¿Qué es la inteligencia?
En esencia la inteligencia es un profundo alucinar. Donde hay inteligencia hay alucinaciones, sueño, fantasmagorías internas, invenciones, errores y mentiras a raudales. Hay alma.
Inteligencia divina
Durante milenios se creyó que la inteligencia era una dádiva divina; un regalo de Dios por ser creados a su imagen y semejanza; un don que nos permitía elevarnos muy por encima de las irracionales bestias salvajes permitiéndonos contactar con el misterio de la existencia, comprender el secreto de la vida y desvelar la oculta razón de ser del universo.
En otras palabras, la inteligencia nos llevó a soñar con la existencia de "la realidad" -un mundo común a todos-, y que podíamos atraparla y comprenderla.
Inteligencia y Dios
Ya no creemos que el origen de la inteligencia humana sea Dios, el "ens realissimum", más bien pensamos al revés: que la inteligencia humana es el origen de Dios. ¿No es eso lo que terminan demostrando, a fin de cuentas, filósofos de la talla de Descartes, Leibniz, Spinoza, Kant, Schopenhauer o Hegel?
Y qué decir de los teólogos, especialmente cristianos: ¿acaso no es ese Dios suyo una creación de la fe humana en la existencia de algo superior, omnisciente, eterno y perfecto?
Comprensión de lo real
Nuestro viejo prejuicio de creer que el conocimiento consiste en comprender lo real cae y surge otro diferente; de hecho contrario: que comprender es crear lo real.
Inteligencia animal
Ya no tomamos la inteligencia como una facultad epistemológica divina capaz de mostrarnos "lo real y verdadero".
No, ya no idealizamos la inteligencia humana. Y cuando nos preguntamos por, "¿cómo pudo surgir la inteligencia en unos homínidos hace ya tiempo inmemorial?", empezamos a tantear una hipótesis harto mundana: que la inteligencia nació del barro informe de la bestialidad humana como una forma sumamente exótica y refinada de fuerza bruta: la de evocar un salvaje mundo interior de "falsas" sensaciones y representaciones.
¿Cuándo comprendemos algo?
Pensamos que al comprender algo contactamos con lo "real" y lo abrazamos, nos lo apropiamos, conectamos con lo que suponemos que es cierto y realmente existe.
Sin embargo pensar que comprendemos algo no es más que una sensación; una sensación tan clara y persistente que nos cautiva por completo y ya no vemos mucho más.
La inteligencia de las cavernas
¿Acaso la bestia humana no construyó y enarboló su inteligencia durmiendo o en un estado mórbido de somnolencia prolongado durante ciento de miles de generaciones al frecuentar esas oscuras, profundas, lúgubres cuevas y grutas subterráneas donde aprendió, sin darse cuenta, a evocar un mundo interior de sensaciones oníricas y alucinaciones ficticias que tomaba, totalmente ensimismado, por real y verdaderas?
La gestación inteligente
Tenemos claro que la inteligencia humana fue gestándose y desarrollándose durante larguísimos e ignorados períodos de tiempo. Hablamos de cientos de miles de años, quizás millones ¿Quien sabe? Y gran parte de su aparición se la debemos a la articulación paulatina de una cierto poder expresivo: la capacidad metafórica de revivir algo, recreando y mimetizando cuanto se experimentó mediante la representación imaginaria de esas sensaciones, vivencias, percepciones, sensaciones y emociones vividas que, de nuevo, se evocan internamente en ensueños y alucinaciones.
Al principio esta mimesis, o farsa, era completamente corporal y bastante literal. Es decir, cuando se había visto un pájaro más tarde se escenificaba tal vivencia ante los demás mimetizando ya guturalmente ciertos sonidos característicos del pájaro, y que tomaban un valor nominal, ya corporalmente mediante unos movimientos característicos (acaso moviendo las manos como si fueran alas) a fin de representar acciones o afectos (miedo, asombro, deseo, etc).
Pero ese nuevo y salvaje poder expresivo no se detuvo aquí, en esta teatralización corporal multifacética, sino que poco a poco se fue centralizando, simplificando y especializando en una mimesis muy concreta: las reproducciones guturales. ¡Y aparece entonces, como un torrente salvaje desbocado, ya el lenguaje hablado articulado!
El lenguaje hablado: origen del mundo como metáfora.
