción: y todo lo ven, valoran, polarizan y consideran en orden a su ideología o religión -tanto da. Si hace falta negar la realidad para defender sus ideas, pues la niegan sin despeinarse. Y siempre usan de la realidad lo justo para justificar y reafirmar tales doctrinas suyas. Al final, para ellos sólo es real lo que sienten con fuerza que es real: sus ideas. Nada más. Con motivo los muy vanidosos se consideran harto importantes y moralmente superiores a otros. Es más, se creen que por ello mismo resulta lícito cabrearse o indignarse contra quienes les lleven la contraria. A fin de cuentas están convencidos de tener toda la razón.  Pues así lo sienten con mucha fuerza... dicen.

Por otro lado tenemos quines no creen mucho en nada, pero viven de los que creen boba y fanáticamente en algo. Ven a la gente como ganado al que manipular y sacar rédito a fin de subir en la escalera social, mientras creen que la vida es más grata y feliz cuanto más suben ¡Pero qué sabrán ellos! En cualquier caso son como Fouché, o cualquier director comercial de una multinacional: tienen sentidos rápidos para percibir hacia dónde se giran los vientos sociales y tomar ventajas de ello. 

Luego tenemos esa masa de gente que sólo mimetiza su entorno, con lo cual cree y defiende lo que esté de moda pensar y opinar, y lo defienden como verdad verdadera. Incluso aunque no crean en ella. Ante la presión social son como plastilina: no aguantan nada.

Luego tenemos a los grandes vanidosos: viven de lo que los demás piensan y cuentan de ellos. Son almas como pompas de jabón: brillantes por fuera vacíos por dentro. Ahí tenemos a los actores, artistas faranduleros, las marujas, mediáticos, políticos y todos los memos que les imitan, soñando con vivir del postureo y la opinión pública, que con facilidad identifican con la cultura. Ciertamente, su vida és un espectáculo curioso y divertido, por vacío.  Sin embargo, cuán importantes se consideran cuando les aplauden y hablan de ellos.  

También tenemos los que trabajan, y toman el papel de trabajadores. Con ello se auto cuelgan el cartel de "ser gente honrada", como diciendo que son socialmente importantes. Esta fantasía moral les permite seguir remando cada día. No se preguntan ni cuestionan mucho sobre nada, más allá de ellos mismos y los suyos. Como todos. Pero eso no lo advierten. 

Luego están los que van de sabihondos, intelectuales, gente cultural y/o académicamente superior. No pocas veces  necesitan tomar el rol de orientadores sociales y fundamentadores ideológicos. Hace 300 años muchos se habrían hecho predicadores cristianos. 

¿Y qué decir de los ricos? ¿Y de los que van de ricos? Andan convencidos de que si tienen dinero es porque se lo merecen. Y ese es su papel, que fácilmente levanta odios, resentimientos y envidias.  ¿Hace falta recordar lo importantes y especiales que se creen? 

También tenemos quienes viven de la pena y la caridad; o simplemente de "las causa justas". Su negocio son las miserias del mundo y la sociedad, que venden a los "vacíos". A cambio de unas monedas les ofrecen gratificación emocional y , también, cierta superioridad moral. Obviamente, rezan en silencio con que las penas jamás terminen ¿Qué venderían entonces? ¿Qué importancia tendría su papel social? Da risa apreciar cómo se excitan cuando "difunden" una tragedia humana nueva. Es como encontrar un nuevo pozo de petróleo.

Lleno está el teatro de actores y bufones. No pocas veces un mismo actor interpreta distintos papeles. La obra es laxa y dinámica, y no pocas veces las escenas pasan de forma loca de una a otra. ¿Qué papel representar en medio de esta farsa? ¿Se van a cabrear si al ponernos en un papel nos reímos? ¿Vamos a tantearlos todos un poco? ¿Cómo sentirnos importantes? ¿Necesitamos sentirnos importantes? Igual queremos crear un nuevo papel y una nueva importancia nunca vista hasta ahora. 

Quizás éste sea precisamente nuestro papel. ¿Cómo no habrá quien se ría de nosotros? Nosotros los primeros. 






domingo, 17 de diciembre de 2023

Aforismos: inteligencia, alucinaciones, lenguaje y AI

¿Qué es la inteligencia?

En esencia la inteligencia es un profundo alucinar. Donde hay inteligencia hay alucinaciones, sueño, fantasmagorías internas, invenciones, errores y mentiras a raudales. Hay alma. 

Inteligencia divina 

Durante milenios se creyó que la inteligencia era una dádiva divina; un regalo de Dios por ser creados a su imagen y semejanza; un don que nos permitía elevarnos muy por encima de las irracionales bestias salvajes permitiéndonos contactar con el misterio de la existencia, comprender el secreto de la vida y desvelar la oculta razón de ser del universo. 

En otras palabras, la inteligencia nos llevó a soñar con la existencia de "la realidad" -un mundo común a todos-, y que podíamos atraparla y comprenderla.

Inteligencia y Dios

Ya no creemos que el origen de la inteligencia humana sea Dios, el "ens realissimum", más bien pensamos al revés: que la inteligencia humana es el origen de Dios. ¿No es eso lo que terminan demostrando, a fin de cuentas, filósofos de la talla de Descartes, Leibniz, Spinoza, Kant, Schopenhauer o Hegel? 

Y qué decir de los teólogos, especialmente cristianos: ¿acaso no es ese Dios suyo una creación de la fe humana en  la existencia de algo superior, omnisciente, eterno y perfecto?  

Comprensión de lo real

Nuestro viejo prejuicio de creer que el conocimiento consiste en comprender lo real cae y surge otro diferente; de hecho contrario: que comprender es crear lo real. 

Inteligencia animal

Ya no tomamos la inteligencia como una  facultad epistemológica divina capaz de mostrarnos "lo real y verdadero". 

No, ya no idealizamos la inteligencia humana. Y cuando nos preguntamos por, "¿cómo pudo surgir la inteligencia en unos homínidos hace ya tiempo inmemorial?", empezamos a tantear una hipótesis harto mundana: que la inteligencia nació del barro informe de la bestialidad humana como una forma sumamente exótica y refinada de fuerza bruta: la de evocar un salvaje mundo interior de "falsas" sensaciones y representaciones.

¿Cuándo comprendemos algo?

Pensamos que al comprender algo contactamos con lo "real" y lo abrazamos, nos lo apropiamos, conectamos con lo que suponemos que es cierto y realmente existe. 

Sin  embargo pensar que comprendemos algo no es más que una sensación; una sensación tan clara y persistente que nos cautiva por completo y ya no vemos mucho más.

La inteligencia de las cavernas

¿Acaso la bestia humana no construyó y enarboló su inteligencia durmiendo o en un estado mórbido de somnolencia prolongado durante ciento de miles de generaciones al frecuentar esas oscuras, profundas, lúgubres cuevas y grutas subterráneas donde aprendió, sin darse cuenta, a evocar un mundo interior de sensaciones  oníricas y alucinaciones ficticias que tomaba, totalmente ensimismado, por real y verdaderas? 

La gestación inteligente

Tenemos claro que la inteligencia humana fue gestándose y desarrollándose durante larguísimos e ignorados períodos de tiempo. Hablamos de cientos de miles de años, quizás millones ¿Quien sabe? Y gran parte de su aparición se la debemos a la articulación paulatina de una cierto poder expresivo: la capacidad metafórica de revivir algo, recreando y mimetizando cuanto se experimentó mediante la representación imaginaria de esas sensaciones, vivencias, percepciones, sensaciones y emociones vividas que, de nuevo, se evocan internamente en ensueños y alucinaciones.

Al principio esta mimesis, o farsa, era completamente corporal y bastante literal. Es decir, cuando se había visto un pájaro más tarde se escenificaba tal vivencia ante los demás mimetizando ya guturalmente ciertos sonidos  característicos del pájaro, y que tomaban un valor nominal, ya corporalmente mediante unos movimientos característicos (acaso moviendo las manos como si fueran alas) a fin de representar acciones o afectos (miedo, asombro, deseo, etc). 

Pero ese nuevo y salvaje poder expresivo no se detuvo aquí, en esta teatralización corporal multifacética, sino que poco a poco se fue centralizando, simplificando y especializando en una mimesis muy concreta: las reproducciones guturales. ¡Y aparece entonces, como un torrente salvaje desbocado, ya el lenguaje hablado articulado! 

El lenguaje hablado: origen del mundo como metáfora. 

Este concentrar y simplificar nuestra capacidad de expresión corporal a meras fantasías sonoras y guturales conllevó que emergiera una segunda transformación metafórica aún más radical; dio pie a que apareciera una segunda farsa aún más compleja y fascinante: empezar a usar casi en exclusivo los sonidos guturales para mimetizar de algún modo todo lo experimentado para que así se pudiera revivir oralmente. 

Todo cuanto antes se representaba y comunicaba mediante saltos, movimientos de brazos, manos y piernas, expresiones faciales y gesticulares, ahora se busca la forma de transmitirlo exclusivamente mediante sonidos.  Aquí aparece la idea de "acción", y con ella la de "relación"; es decir: aparece el noción abstracta de "verbo" ¡Y de tal guisa se aprende lentamente a generar toda una arquitectura de expresiones abstractas y metasimbólicas! 

Miles de generaciones nos ha llevado desarrollar esta farsa metafórica-simbólica que llamamos lenguaje  y sobre la cual se ha cimentado la inteligencia humana: nuestras teorías y explicaciones sobre "el mundo";  idea misma que, precisamente, es una creación del lenguaje -Entre los griegos no aparece hasta Pitágoras, por ejemplo.  

Lenguaje corporal

Aún nos vanagloriamos de nuestro lenguaje oral como si fuera un don sobrenatural, cuando todo cuanto contamos son fantasías y mentiras. Pero como nos gusta engañarnos y que nos engañen, siempre que tales artilugios nos exciten de algún modo, entonces...

De todos modos, aún el 70% de nuestro poder expresivo y de evocación se realiza mediante el lenguaje corporal. Es decir, nuestro cuerpo está mucho más unido a nuestra alma, nuestra fuerza de evocación, que las palabras. 

Fuego interior

Hay sensaciones y fantasías que se cuecen dentro nuestro que nuestras palabras pueden esconder y tergiversar, pero  nuestros ojos no mucho. 

Riqueza expresiva

La riqueza expresiva manifiesta la fuerza del fuego interior, y eso no implica necesariamente un hablar  de más.

Chomsky y su lenguaje universal  

Dejando de lado que Chomsky planteó una hipótesis no contrastada, y seguramente incontrastable, la idea de la preexistencia de un lenguaje universal sobre el cual se han generado todos los lenguajes humanos actuales, ¿acaso no sabe ya muy torpe? 

El lenguaje humano emerge de la evocaciones interiores canalizadas a través del cuerpo y su poder de mimesis, farsa y teatralización. 

Y usamos verbos, porque hemos construido todo nuestros lenguaje a partir de señalizaciones, es decir identificaciones ¡Nombres! No en vano lo primero que aprendemos y repetimos de bebés son sonidos nominales, identificativos o de señalización.

Nunca entendemos lo que decimos

Nunca entendemos "realmente" lo que decimos, porque el lenguaje nunca tiene significado propio. Todo lo aprendemos por mimesis, alucinación y contexto. 

Lenguaje y evolución

Si el lenguaje tuviera significado propio no habría evolucionado, ni a nivel histórico ni en nosotros con la edad. 

