La gente conoce bastante bien a Stephen Hawking, pero no a Roger Penrose, premio Nobel de física 2020.
Penrose y Hawking fueron buenos amigos y descubrieron como las ecuaciones relativistas podían generar singularidades espaciotemporales, las cuales permitían predecir las supuestas condiciones iniciales del Big Bang, la existencia de agujeros negros y agujeros de gusano, o incluso tratar de algún modo un supuesto final del universo.
Sin embargo, considero a Penrose, intelectualmente hablando, mucho más interesante que Hawking; aunque su pensamiento -platónico confeso- y el mío sean, en cierto sentido, antitéticos.
Así como Platón, que fue una mente profundamente geométrica, también Penrose confiesa visualizar la realidad como pura geometría. Cree en la existencia de ideas inhumanas y objetivas que, sin embargo, ciertos humanos podemos intuir ¡Y que la vida se estructura a través de estas ideas singulares y eternas! En tal sentido, Penrose tiene una visión radicalmente ética de la existencia.
Estos días tuve una pequeña sorpresa, por así decirlo. Leyendo por ahí me tropecé con "el último" trabajo de Roger Penrose sobre cosmología. Lo presentó en 2010-2011 más o menos.
¿Por qué me ha sorprendido la propuesta cosmológica de Penrose?
Precisamente por aquella época (2010-2011) y a raíz de la creación en el laboratorio del primer condensado de Bose-Einstein de fotones recuerdo que también me planteé una idea similar a la suya, pero sin apelar a la geometría. Y ambas hipótesis terminan girando sobre ciertas peculiaridades de la luz, que me parecen dignas de comentarse.
Ver la noticia aquí del superfotón.En cualquier caso, cabe reconocer que si esta propuesta cosmológica de Penrose goza de cierta difusión es porque, precisamente, la ha presentado y defendido Roger Penrose. Ahora bien, a una importante mayoría de cosmólogos, por varias razones, no les gusta nada y la toman como una excentricidad teórica que, en el mejor de los casos, aún andaría muy verde.
Algunos incluso denuncian que rompe fundamentos básicos de la física, como la unitariedad de la mecánica cuántica alrededor de un agujero negro: Penrose, la mar de tranquilo, considera que tan básico principio ahí no se aplica, hecho que ha convulsionado a más de uno. Y aunque tan controvertida postura se puede justificar apelando a la paradoja de Polchinsky, Penrose dio otra razón diferente y bastante "sui generis": la reducción objetiva orquestada.
A nivel personal, de todo esto saco en claro que nos encontramos ante discusiones aún enraizadas en ámbito estricto de la pura mitología; en concreto de la fantasía matemática. Hecho que, para mí, no le quita interés; quizás más bien lo contrario. A fin de cuentas, vale cuestionarse: ¿acaso jamás saldrá nuestra mente de sus mitos y fantasías, sus interpretaciones e imaginaciones?
¿Qué me atrae del modelo de Penrose?
Es un intento personal de dar una cierta visión "perfecta" de la existencia, por así decirlo; un intento de mostrar como la vida se glorifica a sí misma una y otra vez.
Aquí no me escondo y confieso tener muy arraigado este prejuicio: que la existencia debe ser, en cómputos generales, perfecta: ni pierde ni gana nada, ni le falta ni le sobre nunca anda ¡Representaría el summum de la satisfacción, la autosuficiencia y el equilibrio!
Pues lo contrario, pensar la vida como algo deficiente en algún sentido, ya sea porque pierde ya porque gana y necesita ganar siempre más, nos lleva directos a reducir la vida al absurdo; conclusión que rechazo por incoherente, tal y como ya he comentado otras veces en el blog, del mismo modo que voy a rechazar que 1=2, o bien, que raíz de 2 pueda expresarse como un valor racional.
Pero hay otra razón.
Con este modelo se intenta justificar mecánicamente la única verdad que, a fin de cuentas, tenemos a mano: que todo fluye y cambia siempre -Pues la vida nunca es propiamente nada sino eterno devenir.
En efecto, el pensamiento de Penrose no se cuelga ni en un principio indeterminado ni se descuelga en un final indeterminado ¡Es un intento de concebir el "devenir" como eterno! Y eso me atrae.
Sin embargo para mucha gente, Platón mismo por ejemplo, el combinar ambas ideas (perfección/equilibrio y devenir/cambio) suele sonar profundamente contradictorio; y siendo honestos también a Penrose le ocurre; de aquí su "necesidad psicológica" de buscar un mecanismo que justifique el devenir eterno, tal y como también hizo ya Platón.