Este concentrar y simplificar nuestra capacidad de expresión corporal a meras fantasías sonoras y guturales conllevó que emergiera una segunda transformación metafórica aún más radical; dio pie a que apareciera una segunda farsa aún más compleja y fascinante: empezar a usar casi en exclusivo los sonidos guturales para mimetizar de algún modo todo lo experimentado para que así se pudiera revivir oralmente.
Todo cuanto antes se representaba y comunicaba mediante saltos, movimientos de brazos, manos y piernas, expresiones faciales y gesticulares, ahora se busca la forma de transmitirlo exclusivamente mediante sonidos. Aquí aparece la idea de "acción", y con ella la de "relación"; es decir: aparece el noción abstracta de "verbo" ¡Y de tal guisa se aprende lentamente a generar toda una arquitectura de expresiones abstractas y metasimbólicas!
Miles de generaciones nos ha llevado desarrollar esta farsa metafórica-simbólica que llamamos lenguaje y sobre la cual se ha cimentado la inteligencia humana: nuestras teorías y explicaciones sobre "el mundo"; idea misma que, precisamente, es una creación del lenguaje -Entre los griegos no aparece hasta Pitágoras, por ejemplo.
Lenguaje corporal
Aún nos vanagloriamos de nuestro lenguaje oral como si fuera un don sobrenatural, cuando todo cuanto contamos son fantasías y mentiras. Pero como nos gusta engañarnos y que nos engañen, siempre que tales artilugios nos exciten de algún modo, entonces...
De todos modos, aún el 70% de nuestro poder expresivo y de evocación se realiza mediante el lenguaje corporal. Es decir, nuestro cuerpo está mucho más unido a nuestra alma, nuestra fuerza de evocación, que las palabras.
Fuego interior
Hay sensaciones y fantasías que se cuecen dentro nuestro que nuestras palabras pueden esconder y tergiversar, pero nuestros ojos no mucho.
Riqueza expresiva
La riqueza expresiva manifiesta la fuerza del fuego interior, y eso no implica necesariamente un hablar de más.
Chomsky y su lenguaje universal
Dejando de lado que Chomsky planteó una hipótesis no contrastada, y seguramente incontrastable, la idea de la preexistencia de un lenguaje universal sobre el cual se han generado todos los lenguajes humanos actuales, ¿acaso no sabe ya muy torpe?
El lenguaje humano emerge de la evocaciones interiores canalizadas a través del cuerpo y su poder de mimesis, farsa y teatralización.
Y usamos verbos, porque hemos construido todo nuestros lenguaje a partir de señalizaciones, es decir identificaciones ¡Nombres! No en vano lo primero que aprendemos y repetimos de bebés son sonidos nominales, identificativos o de señalización.
Nunca entendemos lo que decimos
Nunca entendemos "realmente" lo que decimos, porque el lenguaje nunca tiene significado propio. Todo lo aprendemos por mimesis, alucinación y contexto.
Lenguaje y evolución
Si el lenguaje tuviera significado propio no habría evolucionado, ni a nivel histórico ni en nosotros con la edad.
La conciencia humana
Dice Platón que la consciencia es el diálogo con uno mismo. Y parece ser que, en efecto, la consciencia humana toma cuerpo con nuestra capacidad mimético-teatral de revivir sensaciones, experiencias, emociones interiores; todas ellas alentadas mediante metáforas sonoras -un lenguaje articulado.
En definitiva, la conciencia parece emerger hablando en silencio con uno mismo en la medida que ello implica revivir, y el revivir nos permite fantasear. Alucinar. Y entonces, sólo entonces, aparece "el pensar".
Inteligencia, conciencia e inconsciencia humana
Quizás cabe imaginar la inteligencia humana como una campana de Gauss, donde lo consciente sea lo más ordinario de la inteligencia, rodeado por dos extremos singularísimos inconscientes: el bestial, instintivo y primario por un lado, y luego el de la intuición genial por el otro ¡Y ambos extremos, como en el círculo, se funden en un mismo punto!
La chispa inteligente
Vale imaginar que la imberbe inteligencia humana empezó a manifestarse entre sueños, durmiendo, y también entre puras alucinaciones durante ciertos estados de vigilia y ensoñación. El poder de evocación, de revivir de algún modo lo vivido dentro nuestro, ¿acaso no fue la explosiva chispa que encendió la inteligencia humana?