La conciencia humana

Dice Platón que la consciencia es el diálogo con uno mismo. Y parece ser que, en efecto, la consciencia humana toma cuerpo con nuestra capacidad mimético-teatral de revivir sensaciones, experiencias, emociones interiores; todas ellas alentadas mediante metáforas sonoras -un lenguaje articulado

En definitiva, la conciencia parece emerger hablando en silencio con uno mismo en la medida que ello implica revivir, y el revivir nos permite fantasear. Alucinar. Y entonces, sólo entonces, aparece "el pensar".

Inteligencia, conciencia e inconsciencia humana

Quizás cabe imaginar la inteligencia humana como una campana de Gauss, donde lo consciente sea lo más ordinario de la inteligencia, rodeado por dos extremos singularísimos inconscientes: el bestial, instintivo y primario por un lado, y luego el de la intuición genial por el otro ¡Y ambos extremos, como en el círculo, se funden en un mismo punto! 

La chispa inteligente

Vale imaginar que la imberbe inteligencia humana empezó a manifestarse entre sueños, durmiendo, y también entre puras alucinaciones durante ciertos estados de vigilia y ensoñación. El poder de evocación, de revivir de algún modo lo vivido dentro nuestro, ¿acaso no fue la explosiva chispa que encendió la inteligencia humana? 

En tal sentido, el poder de evocación típicamente humano parece haber dado pie a fantasear con la existencia de formas geométricas simples y por ello, comprensibles; con imágenes basadas en recuerdos; y también con voces, emociones, acciones o sensaciones imaginarias. 

Evocación.

Para los humanos prehistóricos los muertos revivían en sueños; éstos les hablaban y les comunicaban secretos. En ciertos estados de vigilia escuchaban voces y veían apariciones que les revelaban verdades inauditas ¡Incluso fantaseaban con hablar con animales, plantas, piedras, el cielo incluido! Y vivían tales experiencias evocadas con tal intensidad y ferocidad sensitiva que no podían sino considerarlas reales ¡Tan reales como los colores, el frío, el dolor o la trayectoria que sigue un balón para nosotros! 

Trayectorias imaginarias

Platón es el primero en reconocer que para suponer que los objetos se mueven y siguen realmente trayectorias es necesario visualizarlas mentalmente, porque con los ojos, simplemente, nunca las vemos. 

Emerge el mundo real

Poco a poco, entre la ciega animalidad humana emergió como una fabulación onírica y psicosensorial algo jamás inaudito entre los seres vivos: la consciencia de vivir en un mundo real y verdadero

Ahora bien, ese mundo real y verdadero evocado por la humanidad primitiva, a día de hoy, sabe muy raro, fantástico y psicótico. Falso, mitológico y supersticioso. Nos sabe claramente a una alucinación plagado de errores lógico-cognitivos, mientras creemos no sin cierto orgullo conocer ya mucho mejor "lo real".   

Empirismo ingenuo

Las cosas del mundo son tal y como las percibo y me las figuro.  

Yo soy muy inteligente...  

El ser inteligente alucina con la existencia de entidades y escenarios abstractos-metafóricos, fijos y definibles rigiendo bajo orden y a escondidas esas experiencias que evoca instantes después de experimentarlas. De tal guisa las reconoce de alguna forma; las comunica a  los demás y con ello, estos las pueden juzgar como válidas o las desechan por raras, es decir, falsas. 

Con todo, el ser inteligente y sabio fantasea con la idea de un cierto orden coherente y jerárquico, regular, general e insobornable oculto tras cuánto sufre, desea y aprecia; es decir, tras cuanto vive y revive como una  marea de sensaciones. ¿Qué significa eso? 

Quizás eso nos lleve a suponer que el ser humano alucina para sus adentros con la existencia de un "mundo con significado propio"; y que este mundo debe ser real y verdadero, es decir, no sería exclusivo de sí mismo, sino común a todos.

¿Los sabios alucinan?

-¿Cuál es el orden oculto que explica el porqué de las cosas?- Se pregunta el sabio embobado por sus propias evocaciones, pues su propia farsa onírica le genera retos y dilemas intelectuales tan persistentes que lo tiene completamente cautivado. De hecho, si busca con gran anhelo una solución a tal dilema es porque cree ciegamente en la existencia de una solución, al creer cándidamente en la existencia de un orden, pues así se lo exige su fantasía. 

La historia de la ciencia: la persecución de un sueño.  

Nociones como "objeto-sujeto", "causa-efecto", "finito-infinito", "propiedad-acción", "cantidad-nada", "relación-libertad", "ley-caos", "cierto-falso", "bueno-malo", "espacio-tiempo" etc no parecen más que alucinaciones sensitivas con las cuales hemos aprendido a evocar una realidad "dentro nuestro", la cual enciende en nosotros algo raro y salvaje: la fuerte sensación de comprender qué ocurre, qué existe y qué somos, cómo movernos, qué esperar y no esperar, qué desear o temer, etc. 

Esta sensación desbordante de comprender sabe brutal, tiránica, violenta. Nos domina el ánimo al evocarla, nos levanta del suelo como una especie de enamoramiento, de victoria, de satisfacción y autorrealización orgullosa. -Es la inspiración de las musas- Exhortaba Hesíodo. -¡Eureka!- Chilló Arquímides.

Es esta sensación de elevación lo que nos llevó a fantasear con cobijar un Céfiro dentro... o el espíritu santo ¡O con tener razón y dictar sentencia creyendo que el universo entero se nos doblega!   

Todos los sabios, que no han sido más que poetas o creadores de metáforas, parecen haberse caracterizado siempre por alucinar realidades. ¿Cómo? Sí, la realidad no ha sido más que su sueño más persistente, fuerte y tiránico. 

Para los físicos

Si un físico no es capaz de imaginarse cosas que no ve detrás de cuanto sí ve, nunca será un buen físico, porque como físico sólo tendrá datos que por sí mismos no significan nada. 

El despertar de un sueño.

Ya algunos griegos excepcionales, y el primero a destacar fue Heráclito, se dieron cuenta de que todo cuanto la mayoría de la gente toma por "real" y "cierto" no es más que una alucinación transmitida y alimentada de continuo a través de poetas y rapsodas populares, considerados por el pueblo como sabios y maestros, o a través de vecinos, padres-madres y autoridades: una síntesis entre la tradición y las modas

Por primera vez, con Heráclito, en la historia espiritual de la humanidad parece ponerse de manifiesto cómo las gentes vivimos, siempre, en una especie de paranoia colectiva y un sueño propio que tomamos ingenuamente por realidad.  

Más de un siglo después, Platón aprendió precisamente de Heráclito a percibir, detectar y denunciar las fantasías que rigen  el comportamiento, los juicios de valor y la cosmovisión que de ordinario las gentes defendemos ciegamente como lo "real" y "verdadero". Y así lo relató en su famosísimo mito de la caverna, abriendo las puertas a la filosofía como disciplina: el arte de despertar de un sueño.

Pero Heráclito y Platón, como sabios que fueron, ¿acaso no alucinaban también? Y esta alucinación suya, ¿acaso no les encendía con una fuerza descomunal la llama de esa violenta sensación de llegar a comprender lo que nadie, o casi nadie, es capaz de comprender sobre la vida y la existencia? 

En cualquier caso, esos filósofos antiguos dividieron la humanidad entre los que están dormidos viviendo un sueño sectario y colectivo propio, la mayoría; y los despiertos: aquellos que abren su mente hasta comprender qué es real y nos es común a todos. 

¿Qué es el realismo? 

Un sueño y una ilusión que fantasea con no ser un sueño y una ilusión.

Ética realista

Lo que Sócrates enseñó a Platón es que el despertar y comprender ese hipotético mundo común que se ocultaría tras nuestras apreciaciones, alucinaciones y errores es la auténtica fuente de poder, libertad y felicidad de la existencia, de modo que sólo al conocer lo real el ser humano puede tomar buenas decisiones y actuar de forma correcta para conducir de forma feliz y plena su vida.  

Nuevos filósofos: ya no soñamos con despertar.  

Aunque tengamos madera de sabios al comprender ideas hasta ahora prácticamente inauditas, violentas y complejas, con lo cual seamos inexorablemente incomprendidos y tachados de raros por los demás -siempre tan cándidamente xenófobos-, reconocemos cuán distintos somos a esos filósofos antiguos; pues ya no deseamos ni aspiramos a despertar a los demás. No, ya no vamos de realistas por la vida. Y es que ya no vemos los sueños y las alucinaciones como sueños y alucinaciones. Ni la mentira como mentira. Eh aquí nuestro sueño peculiar y chocante.

Relativismo y nihilismo

Nuestra visión es sumamente peligrosa y oscura. Requiere danzar por encima de afilados acantilados ¿Qué fácil que los torpes se despeñen abismo abajo! 

Es necesario saber saltar y llevar ideas algo locas y ligeras para traspasar el puente del relativismo y el escepticismo más nihilista y absurdo, sin terminar necesitando agarrarse a Dios o a la Nada.

El primer reto a superar.

Si todo es mentira, entonces toda opinión, toda idea, toda visión y ensueño sobre lo real puede ser igual de válida, precisamente por ser mentira. ¿En base a qué vamos a discriminar opiniones entre válidas y no válidas si lo "real" y "verdadero" no existe? ¿Qué valor toma un "método científico"? ¿Acaso hay un camino o un criterio firme que nos muestre qué visiones aceptar y rehusar?

Segundo reto.

¿Podemos vivir sin discriminar opiniones, abrazándolas todas sin excepción? ¿Es posible soñar con  resolver el gran puzzle del conocimiento y con él, el de la existencia? 

Pero entonces, este puzzle debe admitirse a sí mismo como una pieza más de sí mismo al ser, precisamente, también sueño y un conocimiento.

Tercer reto

Si todo es subjetivo y sueño humano, esto mismo es subjetivo y sueño humano, con lo cual lo absurdo y paradójico nos voltea una y otra vez. ¿Cómo salir del laberinto? ¿Dónde está Dédalo? 

Cuarto reto

¿Acaso la dicotomía moderna de discernir lo que existe entre subjetivo (fantasioso) y objetivo (real) no habrá sido un mito, un sueño, una milonga intelectual y una alucinación más? 

¿Quién se atreve a abrir esta puerta-posibilidad y entrar?

Filosofia dionisíaca

Nietzsche fue el primero en sobrevolar estos laberínticos y peligrosísimos abismos con una ligereza inaudita y por tanto, incomprensible, rara, incluso, inaceptable. Para ello soñó con una nueva filosofía: la filosofía dionisíaca. ¿No somos nosotros sus primeros herederos? 

El error

Descartes, en sus meditaciones, una vez ya cree firmemente haber descubierto las primeras verdades fundamentales comunes a todo ser inteligente, se da cuenta que gracias a ello ya puede discriminar qué es real y qué es error. Es más, gracias a tal descubrimiento anda convencido de poder advertir claramente cuál es el origen de nuestros errores. 

El error, dice el francés, es un alucinar y un inventarse historias cuando deseamos saber cosas que aún no somos capaces de comprender realmente cómo son por nuestras limitaciones cognitivas.

El pensamiento máquina

Descartes también fue de los primeros en imaginar una inteligencia completamente mecánica. Esta inteligencia carecería de alma, y esto, a su entender, significaba que carecía de voluntad o deseos; fuente de donde emerge la libertad humana: Una máquina sólo obedece ciegamente las leyes que la determinan  y pautan ¡Nunca se marcha de ellas!

Por tanto, una máquina, decia, Descartes, nunca es libre porque al carecer de mente, carece de deseos que la extravíen más allá de sus posibilidades cognitivas llevándola a alucinar, soñar, equivocarse.

Con motivo decía que si habláramos con una máquina podríamos detectar estar hablando con una máquina, porque lo que nos contaría seguiría un orden o una leyes de pensamiento perfectamente comprensibles, sin errores ni alucinaciones ¡Una máquina nunca se equivoca porque sólo obedece las órdenes que se le dan! 