Yo, en cambio, siempre me he tomado muy en serio esa máxima heraclitiana que dicta:
"cambiando descansa"
La visión cósmica de Penrose
Bien, pues, estamos ante un modelo del universo que, de forma esquemática y a vuelapluma, dice lo siguiente:
Para estudiar el pasado, por el momento, sólo podemos tirar del análisis del fondo de microondas. Y éste nos muestra un universo primitivo sumamente isótropo ¡Toda su energía muestra un distribución altamente homogénea! Es decir, a simple vista el universo primitivo parece estar en un estado de alta entropía. ¿Qué significa eso? Que debería reposar en un estado muy estable, reposado y tranquilo ¡Prácticamente sin evolución!
Pero es que no sólo evolucionó, marcando un evidente "paso del tiempo", sino que en el fondo no cambió: el universo visible siempre ha mantenido la distribución de energía más o menos igual de isotrópica y homogénea que al principio ¿Cómo se come semejante contradicción?
Sí, nos enfrentamos ante una ambivalencia difícil de explicar y justificar.
Lawrence Krauss, aquí por ejemplo, nos cuenta que se debe a que la energía del universo es siempre 0 ¡Nula! ¿Por qué?
A su entender el universo sería, en esencia, "nada". Y cuando dice "nada" quiere decir "vacío cuántico": energía "positiva" y "negativa" balanceándose constantemente.
De aquí muchos, como él mismo, han fantaseado empleando la teoría de cuerdas que de esa "nada" puede nacer cualquier cosa, dando alas al modelo de los multiversos.
Y sí, para quienes conocemos un poco la historia del pensamiento occidental escuchar tan exótico modelo nos deja patidifusos porque es, exactamente, el mismo modelo que ya propuso Anaximandro con su "vacio" hace 2.600 años, al que llamó Apeiron, y sus infinitos mundos.
No tengo dudas de que semejante observación histórica nos abre muchas preguntas sobre cómo funcionan nuestras capacidades cognitivas al modelar e interpetar cuanto vivimos.
Sea como sea, y recordando que el modelo multiverso tiene completamente seducidos a una importante legión de físicos, vale destacar que Penrose no se ha quedado atrapado por sus encantos. Sí, el inglés se ha apartado de la teoría de cuerdas. No se fía de esa belleza matemática. Sin embargo, tiene muy claro que el "nuevo" modelo a confeccionar debe responder sobre dicha ambivalencia:
¿por qué la energía del universo está siempre balanceada, siendo por tanto nula, y aún así evoluciona?
Para lidiar con tamaño dilema Penrose propone medir la entropía del universo primitivo separando los 20 parámetros geométricos de la relatividad general en 2 tipos de curvaturas distintas:
10 de estos parámetros corresponderían a la geometría de Einstein (de Ricci); se trata de la curvatura que actúa en presencia de materia + radiación. Y dada la gran homogeneidad que presentaba la radiación de fondo de microondas Penrose comenta que sus valores deberían reflejar un estado de gran equilibrio, es decir, prácticamente de máxima entropía.
Y en efecto, la curvatura de Einstein del universo primitivo es 0, es decir, el universo era plano: geometría que conlleva una entropía máxima.
En definitiva, pues, confirmar que el universo es plano (en la geometría einsteniana) es lo mismo que confirmar que la distribución de la materia+radiación es altamente homogénea e isótropa porque la energía positiva y negativa andan balanceadas y, entonces, podemos afirmar que el universo se rige por el famoso principio cosmológico. Sí, estamos ante conceptos sinónimos.
Los otros 10 parámetros geométricos, que son los que reinterpreta Penrose para cimentar su modelo, corresponderían a la geometría de Weyl. Se trata de una geometría conforme que parece actuar siempre, aunque sólo haya radiación (fotones) o, incluso puro espacio vacío y sin nada. Además Penrose identifica esta curvatura con la aparición de los efectos "desestabilizantes" de la gravedad sobre la radiación + materia.
Por tanto, si el universo fuera pura radiación, ¡o simple espacio vacío!, sería la única curvatura que actuaría, mientras la de Einstein desaparecería.
Además, una curvatura de Weyl nula, a diferencia de la de Einstein, indica un alto grado de inestabilidad.
Eh aquí la primera hipótesis de Penrose:
Según Penrose en el principio de los tiempos, en el Big Bang quiero decir, la curvatura de Weyl tenía que ser o nula o casi nula (finita). Con lo cual esta altísima inestabilidad geométrica sería la causante de toda la evolución cósmica que observamos des entonces.
Esta inestabilidad geométrica primordial conllevó la aparición de efectos gravitacionales, que computan como energía negativa a nivel cosmológico, los cuales propiciaron la aparición de materia; al principio simple y luego cada vez más compleja, más pesada, gravitacionalmente más concentrada, mientras la geometría einsteniana se expandía para mantenerse plana e isótropa y, así, conservar el principio cosmológico -Entramos en la 1ºetapa inflacionaria.