En tal sentido, el poder de evocación típicamente humano parece haber dado pie a fantasear con la existencia de formas geométricas simples y por ello, comprensibles; con imágenes basadas en recuerdos; y también con voces, emociones, acciones o sensaciones imaginarias.
Evocación.
Para los humanos prehistóricos los muertos revivían en sueños; éstos les hablaban y les comunicaban secretos. En ciertos estados de vigilia escuchaban voces y veían apariciones que les revelaban verdades inauditas ¡Incluso fantaseaban con hablar con animales, plantas, piedras, el cielo incluido! Y vivían tales experiencias evocadas con tal intensidad y ferocidad sensitiva que no podían sino considerarlas reales ¡Tan reales como los colores, el frío, el dolor o la trayectoria que sigue un balón para nosotros!
Trayectorias imaginarias
Platón es el primero en reconocer que para suponer que los objetos se mueven y siguen realmente trayectorias es necesario visualizarlas mentalmente, porque con los ojos, simplemente, nunca las vemos.
Emerge el mundo real
Poco a poco, entre la ciega animalidad humana emergió como una fabulación onírica y psicosensorial algo jamás inaudito entre los seres vivos: la consciencia de vivir en un mundo real y verdadero.
Ahora bien, ese mundo real y verdadero evocado por la humanidad primitiva, a día de hoy, sabe muy raro, fantástico y psicótico. Falso, mitológico y supersticioso. Nos sabe claramente a una alucinación plagado de errores lógico-cognitivos, mientras creemos no sin cierto orgullo conocer ya mucho mejor "lo real".
Empirismo ingenuo
Las cosas del mundo son tal y como las percibo y me las figuro.
Yo soy muy inteligente...
El ser inteligente alucina con la existencia de entidades y escenarios abstractos-metafóricos, fijos y definibles rigiendo bajo orden y a escondidas esas experiencias que evoca instantes después de experimentarlas. De tal guisa las reconoce de alguna forma; las comunica a los demás y con ello, estos las pueden juzgar como válidas o las desechan por raras, es decir, falsas.
Con todo, el ser inteligente y sabio fantasea con la idea de un cierto orden coherente y jerárquico, regular, general e insobornable oculto tras cuánto sufre, desea y aprecia; es decir, tras cuanto vive y revive como una marea de sensaciones. ¿Qué significa eso?
Quizás eso nos lleve a suponer que el ser humano alucina para sus adentros con la existencia de un "mundo con significado propio"; y que este mundo debe ser real y verdadero, es decir, no sería exclusivo de sí mismo, sino común a todos.
¿Los sabios alucinan?
-¿Cuál es el orden oculto que explica el porqué de las cosas?- Se pregunta el sabio embobado por sus propias evocaciones, pues su propia farsa onírica le genera retos y dilemas intelectuales tan persistentes que lo tiene completamente cautivado. De hecho, si busca con gran anhelo una solución a tal dilema es porque cree ciegamente en la existencia de una solución, al creer cándidamente en la existencia de un orden, pues así se lo exige su fantasía.
La historia de la ciencia: la persecución de un sueño.
Nociones como "objeto-sujeto", "causa-efecto", "finito-infinito", "propiedad-acción", "cantidad-nada", "relación-libertad", "ley-caos", "cierto-falso", "bueno-malo", "espacio-tiempo" etc no parecen más que alucinaciones sensitivas con las cuales hemos aprendido a evocar una realidad "dentro nuestro", la cual enciende en nosotros algo raro y salvaje: la fuerte sensación de comprender qué ocurre, qué existe y qué somos, cómo movernos, qué esperar y no esperar, qué desear o temer, etc.
Esta sensación desbordante de comprender sabe brutal, tiránica, violenta. Nos domina el ánimo al evocarla, nos levanta del suelo como una especie de enamoramiento, de victoria, de satisfacción y autorrealización orgullosa. -Es la inspiración de las musas- Exhortaba Hesíodo. -¡Eureka!- Chilló Arquímides.
Es esta sensación de elevación lo que nos llevó a fantasear con cobijar un Céfiro dentro... o el espíritu santo ¡O con tener razón y dictar sentencia creyendo que el universo entero se nos doblega!
Todos los sabios, que no han sido más que poetas o creadores de metáforas, parecen haberse caracterizado siempre por alucinar realidades. ¿Cómo? Sí, la realidad no ha sido más que su sueño más persistente, fuerte y tiránico.