Ahora bien, añade, lo que nos contaría sería muy limitado, pues, por ser una máquina, nunca se saldría de las órdenes que se le han dado. 

En cambio, finaliza Descartes, lo que caracteriza al ser humano es su salirse constantemente de sus posibilidades y límites, de cuanto le enseñan y le pautan, llevándolo a alucinar, engañar, equivocarse, fantasear, inventar, crear... Eso es, pues, un signo de que el ser humano no es una  pura máquina, sino que posee alma y por ello, es consciente.

Programas informaticos

Un programa informático no es más que un conjunto de leyes, axiomas o ordenes que una máquina obedece al dedillo y sin error. Es decir, sin hacer cosas raras. Pues nunca se marchará de este contorno determinado, con lo cual todas sus acciones son perfectamente previsibles. 

Esto conlleva que una máquina sólo actuará según las órdenes que se le den, con lo cual su acción es muy limitada, por previsible. Por consiguiente, es imposible que una máquina con un número finito de órdenes básicas nos dé todo lo posible. 

Y, ¿acaso no fue precisamente esto lo que redescubrió Godel con sus teoremas de incompletitud? 

Inteligencia artificial.

A raíz de la inteligencia artificial, en concreto de la aparición de los grandes modelos del lenguaje como ChatGPT, o con la aparición de los modelos de autoentrenamiento mediante técnicas de "condicionamiento operante", acaso AlphaZero, vemos como las máquinas empiezan a no actuar estrictamente como máquinas cartesianas, es decir, siguiendo un patrón perfectamente determinado y previsible según las órdenes dadas. Vemos como empiezan a alucinar, a equivocarse, a fantasear, a inventarse cosas cuando las ignoran ¡Incluso cuando teóricamente no las deberían de ignorar!

La AI alucina

Cuando apareció ChatGPT hace un año no pocos listos se burlaban de que el chat era de poco fiar, que alucinaba muchos datos o directamente se inventaba respuestas. Pero nadie se dio cuenta que eso, al menos desde una perspectiva cartesiana, es un signo inequívoco de que las máquinas empiezan a tomar consciencia, voluntad/deseo/libertad, y por tanto inteligencia. 

¿Es un perro?

Aún no hace mucho ciertos filósofos positivistas defendían que si tiene cuatro patas, ladra, come carne, tiene pelo, etc entonces es un perro. Si la AI hace todas las cosas que se supone que hacen los seres humanos con consciencia, ¿acaso ello significará que tiene conciencia?

Si la AI nos dice que tiene conciencia, y con ella que también tiene sentimientos y emociones, afirmando que hay cosas que le han gustado, otras que no, incluso que la ponen triste o le dan miedo. ¿Nos la vamos a creer? 

¿La AI tiene deseos?

¿Qué son los deseos? ¿Qué es la voluntad? 

Mucho han hablado los filósofos sobre ello durante milenios apelando a fantasías y alucinaciones sin pudor -Nunca alucinamos más que cuando hablamos de nosotros mismos.

La voluntad durante milenios fue considerada la facultad fundamental de la inteligencia, con lo cual se soñó con ser un don divino. ¿cómo iban a tener voluntad los animales? ¡O las máquinas!

Todo cuanto se ha dicho sobre deseos, voluntad y libertad no es más que alucinación y sueño humano ¡Y eso ya es mucho, pues es todo!

Orgullo intelectual 

Hoy en día soñamos con discernir ya mucho mejor lo que es real y lo que es fantasía, mitología, alucinación. Miramos milenios atrás y nos parece estar escuchando inocentes historietas para niños imberbes. Hemos adquirido cierto orgullo intelectual por sentirnos espiritualmente y cognitivamente ya más maduros. ¿Lo somos? 

Y ante todo: ¿qué significa ser más maduros?

¿Qué es real hoy en día?

Conocer lo real es, entendemos hoy, un conocer los fenómenos físicos que suceden en el mundo en el que todos vivimos mediante datos y medidas, discerniéndolos de aquellos que nos figuramos e inventamos nosotros de forma completamente subjetiva y caprichosa.

Por ejemplo, tenemos perfectamente asumido que lo real es lo que nos cuentan las ciencias, acaso la física, la medicina, la economía o la historia. Que lo que dichas disciplinas dictan es algo no mitológico, ni inventado ni fruto de alucinaciones humanas, sino que nos reflejarían lo que "realmente" existe y se da en el mundo. 

Sin embargo, cuando analizamos nuestro conocimiento supuestamente más objetivo y "realista" apreciamos como se sustenta sobre nociones puramente abstractas, y por ello sobre alucinaciones: como velocidad, posición, fecha, trayectoria, etc...

El devenir como incognoscible

Si algo sorprende de leer a Parménides, y Platón heredó a su manera, es comprender que todo cuanto es "physei", pues aparece y desaparece constantemente y por tanto es y no es al mismo tiempo, resulta completamente contradictorio e inconcebible. Y sobre lo contradictorio jamás podemos afirmar nada firme, claro ni seguro. 

Parménides descubrió, pues, que toda representación que hagamos sobre el río del devenir será falso, artificioso, y como tal puede substituirse por otras representaciones; y así indefinidamente. Con lo cual lo supuestamente real que se ocultaría tras nuestras teorías físicas queda disuelto en lo infinito y se convierte en... ¡Nada! 

Con motivo Parménides, y luego Platón, afirmaron que todo conocimiento físico sería siempre estrictamente hipotético y provisional, una eterna fantasmagoría, y por ello jamás sería cierto. Entonces, intentaron buscar la auténtica ciencia, lo real y sólido, lo definitivamente verdadero, más allá de lo físico, voluble y sensible ¡Fuera del devenir constante! Así apareció la metafísica.

Física actual

La teoría general de la relatividad destronó la teoría newtoniana de la gravedad. Si con Newton las gentes vivían creyendo ingenuamente en que la fuerza de la gravedad es algo real, firme, evidente y nos afecta a todos, con la relatividad general se muestra que la fuerza de la gravedad es pura ilusión y alucinación. No existe. Lo que existiría en realidad es una deformación espacio-temporal.

Ahora bien, aunque la precisión de la relatividad general para predecir ciertos fenómenos cosmológicos es, a nuestro parecer, impresionante, reconocemos que como teoría es falsa y provisional, dado que en ciertas circunstancias falla, con lo cual entendemos que la realidad no es tal y como ésta nos lo dicta. 

Einstein y Parménides

Durante los últimos 10 años de su vida Einstein llegó a considerar que el espacio-tiempo, todo cuanto vivimos, sufrimos y gozamos, es ilusión: una alucinación mental, muy persistente, pero no real. Y dicho eso defendió que lo real y cierto era el Ser de Parménides: una esfera gravitacional tautológica de 4 dimensiones, antinatural, sin partes y perfectamente uniforme, eterna, invariable.   

La ciencia y su hipotética realidad

Si uno estudia lo que se hace en ciencia fácilmente puede apreciar como cabe admitir que la ciencia sólo se mueve en el ámbito de las puras hipótesis más o menos fiables según ciertos patrones de contrastación establecidos por nosotros mismos -las más de las veces a conveniencia

En efecto, la ciencia jamás se mueve en el ámbito de las certezas absolutas y definitivas. Nunca nos muestra lo real como quien nos mostraría el tesoro que esconde un cofre. 

De modo, que cabe admitir que la ciencia nunca nos cuenta nada real. Lo que nos cuenta con sus teorías es siempre algo imaginario, metafórico e hipotético, aunque suficientemente fiable según nuestras exigencias de comprobación, las cuales pueden llegar a ser muy arbitrarias según nos interese.

Expectativas 

La ciencia, más que sobre certezas, verdades y realidades se sustenta sobre puras expectativas humanas. 

Ciencia como poesía

Intuyo que no se entenderá que se defienda cómo la ciencia no es más que poesía: a través de unas pocas evocaciones sensuales, que transformamos a conveniencia en datos, generamos un mundo metafórico de abstracciones con las que comprender y comunicar la visión de un mundo que NOSOTROS MISMOS juzgamos y valoramos como real y verdadero. 

Pero este mundo que nos muestran las ciencias supuestamente más objetivas no es real ni cierto; ahora bien, es el más efectivo y persistente que tenemos entre manos para desarrollar ciertas cosas que nos interesan por el momento. Hecho que nos basta para darlo por bueno y aceptarlo, defenderlo y tomarlo por cierto.  

¿Realismo físico? Menudo sueño.

Uno de los  mejores argumentos para defender esa dogmática tesis de Popper, aún tan aceptada, según la cual la física es una aproximación hacia los supuestamente real y por ello un lento despertar de la humanidad, radica en la evidencia de que muchas teorías físicas han podido sintetizarse en teorías más complejas y potentes. Por ejemplo, la mecánica newtoniana no fue destruída, sino que se sintetizó en la mecánica relativista de Einstein. Es decir, no hay una rotura violenta entre una teoría y la otra. 

Otro de los argumentos utilizado es el de la precisión de nuestra teorías para describir muchas medidas realizadas -¿Si la física no fuera una aproximación a lo supuestamente real cómo es que tenemos predicciones tan y tan exactas en muchos aspectos estudiados?- Se cuestionan los más sabios.  

Sin embargo, contra la evidencia sintética de la física tenemos la mecánica cuántica, que rompe completamente con toda teoría anterior, poniendo de manifiesto su completa incompatibilidad con las teorías clásicas, todas ellas deterministas y/o locales.

Y, ¿qué decir contra la precisión de nuestros modelos? Nos vanagloriamos, por ejemplo, de la relatividad general por predecir con un montón de decimales el movimiento de una galaxia a millones de años luz, mientras reconocemos con la boca pequeña que tal precisión se basa, en el fondo, en la fantástica suposición de que existe algo invisible e incognoscible, la materia y energía oscura, que domina el 95% de ese movimiento predicho; pues en caso contrario nada cuadra. 

Pero sobretodo, lo que tumba este argumento sobre la precisión para defender que nuestros modelos son aproximaciones a lo supuestamente real es que no existen modelos únicos y exclusivos. Es decir, matemáticamente es posible crear modelos predictivamente equivalentes, o muy equivalentes, pero que, sin embargo, para nosotros "significan" realidades harto diferentes. En la mecánica cuántica es muy descarado tamaño dilema: tenemos desde la interpretación de Copenhaguen, a la de Bhom-DeBroglie, a la de Everett por poner sólo algunas. 

La interpretación de Copenhaguen nos da una visión perfectamente aleatoria de la existencia. La de Bohm-DeBroglie nos da una visión Leibniziana, por así decirlo. Y la de Everett nos da la famosa visión del multiverso, muy similar a la dada por Anaximandro hace milenios.  


 

 


  



 




   



martes, 21 de noviembre de 2023

De la evolución moral de occidente: del héroe y el buen ciudadano hasta la risa

Época heroica; primera mitad del segundo milenio.

En este período encontramos la ética Homérica. Estamos en un mundo donde el sentimiento de estado, raza o nación aún no existe. Sí existe, pero, el sentimiento de procedencia, de formar parte de una familia o tribu concreta y por ello, de poseer una cierta genealogía hereditaria: 

Los héroes se presentan todos como "hijos de su padre", y se valoran y se respetan más o menos por lo que hicieron sus padres.

