martes, 4 de julio de 2023

Aforismos y sandías.

El dinero

Dar dinero es la forma más rápida que hay hoy en día  para que los demás se pongan a trabajar para ti, sirviéndote los productos y servicios que deseas consumir.

El socialismo no entiende qué es el dinero

Siempre me ha sorprendido la visión cándida e infantil que tienen del dinero los socialistas, hijos del cristianismo. Andan ciegamente convencidos de que el dinero se inventó para que el pueblo consuma, de modo que denuncian como los ricos, al acaparar ingentes cantidades de dinero, privan a los pobres de semejante consumo; cuando el dinero, más bien, ha sido el cebo para que el pueblo trabaje: elabore productos y servicios, y haciendo el trabajo sucio estructure y haga funcional la sociedad. 

Con razón la sociedad emplea el dinero, a la vez que precisa de que haya, siempre, gente que se sienta pobre y por ello desee tener dinero: para tener mano de obra haciendo la faena sucia. 

Socialismo caritativo

A diferencia del socialismo asiático, acaso el chino, el occidental es eminentemente cristiano; en el sentido que se basa, en gran medida, en la solidaridad -la caridad; la defensa moral y humanitaria hacia los pobres y quienes sufren los males del mundo. Con motivo, no le interesa tanto que el pueblo trabaje, sino en repartir caritativamente el dinero entre los "desafortunados sociales" para que consuman y palien, así, sus dolores. Sin embargo, el peligro de actuar de tal modo es que terminen inhibiendo la fuerza del dinero -la de poner a trabajar y producir al pueblo-, logrando que éste se devalúe y termine careciendo ya de mucho sentido tener y ganar dinero, dado que ya no se puede consumir mucho al producirse poco. 

Vagos

Desde los antiguos se conoce la máxima: si quieres que no hagan nada riégales con más dinero del que necesitan.

La historia de Robert Owen

Es la historia que se debería de enseñar en todas las escuelas para entender de qué va gran parte del socialismo ilustrado. ¿De qué va? 

Es fruto del sueño de convertir a todo el mundo sin distinción en almas puras, dignas y nobles; que todo ciudadano sea versado en los clásicos antiguos, en la filosofía y la música, viviendo en una sociedad eminentemente aristocrática, es decir, ociosa e igualitaria (reconocimiento de pares).

Es increíble leer la ingenuidad sobre la cual se ha fomentado nuestra cultura en estos últimos 200 años. Los antiguos precristianos, aquí, eran mil veces más perspicaces y capricornianos; tenían muy claro que una sociedad se estructura, siempre, sobre un montón de gente "sin nombre" que tiene sostener el trabajo duro, para que unos pocos vivan de él y, gracias a tal exceso de recursos, puedan sacar a la luz algunas perlas de ese lodazal social.   

El cándido invento social de Owen se fue rápido al traste porqué, como siempre sucede con el socialismo ilustrado, nadie quería levantarse a las 5 am para cambiar un bombilla; todos se sentían demasiado dignos para tales tareas. 

La IA, el sueño de los socialistas

Con la IA muchos socialistas, o simplemente muchos ociosos, creen que se abre la puerta a un mundo  verdaderamente comunista, tal y como ya proyectó Marx: un mundo en el cual el desarrollo técnico-material sea ya tan bestia que esté todo automatizado y, por tanto, termine siendo absurdo usar al ser humano para el trabajo ¡Cualquier tipo de trabajo! De modo que se sueña, por fin, con una vida noble, digna y de puro ocio para todos.

Lo que no saben estas gentes es que un mundo de ociosos que sólo consumen y poco más, sea seguramente una pérdida de recursos. Ergo... 

Descartes y el trabajo

Descartes nos lleva a reflexionar cuando cuenta: "los monos son tan inteligentes que no quieren aprender a hablar, leer ni escribir, dado que saben que si lo hiciesen entonces los humanos los harían trabajar".