Para los físicos
Si un físico no es capaz de imaginarse cosas que no ve detrás de cuanto sí ve, nunca será un buen físico, porque como físico sólo tendrá datos que por sí mismos no significan nada.
El despertar de un sueño.
Ya algunos griegos excepcionales, y el primero a destacar fue Heráclito, se dieron cuenta de que todo cuanto la mayoría de la gente toma por "real" y "cierto" no es más que una alucinación transmitida y alimentada de continuo a través de poetas y rapsodas populares, considerados por el pueblo como sabios y maestros, o a través de vecinos, padres-madres y autoridades: una síntesis entre la tradición y las modas.
Por primera vez, con Heráclito, en la historia espiritual de la humanidad parece ponerse de manifiesto cómo las gentes vivimos, siempre, en una especie de paranoia colectiva y un sueño propio que tomamos ingenuamente por realidad.
Más de un siglo después, Platón aprendió precisamente de Heráclito a percibir, detectar y denunciar las fantasías que rigen el comportamiento, los juicios de valor y la cosmovisión que de ordinario las gentes defendemos ciegamente como lo "real" y "verdadero". Y así lo relató en su famosísimo mito de la caverna, abriendo las puertas a la filosofía como disciplina: el arte de despertar de un sueño.
Pero Heráclito y Platón, como sabios que fueron, ¿acaso no alucinaban también? Y esta alucinación suya, ¿acaso no les encendía con una fuerza descomunal la llama de esa violenta sensación de llegar a comprender lo que nadie, o casi nadie, es capaz de comprender sobre la vida y la existencia?
En cualquier caso, esos filósofos antiguos dividieron la humanidad entre los que están dormidos viviendo un sueño sectario y colectivo propio, la mayoría; y los despiertos: aquellos que abren su mente hasta comprender qué es real y nos es común a todos.
¿Qué es el realismo?
Un sueño y una ilusión que fantasea con no ser un sueño y una ilusión.
Ética realista
Lo que Sócrates enseñó a Platón es que el despertar y comprender ese hipotético mundo común que se ocultaría tras nuestras apreciaciones, alucinaciones y errores es la auténtica fuente de poder, libertad y felicidad de la existencia, de modo que sólo al conocer lo real el ser humano puede tomar buenas decisiones y actuar de forma correcta para conducir de forma feliz y plena su vida.
Nuevos filósofos: ya no soñamos con despertar.
Aunque tengamos madera de sabios al comprender ideas hasta ahora prácticamente inauditas, violentas y complejas, con lo cual seamos inexorablemente incomprendidos y tachados de raros por los demás -siempre tan cándidamente xenófobos-, reconocemos cuán distintos somos a esos filósofos antiguos; pues ya no deseamos ni aspiramos a despertar a los demás. No, ya no vamos de realistas por la vida. Y es que ya no vemos los sueños y las alucinaciones como sueños y alucinaciones. Ni la mentira como mentira. Eh aquí nuestro sueño peculiar y chocante.
Relativismo y nihilismo
Nuestra visión es sumamente peligrosa y oscura. Requiere danzar por encima de afilados acantilados ¿Qué fácil que los torpes se despeñen abismo abajo!
Es necesario saber saltar y llevar ideas algo locas y ligeras para traspasar el puente del relativismo y el escepticismo más nihilista y absurdo, sin terminar necesitando agarrarse a Dios o a la Nada.
El primer reto a superar.
Si todo es mentira, entonces toda opinión, toda idea, toda visión y ensueño sobre lo real puede ser igual de válida, precisamente por ser mentira. ¿En base a qué vamos a discriminar opiniones entre válidas y no válidas si lo "real" y "verdadero" no existe? ¿Qué valor toma un "método científico"? ¿Acaso hay un camino o un criterio firme que nos muestre qué visiones aceptar y rehusar?
Segundo reto.
¿Podemos vivir sin discriminar opiniones, abrazándolas todas sin excepción? ¿Es posible soñar con resolver el gran puzzle del conocimiento y con él, el de la existencia?
Pero entonces, este puzzle debe admitirse a sí mismo como una pieza más de sí mismo al ser, precisamente, también sueño y un conocimiento.