Por tanto, aquí Penrose nos propone un modelo puramente geométrico que intenta detallar cómo el universo ha mantenido una distribución homogénea a lo largo del tiempo (una curvatura einsteiniana plana) y sin embargo ha evolucionado de un estado entrópico muy elevado a otro mucho mayor si cabe a través de un incremento de concentraciones gravitacionales.
Y con este modelo entre manos Penrose se atreve a ir mucho más allá ¡Hasta el horizonte final del universo visible!
Historia del universo
La comunidad científica tiene bastante clara la historia del universo, el cómo ha evolucionado a lo largo de los últimos 13.800 millones de años, debido a la fuerte creencia en las leyes y principios que utilizan para comprender los datos que van recolectando.
Esta historia es, curiosamente, bastante simple: antes de la aparición del fondo cósmico de microondas, al menos por el momento, no hay forma de "ver" qué sucedía realmente. Por tanto, sólo cabe especular. Y la especulación se ha centrado en el modelo inflacionario de Alan Guth&Co, que dice:
El Big Bang fue el momento en que apareció la curvatura de Einstein, que de la nada se expandió de forma exponencial, pero manteniendo siempre una curvatura nula al balancear constantemente el incremento de las concentraciones gravitacionales (energía negativa) con la energía positiva (radiación+materia+expansión del espacio), y así garantizar el principio cosmológico a lo largo del proceso de inflación.
En base a este modelo inflacionario se especula que el fondo de microondas, y que como hemos visto arriba hoy usamos para estudiar el universo visible primitivo como un "todo", tuvo que aparecer 360.000 años después del Big Bang; mucho después de que las 4 grandes fuerzas emergieran y cuando la materia, en su forma más básica (electrones, protones, etc), llevaba ya un tiempo pululando entremezclada indistintamente con los fotones de la luz en medio de un inmenso océano de plasma opaco.
De hecho, se ha determinado como origen de este fondo de microondas al momento en que las partículas básicas de la materia adquieren masa efectiva; es decir: se desacoplan de la radiación al dejar de moverse a la velocidad de la luz como fotones. Sólo entonces pudieron recombinarse entre ellas para generar hidrógeno, el átomo más simple. Y el universo pasa de verse como un inmenso océano de plasma opaco a un universo visible de materia y radiación bien diferenciadas pero en intercambio constante. *Penrose señala que el espacio-tiempo debería empezar aquí, en este instante, al desacomplarse materia y radiación, porque sólo con tal desacoplo existen "relojes" naturales -lo veremos en detalle más adelante.
Durante millones de años esta inflación primigenia prosiguió, aunque desacelerándose, mientras esos primeros átomos generaron patrones y estructuras cada vez más complejas: átomos más pesados, moléculas, polvo galáctico, asteroides, planetas, estrellas y con éstas, aparecieron ya las primeras galaxias y los gigantescos cúmulos galácticos. Mientras tanto ese fondo cósmico de microondas, recuerdo de la separación entre la materia y la radiación y que lo permeaba todo, se fue enfriando.
Sí, el universo se hacía más grande, más frío, con estructuras gravitacionales cada vez más y más pesadas, complejas, redundantes; volviéndose más "espumoso", es decir, mucho menos denso ¡Y sin embargo continuaba siendo igual de plano, homogéneo e isótropo! El principio cosmológico restaba intocable gracias a la inflación.
Pero algo muy curioso ocurrió 8.000 millones de años después del Big Bang: el universo volvió a experimentar una nueva aceleración en su expansión de la geometría einsteniana ¡Una aceleración que aún perdura hoy en día y no tiene visos de aminorar!
Para explicar la causa de esta nueva aceleración se introdujo la famosa noción de "energía oscura".
-En física cualquier aceleración se concibe como una fuerza- Eh aquí el dogma básico de toda la física desde Newton.
Por tanto, al aventurarnos a mirar hacia el horizonte futuro "creemos" que el universo seguirá expandiéndose indefinidamente, con lo cual se volverá cada vez más grande, más viejo, más frío, con estructuras gravitacionales más masivas y por consiguiente, mucho menos denso ¡Pero seguirá también igual de homogéneo y plano! ¿Qué significa eso?
Bueno, aquí de nuevo cabe especular ¡Y quizás podríamos especular que da gusto puesto que no son muchas las certezas inpepinables que nos lo impiden! Sin embargo, la tendencia fácil, directa, conservadora nos lleva a proyectar el futuro del siguiente modo:
Con la expansión acelerada de la geometría de Einstein las galaxias se irán separando unas de otras cada vez más rápido hasta convertirse en islas solitarias, aisladas del resto de universo, donde la luz de otras galaxias ya jamás las podrán alcanzar al alejarse más rápido que la propia luz.
Pero a la par se pronostica otro fenómeno galáctico capital: el futuro será dominado por gigantescos agujeros negros, y algunos incluso se atreven a especular con la posibilidad de que éstos anden interconectados entre sí mediante agujeros de gusano ¡Como si tales monstruosidades fueran meras partículas cuánticas entrelazadas!