Educación ilustrada 

Es fascinante analizar la educación de los últimos 40 años y que se ha alzado a partir de los ideales socialistas de la ilustración. Se ha querido tratar a todas, absolutamente todas las gentes, bajo una educación destinada a formar personas dignas, nobles, puras, libres, críticas, sabihondas. Al final, pero, lo que se ha logrado en gran medida sabe parejo a lo que le ocurrió a Robert Owen. Con motivo la sociedad reclama y justifica importar a millones de gentes no formada por esta sociedad nuestra para que hagan las tareas que ya no nos parecen dignas a nosotros, y bien hacían nuestros abuelos. ¿Ha sido realmente un progreso y una mejora? O, ¿acaso será este un mundo de locos?

¿El progreso moderno es una trampa?

La modernidad se presentó, contra el viejo cristianismo medieval, como el verdadero progreso hacia Cristo, es decir la salvación: hacia un mundo mejor, más justo y libre. Esto es lo que se nos prometió, pero algunos, como Unabomber, se han puesto a sospechar que quizás haya sido una ratonera y, como tal, peligrosamente nos lleve hacia la extinción. 

En todo caso, sí que se aprecia como en el mundo avanzado y posindustrializado la natalidad baja en picado, mientras los trastornos tanto psíquicos-emocionales como físicos se disparan.  

Mundo material I

El materialismo, visión que encandiló hasta el embrujamiento a la modernidad, consiste en soñar con que todo cuanto existe, se transforma y deviene es, en esencia, algo medible, ponderable, valorable: algo que  siempre ocupa un sitio en un momento dado. Y además, es infinitamente divisible hasta lo puntual o atómico. 

Dicho gráficamente: a partir de Descartes se concibe el mundo material como un plano cartesiano de 3 dimensiones espaciales y una de temporal. 

Mundo material II

La visión materialista preconcibe el cambio y el devenir de forma estrictamente geométrica. Ello ha condicionado profundamente el valor y las expectativas que se han tenido para con la vida. 

Hecho es que la ética moderna es una ética, eminentemente, geométrica; tal y como nos muestra sin tapujos Spinoza -basta con leer el título de su obra fundamental; o Kant, para el cual la ética consistía en actuar fantaseando con la idea de que cada persona sería un sistema perfectamente inercial regido, como tal, bajo leyes universales, necesarias e inesquivables. 

Mundo biológico

Una visión biológica, corporal o fisiológica, del mundo resulta ser distinta a esta visión materialista y geométrica del devenir. Es decir, no se constituye, necesariamente, sobre nociones geométricas como objeto o entidad, velocidad, posición, equilibrio, dimensión, estado inercial-acelerado, etc.

Las características fundamentales de un proceso biológico: 

Siempre se engendra  a partir de un proceso anterior del que se alimenta, incluso parasita; mientras se va estructurando, autordenando y creciendo a costa de triturar, someter y devorar otros procesos hasta alcanzar un estadio de maduración, de un no-poder-ya-crecer y vigorizarse-más; a raíz del cual es capaz de incentivar, alimentar o engendrar nuevos procesos. 

Ello conlleva, visto así, que la maduración sea el inicio de su desorganización, desestructuración y debilitamiento; cuando el proceso cada vez va perdiendo más poder de metabolización. Finalmente es disuelto en un bullicioso entorno de procesos en perpetuación. 

¿Somos inmaduros?

Las mujeres suelen tachar a los hombres de críos e inmaduros. Ciertamente, las chicas se desarrollan mucho más rápido que los chicos, tanto a nivel físico como psico-emocional. Sin embargo, ¿acaso es mejor madurar antes, tal y como les gustaría a las profesoras de escuela y con motivo suelen castigar mucho más a los chicos que a las chicas? 

La naturaleza muestra de continuo como aquello que se desarrolla y madura más rápido, no sólo traza un menor recorrido, sino que además suele marchitarse también más deprisa. Todo lo profundo, complejo y potente tarda mucho, mucho, en madurar y tomar cuerpo.  

Por encima del griterío populachero

Vale la pena tomarse muy poco en serio a las modas, que llegan rápido, estridentes y chillonas, para luego pasar de largo en manos de otras nuevas que chillan más. Y a la que más chilla es, quizás, a la que menos caso hay que prestarle. 

Mantenerse joven, vivaz y creativo

Ser capaz de decir y hacer cosas que los demás consideran tonterías ¡A sabiendas de que son tonterías!

Tras toda tontería puede esconderse, siempre, un nuevo tesoro que, sin embargo, pasa inadvertido a la mayoría... y también a quien ha hecho el tonto o haya dicho tonterías.