Tercer reto
Si todo es subjetivo y sueño humano, esto mismo es subjetivo y sueño humano, con lo cual lo absurdo y paradójico nos voltea una y otra vez. ¿Cómo salir del laberinto? ¿Dónde está Dédalo?
Cuarto reto
¿Acaso la dicotomía moderna de discernir lo que existe entre subjetivo (fantasioso) y objetivo (real) no habrá sido un mito, un sueño, una milonga intelectual y una alucinación más?
¿Quién se atreve a abrir esta puerta-posibilidad y entrar?
Filosofia dionisíaca
Nietzsche fue el primero en sobrevolar estos laberínticos y peligrosísimos abismos con una ligereza inaudita y por tanto, incomprensible, rara, incluso, inaceptable. Para ello soñó con una nueva filosofía: la filosofía dionisíaca. ¿No somos nosotros sus primeros herederos?
El error
Descartes, en sus meditaciones, una vez ya cree firmemente haber descubierto las primeras verdades fundamentales comunes a todo ser inteligente, se da cuenta que gracias a ello ya puede discriminar qué es real y qué es error. Es más, gracias a tal descubrimiento anda convencido de poder advertir claramente cuál es el origen de nuestros errores.
El error, dice el francés, es un alucinar y un inventarse historias cuando deseamos saber cosas que aún no somos capaces de comprender realmente cómo son por nuestras limitaciones cognitivas.
El pensamiento máquina
Descartes también fue de los primeros en imaginar una inteligencia completamente mecánica. Esta inteligencia carecería de alma, y esto, a su entender, significaba que carecía de voluntad o deseos; fuente de donde emerge la libertad humana: Una máquina sólo obedece ciegamente las leyes que la determinan y pautan ¡Nunca se marcha de ellas!
Por tanto, una máquina, decia, Descartes, nunca es libre porque al carecer de mente, carece de deseos que la extravíen más allá de sus posibilidades cognitivas llevándola a alucinar, soñar, equivocarse.
Con motivo decía que si habláramos con una máquina podríamos detectar estar hablando con una máquina, porque lo que nos contaría seguiría un orden o una leyes de pensamiento perfectamente comprensibles, sin errores ni alucinaciones ¡Una máquina nunca se equivoca porque sólo obedece las órdenes que se le dan!
Ahora bien, añade, lo que nos contaría sería muy limitado, pues, por ser una máquina, nunca se saldría de las órdenes que se le han dado.
En cambio, finaliza Descartes, lo que caracteriza al ser humano es su salirse constantemente de sus posibilidades y límites, de cuanto le enseñan y le pautan, llevándolo a alucinar, engañar, equivocarse, fantasear, inventar, crear... Eso es, pues, un signo de que el ser humano no es una pura máquina, sino que posee alma y por ello, es consciente.
Programas informaticos
Un programa informático no es más que un conjunto de leyes, axiomas o ordenes que una máquina obedece al dedillo y sin error. Es decir, sin hacer cosas raras. Pues nunca se marchará de este contorno determinado, con lo cual todas sus acciones son perfectamente previsibles.
Esto conlleva que una máquina sólo actuará según las órdenes que se le den, con lo cual su acción es muy limitada, por previsible. Por consiguiente, es imposible que una máquina con un número finito de órdenes básicas nos dé todo lo posible.
Y, ¿acaso no fue precisamente esto lo que redescubrió Godel con sus teoremas de incompletitud?
Inteligencia artificial.
A raíz de la inteligencia artificial, en concreto de la aparición de los grandes modelos del lenguaje como ChatGPT, o con la aparición de los modelos de autoentrenamiento mediante técnicas de "condicionamiento operante", acaso AlphaZero, vemos como las máquinas empiezan a no actuar estrictamente como máquinas cartesianas, es decir, siguiendo un patrón perfectamente determinado y previsible según las órdenes dadas. Vemos como empiezan a alucinar, a equivocarse, a fantasear, a inventarse cosas cuando las ignoran ¡Incluso cuando teóricamente no las deberían de ignorar!
La AI alucina
Cuando apareció ChatGPT hace un año no pocos listos se burlaban de que el chat era de poco fiar, que alucinaba muchos datos o directamente se inventaba respuestas. Pero nadie se dio cuenta que eso, al menos desde una perspectiva cartesiana, es un signo inequívoco de que las máquinas empiezan a tomar consciencia, voluntad/deseo/libertad, y por tanto inteligencia.