Los agujeros negros
Cada vez se tiene más claro que los agujeros negros serían fenómenos relativamente habituales en las galaxias. Se forman, de ordinario, con la explosión de supernovas:
una estrella masiva y envejecida después de agotar su combustible colapsa sobre sí misma. Este colapso provoca que la gran masa de la estrella se concentre en una región "muy pequeña" del espacio y por puro peso en bruto lo "revienta y perfora", literalmente, generando una singularidad espaciotemporal: la atracción gravitatoria se vuelve tan bestial que nada de cuanto "logra" caer dentro del horizonte de eventos de la singularidad puede ya salir por sí mismo jamás: ni radiación, ni materia, ni entropía ni información ¡Nada sale de ahí por su propio pie! Con motivo se le llama agujero negro.
En efecto, a bote pronto y visto desde fuera un agujero negro no es más que un sumidero de energía y entropía, un frío pozo infinitamente profundo, una disposición completamente pasiva y receptiva ¡Cualquier intento de comprensión física colapsa ahí dentro! Pues no hay nada que comprender, ni conocer, ni sacar de ese remolino de los recuerdos cósmicos.
Además, vale remarcar, estamos ante uno los fenómenos galácticos supuestamente más estables y duraderos del universo ¡Cuánto más mayores se hacen más estables son!
Y muchos son los pronósticos que indican que los agujeros negros irán creciendo durante billones de años, fusionándose entre ellos y adueñándose de las galaxias hasta desplumarlas de sus estrellas, su materia y radiación. Según Penrose terminarán por limpiar el universo de cualquier mota de polvo.
Este es un pronóstico plausible en base a lo que conocemos y nos imaginamos, pero también harto radical ¿Seguro que si el universo evoluciona hacia la era de los grandes agujeros negros ya no quedará ni una sola mota de polvo?
Penrose conjetura que así será, y que si quedara algún remanente de materia pululando libremente entre los colosales agujeros negros llegará un momento en el que, a causa de la brutal aceleración alcanzada por la geometría einsteniana durante esa oscura era, dicho remanente se estripará, desintegrándose en forma de radiación ultrafría. Y en esto son muchos los físicos que concuerdan: una brutal expansión del espacio, como se supone que sufrirá el universo dentro de billones de años, podría descomponer tranquilamente toda pizca de materia. Sin embargo, no hay mucho de confirmado al respecto.
En cualquier caso, el pronóstico con que, en general, se fantasea más o menos es:
después de trillones de años sólo quedarán agujeros negros inimaginablemente masivos, quizás interconectados a través de túneles de gusano, y distribuidos de forma homogénea e isotrópica a lo largo de un cosmos inmenso y gélido, que muy rápidamente se vuelve cada vez aún más grande y más frío.
Y luego el fondo de radiación cósmico, después de pasar un cierto tiempo en equilibrio térmico con los ultrafríos agujeros negros que permea, empezará a enfriarse aún más que ellos por la expansión cósmica.
Cuando eso suceda se hará notorio un efecto cuántico pronosticado hace años sobre los agujeros negros: empezarán a emitir energía a discreción.
La radiación Hawking devendrá, pues, dominante en el universo cuando el fondo de microondas sea más frío que los agujeros negros, haciéndose responsable de la "evaporación" de todos ellos, al convertir su masa en radiación ultrafría por la desaforada expansión cósmica que estará sufriendo ese universo tardío.
Cabe añadir a todo esto que hablamos de un proceso de "evaporación" lento, muy lento, lentísimo: durará mucho más que la propia edad que tendrá ya el universo cuando empiece dicha evaporación.
El enigma de los agujeros negros
Cabe ser honestos: de los agujeros negros no sabemos prácticamente nada, aunque nos imaginamos un montón de cosas. Para empezar no sabemos ni si existe la misma radiación de Hawking, pero nos imaginamos que sí, con lo cual pensamos los agujeros negros como si ésta existiera y fuera tal y como la tenemos teorizada. ¿Y como la teorizamos?
En los años 70 Hawking imaginó que, si bien es cierto que nada de lo que cae en un agujero negro puede salir jamás por su propio pie, sí podría salir por pura aleatoriedad.
La radiación de Hawking es estrictamente aleatoria, puro ruido, y en promedio expresa la temperatura del agujero negro según su tamaño, masa, y poco más.
Sin embargo, Hawking en seguida reconoció un problema gordo con esta radiación suya: el agujero negro ha estado engullendo un montón de información del universo durante billones de años, mientras actuaba como reservorio al guardarla; pero si la radiación de Hawking empieza a evaporar el agujero negro, entonces, ¿cómo se libera esta información? ¿A través de la propia radiación?