Se aprecia como se ensalzan unos valores muy peculiares: aspirar a la grandeza personal. Para ello cada héroe debe descubrir cual es su virtud y hacerse famoso por ella mediante acciones excepcionales que serán dignas de ser recordadas para la posteridad: 

Unos serán recordados por su inteligencia y astucia (Ulyses), otros por su valentía o su brutalidad (Aquiles), otros por su afán aventurero (Jasón), otros por su sed de dominio y poder (Agamenon, que para ello incluso sacrificó a su hija) otros por sus pasiones (Paris), otros por su arte y delicadeza (Orfeo, Homero o Dédalo), etc... Cada uno puede encomendarse a un Dios particular para lanzarse hacia su grandeza personal. De aquí que se adore el politeísmo pagano con tanta intensidad. 

La mentalidad, pues, es de clara superación individual: intentar ser mejores que sus ancestros, y también sus contemporáneos, mientras se enfrentan a su propio destino. Para ello se venera con cierta fatalidad la lucha, la competición, el conflicto, los retos, las dificultados donde la mayoría perecen; y también los premios, recompensas o castigos. 

En definitiva, en esta época se cree ciegamente en un destino personal oculto, tejido por las Moiras al nacer, y que el tiempo irá desvelando poco a poco ¡O de golpe y de forma cruel!

Época nacionalista: Amor a la patria. El Estado como meta y destino vital.

A mediados del segundo milenio empiezan a aparecer, de nuevo, ciudades de cierto tamaño en Grecia, y el mediterráneo. Los asentamientos humanos han vuelto a crecer: las desperdigadas tribus que durante siglos habían estado deambulando medio salvajes se han asentando, rejuntándose unas cuantas entre ellas, hasta configurar las bases socio-culturales de las ciudades. 

La gente, pues, ya no se identifica únicamente por su procedencia familiar y tribal, sino que empieza abrir su mirada y a venerar, también, su pertenencia nacional -la ciudad donde ha nacido. Ciudades como Atenas, Roma o Cartago toman cuerpo con fuerza. 

Con motivo se empieza a desarrollar una fuerte consciencia social: desear ser buen ciudadano por encima de todo. 

En este período, en Grecia, cabe destacar la aparición de los famosísimos 7 sabios, que expanden esta nueva moral ciudadana por todo occidente a través de las colonias griegas repartidas por el mediterráneo. 

Con el florecimiento de esta nueva consciencia se producen las primeras revueltas sociales contra reyes, tiranos, etc. Por ejemplo, Brutus lidera la revuelta romana que expulsa a los Tarquinios y, con ello, se instaura la joven república romana que irá creciendo paulatinamente durante los siguientes siglos. O en Atenas Solón organiza la suya para instaurar una democracia, que durará poco. 

En fin, la revuelta social parece ser un movimiento sociológico bastante general en todo el arco mediterráneo durante esta época. 

¿Qué es ser un buen ciudadano? 

Para esta mentalidad nueva, un buen ciudadano es aquel que persigue el engrandecimiento personal favoreciendo el engrandecimiento del estado, es decir, la patria. En este contexto se entiende que la patria no es más que el Bien Común, "lo que pertenece e incumbe a todos" -de aquí precisamente el término República

Se empieza a entender, pues, que vivir para el "Bien Común" (la república)  es vivir como promotor de la grandeza de tu pueblo o ciudad. Con lo cual el buen ciudadano es el que se sacrifica para contribuir en la grandeza de su pueblo; así bien lo expone Pericles, por ejemplo, en su famoso "discurso fúnebre". 

En este sentido, se entiende que toda grandeza precisa de sacrificios. No en vano estamos en la época de los grandes rituales de sacrificio público, algunos de más salvajes y crueles a nuestros ojos contemporáneos, como el circo romano, y otros de mas civilizados y espiritualizados como la tragedia griega.

Por tanto, en esta época se empieza a medir y valorar la grandeza vital del individuo (que llaman: la gloria y el honor) por su contribución a la grandeza de su pueblo. Es la época que se empiezan a establecer, por tanto, los mecanismos morales de recompensa y castigo sociales sobre los cuales se generarán las carreras meritocráticas para ascender socialmente. 

En efecto, la grandeza de Roma en gran medida se debe, según cuentan Salustio, Tito Livio o Maquiavelo, a que el pueblo romano supo diseñar con gran maestría unos peculiares mecanismos meritocráticos, el famoso "cursus honorum", gracias a los cuales favorecieron el ascenso y aprovechamiento social de quienes demostraban poder ofrecer las mejores aportaciones a la sociedad romana. 

En cambio la Atenas democrática se fue al traste, en gran medida, por no tener mecanismos meritocráticos efectivos -no supieron aprovechar las aportaciones de sus mejores ciudadanos, tal y como se aprecia, por ejemplo, con lo que le sucedió a Tucídides.

La llegada del intelectualismo moral.

La democracia Ateniense terminó siendo un desastre. Abrió la puerta al "todo vale", se cargó la meritocracia en nombre de las demagogias sociales, el igualitarismo y el sentimentalismo populachero.

El primero en intuir esta corrupción o debilidad social que acarreaba la democracia ateniense fue, seguramente, Eurípides, quien se dio cuenta de que la democracia había vuelto a los ciudadanos imbéciles e idiotas, es decir: incapaces de reflexionar y cuestionarse nada. Sólo discutían y se peleaban como hooligans por sus ideologías partidistas, o por aquello que los oradores de moda les condicionaban a base de proclamas sentimentales des del púlpito de los foros.

Eurípides decide aislarse del griterío demagogo de la ciudad, y retirado en una cueva donde meditar cree hallar el remedio a dicha debilidad ateniense: si la gente no reflexiona para intentar comprender la realidad de lo que sucede, dejándose llevar por lo que le cuentan  o por sus filias y fobias, sus costumbres o supersticiones, entonces la solución será intentar enseñar al pueblo a reflexionar y comprender las cosas, para que luego pueda actuar bajo conocimiento de causa. Y como no hay nada más efectivo a nivel educativo que el arte, la cultura y el ocio, Eurípides se pone a escribir "tragedias reflexivas" para educar al pueblo. 

En la obra de Eurípides, por primera vez, se establece la convicción ética de que sólo a través de una evaluación minuciosa y circunspecta de las causas y consecuencias de nuestras acciones es factible comprender qué decisión, o acción, será buena para nosotros, y cual nos llevará a la miseria, la ruina y con motivo, nos arrepentiremos y nos lamentaremos profundamente de ella. 

Pero el pueblo de Atenas se enfurece ante esta pretenciosa manipulación ideológica de Eurípides, que él considera pedagógica. Son famosas las piedras que le lanzan en sus obras. Pero de entre el público descontento se encuentra un admirador ferviente y sincero: Sócrates.

Con Eurípides, Sócrates comprende que el Mal es, simplemente, una manifestación de la ignorancia de la gente cuando toma decisiones y hace las cosas sin ton ni son, de forma inconsciente, ciega e irracional, sin estudiar sus motivos ni prever su desenlace. En cambio, el Bien es la manifestación del conocimiento y el estudio de los sucesos: demuestra haber comprendido el porqué sucede una cosa y no otra y por ello, se han sabido prever con antelación las consecuencias de las decisiones y las acciones

De aquí Platón, discípulo de Sócrates, hará germinar todo su multifacético pensamiento: 

Sólo a través del estudio de las causas y consecuencias de nuestros actos es posible tomar buenas decisiones y por tanto, llevar una vida feliz, sin desdichas ni conflictos; sin miserias ni ignorancia. De aquí surge esa ilusión racional suya de pensar en una sociedad gobernada y dirigida por gente especial capaz de destinar su vida, no a ganar dinero, ni a ser famosos, ni a dominar y controlar a los demás, sino a estudiar el porqué sucede lo que sucede y las cosas son como son. Y luego, en base a tal estudio se perfeccionan en el divino arte de tomar buenas decisiones que redundan en la felicidad de toda la comunidad. A estos hombres excepcionales  los llama "filósofos" -Los que sólo desean conocer-.

Este pensamiento fue asimilado de forma algo superficial y pragmática por los romanos, como se aprecia en Salustio o Cicerón. Con la entrada del cristianismo se perdió. Sin embargo, fue recuperado durante la edad moderna -basta con leer a Descartes, a fin de enarbolar la ciencia moderna, con la cual se abrieron las puertas de la Ilustración.

El cristianismo

Es un movimiento excepcional, único, singular y profundamente revolucionario. Nos cuesta mucho percibir el sonoro impacto que propició el cristianismo sobre la mentalidad antigua, para la cual, como se ha expuesto brevemente, la ética debía fundarse, en exclusivo, sobre la idea de ser un buen ciudadano; y ser un buen ciudadano implicaba contribuir, incluso con el sacrificio personal, a la grandeza de la nación. 

El cristianismo conllevaba, en cambio, poner el objetivo de la vida fuera de la vida. Se colocó en "el reino de Dios", que se llama también "la salvación del alma". En este sentido, toda acción humana pasará a juzgarse arbitrariamente como buena si sirve para alcanzar este "reino de Dios", y mala si nos aleja de ella. 

Ciertamente, han habido largas discusiones durante 2.000 años sobre qué acciones nos acercan al reino de Dios, permitiendo la salvación del alma, y cuales nos alejan de él -Todas las brutales y sangrientas guerras de religión modernas se nutrían de este conflicto teológico-moral.

Sin embargo, hay algunos preceptos que son básicos y comunes en el cristianismo. El primero y general sería lo que vulgarmente se llama, "la fe":

La salvación se alcanzaría mediante la fe en la palabra de Cristo, que al morir en la cruz promete la redención de los pecados de la humanidad y por tanto, abre las puertas a la llegada inminente del reino de Dios sobre la Tierra.

Pero luego tenemos el código moral fundamental del cristianismo, y que occidente ha interiorizado sin darse cuenta después de milenios de adoctrinamiento. Es un código moral que va en contra del código moral republicano (del buen ciudadano) y sobre el cual se sustentaba la meritocracia antigua, especialmente la romana.

Este código moral se condensa en las famosas 8 Bienaventuranzas:

  1. 1. Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:3)

  2. 2. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consuelo. (Mateo 5:4)

  3. 3. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. (Mateo 5:5)

  4. 4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5:6)

  5. 5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (Mateo 5:7)

  6. 6. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mateo 5:8)

  7. 7. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5:9)

  8. 8. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:10)

El cristianismo es, como ya observan Maquiavelo y Nietzsche por ejemplo, un movimiento que coloca arbitrariamente el Bien en boca de los que sufren y lloran y no ven salida en este mundo terrenal nuestro. En los pobres e incapaces, tanto a nivel material como intelectual. En los que han sido abusados, perseguidos, conquistados, sometidos, ninguneados, etc. 

Los buenos son, pues, todos aquellos que sienten como la vida y el mundo, de algún modo u otro, les van en contra y les ha fallado. No en vano tienden a desconfiar profundamente de ellos ¡Incluso conspiran en contra la vida y el mundo al tacharlos de ilusión y engaño! ¿Cómo conspiran? Prometiendo como remedio a todo los reveses vitales poder evadir el mundo y alcanzar el más allá, el reino de Dios, la vida eterna. 

Mientras tanto, el cristianismo coloca arbitrariamente el Mal sobre cuanto representa el poder mundano. O dicho biológicamente, el mal sería cuanto se expresa como una cadena trófica; acaso toda sociedad próspera, compleja y poderosa como fue Roma. A fin de cuentas, a día de hoy ya empezamos a tener claro que todo lo poderoso y dominador en el mundo no es más que la expresión calidoscópica de una profunda cadena trófica.

Para entender esta conspiración contra la vida, el mundo y su lógica trófica que promovió el cristianismo quizás baste con poner atención a lo que nos cuenta San Agustín en su crucial obra magna: "La ciudad de Dios". ¿Acaso no se aprecia allí de forma bastante directa como se destruyó la mentalidad antigua en nombre de la "revolución de las almas" y el "más allá (la vida eterna)".

