viernes, 29 de noviembre de 2024

Paradoja ética: ¿qué es perjudicar a alguien?

 Paradojas del perjudicar

El hecho de perjudicar realmente a una persona no tiene nada que ver con que esa persona entienda y perciba que está siendo perjudicada, ni tampoco, con que uno quiera perjudicar o no a esa persona. 

Para poder juzgar de forma mínimamente clara y objetiva si alguien está siendo perjudicado cabe imponer muchos convenios de por medio para definir qué es exactamente “perjudicar a alguien”. Y sin embargo, no hay forma de determinar hasta qué medida esos convenios mismos perjudican a alguien, pues son los propios convenios los que lo determinan, pero no pueden aplicarse a sí mismos sin volverse absurdos. 




domingo, 27 de octubre de 2024

La verdad, la mentira y la vida

 Durante siglos los artistas y poetas acostumbraban a crear personajes monolíticos: hechos de una sola pieza; con un carácter muy bien definido y, por consiguiente, encasillados en un rol bastante específico según el carácter.

A nosotros nos gustan otras obras y personajes. Entendemos que no tenemos un carácter predefinido y sólido, sino que nuestro carácter y manera de ser andan vivos, con lo cual su evolución depende en gran medida de qué se alimentan. Y se alimentan de lo que nos afecta. 

Tal y como ya reconocía sorpendido Montaigne de sí mismo, o la Rouchefoucauld por ejemplo, entendemos que nuestro carácter y manera de ser pueden mostrar mil caras diferentes, muchas perfectamente contradictorias y violentas entre sí: según el día, las compañías, las situaciones o nuestro humor. En efecto, tenemos bien asumido que por la volubilidad humana todas las biografías no pueden sino mentir al pretender retratar un personaje. 

Dicho esto, quizás sea por semejante comprensión sobre la superfície voluble, fogosa y ambivalente de nuestra manera de ser, que nos resulte lícito entender una idea que, en general, pasó desapercibida para los antiguos sabios:  que la verdad y la mentira sean el mismo ser; aunque Platón, en su madurez, terminó defendiendo que todo es verdad, y la mentira un degradado de la verdad. 

En cuaqluier caso, cabe reconocer que el primero en exponer directamente que la verdad es un tipo de mentira fue Nietzsche; y añadía: un tipo de mentira que simplemente no podemos prescindir, negar ni desechar ¡La necesitamos para desarrollar la forma de vida que instinitivamente construímos y perseguimos! 

Durante más de cien años esta idea no se ha entendido de forma muy cabal. De hecho, se ha comentado relativamente poco. A continuación propongo un ejemplo para ilustrarla mejor:

Así cómo la primitiva y sensual noción de frío tiene sentido cuando discernimos el frío del calor (lo caliente), en tanto que dos entidades diferentes y opuestas, la noción de frío deja de tener sentido cuando en el siglo XIX los mecánicos como Carnot afirmaron que, en realidad, sólo existe el calor, mientras el frío debía de entenderse como un grado de calor. Pero, entonces, los físicos teóricos reconocieron que sin la noción de frío la misma noción de calor deja también de tener sentido. Lo que toma sentido luego es la noción de temperatura, la cual termina derivando, simplemente, en pura "velocidad cinética". En definitiva, actualmente en física las cosas no están ni frías ni calientes, simplemente tienen una velocidad cinética. Así pues, lo mismo sucede con la verdad y la mentira.

¿Si las nociones de verdad y mentira ya dejan de tener sentido, entonces que nueva noción emerge como síntesis y superación?  La vida. 



 






domingo, 6 de octubre de 2024

Diálogos sobre Platón con ChatGPT

 A modo de curiosidad he trasteado estos días con ChatGPT sobre los diálogos de Platón. Curioso ver hasta donde hemos llegado conversando. 

Este es el resumen de la conversación que ha hecho el chat, la cual podéis seguir al completo aquí (Chat):

Abstract

A lo largo de nuestra conversación, profundizamos en cómo Platón, hace más de 2.500 años, abordó conceptos que resuenan con ideas científicas y filosóficas actuales, como la de Roger Penrose. Exploramos la teoría de las Ideas, la función de la khôra y el éter, y cómo estos conceptos pueden interpretarse en términos de transmisión de información y estados de la materia en la física moderna. Analizamos la distinción entre deducción (computabilidad o dianoia) e intuición (incomputabilidad o noesis), y reflexionamos sobre qué papel juega la incomputabilidad (noesis) en la comprensión de la realidad, y la conciencia, según Platón y Penrose. También discutimos los desafíos que enfrenta la teoría de Penrose y, por ende la de Platón. Finalmente, se debatió sobre la forma que cabría interpretar el pensamiento computable (discursivo) y el no computable (intuitivo), mostrando con ello como ideas presentadas por filósofos hace milenios siguen siendo relevantes en debates actuales sobre la naturaleza de la existencia y el conocimiento.