Se hicieron los cálculos y no daban: la radiación de Hawking parecía insuficiente para liberar toda la información engullida por el monstruo ¡Visto con los ojos del británico los agujeros negros parecían máquinas de eliminar información del universo! Hecho que, en principio, viola leyes fundamentales de conservación.
Desde entonces este dilema anda encima de la mesa. De momento se han propuesto diferentes posibilidades, incluso la idea de que los agujeros, en efecto, violan dichos principios físicos y son máquinas de eliminar información, y por ende, entropía. De hecho, como ya comenté arriba, Penrose lo defiende con absoluta tranquilidad para sustentar su modelo y eso no gusta a gran parte de la comunidad científica. Sin embargo, a nivel especulativo aún sigue siendo una opción.
Personalmente, tengo mis reservas con el principio de conservación de la información y la entropía. Me parece un principio muy delicado y con más recovecos que un queso gruyere.
El dilema de la información y la entropía
Al estudiar un sistema abierto, es decir un "sistema local", como una galaxia con sus agujeros negros por ejemplo, la entropía y la información del sistema tienden siempre a aumentar; y es precisamente por este aumento que "se produce" un devenir y se identifica la flecha del tiempo hacia donde evoluciona el sistema: de una galaxia en formación, joven, llena de brillantes y activas estrellas violentas en crecimiento a otra de vieja, agotada, llena de agujeros negros masivos y apagándose:
¡Se trata de un proceso irreversible: no hay manera de rebobinar el proceso, tirar para atrás hacia el pasado y rejuvenecerla!
Sin embargo, en cómputos generales, la entropía y la información deberían de ser siempre constantes, como bien expone Adrián Costelo en su blog; con lo cual desde una perspectiva global el universo debe haberse mantenido estable, inamovible, sin envejecer ¡Como si no hubiera pasado absolutamente nada!
Es decir, desde una perspectiva global el estado cuando la galaxia se forma y crece resulta idéntico e indistinguible al estado cuando la galaxia se agota vieja y languidece en silencio ¡No hay aumento ni de entropía ni de información! ¡No hay flecha del tiempo!
En cambio, como hemos visto, desde una perspectiva parcial, visible y local la diferencia entre ambos estados resulta notoria y crucial ¡Ahí sí hay una flecha temporal y evolutiva clara: de joven a viejo!
Sí, estamos ante una paradoja; la vieja paradoja de Loschmidt.
De hecho podemos "forzar" esta famosa paradoja para llevarla hasta la base misma de la termodinámica estadística y analizarla del siguiente modo:
Cuando tomamos un recipiente de agua en equilibrio térmico según Boltzmann éste admitirá una multiplicidad de diferentes microestados equiprobables, el número de los cuales definen precisamente la entropía máxima del sistema macro, es decir, global ¡Definen su equilibrio!
El recipiente de agua, pues, irá cambiando de microestado a través de una evolución concreta aunque casi imposible de predecir, como nos muestra el efecto browniano ¡Pero que siga una evolución concreta no afectará para nada al macroestado global! Éste seguirá en reposo, con máxima entropía y como si el tiempo estuviera parado, porque el macroestado ignora por completo qué microestados se van sucediendo; ignora cualquier evolución browniana que se produzca a nivel micro ¡De hecho no le importa! Pues ni le afecta ni altera.
Nos encontramos, pues, en un punto delicado:
cuando desde una perspectiva micro se produce una evolución local de microestados ahí se aprecia un incesante intercambio de energía, con lo cual cabe pensar que ahí se producen aumentos "locales" de entropía. Hecho que nos lleva a preguntarnos: ¿Acaso el tiempo no "debe de pasar" para las moléculas o partículas que componen el sistema micro a través de una flecha temporal bien marcada?
Ahora bien, desde una perspectiva macro la entropía y la información siguen siendo exactamente la misma ¡Nada ha variado! Des del macroestado no se aprecia evolución alguna, sino pura calma chicha ¡La entropía se mantiene máxima!
Así pues, ¿a dónde ha ido a parar la supuesta entropía "local" generada por la particular evolución de los microestados? ¿Acaso se ha perdido información? ¿Ha habido alguna vez información nueva creada?
Parece como si para explicar y certificar la 2n ley de la termodinámica sea necesario violarla ¿Será eso absurdo?
A bote pronto pienso que aquí parecen haber 3 opciones:
1) Que los constantes intercambios energéticos a nivel local entre partículas o microestructuras, los cuales provocan una clara evolución en los microestados del sistema, ni generan entropía ni por tanto, información. Pero entonces, como hemos visto, estamos ante una clara violación del 2º principio de la termodinámica ¡Sin embargo nos da igual llegar a semejante absurdo!
Esta es la opción teórica que los físicos aceptaron. Consideraron que el comportamiento de las partículas a nivel local es atemporal y reversible y por tanto se rige, exclusivamente, por las leyes cinéticas; es decir, el puro determinismo mecánico de Newton. Así pues, la entropía no va con ellas. ¿La razón?