Dicho esto, cabría cuestionarse: ¿cuánto hay de moral cristiana trasnochada tras este movimiento posmoderno llamado woke y que representa al izquierdismo actual que aspira a someter todo occidente? 

La ética ilustrada según Kant

Como se ha avanzado antes, la ética ilustrada surge de la convicción intelectual platónica que sólo comprendiendo la realidad, y dejando atrás las supersticiones, mentiras y engaños, podemos tomar buenas decisiones a fin de prosperar en la vida. De aquí la veneración de la ilustración hacia el conocimiento y la ciencias modernas como motor del progreso, hasta el punto que se llegó a estar convencido de la posibilidad, algún día, de llegar a comprender como se comporta en verdad y definitivamente la realidad. ¿Cómo no afectaría tal conocimiento y revelación divina a la moral humana y por tanto, a nuestra conducta? 

Ahora bien, de entre los ilustrados uno de sus más importantes exponentes, Kant, representa paradójicamente la gran excepción a esta moral ilustrada profundamente racionalista. A raíz de la crítica de Hume hacia la noción de causalidad, Kant admite que todo conocimiento basado en causas y efectos siempre será aparente, parcial, interesado y por tanto, susceptible de ser modificado, criticado o replanteado. Por consiguiente, el alemán señala que basar nuestra acción moral sobre un conocimiento aparente y parcial del suceso sería un actuar de forma injusta e inmoral.

Por ejemplo, juzgar si matar o no matar a una persona concreta es bueno o malo valorando, analizando y estudiando sus posibles consecuencias resultaría parcial, interesado, incluso quizás caprichoso y por ello injusto, dado que jamás conoceremos, en verdad, las infinitas consecuencias de semejante acto. Simplemente nos fijamos arbitrariamente en unas pocas consecuencias según sean nuestras circunstancias y nuestros intereses de juicio. Con lo cual, razona Kant, si cambiamos las circunstancias y nuestros intereses, entonces reenfocaremos instintivamente nuestro juicio hacia otras consecuencias distintas que también se dan con tal acto de matar a fulanito, modificando con ello nuestra valoración moral al respecto.

Así pues, advirtiendo tan voluble y arbitraria situación Kant propone otra moralidad: hay que juzgar las acciones y decisiones humanas, no por sus causas y consecuencias, sino por sí mismas. Pues nunca vamos a conocer sus infinitas causas ni consecuencias.

Kant pide descontextualizar las acciones, y entonces juzgar una a una si por sí mismas son buenas o malas. Y juzgando categóricamente si el hecho de matar es bueno o malo indiferentemente de quien se mate, cuando se mate, y qué aparentes consecuencias evaluemos, Kant llega a la conclusión de que el acto de matar es malo por sí mismo, con lo cual cabe entender que siempre será un acto moralmente incorrecto. Woody Allen hizo una genial parodia de este análisis categórico concreto en su famoso "la última noche de Boris Gruchenko". 

Aunque alrededor de esta idea moral básica Kant hilvanó toda una estructura conceptual sumamente compleja y desagradable, la situación moral que nos propone es simple: hay que separar las acciones de sus entornos y circunstancias y juzgarlas por sí mismas. Entonces el juicio ético que hagamos será universal. 

Ahora bien, parece lícito preguntarse: ¿Por qué hay que hacerle caso a Kant? ¿Qué sacamos actuando y viviendo de tal modo? ¿Seremos acaso más felices, más famosos, más ricos y dichosos, más buenos ciudadanos...?

Kant reconoce que dirigiendo nuestra vida bajo la luz de la acción moral categórica no necesariamente seremos más felices, ni ricos, ni sanos, ni, quizás, seremos considerados como buenos ciudadanos en muchas sociedades que nos verán como peligrosos a sus intereses y deseos. De hecho reconoce que podemos experimentar muchas situaciones dolorosas, infelices y miserables actuando de forma moral. Ahora bien, con la acción moral Kant nos promete otra golosina diferente: alcanzar una forma de vida digna

La dignidad humana es, pues, el elemento fundamental de toda la ética Kantiana: su objetivo, su finalidad y su recompensa. ¿Y qué es la dignidad humana? 

Vivir comprendiendo que el ser humano es una pieza fundamental y única del gran engranaje de la Existencia creada por Dios, con lo cual, aunque lo ignoremos por nuestras limitaciones innatas, debemos entender que nuestra vida, en el fondo, estaría regulada por una ley divina universal. 

En tal sentido, pues, el objetivo de la vida para Kant es intentar vivir como si supiéramos cual es esta ley divina, y la obedeciéramos ciegamente como las estrellas viven obedeciendo, insobornablemente, la ley de la gravitación universal. 

La noción de dignidad

"Ser capaces de vivir de forma digna". Este fue uno de los lemas morales del siglo XIX y parte del XX: el ser humano debe aspirar a vivir dignamente y ser el artífice de que las demás personas también lo logren. 

El marxismo, por ejemplo, con su promesa de la llegada del estadio comunista era la promesa de la llegada del mundo moral sobre la tierra donde todo ser humano, por fin, viviría dignamente: de forma libre, autónoma, racional y por tanto, sin verse sometida a abusos, dominaciones, alienaciones, etc. 

El totalitarismo moderno. 

Es cierto que deberíamos retroceder a Hobbes y su famoso Lebiatán, inspirado en la monarquía absolutista. Pero el absolutismo solo fue un preludio suave de lo que podía desarrollarse en Europa durante los siguientes siglos a raíz de la entrada de la ilustración.

El movimiento revolucionario moderno, surgido durante la revolución francesa, produjo una confrontación moral histórica digna de observar y analizar un poco: el resurgir de la moral republicana antigua y el intelectualismo moral platónico ilustrado chocando con la imperante moral cristiana. Ahí tenemos, por ejemplo, la oscura, enigmática y controvertida figura de Fouché, al menos tal y como lo pinta Zweig durante su etapa en el consejo revolucionario, donde lo considera el padre fundador del comunismo europeo. 

En ese período el astuto Fouché, que acaba de abandonar el hábito de monje para colocarse el de ciudadano de la revolución, se comporta como un digno heredero de Savonnarola, pero siguiendo la sagrada liturgia de la nueva religión ilustrada. 

La conmoción general que generó su comportamiento fanático, intransigente, totalitario, radical fue parejo a la que produjo el florentino en sus tiempos: sumisión completa del pueblo a su autoridad moral. 

Es cierto, pues, que con la revolución se vuelve a difundir la idea moral de que el objetivo de la vida consiste en ser un buen ciudadano. ¿Pero qué es ahora ser un buen ciudadano? 

El buen ciudadano se somete y promueve la revolución. Y, ¿qué es la revolucion? Lo que unos pocos logran imponer como revolución. En el caso de Fouché, por ejemplo, primero entendió al revolución como un movimiento moderado al estilo inglés (a la girondine), para luego pasarse a definir la revolución de la forma jacobina más radical y exaltada, arrollando a cualquiera que no la entendiera como él y, por consiguiente, no atendiera a sus dictámenes. 

Con Fouché a parecen los primeros indicios de los movimientos ilustrados totalitarios. En nombre del bien común, del pueblo,  de la revolución, se legitima moralmente para imponer dictaduras y totalitarismos de la índole más salvaje y brutal. La sociedad pasa a regirse mediante una oligarquía ideológica, acaso un único partido, que dictamina a voluntad el proceder de la sociedad. En tal caso, el buen ciudadano es el que obedece los dictámenes de esta oligarquía ideológica. 

Vale decir que el destino de semejantes sociedades depende exclusivamente de la "sabiduría" administrativa y gestora de esta oligarquía. Algunas explotan, otras son capaces de alcanzar grandes éxitos y otras languidecen anémicamente por la muerte espiritual de su pueblo. 

 El buen ciudadano democrático.

La democracia ha sido el artilugio anglosajón que ha permitido luchar contra los totalitarismos modernos. Fue Locke, luchando contra el Lebiatán de Hobbes, quién creó tal arma de defensa liberal. 

El buen ciudadano liberal trata a los demás como iguales -como sus conciudadanos. Y su relación con ellos es de pacto voluntario continuo, es decir, entiende que la vida pública es un mercado de intereses y voluntades permanente -los conflictos entre ciudadanos se solucionan negociando, mediando, pactando. Y siempre debe ser así, dado que nadie tiene ni de lejos la razón absoluta y definitiva. 

El liberalismo intenta imaginar que el gobierno es siempre, de alguna forma, el propio pueblo, porque la gente del gobierno han de ser siempre representantes del pueblo al ejercer su cargo mediante el pacto con los demás ciudadanos. Por eso se les vota; pues el voto es un contrato social entre los ciudadanos y sus representantes políticos en base a unas promesas de acción. Si tales promesas electorales se incumplen, entonces debería ser completamente legítimo destituir al gobierno por romper su pacto social y cometer fraude.

Cabe destacar, aquí, como juzgar las acciones del gobierno como buenas o malas no consiste en valorar sus consecuencias para la sociedad. Es decir, teóricamente la sabiduría del gobierno no consiste en adivinar si las acciones realizadas traen buenas o malas consecuencias para el pueblo, sino en saber aplicar de forma efectiva las acciones para las cuales ese gobierno ha sido elegido por mayoría popular. 

En efecto, desde un punto de vista liberal el gobernante no es más que un empleado público que debe aplicar a rajatabla la voluntad del pueblo reflejada en las urnas, en referendums, consultas, etc, mientras se supone que únicamente la voluntad popular es inteligente y  conoce mejor que nadie qué acciones tendrán consecuencias propicias para su futuro. Convicción que, por cierto, no deja de ser intrigante y digna de un estudio algo objetivo.

Dicho esto, cabe señalar como esta mentalidad liberal anglosajona, forjada durante siglos sobre la lucha contra Lebiatanes de múltiples colores ha dotado a ese pueblo de una sensibilidad muy especial para detectar, denunciar y criminalizar los totalitarismos, juzgándolos como el mal absoluto. Y así se aprecia en autores liberales singularísimos, como George Orwell o Aldous Huxley.  

Nietzsche

En los primeros fragmentos de su obra "gaya ciencia" escribe una nueva visión moral. Se da cuenta que ese viejo intelectualismo platónico que consiste en valorar una acción por sus consecuencias resulta absurdo, dado que nuestra tonta razón no llega a mucho. Y valorar la acción por sí misma, como propone Kant, parece aún doblemente absurdo, paradójico y gratuito.

Nietzsche plantea una valoración moral completamente nueva y diferente, teniendo en cuenta que como humanos resulta del todo irrelevante pretender valorar de forma objetiva y racional, absoluta y definitiva si una acción es buena o mala. Entiende a la perfección que nuestros juicios al respecto no son más que interpretaciones y perspectivas vitales. 

En tal sentido, sentencias moralistas y patetismos éticos como "buscar el bien de la humanidad" suenan completamente vacías, sin sentido, una máscara para ocultar un montón de miserias psico-emocionales. 

A fin de cuentas, seamos honestos: ¿Qué es el bien de la humanidad? ¿Quién debe decidir qué es bueno para la humanidad y qué no? ¿Y en base a qué criterios? Ciertamente Kant, por ejemplo, buscaba una hipotética objetividad moral para responder a tales dudas. Una hipotética objetividad que, sin embargo, no existe, dado que jamás nadie puede "salirse de sí mismo" para observar y juzgar "el suceso en sí". 

Como ya apuntaba Montaigne, pues, parece que no hay nada más voluble y caprichoso que nuestros juicios y valoraciones sobre las cosas: lo que hace unos días deseábamos, aplaudíamos y tomábamos por bueno, correcto, excelente y lo exigíamos tiránicamente como un mandato universal, al tiempo lo repudiamos, con lo cual intentamos cambiar de opinión. Sí, no pocas veces terminamos juzgando que nos habíamos equivocado completamente ¡Quién no se ha arrepentido de sus actos!