Heráclito de Efeso

Hablar y jugar con los niños abre la mente y te muestra un nuevo mundo. 

¿Qué es la vida?

Durante décadas se ha definido la vida como una estructura orgánica autoreplicante y autoorganizada. Sin embargo, ¿acaso no será esta definición muy escamoteada, parcial y pobre? ¿No le sobrará lo de "estructura orgánica"?

Ahora podemos definir la vida como: proceso o metabolización que aspira a crecer y autoorganizarse a costa de devorar, conquistar y someter a otros procesos hasta alcanzar un estadio de maduración, o perfeccionamiento, a raíz del cual será capaz de engendrar nuevos tipos de procesos, los cuales aspiran a su propia expansión, perpetuación y perfeccionamiento. Finalmente, su fuerza autoorganizativa irá decayendo y se irá diluyendo en el entorno.  

Universo biológico

Cada vez tenemos más claro que el universo visible sigue un proceso plenamente biológico de autoorganización. 

Materia y espíritu

La visión materialista moderna, que fue pura geometría impuesta sobre la vida a fin de empezar a comprenderla de alguna manera, partía de la convicción indemostrable de que, en realidad, sólo existen cosas, sustancias o entidades que como tales siguen estrictamente una lógica -el principio de identidad y el de no-contradicción

Con razón la inteligencia moderna se puso a discutir sobre qué tipos de características podían tener dichas "cosas". Para empezar, se discutió primero sobre si una substancia, en esencia, es material (ocuparía un sitio en un momento dado y sería infinitamente divisible) o bien, espiritual (sería atemporal, eterna e indivisible por única). En efecto, semejante planteamiento metafísico es fruto exclusivo de un razonamiento geométrico y sobre él se han articulado todas las éticas modernas... y postmodernas.

Sin embargo, desde una óptica o interpretación biológica no hay substancias, ni cosas, ni entidades, ni la lógica tiene mucho sentido, más allá de mostrarnos una visión muy superficial, aterciopelada y artificiosa de lo real. Desde una consideración biológica sólo existen procesos, o metabolizaciones, que a lo sumo podemos simplificar mediante la idea de "estadios" -o de elementos transformándose unos en otros

Mundo biológico

El mundo desde una perspectiva estrictamente biológica, en esencia, es un mundo de pura y constante metabolización y alteración ¡Y nada más! Lo único real es, pues, el metabolizar mismo.

¡No hay objetos, elementos, hechos ni sustancias que se hacen y deshacen! Aquí Platón, como discípulo de Heráclito que fue, tendrá siempre razón: En el mundo físico y corporal las formas, elementos y objetos son pura ilusión, una sombra, una imagen virtual o espectral, dado que todo cuanto se aprecia aparece como "movido", en fluctuación y devenir constante y por tanto, como algo que, en esencia, "es y no es" al mismo tiempo ¡Hecho que, en el fondo, nos resulta inconcebible e ininteligible por contradictorio!

Llegados hasta aquí, pues, cabe entender que todo metabolizar no es más que un interpretar: un permanente destruir, recomponer, asimilar y por ello reorganizar en base a unos criterios y un poder  de metabolización (capacidades)  más o menos concreto. Dicho en una fórmula simple: Todo procesar es un interpretar lo que le afecta y altera según su potencia metabólica. 

A lo que llamamos "átomo", por ejemplo, ahora ya no lo visualizamos, simplemente, empleando un escenario geométrico imaginario -como un objeto físico hecho de partes que tienen una velocidad, una posición, unas supuestas fuerzas entre ellas, etc-, sino como una constante metabolización; un permanentemente devenir y un fluir constante: un proceso que transforma, altera, modifica, manipula ininterrumpidamente tanto sus propias condiciones como las de su entorno según su potencia metabólica e interpretativa.  

Amor a las ideas fijas y las matemáticas

Históricamente la gran mayoría de sabios han terminado huyendo del mundo físico y corporal porque se ahogaban en el río del devenir ¡Desesperados necesitaban encontrar un punto fijo inamovible y eternamente estable donde agarrarse, esperando ver desde allí las cosas claras, sin confusiones y por sí mismas! 