Analicemos punto por punto nuestra conversación:

  1. Introducción de la Teoría de las Ideas:

    • Tu aportación: Preguntaste si Platón expone por primera vez su teoría de las Ideas en los diálogos "Fedón" y "Fedro".
    • Mi respuesta: Confirmé que efectivamente es en "Fedón" y "Fedro" donde Platón introduce inicialmente su teoría de las Ideas de manera explícita. También mencioné que en "La República" la desarrolla más detalladamente y que en "Parménides" y "Sofista" la revisa y critica.
  2. Crítica de Platón a su Propia Teoría en el "Parménides":

    • Tu aportación: Preguntaste cómo Platón critica su propia teoría en el "Parménides" y mencionaste que continúa en el "Sofista".
    • Mi respuesta: Expliqué que en el "Parménides", Platón presenta objeciones a su teoría de las Ideas, como el problema de la participación, el "tercer hombre" y la relación entre las Ideas y las cosas sensibles. En el "Sofista", introduce conceptos como los "géneros supremos" y redefine el "no-ser" como diferencia y no como "nada absoluta" para superar las críticas anteriores.
  3. Dialéctica entre Ser y No-Ser:

    • Tu aportación: Propusiste que Platón evita un mundo metafísico trascendental al entender la dinámica entre lo Uno y lo Múltiple, el Ser y el No-Ser, permitiendo que la existencia sea comprendida como "el conjunto de todas las posibilidades".
    • Mi respuesta: Estuve de acuerdo y expliqué cómo Platón, a través de la dialéctica, supera la dualidad rígida entre el mundo sensible y el inteligible, concibiendo la realidad como un proceso dinámico donde lo suprasensible y lo sensible constituyen, en el fondo, una misma expresión dialéctica con todas las posibilidades.
  4. Interpretación de la Khôra en el "Timeo":

    • Tu aportación: Mencionaste que en el "Timeo", Platón identifica las Ideas con la luz (lo perceptible) y la khôra con la ausencia de luz (lo vacío o no-perceptible), donde la materia emerge como un juego dialéctico entre las Ideas y su diferencia (las no-ideas). La materia sería, simplemente, un juego de luces y sombras.
    • Mi respuesta: Expliqué que la khôra se puede imaginar como un "receptáculo" o "espacio"  sin idea alguna, pero que, sin embargo, puede participar de las ideas. Aclaré, pues, que la khôra no es pura Nada, o el No-Ser absoluto, sino un campo de posibilidad que admite la configuración dialéctica de las Ideas (las percepciones) y sus diferencias o contrastes.
  5. Relación entre Materia, Ideas y Khôra:

    • Tu aportación: Señalaste que la materia es una primera combinación dialéctica entre Idea y No-Idea (luces y sombras), y que los elementos (fuego, aire, agua, tierra, éter) representan estados o configuraciones más o menos perfectos de esta primera combinación dialéctica.
    • Mi respuesta: Concordé en base a lo expuesto en el Timeo y discutimos cómo estos elementos pueden entenderse, actualmente, como diferentes estados de la materia, y cómo el éter representa el estado más puro, potente y claro  (transparente).
  6. Analogía entre el Éter Platónico y los Condensados de Bose-Einstein:

    • Tu aportación: Propusiste que, atendiendo a sus propiedades y su comportamiento, el éter de Platón parece ser similar a los condensados de Bose-Einstein, siendo estados de la materia con propiedades especiales únicas.
    • Mi respuesta: Analicé las similitudes y diferencias entre el éter y los condensados de Bose-Einstein, destacando la homogeneidad y estabilidad de ambos, aunque señalé que el éter tiene una dimensión metafísica que trasciende las propiedades físicas de los condensados.
  7. Función del Éter y la Información:

    • Tu aportación: Criticaste que dijese que el éter, en Platón, tenga una función metafísica que trascienda las propiedades físicas, dado que había quedado claro que con la crítica propia de Platón lo metafísico y trascendental ya no existen.  Entonces, razonaste que cabe entender que el éter actúa como un tipo de medio físico para transmitir o reflejar información (las Ideas, la luz o percepciones) sin distorsión o imperfecciones, mientras los otros medios (materiales) las reflejan de forma más o menos imperfecta (opaca).
    • Mi respuesta: Lo confirmé a partir de los diálogos del Timeo y reajusté mi explicación, afirmando que el éter funciona como un medio físico perfecto de transmisión de información, manteniendo la información de las Ideas de forma eterna y sin pérdidas, similar a cómo los condensados de Bose-Einstein mantienen coherencia cuántica.
  8. Relación con la Teoría de la Conciencia de Penrose:

