domingo, 17 de enero de 2021

Nociones antagónicas

Nuestro lenguaje se construye sobre nuestros conceptos más interiorizados; aquellos que durante años, y de forma muy inconsciente e instintiva, hemos estado asimilando lentamente. Y es sobre tales nociones, enraizadas y asumidas, que nos vemos con fuerzas para entonces elaborar espontáneamente nuestra concepción de la realidad. 

Uno de los hábitos más prehistóricos del lenguaje es el de usar conceptos antagónicos; es decir, emplear "nociones contrarias" para generar un relato de la realidad; así por ejemplo: frío y calor, ser y nada, bien y mal, miedo y valor, alegría y tristeza, verdad y mentira, ciencia y superstición, finito e infinito, masculino y femenino, luz y oscuridad, grande y pequeño, bello y feo, norte y sur, libre y esclavo, justo e injusto. ¿Por qué?



Los conceptos antagónicos le permitieron a la humanidad primitiva adjudicar cualidades a sus experiencias, y con ellas distinguirlas unas de las otras. De tal modo, gracias a las cualidades, la "Existencia" de repente tomaba cuerpo y se convertía en un Kosmos: un mundo con un sentido, una forma... una estructura comprensible. 

Así pues, se aprecia como estas nociones antinómicas son siempre cualitativas y como tales, corresponden a lo bruto con nuestras experiencias empíricas más rudimentarias ¡Y cuánto han disfrutado los poetas de esta fuerza antagónica de las cualidades para transmitir sus relatos y experiencias entre las poblaciones de la antigüedad!

Además, el uso de nociones cualitativas, y por tanto de antinomias, permitía introducir nuevas cualidades, como la de centro/medio (o moderado)/neutro/mezclado/paradójico/ etc... 

Con todo, a día de hoy cabe destacar como esta característica antinómica de nuestra capacidad lingüística y conceptual afecta a todos nuestros ámbitos intelectuales, des de la política, la ética, la física, la metafísica, las artes, etc. 

Así pues, durante milenios se ha creído dogmáticamente que estas antinomias en efecto existían, y además, constituían la esencia misma de la "Existencia". Ahora las vemos como meras formas conceptuales; ficciones estrictamente humanas generadas instintivamente a fin de concebir, de alguna forma que nos sea comprensible, cuanto experimentamos. Por ello, ya no las vemos como "realitatis", sino puros elementos de interpretación. Y este cambio de juicio y valoración conlleva una serie de implicaciones.

Por ejemplo, en el caso del frío y el calor; sólo el pueblo semicultivado aún cree que en verdad el frío y el calor existen. Cualquier estudiante de ciencias, en cambio, entiende que sólo existe la energía cinética de las partículas de un sistema, y lo que llamamos "frío" sólo significa "poco energía cinética en el sistema". 

En este sentido, apreciamos como la interpretación cuantitativa de las ciencias modernas, que tiende a eliminar y simplificar todos las cualidades perceptibles a fin de reducirlas a cantidades mensurables, lleva 400 años reduciendo las dualidades conceptuales a nociones de graduación de intensidad. En este sentido, uno puede preguntarse: ¿Hasta dónde llegará esta simplificación y reducción de las cualidades en cantidades o intensidades?

En cualquier caso, a mí me parece que apreciar cuánto hay de engañoso y falso en la interpretación cualitativa y antagónica del mundo, es en cierto modo un avance evolutivo del intelecto humano. Este dejar de clasificar el mundo mediante antinomias y cualidades opuestas, parece proporcionarnos una interpretación más potente y, en tal sentido, fiable. Pero aún se trata de un tipo de "visión" del mundo muy imberbe; está en pañales, de modo que con los siglos sólo puede ir a más. 


  





 


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