Dios (el Ser o el mundo de las ideas) ha actuado durante siglos como este punto de referencias absoluto y objetivo donde se han agarrado frenéticamente todos los que querían alcanzar un conocimiento irrefutable, definitivo y absoluto -que fuera eterno y válido para todo el mundo

Y creían demostrar la existencia de este punto fijo absoluto e inamovible al contemplar la "claridad" de nuestras ideas más abstractas, como las ideas matemáticas, o las ideas lógicas que las sustentan y estructuran (idea de identidad, de igualdad, diferencia, de contradicción, de ser par o impar, etc). Estas ideas parecían confirmar, a criterio de esas inteligencias desesperadas por no ahogarse, la existencia de una realidad más allá de lo real, es decir, más allá del devenir, el metabolizar e interpretar perpetuo. 

En definitiva, durante milenios se ha creído en la existencia de un mundo lógico y metafísico (de cosas en sí y autoevidencias), y por tanto de Dios como causa prima de todo lo existente, porque se ha creído que las matemáticas y sus fundamentos, la lógica, sólo pueden surgir de tal mundo al ser consideradas verdades de por sí.  

Pero poco a poco, y de forma quizás casi imperceptible en muchos aspectos, vale decir que esta antiquísima convicción metafísica y dogmática que ha estructurado y alimentado a toda nuestra civilización desde hace milenios empieza a cambiar y transformarse. Y nosotros somos sus precursores; para bien y para mal.  

La inteligencia humana  

No es más que una potencia metabolizadora: tritura y desecha cuanto, según sus fuerzas interpretativas, le parece superfluo o insoportable y grotesco, mientras se centra en lo que valora como importante y sabroso, le excita o estimula, y con ello simplifica y altera lo vivido de forma que le sepa manejable, asimilable y le permita adquirir más poder, seguridad, complejidad; en una palabra: le permita comprender algo como un reflejo y un síntoma de sus propias fuerzas metabólicas.

Comprender

Llegar a comprender algo es llegar a saborearlo y gozarlo. Poco más. Estamos ante una experiencia estrictamente estética, sensual, corporal, y como tal, refleja una estímulo de fuerzas después de haber sorteado las limitaciones y exabruptos, dificultades y contradicciones que eso mismo nos presentaba desde un inicio.  

Comprender es, pues, un saber saborear y degustar.

Cuestión de gustos contra el dogma de la ilustración

Del mismo modo que no todos saboreamos las cosas de la misma manera, tampoco las comprendemos siempre igual. 

Es una ilusión pensar que la comprensión nos fraterniza: nos lleva a vivir un mismo mundo común, como si estuviéramos comiendo todos una misma comida en una misma mesa y bajo un mismo sol.  

Condiciones, hechos físicos y características de las cosas

Generamos imaginativamente la idea de que existen cosas, objetos y entidades, para poder concebir de forma lógica y manejable cuanto vivimos. El devenir, tal cual, nos sabe demasiado salvaje, emperifollado e ilógico, de modo que lo simplificamos y cristalizamos; lo tratamos de forma superficial y fácil para hacerlo claro e inteligible. De tal guisa lo representamos como un conjunto de cosas que se mueven, se transforman o cambian, mientras que a tales cosas les atribuimos características y condiciones. Por ejemplo, afirmamos alegremente que el agua es una sustancia que moja y si está a 25ºC será líquida. 

Sin embargo, semejante hipostasis y atribución de características y condiciones no son propiamente reales. Son un artilugio identificativo nuestro elaborado mediante simplificación, imaginación y asimilación cognitiva. Son como las líneas de nivel que trazamos en un mapa: no existen propiamente, pero nos permiten una representación efectiva para movernos por el terrenos que hemos mapeado ¡Pero del mapa al terreno siempre dista un abismo!

Los grandes físicos

Los genios de la física son aquellos capaces de representar poética y metafóricamente el mundo de forma mucho más superficial  y simple, lógica y clara de lo que realmente es, a fin de generar una comprensión que nos resulte efectiva, fructífera y potente. 

En otras palabras, en vez de penetrar en el seno de la existencia intentando revelar sus misterios, lo que hacen los genios de la física con sus representaciones teóricas es, más bien, vestirla, maquillarla y ponerla "guapa" para sacarla a pasar y hacerla pública.