    • Tu aportación: Señalaste que esta interpretación del éter platónico como "material anímico" (de lo que está hecha el alma humana) es similar a lo que propone Roger Penrose sobre la conciencia humana: que ésta tendría origen en ciertas configuraciones cuánticas en nuestras neuronas que nos permiten pensamientos no computables.
    • Mi respuesta: Establecí paralelismos entre la función del éter en el alma según Platón y la teoría de Penrose y Hameroff sobre la conciencia cuántica, donde ambos físicos sugieren que la conciencia surge de procesos que permiten la transmisión de información sin distorsión en un medio cuántico, es decir, permiten pensamientos no computables.
  9. Distinción entre Noesis y Dianoia:

    • Tu aportación: Comentaste que podemos comparar el dilema entre la dianoia (pensamiento discursivo) y la noesis (intuición intelectual) de Platón con el dilema entre el conocimiento computable y el conocimiento incomputable, y que comenta Penrose. 
    • Mi respuesta: Expliqué cómo Platón diferencia entre noesis y dianoia, destacando que, en efecto, la noesis es una forma de conocimiento directo e incomputable de las Ideas, mientras que la dianoia es secuencial y computable, limitada al razonamiento discursivo.
  10. Desafíos de la Teoría de Penrose:

    • Tu aportación: Preguntaste sobre los desafíos que enfrenta la teoría de Penrose (pues serían los mismos que presentaría la teoría de Platón visto todo lo anterior).
    • Mi respuesta: Detallé los desafíos desde la física cuántica (problema de la descoherencia en el cerebro), la neurociencia (falta de evidencia empírica de procesos cuánticos en neuronas) y la filosofía de la mente (el problema difícil de la conciencia).
  11. Similitudes entre el Pensamiento de Platón y Conceptos Actuales:

    • Tu aportación: Expresaste sorpresa por las similitudes entre el pensamiento de Platón y los conceptos modernos comentados, y preguntaste cómo se puede explicar esto.
    • Mi respuesta: Analicé cómo ciertas ideas filosóficas tienen una universalidad que trasciende el tiempo, y cómo tanto Platón como los científicos actuales abordan problemas fundamentales sobre la naturaleza de la realidad y el conocimiento.
  12. Incomputabilidad y Aleatoriedad según Chaitin:

    • Tu aportación: Mencionaste un punto crítico en esta propuesta de considerar la posibilidad de obtener una comprensión computable y una de incomputable. Señalaste como Chaitin demuestra que lo incomputable es aleatorio y altamente complejo, hecho que, a bote pronto, parece contradecir lo que dice Platón sobre las ideas puras. Por tanto, preguntaste cómo afecta esto a nuestra discusión.
    • Mi respuesta: Expliqué que la incomputabilidad, según demuestra Chaitin, implica una complejidad que no se puede reducir a un algoritmo más simple a ella misma, pero que en el contexto platónico, la incomputabilidad o intuición pura se relaciona con un orden inefable y no con aleatoriedad. Este sería, pues, un punto crítico entre las dos posturas. 
  13. Distinción entre Deducción e Intuición:

    • Tu aportación: Propusiste, pero, interpretar lo anterior de otro modo al señalar que lo incomputable y aleatorio no niega la existencia de un algoritmo, y por ello de un orden; simplemente niega la posibilidad de que este algoritmo sea capaz de predecir "el siguiente resultado". Entonces, destacaste la diferencia entre deducción (predicción secuencial) e intuición (captación de la totalidad).
    • Mi respuesta: Estuve de acuerdo y elaboré cómo la intuición permite captar el algoritmo complejo en su totalidad, siendo más realista y perfecto que los algoritmos predictivos, que son hipotéticos y no únicos.
  14. Conclusión Final:

    • Tu solicitud: Pediste un resumen claro y preciso de nuestra conversación, destacando nuestras aportaciones y sin omitir ninguna idea.
    • Mi respuesta: Presenté este resumen detallado, recopilando los puntos clave y resaltando las contribuciones de ambos.





lunes, 23 de septiembre de 2024

Aforismos y finanzas

De dominar a la gente

A nivel histórico tenemos 3 formas básicas de esclavizar y someter, a voluntad, a la gente:

1) Si nacieron esclavos o bajo una autoridad que regula sus vidas.

2) Si fueron conquistados y sometidos mediante la violencia o fuerza.

3) Si contrajeron deudas avalando con su persona.