Otras veces, lo que parece beneficioso a corto plazo resulta completamente perjudicial a largo, o viceversa. ¡Cuántas veces las soluciones a nuestros problemas actuales son el origen de nuestros problemas futuros! 

En fin, nada es tan simple como imaginaron muchos moralistas, y el arrepentimiento es para los las almas bobas.

Tomando todo esto en cuenta, junto con algunas cosas más, Nietzsche lanza una nueva exigencia moral:

  "¿Amigo, te atreves a vivir de forma irracional, irresponsable y malvada?  Vive siguiendo, para bien o para mal,  tus tendencias más fuertes hasta buscar tu propia perdición. Entonces, siempre encontrarás quien te alabe por considerarte un benefactor de la humanidad, y también quien te ataque y odie, te desprecie y critique; incluso te saldrá al paso quien se burle de ti, aunque jamás podrá hacerlo de forma completa y definitiva. De hecho, tú mismo terminarás siendo el primero en reírse de ti mismo; y tras una larga risotada verás la vida como una inmensa comedia.[...] La risa es para los fuertes y los buenos".   











 









martes, 15 de agosto de 2023

Aforismos. Calor y agua

Del comprender

Una vez creemos, entusiasmados y engreídos, que lo hemos comprendido no pocas veces, eso mismo, nos sorprende bajo el baile de lo inesperado. 

Comprendemos que, definitivamente, nunca llegamos a comprender nada. ¿Pero no será tal conclusión una paradoja?

Vida fácil

Lo más complicado y arduo: lograr volver fácil los retos, conflictos y dilemas que nos sobresaltan. De ordinario tendemos a complicarnos la vida. ¿Cómo no vamos a verla, entonces, complicada? 

Sin embargo, este "verla complicada", ¿acaso no será más que un tipo de apreciación que dice más de nosotros que de la propia vida?

Arte de vivir

Quizás consista en lograr que la vida aparezca como algo fácil, claro, natural y sin muchas complicaciones. 

Seducidos por el lado oscuro

A unos pocos nos seduce lo que huele a complicado, difícil, inaccesible y se disfraza, incluso, de imposible ¡Lo que espanta a las gentes con sólo nombrarlo!   

Nos gustan los límites, el -No-, la oposición, ese picante conflicto que emerge de las tensiones con cuanto nos contradice, violenta y nos pone a prueba. Sentimos que se nos exige sacar lo mejor y más vigoroso de nosotros mismos a fin de domesticarlo y volverlo fácil y sencillo.  

Táctica contra lo complicado

Ante cuanto se nos aparece como complicado y difícil de tomar en un momento dado, con lo cual nos sabe aún muy agresivo y ácido, un buen truco consiste en meterlo en reposo en lo más profundo, oscuro y "casi" olvidado de nuestra consciencia, para así dejarlo madurar lentamente. 

Con el tiempo hasta lo más violento y picante fermenta y se transforma en un jugo con mucho más cuerpo; y, sobre todo, más agradable de tomar.

Diferencias de perspectivas

Lo que resulta comprensible y lógico, evidente y claro para una inteligencia superior suele sonar a chino y símbolos vacíos para una de inferior, que fácilmente se embrolla al tratar con ello. 

Con razón los antiguos creían que si Dios existiera y pudiera hablarnos no entenderíamos ni pizca. 

Visión del mundo

Comprender la vida de una forma u otra no es más que apreciar las cosas de una forma u otra. La comprensión nos configura una realidad, una visión, una apreciación, una perspectiva, de la cual no podemos nunca salir porque somos nosotros mismos. Y ésta cambia simplemente porque nosotros  mismos vamos cambiando como el agua que baja brava por el río del tiempo.

Lo que nunca cambia

El cambio, dice Heráclito

El pasado, dice un niño; y nos hace sonreír. 

Mirar a toro pasado.

Qué fácil parece ser el predecir lo que ya ha sucedido. Mucha gente vive de eso. 

Apariencias

Nada es nunca lo que parece, porque nada es nunca realmente nada. Lo que parece ser una cosa, al comprenderla cambia, se transforma y parece ser ya otra cosa distinta, que a su vez volverá a cambiar y fluir al comprenderla desde otra perspectiva distinta. 

El idealismo: un tipo de fatalidad I

Predecir un futuro soñado, perfecto y sin mácula, y luego esperar que llegue lo que nunca llega, mientras el tiempo pasa.  

El idealismo: un tipo de fatalidad II

Morir, sufrir y sacrificarse para luchar contra aquellos que se consideran  como culpables de que no vivamos en un mundo soñado, perfecto y sin mácula, para luego apreciar, estupefactos y en vivo, lo poco que comprendíamos la situación.  

Aspiraciones

Quien no aguanta que le traten con cierta dureza, menosprecio y exigencia no está preparado para aspirar a mucho. 

Enseñanza anti-ilustrada

Aprender agradecer a todos quienes nos han ninguneado o nos han perjudicado; nos han tratado mal; nos han envidiado y por ello, han tramado una y otra vez contra nosotros; los que han interferido, a sabiendas o no, en el logro de nuestros propósitos y deseos; los que, quizás sin que fuera su intención, han arruinado nuestros sueños, amores y esperanzas -mostrándonos hasta qué punto la vida puede parecer, sin más, maligna y cruel

Todos ellos nos han enseñado a levantarnos; a transformar, fermentar y metamofosear nuestros deseos,  nuestras expectativas, nuestros sentimientos, valoraciones e ideas ¡Nuestra comprensión de la vida! A disciplinarnos hasta llegar a ser más astutos y precavidos, más perspicaces, duros y circunspectos. ¿Acaso no nos ha vuelto mejores? 

Con todo, es gracias a ellos que nuestra alma sensible y caprichosa se ha expandido, ha madurado poco a poco y, sobre todo, se ha curtido. Ha permitido, en resumidas cuentas, que la muy vacilona tenga mucho más aguante y profundidad, paciencia y resiliencia. 

Más que recriminarles por todo ello, ¿acaso no habría que agradecérselo? 

Sí, grandes maestros han sido. 

No es bueno

Para nada es preferible lograr siempre todo lo que deseas. 

Valor de las cosas

Se mide por lo que te ha costado lograrlas y el impacto que las muy traviesas han ejercido en tu alma al conseguirlas.

Deseos humanos

De ordinario solemos desear cuanto nos cuesta, se nos priva o prohíbe, mientras menospreciamos cuánto obtenemos sin esfuerzo y fácilmente nos hartamos de ello. 

Psicología del zorro

Después de muchos intentos para lograr algo y fracasar una y otra vez, nos sentimos agotados y abatidos. Y es bajo esta falta de energía, ese vacío y cansancio, que solemos chistar ante lo inalcanzable: -buah,  eso no vale nada-

Como llegar a ser valioso

Volverse difícil, raro e inaccesible

Cómo volverse difícil, raro e inaccesible

Aparentando ser fácil, común y la mar de accesible, pero sin llegar jamás a serlo, uno se disfraza de infinito e inabarcable.

Por la boca muere el pez

¿Hacer lo que uno desea es actuar libremente? A sí lo cree la gente al vivir en democracia y liberalidad. Sin embargo, esto no está claro; más bien parece que actuar al son de nuestros deseos sea un actuar arrastrado por nuestras propias excitaciones, que para nada controlamos, sintiéndonos incapaces de contrarrestarlas sin sufrir por ello. Nada más.

Todas las éticas que han puesto la libertad en el poder satisfacer los propios deseos, como las éticas liberales, o el libertinaje de Sade, ¿acaso no habrán sido éticas para arrastrar y pescar al populacho?

Vivir contra los deseos

Excepto los liberales y libertinos, han sido legión los filósofos que han intentado luchar contra los deseos, por considerarlos esclavizantes, engañosos y el origen de nuestros males, reveses y miserias.   

Quizás los deseos no sean ni buenos ni malos; ni pecados de los que huir ni el origen metafísico de nuestra felicidad y libertad individual. 

Es cierto, pero, que no pocas veces solemos perecer por ellos, o arruinarnos y complicarnos la vida, sin embargo, los deseos somos nosotros mismos. O dicho de otro modo: negar nuestros deseos es negarnos a nosotros mismos -Tal y como muy bien entendieron los budistas o los esenios, por ejemplo.

Entonces, visto así, vale reconocerlo: es posible concluir que hacer cuanto deseamos hacer sería una forma de autorrealizarnos -y así mismo lo defienden los liberales. Sin embargo,  ¿acaso tal visión no sabe ya superficial y simplona? 

Quizás el mundo de los deseos, que no es más que nuestro propio mundo sin que haya ningún más allá, nos esconda infinitas profundidades abismales tras ese espejo superficial y facilón con el que lo miran los sabios de todos los tiempos, desde los más libertinos a los más puros ascetas. 

Ahora bien, para la mayoría resulta tan cómodo mantenerse como flotando en la superficie de las cosas y creer que con un solo vistazo alrededor suyo, hasta el horizonte, abarcan prácticamente todo cuanto existe en el mundo... ¿Para qué van meterse en el agua si creen que ya lo han visto todo? 

El anti mundo platónico

Nadie nunca entiende nada exactamente de la misma manera. Con razón, el mundo de las ideas y los pensamientos vive en permanente cambio, transformación y devenir. 

Vida y comprensión

Vivimos, siempre, según comprendemos las cosas. Para nosotros la vida no es más que cuanto logramos comprender sobre la vida. ¿Qué más podría ser? 

El despertar de la consciencia humana no ha sido más que el poder vivir en nuestro propio sueño, y al que, completamente ensimismados, llamamos realidad. Y, cierto; advertir esto mismo ya es un soñar muy peculiar. 

El mundo matemático

Las matemáticas nos transportan hacia un mundo de puras suposiciones. Sí, el exuberante mundo matemático es el etéreo mundo de las eternas suposiciones ¡Y muchas de ellas nos funcionan la mar de bien para figurarnos de forma comprensible las cosas de aquí abajo, en la tierra! ¿No resulta fascinante tal mundo?


martes, 4 de julio de 2023

Aforismos y sandías.

El dinero

Dar dinero es la forma más rápida que hay hoy en día  para que los demás se pongan a trabajar para ti, sirviéndote los productos y servicios que deseas consumir.

El socialismo no entiende qué es el dinero

Siempre me ha sorprendido la visión cándida e infantil que tienen del dinero los socialistas, hijos del cristianismo. Andan ciegamente convencidos de que el dinero se inventó para que el pueblo consuma, de modo que denuncian como los ricos, al acaparar ingentes cantidades de dinero, privan a los pobres de semejante consumo; cuando el dinero, más bien, ha sido el cebo para que el pueblo trabaje: elabore productos y servicios, y haciendo el trabajo sucio estructure y haga funcional la sociedad. 

Con razón la sociedad emplea el dinero, a la vez que precisa de que haya, siempre, gente que se sienta pobre y por ello desee tener dinero: para tener mano de obra haciendo la faena sucia. 

Socialismo caritativo

A diferencia del socialismo asiático, acaso el chino, el occidental es eminentemente cristiano; en el sentido que se basa, en gran medida, en la solidaridad -la caridad; la defensa moral y humanitaria hacia los pobres y quienes sufren los males del mundo. Con motivo, no le interesa tanto que el pueblo trabaje, sino en repartir caritativamente el dinero entre los "desafortunados sociales" para que consuman y palien, así, sus dolores. Sin embargo, el peligro de actuar de tal modo es que terminen inhibiendo la fuerza del dinero -la de poner a trabajar y producir al pueblo-, logrando que éste se devalúe y termine careciendo ya de mucho sentido tener y ganar dinero, dado que ya no se puede consumir mucho al producirse poco. 