Ética geométrica

Parte de escenarios imaginarios que se configuran fantaseando miopemente con la existencia de objetos o elementos, es decir, entidades fijas y estables en el tiempo que, como tales, se pueden pensar como si tuvieran un valor, una esencia, una identidad propia y con ello, una forma de ser en sí mismas. Así aparece la idea de consciencia, de yo, de "ser humano", de alma, etc: una entidad inmutable capaz de relacionarse de forma proporcional con otras entidades iguales, o equivalentes, y que actúa como "causa prima" (y por ello como única responsable) de cuanto se vive y experimenta. 

La regla de oro de la ética es, por ejemplo, una regla claramente geométrica. 

La idea de cosa nos permite hablar y etiquetar

Pensar que existen cosas o entidades que se mantienen fijas en el tiempo y el espacio, nos permite etiquetarlas. Es decir, nos permite darles un nombre propio e identificarlas.

Con el tiempo la mayoría llega incluso a creer que algo realmente existe simplemente porque se habla de ello todo el día. Ciertamente, esta es una de las estrategias de manipulación neurolingüística más antigua y básica: repetir cansinamente consignas y dogmas para que la mente de la gente tome como real, inconscientemente y sin darse ni cuenta, lo que dictan esas consignas que escucha a diario, simplemente porque su mente trata con ellas a diario. 

Es cuestión de tiempo

Sólo basta con repetirlas con cierta asiduidad para que la gente, tarde o temprano, terminemos creyéndonos nuestras propias mentiras y necedades, y viviendo en consecuencia. 

El poder del nombre

Durante milenios se ha creído que tenemos una alma inmortal por el embrujo que ha ejercido en nosotros el tener un mismo nombre desde que nacemos a fin de que los demás nos identifiquen. Y también para que nos identifiquemos nosotros mismos con el paso del tiempo. 

La creencia en el alma, en su profundidad insondable, refleja nuestro ensimismamiento para con el lenguaje.

El embrujamiento del lenguaje

Creemos que hay cosas, con propiedades, porque creemos ciegamente con lo que decimos. El hecho de que nuestro lenguaje necesite imperiosamente articularse sobre nombres, adjetivos y verbos nos lleva a creer ciegamente, pues no podemos pensar otra cosa, que existen cosas (nombres) con propiedades (adjetivos) que actúan y hacen cosas(verbos).

El mundo del lenguaje

El lenguaje nos transporta siempre hacia un mundo artificial, es decir, muy humano. Con el lenguaje jamás accederemos a esa hipotética realidad en sí que supuestamente se oculta tras nuestras apreciaciones, percepciones, sensaciones y vivencias carnales. De hecho, creer que una realidad tal existe es fruto, precisamente, de nuestro lenguaje, que nos hace creer que existen cosas porque sólo podemos pensar, hablando con nosotros mismos, de cosas. 

Pensar

No es más que un hablar con nosotros mismos

Consciencia

La consciencia no preexiste, más bien se va formando a medida que pensamos y, por ello, vamos hablando con nosotros mismos. Empezamos a ver la consciencia como una ilusión neurolingüística. 

La ilusión del conocimiento

Después de milenios hemos generado un artilugio, literalmente, fabuloso: la ciencia y el conocimiento. Para ello ha sido necesario, durante generaciones, aprender a imaginar poéticamente la existencia por doquier de entidades, es decir, la existencia de algo que es fijo, no cambia, que permanece bien definido y determinado con el tiempo ¡Y que por eso no se contradice consigo mismo! 

Así pues, hemos aprendido de forma involuntaria y sin darnos cuenta a imaginar que existen cosas a las que podemos poner un nombre para hablar de ellas, y hablando de ellas convencernos de que, no sólo existen y son reales, sino que ya sabemos cómo son realmente ¡Hablando la gente se cree saber ya de qué habla, precisamente porque habla de ello!

Todo nuestro conocimiento y saber se fundamenta, parece ser, sobre un error y una ilusión neurolingüística fascinante, la cual con el tiempo ha devenido una necesidad tan fuerte para nosotros, que, como el mismo respirar, ya ni nos damos cuenta a diario de que la precisamos.  

La ética en un mundo biológico

Es una ética de poder, dado que el poder no es más que la capacidad de metabolización, de crecimiento, autoorganización, procreación y expansión. 