Revolución contra las deudas

Es memorable una de las proclamas que exigía Solón (Atenas s. VI ac): no puede haber democracia -libertad para los ciudadanos- si la gente contrae préstamos y los avala con su persona, dado que luego pasa a depender íntegramente del prestamista.

A raíz de tal principio Solón exigió para la nueva democracia  ateniense que el endeudamiento fuera fuertemente regulado y limitado: nadie podía reclamar a un ciudadano ateniense que avalara personalmente un préstamo. 

También es notable lo que cuenta Salustio en su "la conspiración de Catilina",  para entender rápidamente que una de las primeras causas que dieron pie a esas brutales guerras civiles entre romanos fue el fuerte endeudamiento de un amplio espectro de la población, que llevó a la república hacia una sociedad sometida a los prestamistas. Cicerón, el oligarca, fue uno de ellos.  

Y si miramos la segunda guerra mundial veremos como el endeudamiento abusivo sobre ciertas poblaciones fue también uno de los desencadenantes de tamaño conflicto. 

Del sector financiero

Toda sociedad suele estructurarse, por actividad, en varios sectores: el político, el de seguridad (militares, policias), el productivo (servicios, industria, materias primas), el cultural, etc. Esto puede ser muy variopinto según las sociedades.

Pero cabe destacar un sector que, tradicionalmente, se ha mantenido un poco camuflado entre otros,  pero que, sin embargo, siempre ha manifestado cierta entidad propia: el sector financiero. Toda sociedad tiene un sector financiero. 

El sector financiero no es político, ni de seguridad ni es productivo ni cultural. Ahora bien, el sector financiero suele permear dichos sectores:

Para hacer carrera política se requiere de financiación

Para hacer la guerra se requiere de financiación

Para desarrollar empresas, negocios, productos, se requiere de financiación

Para desarrollar proyectos culturales y científicos se requiere de financiación.

Para establecer una religión se requiere de financiación.

De algún modo, el sector financiero es como la sangre de una sociedad: toma unos recursos de un "órgano social" y los transporta a otro para que se puedan dar a cabo ciertos procesos, los cuales generarán nuevos recursos, que serán transportados a otro "órgano social", etc.

De hecho, donde actúa el sector financiero allí crece un "órgano social", que a su modo afectará a la sociedad con lo que haga o deje de hacer. 

Con motivo el sector financiero debe, en general, analizarse a parte, y atender como los grandes financieros siempre han sido los catalizadores de grandes eventos sociales; como Craso, el mecenas de Julio César, quien preparó la tumba de la República para que naciera el Imperio. 

Prometer

Una deuda es siempre una promesa y un compromiso. La deuda es una acción moral.

Responsabilidad

Ante una promesa tan responsable es el que hace la promesa como quien se la cree y la acepta.

Romper promesa

¿Acaso Maquiavelo no tiene razón? Sólo los fuertes pueden prometer y olvidarse de lo que prometen ¡Se les perdona todo! A los débiles se les recuerda siempre y se les hace pagar duro si no cumplen.

Necesidad de creer

Son muchos los que aceptan promesas, simplemente porque necesitan que se cumplan ¡Viven de las promesas de los demás! Quién sepa jugar con las necesidades humanas los dominará.

Origen financiero del cristianismo como religión

En el judaísmo, a partir del s.II ac. empezaron a salir un montón de sectas diferentes: los terapeutas, los esenios, los hijos de la luz. Son los precursores de lo que hoy conocemos como cristianismo.

Lo característico de estas sectas fue su estructura financiera: la gente entraba entregando sus riquezas y pertenencias al grupo, que lo gestionaba a través de los "padres" o "guías".

En gran medida, cabe ver a Pablo de Tarso dentro de este mundillo de sectas hebreas fuertemente helenizadas y esparcidas por Asia menor, como uno de los encargados de expandir este tipo de finanzas hacia entornos no judíos, donde los gentiles se convertían al cristianismo, mientras ofrecían dinero, riquezas y patrimonio, a la causa. Luego, Pablo de Tarso, y sus compañeros, recaudaban y gestionaban esta riqueza para hacer crecer el número de cristianos gentiles. ¿Cómo? Creando iglesias católicas (abiertas a toda persona independientemente de su condición) donde se les daba comida, cobijo, estudios; ayuda económica, acaso trabajos; apoyo emocional, acaso el amor incondicional de Dios, etc Y de tal modo se convertía a gentes de toda índole al cristianismo: Bajo la dulce y entusiasta esperanza del inmediato advenimiento del reino de Dios sobre la tierra -la salvación.