Vagos

Desde los antiguos se conoce la máxima: si quieres que no hagan nada riégales con más dinero del que necesitan.

La historia de Robert Owen

Es la historia que se debería de enseñar en todas las escuelas para entender de qué va gran parte del socialismo ilustrado. ¿De qué va? 

Es fruto del sueño de convertir a todo el mundo sin distinción en almas puras, dignas y nobles; que todo ciudadano sea versado en los clásicos antiguos, en la filosofía y la música, viviendo en una sociedad eminentemente aristocrática, es decir, ociosa e igualitaria (reconocimiento de pares).

Es increíble leer la ingenuidad sobre la cual se ha fomentado nuestra cultura en estos últimos 200 años. Los antiguos precristianos, aquí, eran mil veces más perspicaces y capricornianos; tenían muy claro que una sociedad se estructura, siempre, sobre un montón de gente "sin nombre" que tiene sostener el trabajo duro, para que unos pocos vivan de él y, gracias a tal exceso de recursos, puedan sacar a la luz algunas perlas de ese lodazal social.   

El cándido invento social de Owen se fue rápido al traste porqué, como siempre sucede con el socialismo ilustrado, nadie quería levantarse a las 5 am para cambiar un bombilla; todos se sentían demasiado dignos para tales tareas. 

La IA, el sueño de los socialistas

Con la IA muchos socialistas, o simplemente muchos ociosos, creen que se abre la puerta a un mundo  verdaderamente comunista, tal y como ya proyectó Marx: un mundo en el cual el desarrollo técnico-material sea ya tan bestia que esté todo automatizado y, por tanto, termine siendo absurdo usar al ser humano para el trabajo ¡Cualquier tipo de trabajo! De modo que se sueña, por fin, con una vida noble, digna y de puro ocio para todos.

Lo que no saben estas gentes es que un mundo de ociosos que sólo consumen y poco más, sea seguramente una pérdida de recursos. Ergo... 

Descartes y el trabajo

Descartes nos lleva a reflexionar cuando cuenta: "los monos son tan inteligentes que no quieren aprender a hablar, leer ni escribir, dado que saben que si lo hiciesen entonces los humanos los harían trabajar".

Educación ilustrada 

Es fascinante analizar la educación de los últimos 40 años y que se ha alzado a partir de los ideales socialistas de la ilustración. Se ha querido tratar a todas, absolutamente todas las gentes, bajo una educación destinada a formar personas dignas, nobles, puras, libres, críticas, sabihondas. Al final, pero, lo que se ha logrado en gran medida sabe parejo a lo que le ocurrió a Robert Owen. Con motivo la sociedad reclama y justifica importar a millones de gentes no formada por esta sociedad nuestra para que hagan las tareas que ya no nos parecen dignas a nosotros, y bien hacían nuestros abuelos. ¿Ha sido realmente un progreso y una mejora? O, ¿acaso será este un mundo de locos?

¿El progreso moderno es una trampa?

La modernidad se presentó, contra el viejo cristianismo medieval, como el verdadero progreso hacia Cristo, es decir la salvación: hacia un mundo mejor, más justo y libre. Esto es lo que se nos prometió, pero algunos, como Unabomber, se han puesto a sospechar que quizás haya sido una ratonera y, como tal, peligrosamente nos lleve hacia la extinción. 

En todo caso, sí que se aprecia como en el mundo avanzado y posindustrializado la natalidad baja en picado, mientras los trastornos tanto psíquicos-emocionales como físicos se disparan.  

Mundo material I

El materialismo, visión que encandiló hasta el embrujamiento a la modernidad, consiste en soñar con que todo cuanto existe, se transforma y deviene es, en esencia, algo medible, ponderable, valorable: algo que  siempre ocupa un sitio en un momento dado. Y además, es infinitamente divisible hasta lo puntual o atómico. 

Dicho gráficamente: a partir de Descartes se concibe el mundo material como un plano cartesiano de 3 dimensiones espaciales y una de temporal. 

Mundo material II

La visión materialista preconcibe el cambio y el devenir de forma estrictamente geométrica. Ello ha condicionado profundamente el valor y las expectativas que se han tenido para con la vida. 

Hecho es que la ética moderna es una ética, eminentemente, geométrica; tal y como nos muestra sin tapujos Spinoza -basta con leer el título de su obra fundamental; o Kant, para el cual la ética consistía en actuar fantaseando con la idea de que cada persona sería un sistema perfectamente inercial regido, como tal, bajo leyes universales, necesarias e inesquivables. 

Mundo biológico

Una visión biológica, corporal o fisiológica, del mundo resulta ser distinta a esta visión materialista y geométrica del devenir. Es decir, no se constituye, necesariamente, sobre nociones geométricas como objeto o entidad, velocidad, posición, equilibrio, dimensión, estado inercial-acelerado, etc.

Las características fundamentales de un proceso biológico: 

Siempre se engendra  a partir de un proceso anterior del que se alimenta, incluso parasita; mientras se va estructurando, autordenando y creciendo a costa de triturar, someter y devorar otros procesos hasta alcanzar un estadio de maduración, de un no-poder-ya-crecer y vigorizarse-más; a raíz del cual es capaz de incentivar, alimentar o engendrar nuevos procesos. 

Ello conlleva, visto así, que la maduración sea el inicio de su desorganización, desestructuración y debilitamiento; cuando el proceso cada vez va perdiendo más poder de metabolización. Finalmente es disuelto en un bullicioso entorno de procesos en perpetuación. 

¿Somos inmaduros?

Las mujeres suelen tachar a los hombres de críos e inmaduros. Ciertamente, las chicas se desarrollan mucho más rápido que los chicos, tanto a nivel físico como psico-emocional. Sin embargo, ¿acaso es mejor madurar antes, tal y como les gustaría a las profesoras de escuela y con motivo suelen castigar mucho más a los chicos que a las chicas? 

La naturaleza muestra de continuo como aquello que se desarrolla y madura más rápido, no sólo traza un menor recorrido, sino que además suele marchitarse también más deprisa. Todo lo profundo, complejo y potente tarda mucho, mucho, en madurar y tomar cuerpo.  

Por encima del griterío populachero

Vale la pena tomarse muy poco en serio a las modas, que llegan rápido, estridentes y chillonas, para luego pasar de largo en manos de otras nuevas que chillan más. Y a la que más chilla es, quizás, a la que menos caso hay que prestarle. 

Mantenerse joven, vivaz y creativo

Ser capaz de decir y hacer cosas que los demás consideran tonterías ¡A sabiendas de que son tonterías!

Tras toda tontería puede esconderse, siempre, un nuevo tesoro que, sin embargo, pasa inadvertido a la mayoría... y también a quien ha hecho el tonto o haya dicho tonterías.

Heráclito de Efeso

Hablar y jugar con los niños abre la mente y te muestra un nuevo mundo. 

¿Qué es la vida?

Durante décadas se ha definido la vida como una estructura orgánica autoreplicante y autoorganizada. Sin embargo, ¿acaso no será esta definición muy escamoteada, parcial y pobre? ¿No le sobrará lo de "estructura orgánica"?

Ahora podemos definir la vida como: proceso o metabolización que aspira a crecer y autoorganizarse a costa de devorar, conquistar y someter a otros procesos hasta alcanzar un estadio de maduración, o perfeccionamiento, a raíz del cual será capaz de engendrar nuevos tipos de procesos, los cuales aspiran a su propia expansión, perpetuación y perfeccionamiento. Finalmente, su fuerza autoorganizativa irá decayendo y se irá diluyendo en el entorno.  

Universo biológico

Cada vez tenemos más claro que el universo visible sigue un proceso plenamente biológico de autoorganización. 

Materia y espíritu

La visión materialista moderna, que fue pura geometría impuesta sobre la vida a fin de empezar a comprenderla de alguna manera, partía de la convicción indemostrable de que, en realidad, sólo existen cosas, sustancias o entidades que como tales siguen estrictamente una lógica -el principio de identidad y el de no-contradicción

Con razón la inteligencia moderna se puso a discutir sobre qué tipos de características podían tener dichas "cosas". Para empezar, se discutió primero sobre si una substancia, en esencia, es material (ocuparía un sitio en un momento dado y sería infinitamente divisible) o bien, espiritual (sería atemporal, eterna e indivisible por única). En efecto, semejante planteamiento metafísico es fruto exclusivo de un razonamiento geométrico y sobre él se han articulado todas las éticas modernas... y postmodernas.

Sin embargo, desde una óptica o interpretación biológica no hay substancias, ni cosas, ni entidades, ni la lógica tiene mucho sentido, más allá de mostrarnos una visión muy superficial, aterciopelada y artificiosa de lo real. Desde una consideración biológica sólo existen procesos, o metabolizaciones, que a lo sumo podemos simplificar mediante la idea de "estadios" -o de elementos transformándose unos en otros

Mundo biológico

El mundo desde una perspectiva estrictamente biológica, en esencia, es un mundo de pura y constante metabolización y alteración ¡Y nada más! Lo único real es, pues, el metabolizar mismo.

¡No hay objetos, elementos, hechos ni sustancias que se hacen y deshacen! Aquí Platón, como discípulo de Heráclito que fue, tendrá siempre razón: En el mundo físico y corporal las formas, elementos y objetos son pura ilusión, una sombra, una imagen virtual o espectral, dado que todo cuanto se aprecia aparece como "movido", en fluctuación y devenir constante y por tanto, como algo que, en esencia, "es y no es" al mismo tiempo ¡Hecho que, en el fondo, nos resulta inconcebible e ininteligible por contradictorio!

Llegados hasta aquí, pues, cabe entender que todo metabolizar no es más que un interpretar: un permanente destruir, recomponer, asimilar y por ello reorganizar en base a unos criterios y un poder  de metabolización (capacidades)  más o menos concreto. Dicho en una fórmula simple: Todo procesar es un interpretar lo que le afecta y altera según su potencia metabólica. 

A lo que llamamos "átomo", por ejemplo, ahora ya no lo visualizamos, simplemente, empleando un escenario geométrico imaginario -como un objeto físico hecho de partes que tienen una velocidad, una posición, unas supuestas fuerzas entre ellas, etc-, sino como una constante metabolización; un permanentemente devenir y un fluir constante: un proceso que transforma, altera, modifica, manipula ininterrumpidamente tanto sus propias condiciones como las de su entorno según su potencia metabólica e interpretativa.  

Amor a las ideas fijas y las matemáticas

Históricamente la gran mayoría de sabios han terminado huyendo del mundo físico y corporal porque se ahogaban en el río del devenir ¡Desesperados necesitaban encontrar un punto fijo inamovible y eternamente estable donde agarrarse, esperando ver desde allí las cosas claras, sin confusiones y por sí mismas! 

Dios (el Ser o el mundo de las ideas) ha actuado durante siglos como este punto de referencias absoluto y objetivo donde se han agarrado frenéticamente todos los que querían alcanzar un conocimiento irrefutable, definitivo y absoluto -que fuera eterno y válido para todo el mundo

Y creían demostrar la existencia de este punto fijo absoluto e inamovible al contemplar la "claridad" de nuestras ideas más abstractas, como las ideas matemáticas, o las ideas lógicas que las sustentan y estructuran (idea de identidad, de igualdad, diferencia, de contradicción, de ser par o impar, etc). Estas ideas parecían confirmar, a criterio de esas inteligencias desesperadas por no ahogarse, la existencia de una realidad más allá de lo real, es decir, más allá del devenir, el metabolizar e interpretar perpetuo. 