Autores que han tratado, o han intentado tratar la ética desde una perspectiva biológica: Homero y Hesíodo (padres de la mentalidad antigua y preplatónico-cristiana), Maquiavelo y Nietzsche. 

Entre lo geométrico y biológico

Quizás la termodinámica sea el nexo de unión entre la visión geométrica y la visión biológica de la existencia, puesto que no se excluyen. Siempre es posible sacar un esquema geométrico de lo biológico; es decir, siempre es posible representar de forma imaginaria y sencilla un crecimiento o un proceso metabólico fantaseando con que hay entidades, con partes, que se relacionan de una forma u otra ¡Y más o menos funciona!

Ahora bien, por tradición metafísica y trascendental la inmensa mayoría de pensadores modernos ha tergiversado su visión geométrica para separar completamente ambas visiones, creyendo que a través de esta manipulación geométrica era posible evadir lo biológico y alcanzar otra realidad pura hecha de "cosas en sí". 

Al final, estas gentes siempre han terminado adorando puros símbolos vacíos: el alma, la consciencia, la igualdad, la responsabilidad, la libertad, la voluntad, Dios, etc.

¿Por qué se ha intentado evadir lo biológico?

Es digno de estudio y reflexión psicológica intentar comprender el porqué, durante milenios, tantos "sabios" de muy diversas culturas han deseado con todas sus fuerzas imaginar, y con ello demostrar, que existe un mundo de "entidades en sí" a través del cual evadir el mundo terrenal y lo biológico ¡Y han llamado "salvación", "justicia" o "liberación" a tal evasión! 

La hipótesis que planteó Nietzsche, por ejemplo, para responder a tan capital pregunta fue simple: son gente decadente. ¿Y qué significa "decadente"? Que les falta potencia metabólica, es decir, que de forma instintiva e inconsciente no aguanta ya más vivir en un mundo de cambio y contrastes permanentes, de transformación y metabolización ¡No se ven con futuro viviendo en tal mundo, pues se ven incapaces de sacarle provecho! Ergo, necesitan evadirlo para buscarse tierra firme donde ya no tambalearse. 

A fin de cuentas, por puro instinto y sin darnos muchas veces cuenta siempre intentamos evadir, exterminar o apartar de nuestras vidas lo que nos acongoja y trastoca, lo que pensamos que nos hace sufrir y vamos a ser incapaces de aguantar y tolerar. Hecho que dice de cómo somos, es decir, pone de manifiesto lo que somos en ese momento. 

Manipulación emocional

Se lleva usando ya muchos milenios con gran efectividad. Cuando la élite teme que la gente se acerque a ciertas ideas, actitudes, valores morales o formas de vida se dedican a fomentar el miedo sobre ellas: siembran la percepción de que son peligrosas, que hacen daño y generan sufrimiento. 

Para ello se usa la música, las películas y series, los relatos e informaciones mediáticas. La cultura toma tales ideas y les ancla emociones de congoja, desafecto, injusticia o sufrimiento. Bajo tal estrategia las gentes, de forma instintiva, se apartan de ellas, o las atacan con furia fanática, cuando aparecen en sus vidas; mientras las juzgan intolerables ¡El mal!

Y viceversa, cuando se quiere promocionar unos valores, unas ideas, una forma de vivir se emplea toda la propaganda (la cultura) para propagar una percepción seductora, multicolor y deseable de ellas, y así anclarles emociones que llevan a las gentes, no sólo a tolerarlas, sino incluso exigirlas ¡Y las juzgan como el bien!

Y es bajo tales sinergias manipulativas que las gentes terminan convencidas de saber, de seguro, qué es bueno y qué es malo, lo justo e injusto, etc. Sí, menuda comedia de títeres nos muestra la inteligencia de las gentes. 

La cortina del miedo

El miedo suele actuar como una negra y fría cortina que separa dos mundos, dejando a muchos encerrados en la estrechez de uno de ellos. Y son pocos los que, gracias a su pericia, se atreven a descorrer tal cortina.

¿Qué es la cultura?

 Es la forma más inteligente y efectiva de manipulación sociológica. Con razón no podemos prescindir de la cultura al vivir en sociedad.