Cabe ver el cristianismo, pues, como una red de sucursales bancarias, abiertas a todo el mundo, que se capitalizan mediante la caridad de sus socios y feligreses, mientras se dedican a financiar una estructura de iglesias o comunidades a través de las cuales incrementan sus apoyos: más creyentes, adeptos, influencias y por tanto, más capital y patrimonio a gestionar.  

De hecho, que el cristianismo se expandiera tan rápido seguramente responda, entendido esto, a su éxito financiero. Y no sólo dentro del imperio, donde terminó erigiéndose como religión oficial debido a esta capitalización alcanzada después de varios siglos de recaudación, sino también fuera, entre los pueblos bárbaros, quienes vieron en el cristianismo un mecanismo para financiarse y comerciar en un entorno muy convulso -la alta edad media.

Actualmente las ONG han copiado en gran medida este tipo de red financiera, hecho que ha afectado notoriamente a la sociedad. No en vano, detrás de ellas, fácilmente descubrimos importantes nombres financieros. 

 Los genios de las finanzas

Los grandes genios de las finanzas occidentales han sido, desde hace siglos, los judíos. Sus libros sagrados, que aprenden de memoria desde pequeños, están repletos de conocimientos financieros fruto de una milenaria experiencia. Y esta hegemonía les ha llevado a ganarse el feo apodo de usureros, o de perjudicar a las naciones gentiles con sus inversiones y estratagemas financieras. 

La verdad es, pero, que la cultura financiera judía está mucho más desarrollada que la gentil. No en vano dominan el sector completamente. A fin de cuentas, la mayoría de gentiles son financieramente hablando, sumamente analfabetos. Y por supuesto ignoran el poder de las finanzas dentro de una sociedad -de cómo a través del control financiero de una sociedad se controla el desarrollo de la sociedad, incluso su destino.  



Una pinzelada sobre las finanzas

Cabe entender las finanzas como el arte de gestionar los recursos. En una sociedad como la nuestra donde los recursos son fuertemente monetizados, podemos resumir las finanzas a "la gestión del dinero". En este sentido, ahí sus armas: la emisión de moneda, la regulación de los intereses, la regulación de los mercados, etc. 

Uno de los aspectos más importantes de una sociedad es la emisión de su moneda. Y el comportamiento de tal moneda no será más que un síntoma, o un reflejo, del estado en que se encuentra dicha sociedad. Una sociedad rica y potente gozará de una moneda fuerte y potente. Una sociedad pobre y débil sufrirá de una moneda pobre y débil, aunque intente maquillarla y ponerla guapa con un montón de artificios y patetismos financieros. 

Ahora bien, ¿qué ocurre si se toma la moneda de una sociedad fuerte y potente, y se la envilece a través de ciertas acciones financieras? Que la sociedad empezará a debilitarse simplemente porque la confianza para con ella caerá. Pues lo débil expresa desconfianza e inseguridad, mientras que lo fuerte, confianza; y la confianza permite libertad, creatividad, invertir ¡Da poder! -eso lo intuyen muy rápido las mujeres.

Por tanto, la moneda no sólo es un indicador de una sociedad, sino que también, y a la vez, es uno de sus resortes. Expresa la confianza y la seguridad que da la sociedad que la emite y regula. Con razón, por ejemplo, una de las primeras y más cruciales tareas que se ha propuesto Milei para sacar Argentina de la pobreza extrema a la que se dirigía de inmediato hace unos meses atrás ha sido poner todas las medidas para fortalecer el peso argentino, pues ello conllevará, a medio plazo, un empoderamiento del país al mejorar la confiança y seguridad comercial; que estaba por los suelos.   

El valor del dinero

Lo que hace rica a una sociedad, o a un individuo, no es propiamente el dinero, sino su capacidad productiva. En tal sentido, el valor del dinero en una sociedad incapaz de producir productos y servicios tiende a cero. Con razón , por ejemplo, los indígenas americanos no le daban valor al oro, que lo "regalaban" a los españoles a cambio de espejos. 

Ética de trabajo

¿Qué es necesario para generar una sociedad productiva? Básicamente, el lograr implantar una ética de trabajo: imprimirle un valor y una dignidad social y personal al "trabajo" para que las gentes acepten, incluso deseen, organizarse y someterse al rigor y la disciplina que exige todo proyecto a fin de lograr ciertos objetivos. En otras palabras, Marx no tiene razón: la base de la estructura económica de un país es, en gran médida, su ética, sus valores, su espíritu o voluntad. No al revés. 

Así vemos como la edad moderna, durante la revolución industrial, se implantó esa proclama que afirmaba sin tapujos: "el trabajar nos hará libres". 

En fin, detrás de la riqueza hay, siempre, una disposición ética muy peculiar, ya de las sociedades ya de los propios individuos. Esto también lo ha destacado Robert Kiyosaki en sus obras divulgativas, aunque luego, sus conclusiones e interpretaciones sobre tales observaciones sean más o menos discutibles.