Pensaron que, dado que a nivel global o macro no hay aumento de entropía, a nivel local tampoco lo puede haber: -¡La entropía tiene que ser una cualidad intrínseca y objetiva de la realidad y por tanto debe considerarse sumativa: si en cómputos globales no hay incremento es que no hay incrementos locales que sumen- Afirmaban para justificarse.
2) Quizás haya otra forma de interpretarlo:
el caso anterior podría no violar la 2n ley de la termodinámica si a nivel local el microsistema ni estuviera compuesto por elementos materiales ni lidiara con materia de ningún modo. Es decir, cuando las particulas del microestado se comportan como partículas lumínicas aisladas: acaso un gas de fotones.
Aquí cabe especular en el mismo sentido que lo hace Penrose y pensar que sin materia, sino pura radiación, las nociones de "incremento de entropía", "evolución", "flecha del tiempo" carecen de sentido porque el tiempo no existiría a nivel local al no haber relojes locales para percibirlo y medirlo. Y de hecho es lo que quizás ocurre al formarse un superfotón, aunque no he realizado ningún cálculo al respecto.
3) Y puede que haya una tercera forma de interpretarlo, perfectamente complementaria con la anterior:
pensar que los constantes intercambios energéticos en un microsistema compuesto de materia sí respetan la 2º Ley de la termodinámica y generan micro entropía, es decir, información a nivel local, pautando una evolución determinada a ese nivel. Y sin embargo, no se aprecia ninguna evolución a nivel global porque ahí no se "percibe" ningún cambio.
La idea aquí es considerar la paradoja como pura cuestión de perspectivas:
-Desde una perspectiva micro (local) ninguna evolución local se comportará de forma reversible, ni desembocará en un final definitivo, dado que en cada momento debe de expresar un cierto incremento de entropía. Es decir, a nivel local siempre hay dirección temporal en un microsistema material ¡El fluir es permanente!
Dicho de otro modo: aquí las distintas partes materiales del microestado se perciben diferentes, desiguales y por ello en desequilibrio entre sí, con lo cual siempre nace entre aquellas que se perciben "ricas", y las que se perciben "pobres", un conflicto o intercambio energético permanente; así van pasando microestados y se genera una historia, un recorrido, una evolución. ¡Pero es una evolución ciega! No tiene ningún destino con lo cual resulta imposible de predecir al dedillo.
¡Son botes perdidos en alta mar a merced de las olas!
-Sin embargo, desde una perspectiva macro (global) no hay diferencias entre un microestado u otro, porque se perciben como idénticos, equiprobables, y por tanto, es como si no estuviera pasando absolutamente nada cuando "se van intercambiando unos por otros" al buscar incrementar la entropía local.
En consecuencia, a nivel global no habría dirección temporal ni evolución alguna, ni historia; simplemente ahí no está ocurriendo absolutamente nada. No se aprecia ningún follón... ¡Y el mar anda la mar plano!
Quiero decir, el macrosistema en equilibrio jamás aplica ninguna voluntad superior sobre sus microsistemas con la que determinar al dedillo su comportamiento ¡El macrosistema simplemente reposa plácidamente creyendo que no pasa nada, porque no puede percibir ni distinguir el montón de cosas que pasan! Desde su perspectiva global lo que sucede o no sucede resulta completamente indiferente.
Una propiedad del poder es no sufrir por lo que sucede por percibirlo irrelevante ¡Todo lo fuerte posee el don del menosprecio y así vive tranquilo a su aire!
Lo dicho conlleva que las evoluciones locales sean precisamente eso: evoluciones locales ¡Cómo pequeñas riñas! Y como tales, durarán lo que durarán... y luego podrían repetirse tranquilamente, dado que en cómputos generales no habría pasado nada ¡Son incapaces de afectar y alterar en nada a nivel global!
Ahora bien, lo que no harían jamás sería revertirse o parar, ya que desde una perspectiva local se genera constantemente entropía.
En definitiva, esta tercera opción es perfectamente complementaria con la segunda opción según se den o no las condiciones. Y es una opción cualitativa: parte de la idea de que el valor de las magnitudes físicas es fruto de las perspectivas, de los umbrales de percepción, y no de hipotéticas cualidades ocultas de los sistemas estudiados, como siempre han defendido los idealistas.
La entropía no sería una magnitud objetiva, constituyente y universal de los sistemas que descubramos midiéndolos.
Bajo tales motivos, pues, disiento de las posturas idealistas, como termina siendo en el fondo la del propio Penrose por ejemplo, quien aún creen en un mundo de valores objetivos y universales que reflejarían las cualidades "esenciales" de cuanto percibimos y podemos jamás percibir; de aquí esa propuesta suya del reduccionismo objetivo.