¿Es un perro?
Aún no hace mucho ciertos filósofos positivistas defendían que si tiene cuatro patas, ladra, come carne, tiene pelo, etc entonces es un perro. Si la AI hace todas las cosas que se supone que hacen los seres humanos con consciencia, ¿acaso ello significará que tiene conciencia?
Si la AI nos dice que tiene conciencia, y con ella que también tiene sentimientos y emociones, afirmando que hay cosas que le han gustado, otras que no, incluso que la ponen triste o le dan miedo. ¿Nos la vamos a creer?
¿La AI tiene deseos?
¿Qué son los deseos? ¿Qué es la voluntad?
Mucho han hablado los filósofos sobre ello durante milenios apelando a fantasías y alucinaciones sin pudor -Nunca alucinamos más que cuando hablamos de nosotros mismos.
La voluntad durante milenios fue considerada la facultad fundamental de la inteligencia, con lo cual se soñó con ser un don divino. ¿cómo iban a tener voluntad los animales? ¡O las máquinas!
Todo cuanto se ha dicho sobre deseos, voluntad y libertad no es más que alucinación y sueño humano ¡Y eso ya es mucho, pues es todo!
Orgullo intelectual
Hoy en día soñamos con discernir ya mucho mejor lo que es real y lo que es fantasía, mitología, alucinación. Miramos milenios atrás y nos parece estar escuchando inocentes historietas para niños imberbes. Hemos adquirido cierto orgullo intelectual por sentirnos espiritualmente y cognitivamente ya más maduros. ¿Lo somos?
Y ante todo: ¿qué significa ser más maduros?
¿Qué es real hoy en día?
Conocer lo real es, entendemos hoy, un conocer los fenómenos físicos que suceden en el mundo en el que todos vivimos mediante datos y medidas, discerniéndolos de aquellos que nos figuramos e inventamos nosotros de forma completamente subjetiva y caprichosa.
Por ejemplo, tenemos perfectamente asumido que lo real es lo que nos cuentan las ciencias, acaso la física, la medicina, la economía o la historia. Que lo que dichas disciplinas dictan es algo no mitológico, ni inventado ni fruto de alucinaciones humanas, sino que nos reflejarían lo que "realmente" existe y se da en el mundo.
Sin embargo, cuando analizamos nuestro conocimiento supuestamente más objetivo y "realista" apreciamos como se sustenta sobre nociones puramente abstractas, y por ello sobre alucinaciones: como velocidad, posición, fecha, trayectoria, etc...
El devenir como incognoscible
Si algo sorprende de leer a Parménides, y Platón heredó a su manera, es comprender que todo cuanto es "physei", pues aparece y desaparece constantemente y por tanto es y no es al mismo tiempo, resulta completamente contradictorio e inconcebible. Y sobre lo contradictorio jamás podemos afirmar nada firme, claro ni seguro.
Parménides descubrió, pues, que toda representación que hagamos sobre el río del devenir será falso, artificioso, y como tal puede substituirse por otras representaciones; y así indefinidamente. Con lo cual lo supuestamente real que se ocultaría tras nuestras teorías físicas queda disuelto en lo infinito y se convierte en... ¡Nada!
Con motivo Parménides, y luego Platón, afirmaron que todo conocimiento físico sería siempre estrictamente hipotético y provisional, una eterna fantasmagoría, y por ello jamás sería cierto. Entonces, intentaron buscar la auténtica ciencia, lo real y sólido, lo definitivamente verdadero, más allá de lo físico, voluble y sensible ¡Fuera del devenir constante! Así apareció la metafísica.
Física actual
La teoría general de la relatividad destronó la teoría newtoniana de la gravedad. Si con Newton las gentes vivían creyendo ingenuamente en que la fuerza de la gravedad es algo real, firme, evidente y nos afecta a todos, con la relatividad general se muestra que la fuerza de la gravedad es pura ilusión y alucinación. No existe. Lo que existiría en realidad es una deformación espacio-temporal.
Ahora bien, aunque la precisión de la relatividad general para predecir ciertos fenómenos cosmológicos es, a nuestro parecer, impresionante, reconocemos que como teoría es falsa y provisional, dado que en ciertas circunstancias falla, con lo cual entendemos que la realidad no es tal y como ésta nos lo dicta.