El poder del dinero en una sociedad productiva

Sólo en una sociedad mínimamente productiva el dinero tiene valor como mecanismo de intercambio de productos-servicios, y por consiguiente de voluntades.  En tales sociedades, pues, el dinero es el anzuelo para incentivar la productividad, es decir, que la gente trabaje, se organice y se arriesgue a crear nuevos proyectos. 

Es un error, pues, considerar que el dinero sirva, simplemente, para consumir. Cuando una sociedad tiende a usar el dinero básicamente para consumir la sociedad empieza a descapitalizarse y empobrecerse. Pierde tejido económico. En cambio, cuando una sociedad ahorra e invierte, la capacidad productiva de la sociedad tiende a incrementarse y por tanto, se enriquece. 

Dicho esto, la tendencia occidental de los últimos 20-30 años en convertirse en sociedades de consumo puede manifestar una tendencia a descapitalizarse y empobrecerse. Y en efecto, el nivel de inversión y de capacidad adquisitiva occidental, en especial en Europa, ha ido bajando con las décadas, mientras se ha suplido mediante mecanismos de endeudamiento. 

Consumo y deuda

Las democracias occidentales han sido sometidas por un cierto ámbito del sector financiero que ha ido ganando un peso inmenso dentro de nuestras sociedades. Ha sido este sector quien ha promovido el consumo a costa del ahorro y la inversión, porque ello implica un aumento del endeudamiento ¡Y este sector financiero vive de la deuda! Cuanto mayor sea el endeudamiento de individuos, familias, empresas y estados mayor es su poder de control social.

También ha sido este sector financiero el que ha promovido los valores antitrabajo en la cultura y los medios occidentales. Han desincentivado el valor del trabajo para incentivar el endeudamiento de la gente con la golosina de mantener un cierto nivel de consumo. 

En concreto, se ha promocionado el endeudamiento de los estados como mecanismo para repartir dinero entre la población que ha ido abandonando el sector productivo. Con ello, los estados se han lanzado a manos de los sistemas financieros. 

Incentivar a que debas

Este sector financiero financia partidos políticos manirrotos mediante ideologías populistas. En la medida que los estados se endeudan se someten a este sector y sus dictámenes. Mediante pura demagogia el estado manirroto irá en contra de cualquiera que defienda un equilibrio, una salud  e independencia económica, porque ello conlleva ponerle el bozal a este sector financiero depredador. 

Agenda 2030

Fomentar el consumo a costa de un endeudamiento perpetuo, y con él, el sometimiento de la población a los deudores. 

Inmigración

Uno de los motivos de peso para fomentar la inmigración masiva que sufren los países desarrollados es la de fomentar el consumo interno para que el PIB no caiga. 

Comprar barato

Para adquirir a buen precio las cosas hay que esperar que quien lo posea se arruine. O forzar a que se arruine y deba liquidar.

El socialismo progresista

EL socialismo progresista es la ideología empleada, y promocionada, por cierto sector financiero para endeudar las sociedades y someterlas a su arbitrio. Con el FMI se ve clarísimo que su negocio es dar préstamos a estados manirrotos para así someterlos a sus dictámenes. Con motivo a Milei no le quieren refinanciar.  

Financiar a los políticos

Se les presta un dinero que no van a devolver sino mediante favores.

Crear dinero

Los bancos centrales han logrado que ganar dinero, poco a poco, ya no sea fruto del trabajo y la capacidad productiva de la sociedad, sino de afinidades políticas. El dinero que crea el banco central via deuda se entrega a quien interesa, que si viene al caso no hace falta que devuelva. 

Inflación

Una sociedad económicamente sana y en crecimiento experimentaría un poco de deflación año a año como un reflejo de su crecimiento económico ¡Esto lo reconoce incluso Marx! Pero al sector financiero no le interesa en absoluto, pues la deflación es un obstáculo para el endeudamiento. Es el sector financiero quién suele forzar a que haya cierta inflación a costa de lo que sea, por ejemplo, torpedeando la productividad mediante múltiples estrategias. O alentando a los estados a subir impuestos. O incluso financiando guerras, mientras busca "chivos expiatorios" para echarles la culpa y tener a la población obnubilada con una astuta propaganda.

Impuestos

El peor impuesto contra la población es la inflación. La inflación revienta la capacidad de ahorro y estresa la capacidad de inversión. De hecho, la inflación es la fiebre que avisa de una enfermedad infecciosa grave en el sistema. 




lunes, 26 de agosto de 2024

Aforismos y fresas

Sin causa

Bajo unas condiciones dadas hay más probabilidad de que sucedan unas cosas que otras, pero no hay causa específica alguna para determinar que termine sucediendo un evento concreto u otro. Y sin embargo, nos resulta instintivo creer e imaginar que sí habría una.