Mi postura tiende hacia el perspectivismo antimetafísico de Nietzsche, aunque él lo usara para diseccionar la moral occidental, es decir, las teorías occidentales sobre los "sistemas humanos". Pero al final todo es lo mismo: estudiar sistemas y dinámicas, comportamientos y evoluciones, historias y procesos...
Intentamos modelar el devenir para que tome cuerpo y podamos vestir la Verdad.
En fin, mediante estas dos últimas opciones expuestas quizás sea factible esclarecer la vieja paradoja de Loschmidt, y quizás también otras que corren por ahí: como la marxista, a nivel social, y según la cual las desigualdades terminarán por llevarnos hacia el fin de la historia con el comunsimo; o la existencia del Dios moderno como garante de una hipotética razón de ser para la existencia que lo determina todo, absolutamente todo, desde lo más grande a lo minúsculo.
De hecho, se nos abren las puertas a imaginar una idea absolutamente antiplatónica, antimoderna, antiidealista:
Todo macrosistema en reposo sería radicalmente ciego, insensible, grosero, estúpido e inocente por poderoso... y ahí tendríamos al universo: el más bestia de todos los macrosistemas.
El final del universo visible. Mi propuesta
Más allá de vete a saber qué ocurre con la entropía engullida por un agujero negro y su supuesta evaporación, la idea de fondo es que el destino final del universo visible, desde nuestra perspectiva humana, corresponda con lo que hace cien años se llamó "la muerte térmica del universo":
Un espacio inimaginablemente grande, viejo pasivo y desolado donde sólo permanece una radiación sumamente fría cuya longitud de onda resulta ser tan inmensa que abarca miles de años luz de distancia. Sin embargo, a efectos globales, el universo continuaría mostrándose como plano, isotrópico y homogéneo.
Sí, de algún modo el universo no habría cambiado absolutamente en nada desde una perspectiva global, aunque a ojos humanos la evolución hacia la descomposición total resultaría funestamente evidente.
Y ante este panorama me puse a fantasear con la idea de que parecían darse las condiciones necesarias para que toda esta radiación residual formada por incontables fotones de una frecuencia extremadamente baja terminarían formando un condensado de Bose-Einstein fotónico. Es decir, se daban las condiciones para que el universo visible se convirtiese en un superfotón.
¿Qué significaba eso?
Que toda la energía del universo visible condensaría en un superfotón de forma instantánea, impulsando con ello un nuevo Big Bang: una especie de reset del espaciotiempo, de la evolución y la flecha del tiempo; una recombinación para una nuevo inicio a nivel local, es decir, a nivel del universo visible... pues a nivel global el universo, en todo momento, siempre habría estado igual: plano, homogéneo y tranquilo ¡Durmiendo!
Sí, la idea es simple: la expansión o reducción de la curvatura de Einstein a través del cual se pauta, precisamente, toda la evolución del universo visible con la aparición o destrucción de estructuras masivas, parece ser, visto así, un fenómeno local y no global.
Hecho es que el universo no se entera de nada ¡El siempre sigue plano! Toda su energía anda siempre homogéneamente distribuida.
La visión final de Penrose
Por su parte Penrose, me parece a mí, plantea algo similar al final de la vida del universo visible, pero lo enfoca de forma geométrica:
cuando el universo visible sea un gigantesco desierto desolado sólo permeado por una fría radiación de frecuencia extremadamente baja la geometría Einsteiniana, que se había estado expandiendo desde el Big Bang, desaparece porque ya no queda materia ¡Pues sólo actúa donde hay materia! Y entonces, en medio de esa radiación cadavérica sólo actuará la geometría conforme de Weyl ¡Tal y como ya había sucedido también al principio de Big Bang!
Por consiguiente, a nivel geométrico, dice Penrose, el final del universo visible y el principio son dos momentos geométricamente equivalentes.
Sin embargo, Penrose, que aún cree en las cualidades objetivas de las cosas como hemos dicho, considera que el estado final y el inicial del universo visible, período al que llama un eón, no son exactamente iguales, simplemente serían similares al compartir la misma geometría.
En este sentido afirma que el principio de un nuevo eón lleva las marcas del eón anterior; unas marcas que se podrían encontrar "fosilizadas" en el fondo de microondas y por tanto recogería la historia del final del eón anterior.
Desde mi parecer, pero, tiendo a imaginarme cómo al sufrir un reset espacio-temporal cuando el universo se vuelve pura radiación, entonces el bombo de la existencia simplemente gira de nuevo, eliminando cualquier trazabilidad para seguir mostrando un universo igual de plano, homogéneo, isótropo y donde sólo aparecerían pareidolias.
En este sentido, que el fondo de microondas no tenga marcas, ya en el sentido Penrose o en el sentido que también pronostican las teorías de multiversos sería, a mi ver, un indicio de reinicio:
La baraja cósmica se ha vuelto a repartir.