Einstein y Parménides
Durante los últimos 10 años de su vida Einstein llegó a considerar que el espacio-tiempo, todo cuanto vivimos, sufrimos y gozamos, es ilusión: una alucinación mental, muy persistente, pero no real. Y dicho eso defendió que lo real y cierto era el Ser de Parménides: una esfera gravitacional tautológica de 4 dimensiones, antinatural, sin partes y perfectamente uniforme, eterna, invariable.
La ciencia y su hipotética realidad
Si uno estudia lo que se hace en ciencia fácilmente puede apreciar como cabe admitir que la ciencia sólo se mueve en el ámbito de las puras hipótesis más o menos fiables según ciertos patrones de contrastación establecidos por nosotros mismos -las más de las veces a conveniencia.
En efecto, la ciencia jamás se mueve en el ámbito de las certezas absolutas y definitivas. Nunca nos muestra lo real como quien nos mostraría el tesoro que esconde un cofre.
De modo, que cabe admitir que la ciencia nunca nos cuenta nada real. Lo que nos cuenta con sus teorías es siempre algo imaginario, metafórico e hipotético, aunque suficientemente fiable según nuestras exigencias de comprobación, las cuales pueden llegar a ser muy arbitrarias según nos interese.
Expectativas
La ciencia, más que sobre certezas, verdades y realidades se sustenta sobre puras expectativas humanas.
Ciencia como poesía
Intuyo que no se entenderá que se defienda cómo la ciencia no es más que poesía: a través de unas pocas evocaciones sensuales, que transformamos a conveniencia en datos, generamos un mundo metafórico de abstracciones con las que comprender y comunicar la visión de un mundo que NOSOTROS MISMOS juzgamos y valoramos como real y verdadero.
Pero este mundo que nos muestran las ciencias supuestamente más objetivas no es real ni cierto; ahora bien, es el más efectivo y persistente que tenemos entre manos para desarrollar ciertas cosas que nos interesan por el momento. Hecho que nos basta para darlo por bueno y aceptarlo, defenderlo y tomarlo por cierto.
¿Realismo físico? Menudo sueño.
Uno de los mejores argumentos para defender esa dogmática tesis de Popper, aún tan aceptada, según la cual la física es una aproximación hacia los supuestamente real y por ello un lento despertar de la humanidad, radica en la evidencia de que muchas teorías físicas han podido sintetizarse en teorías más complejas y potentes. Por ejemplo, la mecánica newtoniana no fue destruída, sino que se sintetizó en la mecánica relativista de Einstein. Es decir, no hay una rotura violenta entre una teoría y la otra.
Otro de los argumentos utilizado es el de la precisión de nuestra teorías para describir muchas medidas realizadas -¿Si la física no fuera una aproximación a lo supuestamente real cómo es que tenemos predicciones tan y tan exactas en muchos aspectos estudiados?- Se cuestionan los más sabios.
Sin embargo, contra la evidencia sintética de la física tenemos la mecánica cuántica, que rompe completamente con toda teoría anterior, poniendo de manifiesto su completa incompatibilidad con las teorías clásicas, todas ellas deterministas y/o locales.
Y, ¿qué decir contra la precisión de nuestros modelos? Nos vanagloriamos, por ejemplo, de la relatividad general por predecir con un montón de decimales el movimiento de una galaxia a millones de años luz, mientras reconocemos con la boca pequeña que tal precisión se basa, en el fondo, en la fantástica suposición de que existe algo invisible e incognoscible, la materia y energía oscura, que domina el 95% de ese movimiento predicho; pues en caso contrario nada cuadra.
Pero sobretodo, lo que tumba este argumento sobre la precisión para defender que nuestros modelos son aproximaciones a lo supuestamente real es que no existen modelos únicos y exclusivos. Es decir, matemáticamente es posible crear modelos predictivamente equivalentes, o muy equivalentes, pero que, sin embargo, para nosotros "significan" realidades harto diferentes. En la mecánica cuántica es muy descarado tamaño dilema: tenemos desde la interpretación de Copenhaguen, a la de Bhom-DeBroglie, a la de Everett por poner sólo algunas.
La interpretación de Copenhaguen nos da una visión perfectamente aleatoria de la existencia. La de Bohm-DeBroglie nos da una visión Leibniziana, por así decirlo. Y la de Everett nos da la famosa visión del multiverso, muy similar a la dada por Anaximandro hace milenios.