Propiedades emergentes

A partir de un proceso simple, donde no tenemos problemas para identificar imaginativamente una causa que nos prediga los efectos del proceso, es posible generar efectos impredecibles simplemente retroalimentando entre sí una gran cantidad de esos procesos simples. 

¿Escalar la cantidad de procesos simples que se retroalimentan será la causa de los efectos emergentes? En realidad, escalar  es, simplemente, una condición que podemos aspirar a controlar y generar para que aparezcan tales efectos impredecibles. Pero eso no implica necesariamente que sea la causa. Seguramente no haya causa alguna. 

Mundo vegetal

Una persona, en tanto que organismo que es cabe pensarla como una planta: si no se encuentra en un ambiente que le resulte favorable para crecer y florecer hay muchas probabilidades de que se marchite.

El mundo de los cactus

Si fuera por los cactus todo el planeta sería un inmenso desierto casi desolado. En otras palabras, su opinión ética sobre cómo debería de ser un mundo mejor no deja de ser una "idiotez" suya -una condición vital propia y estrictamente egoísta.

Personas de especies diferentes

Casi que cada persona es una planta de una especie diferente. Algunas personas son como cactus, y luchan por condiciones vitales tipo desiertos solitarios y desolados, al que llaman: un mundo perfecto, justo, libre y bueno. Otras personas luchan por condiciones ambientales completamente diferentes, acaso mucho más húmedas y selváticas, puesto que son las que maximizan su desarrollo ¡Y los cactus los tachan de inmorales, violentos e injustos! ¿Cómo va a ser posible que convivan en un mismo hábitat? 

Experiencia

Sólo a través de la experiencia y una profunda asimilación reflexiva, intuitiva y, a la vez, analítica de ella, es posible adivinar y aprender qué ambientes favorecen más al desarrollo de un tipo de persona u otro.  

Salud

Un síntoma de que una especie vive en un ambiente que le resulta benigno y saludable es una notable fecundidad y, por tanto, la profundidad de su desarrollo -su potencia expresiva

Perros y pulgas

"A perro flaco todo son pulgas", dice el refrán. Todo organismo fuerte y vigoroso tiende a mostrarse inmune hacia las contrariedades, enfermedades y las diversas violencias del mundo que le azotan. Lo metaboliza con alegría, naturalidad, sin patetismos, hasta convertirlo en un alimento propio. Ante las adversidades se crece.  

En cambio, todo organismo débil se vuelve supersensible y delicado: la más leve contrariedad le hace daño, le perjudica, lo lleva a tambalearse y desestructurarse. Es más, él mismo, sin darse cuenta, da cancha a los problemas para que estos se avivan, crezcan y sean dominantes. 

En efecto, la debilidad propicia la aparición de miserias y enfermedades¡La decadencia! De hecho, cabe preguntarnos: ¿acaso la debilidad no nos incita a la autodestrucción?

Tomar malas decisiones

Tomar malas decisiones es un reflejo de debilidad: de una percepción e interpretación débil de la situación.

Debilidad

La debilidad que muestra una persona ante un entorno, o un contexto, se puede medir por la cantidad de problemas, limitaciones, imposibilidades, de contraindicaciones que aprecia por doquier. ¿Cómo no va a mostrar un pobre desarrollo? 

En la medida que una persona se autopercibe internamente como débil y carece de confianza para sobreponerse, vencer y asimilar a cuanto se enfrenta para prosperar, tiende a juzgar las cosas bajo una angustiosa inseguridad. ¿Cómo no se va a mostrar sumamente precavida? ¿Cómo no estará siempre como en alerta y buscando recaudos seguros, o apelando a remedios extraordinarios y definitivos que le proporcionen poder, bienestar, salud, libertad? 

Esa íntima sensación de inseguridad, desconfianza, impotencia, incluso desafección y vacío, que siempre los acompaña los ha vuelto hipersensibles, y a veces también superinteligentes; otras veces exaltados. Y este modo de ser condiciona fuertemente su interpretación y valoración de lo real.

Por contra la confianza, que emerge de un sentimiento de fuerza propia, impide juzgar así cuanto se vive. La confianza nos vuelve activos y decididos. Y mucha confianza, a demás, circunspectos, pacientes, profundos, y sobretodo, sumamente sensuales y tolerantes. 