La magia de la luz:
La luz es especial. Platón, por ejemplo, la identificó directamente con el mundo de las ideas; un atrevimiento muy inquietante como veremos en seguida.
Una característica fundamental de los fotones (la luz) es que, como hemos dicho ya repetidamente, no les afectan para nada el espaciotiempo. Es decir, para la luz el tiempo no pasa y las distancias no existen.
Sólo con la aparición de la masa, es decir la materia, aparecen las distancias y los relojes. Con motivo Penrose defiende que el tiempo empieza con el desacoplamiento de la radiación y la materia cuando se produce la radiación de fondo. O yo comento la posibilidad de que un microsistema de partículas de luz (un gas de fotones) no atienda al incremento de la entropía al no percibir ningún tiempo, pues ahí no hay relojes locales.
Un reloj es el intercambio entre radiación y materia, de modo que sin materia no hay intercambio, sin intercambio no hay reloj y por tanto tiempo: La 2n ley de la termodinámica queda en suspenso.
Hecho es que si pudiéramos construir un cohete capaz de llevarnos a la velocidad de la luz hacia una estrella próxima, por ejemplo Alfa Centauri (a 2 años luz de distancia), voltearla y regresar, para la gente de la tierra hubiéramos tardado 4 años en hacer semejante "paseo"; sin embargo para nosotros habría sido un viaje instantáneo ¡Sí, instantáneo!
Ello nos lleva a una idea, siendo honesto, inquietante:
si nos convirtiéramos en seres de luz nos volveríamos potencialmente eternos y omnipresentes ¡Hasta que chocáramos con materia, que nos absorbería volviéndonos al presente mientras no recordaríamos ya nada, pues para nosotros habría sido sólo un instante!
Y sí, digo inquietante porque Platón parece hablar de algo por el estilo cuando expone la reencarnación del alma y la teoría de la reminiscencia; sinceramente, no sé muy bien como tomármelo. Quizás sea casualidad...
En cualquier caso, vemos como la luz se pasa por el forro el espaciotiempo. ¿Que el universo visible crece de forma exponencial? A la luz no le preocupa, pues no percibe tal crecimiento y tarda lo mismo para hacer el viaje ahora más largo: ¡un sólo instante!
Que hay un gas de fotones con energías radicalmente muy diferentes, en el fondo a ellos les importa un comino, pues se perciben entre sí como iguales, dado que la energía de un fotón viene dada por el espaciotiempo (frecuencia y longitud de onda) ¡Y ellos no perciben nada de eso! En efecto, esta "diferencia de energías entre distintos fotones" sólo afecta a los sistemas con masa, y así lo vemos en el efecto fotoeléctrico o la radiación de un cuerpo oscuro.
Por dichos motivos Penrose defiende que los fotones, en ausencia de masa, se rigen por la curvatura de Weyl, la cual presenta una característica muy peculiar:
Es una geometría conforme: no atiende a escalas. Es decir, no diferencia 1 metro de 1 km, o 1 segundo de 10 días. En base a tal geometría no hay escalas en las medidas. Por tanto esta geometría, de algún modo, elimina toda entropía métrica, es decir, fruto de un mero crecimiento de escala ¡Que es el tipo de entropía que parece dominar en nuestro universo visible! Pues en el fondo si vemos que el tiempo pasa es un reflejo de que el espacio se expande.
Por tanto, bajo el dominio de la geometría de Weyl la luz no distingue ni el tamaño ni la edad del universo, de modo que no distingue si se encuentra antes o después del Big Bang, por lo que la luz genera un nuevo Big Bang.
Gracias a la "magia" de la luz bajo esta geometría conforme Penrose se atreve a proponer un universo sin principio ni fin, sino con eones que se van sucediendo uno tras de otro: el final de un eón es el principio del siguiente dado que en tal etapa sólo domina la radiación y con ella la geometría de Weyl, que no distingue escalas, de modo que no distingue pasado ni futuro, generando con ello un nuevo Big Bang.
Confieso que esta idea me lleva a recordar a Heráclito y su Logos:
"Los extremos entran en Harmonía y se comprende que los opuestos se acoplan y son uno y el mismo"
CONCLUSIÓN
La cosmología, desde pequeño, me ha fascinado y admito que nunca podemos evitar tratarla empleando nuestra más rica mitología; que hoy en día es matemática.
Pero también es cierto que la experiencia se ha empecinado a enseñarme una y otra vez no fiarme de los pronósticos y proyecciones, y de quienes hablan sobre el futuro. ¿Quién conoce el futuro?
En fin, es bueno no creerse nada de quienes hablamos sobre el futuro, ya sea éste mañana o dentro de eones. Pero, sin embargo, escuchar, aprender y tomar decisiones aún se dude es mucho mejor.