En definitiva, durante milenios se ha creído en la existencia de un mundo lógico y metafísico (de cosas en sí y autoevidencias), y por tanto de Dios como causa prima de todo lo existente, porque se ha creído que las matemáticas y sus fundamentos, la lógica, sólo pueden surgir de tal mundo al ser consideradas verdades de por sí.  

Pero poco a poco, y de forma quizás casi imperceptible en muchos aspectos, vale decir que esta antiquísima convicción metafísica y dogmática que ha estructurado y alimentado a toda nuestra civilización desde hace milenios empieza a cambiar y transformarse. Y nosotros somos sus precursores; para bien y para mal.  

La inteligencia humana  

No es más que una potencia metabolizadora: tritura y desecha cuanto, según sus fuerzas interpretativas, le parece superfluo o insoportable y grotesco, mientras se centra en lo que valora como importante y sabroso, le excita o estimula, y con ello simplifica y altera lo vivido de forma que le sepa manejable, asimilable y le permita adquirir más poder, seguridad, complejidad; en una palabra: le permita comprender algo como un reflejo y un síntoma de sus propias fuerzas metabólicas.

Comprender

Llegar a comprender algo es llegar a saborearlo y gozarlo. Poco más. Estamos ante una experiencia estrictamente estética, sensual, corporal, y como tal, refleja una estímulo de fuerzas después de haber sorteado las limitaciones y exabruptos, dificultades y contradicciones que eso mismo nos presentaba desde un inicio.  

Comprender es, pues, un saber saborear y degustar.

Cuestión de gustos contra el dogma de la ilustración

Del mismo modo que no todos saboreamos las cosas de la misma manera, tampoco las comprendemos siempre igual. 

Es una ilusión pensar que la comprensión nos fraterniza: nos lleva a vivir un mismo mundo común, como si estuviéramos comiendo todos una misma comida en una misma mesa y bajo un mismo sol.  

Condiciones, hechos físicos y características de las cosas

Generamos imaginativamente la idea de que existen cosas, objetos y entidades, para poder concebir de forma lógica y manejable cuanto vivimos. El devenir, tal cual, nos sabe demasiado salvaje, emperifollado e ilógico, de modo que lo simplificamos y cristalizamos; lo tratamos de forma superficial y fácil para hacerlo claro e inteligible. De tal guisa lo representamos como un conjunto de cosas que se mueven, se transforman o cambian, mientras que a tales cosas les atribuimos características y condiciones. Por ejemplo, afirmamos alegremente que el agua es una sustancia que moja y si está a 25ºC será líquida. 

Sin embargo, semejante hipostasis y atribución de características y condiciones no son propiamente reales. Son un artilugio identificativo nuestro elaborado mediante simplificación, imaginación y asimilación cognitiva. Son como las líneas de nivel que trazamos en un mapa: no existen propiamente, pero nos permiten una representación efectiva para movernos por el terrenos que hemos mapeado ¡Pero del mapa al terreno siempre dista un abismo!

Los grandes físicos

Los genios de la física son aquellos capaces de representar poética y metafóricamente el mundo de forma mucho más superficial  y simple, lógica y clara de lo que realmente es, a fin de generar una comprensión que nos resulte efectiva, fructífera y potente. 

En otras palabras, en vez de penetrar en el seno de la existencia intentando revelar sus misterios, lo que hacen los genios de la física con sus representaciones teóricas es, más bien, vestirla, maquillarla y ponerla "guapa" para sacarla a pasar y hacerla pública.

Ética geométrica

Parte de escenarios imaginarios que se configuran fantaseando miopemente con la existencia de objetos o elementos, es decir, entidades fijas y estables en el tiempo que, como tales, se pueden pensar como si tuvieran un valor, una esencia, una identidad propia y con ello, una forma de ser en sí mismas. Así aparece la idea de consciencia, de yo, de "ser humano", de alma, etc: una entidad inmutable capaz de relacionarse de forma proporcional con otras entidades iguales, o equivalentes, y que actúa como "causa prima" (y por ello como única responsable) de cuanto se vive y experimenta. 

La regla de oro de la ética es, por ejemplo, una regla claramente geométrica. 

La idea de cosa nos permite hablar y etiquetar

Pensar que existen cosas o entidades que se mantienen fijas en el tiempo y el espacio, nos permite etiquetarlas. Es decir, nos permite darles un nombre propio e identificarlas.

Con el tiempo la mayoría llega incluso a creer que algo realmente existe simplemente porque se habla de ello todo el día. Ciertamente, esta es una de las estrategias de manipulación neurolingüística más antigua y básica: repetir cansinamente consignas y dogmas para que la mente de la gente tome como real, inconscientemente y sin darse ni cuenta, lo que dictan esas consignas que escucha a diario, simplemente porque su mente trata con ellas a diario. 

Es cuestión de tiempo

Sólo basta con repetirlas con cierta asiduidad para que la gente, tarde o temprano, terminemos creyéndonos nuestras propias mentiras y necedades, y viviendo en consecuencia. 

El poder del nombre

Durante milenios se ha creído que tenemos una alma inmortal por el embrujo que ha ejercido en nosotros el tener un mismo nombre desde que nacemos a fin de que los demás nos identifiquen. Y también para que nos identifiquemos nosotros mismos con el paso del tiempo. 

La creencia en el alma, en su profundidad insondable, refleja nuestro ensimismamiento para con el lenguaje.

El embrujamiento del lenguaje

Creemos que hay cosas, con propiedades, porque creemos ciegamente con lo que decimos. El hecho de que nuestro lenguaje necesite imperiosamente articularse sobre nombres, adjetivos y verbos nos lleva a creer ciegamente, pues no podemos pensar otra cosa, que existen cosas (nombres) con propiedades (adjetivos) que actúan y hacen cosas(verbos).

El mundo del lenguaje

El lenguaje nos transporta siempre hacia un mundo artificial, es decir, muy humano. Con el lenguaje jamás accederemos a esa hipotética realidad en sí que supuestamente se oculta tras nuestras apreciaciones, percepciones, sensaciones y vivencias carnales. De hecho, creer que una realidad tal existe es fruto, precisamente, de nuestro lenguaje, que nos hace creer que existen cosas porque sólo podemos pensar, hablando con nosotros mismos, de cosas. 

Pensar

No es más que un hablar con nosotros mismos

Consciencia

La consciencia no preexiste, más bien se va formando a medida que pensamos y, por ello, vamos hablando con nosotros mismos. Empezamos a ver la consciencia como una ilusión neurolingüística. 

La ilusión del conocimiento

Después de milenios hemos generado un artilugio, literalmente, fabuloso: la ciencia y el conocimiento. Para ello ha sido necesario, durante generaciones, aprender a imaginar poéticamente la existencia por doquier de entidades, es decir, la existencia de algo que es fijo, no cambia, que permanece bien definido y determinado con el tiempo ¡Y que por eso no se contradice consigo mismo! 

Así pues, hemos aprendido de forma involuntaria y sin darnos cuenta a imaginar que existen cosas a las que podemos poner un nombre para hablar de ellas, y hablando de ellas convencernos de que, no sólo existen y son reales, sino que ya sabemos cómo son realmente ¡Hablando la gente se cree saber ya de qué habla, precisamente porque habla de ello!

Todo nuestro conocimiento y saber se fundamenta, parece ser, sobre un error y una ilusión neurolingüística fascinante, la cual con el tiempo ha devenido una necesidad tan fuerte para nosotros, que, como el mismo respirar, ya ni nos damos cuenta a diario de que la precisamos.  

La ética en un mundo biológico

Es una ética de poder, dado que el poder no es más que la capacidad de metabolización, de crecimiento, autoorganización, procreación y expansión. 

Autores que han tratado, o han intentado tratar la ética desde una perspectiva biológica: Homero y Hesíodo (padres de la mentalidad antigua y preplatónico-cristiana), Maquiavelo y Nietzsche. 

Entre lo geométrico y biológico

Quizás la termodinámica sea el nexo de unión entre la visión geométrica y la visión biológica de la existencia, puesto que no se excluyen. Siempre es posible sacar un esquema geométrico de lo biológico; es decir, siempre es posible representar de forma imaginaria y sencilla un crecimiento o un proceso metabólico fantaseando con que hay entidades, con partes, que se relacionan de una forma u otra ¡Y más o menos funciona!

Ahora bien, por tradición metafísica y trascendental la inmensa mayoría de pensadores modernos ha tergiversado su visión geométrica para separar completamente ambas visiones, creyendo que a través de esta manipulación geométrica era posible evadir lo biológico y alcanzar otra realidad pura hecha de "cosas en sí". 

Al final, estas gentes siempre han terminado adorando puros símbolos vacíos: el alma, la consciencia, la igualdad, la responsabilidad, la libertad, la voluntad, Dios, etc.

¿Por qué se ha intentado evadir lo biológico?

Es digno de estudio y reflexión psicológica intentar comprender el porqué, durante milenios, tantos "sabios" de muy diversas culturas han deseado con todas sus fuerzas imaginar, y con ello demostrar, que existe un mundo de "entidades en sí" a través del cual evadir el mundo terrenal y lo biológico ¡Y han llamado "salvación", "justicia" o "liberación" a tal evasión! 

La hipótesis que planteó Nietzsche, por ejemplo, para responder a tan capital pregunta fue simple: son gente decadente. ¿Y qué significa "decadente"? Que les falta potencia metabólica, es decir, que de forma instintiva e inconsciente no aguanta ya más vivir en un mundo de cambio y contrastes permanentes, de transformación y metabolización ¡No se ven con futuro viviendo en tal mundo, pues se ven incapaces de sacarle provecho! Ergo, necesitan evadirlo para buscarse tierra firme donde ya no tambalearse. 

A fin de cuentas, por puro instinto y sin darnos muchas veces cuenta siempre intentamos evadir, exterminar o apartar de nuestras vidas lo que nos acongoja y trastoca, lo que pensamos que nos hace sufrir y vamos a ser incapaces de aguantar y tolerar. Hecho que dice de cómo somos, es decir, pone de manifiesto lo que somos en ese momento. 

Manipulación emocional

Se lleva usando ya muchos milenios con gran efectividad. Cuando la élite teme que la gente se acerque a ciertas ideas, actitudes, valores morales o formas de vida se dedican a fomentar el miedo sobre ellas: siembran la percepción de que son peligrosas, que hacen daño y generan sufrimiento. 

Para ello se usa la música, las películas y series, los relatos e informaciones mediáticas. La cultura toma tales ideas y les ancla emociones de congoja, desafecto, injusticia o sufrimiento. Bajo tal estrategia las gentes, de forma instintiva, se apartan de ellas, o las atacan con furia fanática, cuando aparecen en sus vidas; mientras las juzgan intolerables ¡El mal!

Y viceversa, cuando se quiere promocionar unos valores, unas ideas, una forma de vivir se emplea toda la propaganda (la cultura) para propagar una percepción seductora, multicolor y deseable de ellas, y así anclarles emociones que llevan a las gentes, no sólo a tolerarlas, sino incluso exigirlas ¡Y las juzgan como el bien!

Y es bajo tales sinergias manipulativas que las gentes terminan convencidas de saber, de seguro, qué es bueno y qué es malo, lo justo e injusto, etc. Sí, menuda comedia de títeres nos muestra la inteligencia de las gentes. 

La cortina del miedo

El miedo suele actuar como una negra y fría cortina que separa dos mundos, dejando a muchos encerrados en la estrechez de uno de ellos. Y son pocos los que, gracias a su pericia, se atreven a descorrer tal cortina.

¿Qué es la cultura?

 Es la forma más inteligente y efectiva de manipulación sociológica. Con razón no podemos prescindir de la cultura al vivir en sociedad.