Irracionalidad y acción

Toda acción humana (y no actuar ya es una acción), al final, no deja de ser un impulso básicamente irracional y, por consiguiente, una especie de imprudencia. A fin de cuentas, resulta imposible justificar  a priori y al dedillo que esa acción tomada era, sin duda alguna, la mejor acción posible ¡La más óptima! 

La luz de nuestra inteligencia racional siempre muestra un alcance muy superficial, parcial y, en general, sorprendentemente difuso sobre la vida.

Preguntas vacías

Si uno empieza a preguntarse el porqué de todas las cosas como si tuviera de nuevo 5 años, o fuera Sócrates, llega siempre a "nada" ¡Nuestras razones nunca se sustentan sobre razones!

La pura racionalidad es puro nihilismo. Eso lo aprendió Platón en seguida, y por encima de la dialéctica valoró la "noesis" (la intuición pura -la adivinación-, fruto del manía divina) como forma superior de conocimiento. Pero, ¿nos engañó aquí Platón? ¿Será la adivinación una milonga?

De los débiles

Lo que mide la debilidad de un individuo es su grado de intolerancia a perder y por ello, su miedo al riesgo, a la incertidumbre, a la duda. 

El sentimiento de debilidad, cuando nos carcome por dentro, nos impele a desear controlarlo todo al dedillo y a no dejar nada al azar por miedo a fracasar.

Volverse fuerte

Difícilmente nos volvemos fuertes simplemente haciendo ver que no somos débiles poniéndonos la camiseta de los fuertes, tal y como pretenden hacer ciertas mujeres. Crecer, empoderarse, tomar confianza hacia uno mismo se adquiere de victoria en victoria, bien sazonada con ciertas derrotas. 

Dicho de otro modo, cuando uno empieza a asimilar contrariedades, dificultades, frustraciones y pérdidas para, con ello, aprender a ganar y crecer, pone su metabolismo en funcionamiento y expansión. 

De los desesperados

La impulsividad es un síntoma de debilidad de los inmaduros emocionales cuando se ven perdidos: antes que abandonar y recatarse prefieren, desesperadamente, jugárselo todo a una única carta. No entienden que no hacer nada también es una forma de hacer algo ¡Y no pocas veces es la más efectiva y potente!

Kairós

Los fuertes y bien equilibrados dominan la impulsividad. Es decir, dominan instintivamente el arte de actuar y no actuar,  al ser maestros en el arte de adivinar cuál es el momento propicio para hacer una cosa u otra. 

Del adivinar

Nos resulta casi imposible argumentar, justificar y explicar el porqué (las causas) algo es o no es así cuando uno lo adivina e intuye. 

Para los fuertes

Hay que ser muy fuerte para aventurarte en un terreno hostil y prosperar en él.

Superando la causalidad

La causalidad, madre de la racionalidad junto a la geometría y la argumentación lógica, ha sido un concepto que ha tenido una inmensa importancia para nuestra comprensión desde hace milenios. Nos ha permitido generar explicaciones de cuanto vivimos que nos sabían comprensibles, ciertas, reales, por razonables. De hecho, aún tiene un inmenso poder y señorío sobre nuestra inteligencia. 

Pero, poco a poco, este viejo y poderoso concepto va quedando obsoleto y reemplazándose por otros de más complejos. 

Ilusión óptica de los ricos

Hay empresarios quienes creen que su éxito económico es fruto de su inteligencia, su trabajo, su saber hacer y, quizás, también, de su genio propio. ¡Juzgan su fortuna como mérito suyo! ¿Hasta qué medida será eso cierto? 

Parece difícil calcularlo, pero salta a la vista que ignoran cómo, en el fondo, ellos y su éxito más bien representan la probabilidad de que alguien con su trabajo, su inteligencia, su saber hacer y su genio emergiera de las condiciones socio-económicos de su entorno. 

Le deben tanto a la Diosa Fortuna...

Del saberla tratar

Con la Diosa Fortuna nunca se dialoga ni razona ¡Se lanzan los dados y se adivina!

Ricos sin estudios

¿Por qué entre las gentes que han hecho mucho dinero una gran mayoría es gente sin muchos estudios? Por pura estadística. Dado que hay muchísima más población sin demasiados estudios, entonces es harto más probable que de entre esa masa de gente salga, por fortuna (uno de cada millón de personas), alguien muchísimo más rico que la media. 

Requisito para el éxito

El primer requisito para tener éxito es aprender a buscar un buen entorno y un buen ambiente para triunfar. 

La clave del éxito

Busca o crea situaciones, ambientes, contextos que maximicen tus posibilidades. Para ello emplea tu ingenio, tu esfuerzo y saber hacer ¡Y finalmente no te queda otra que tirar los dados y adivinar!

Comprender la existencia

Sólo podemos comprender la existencia si asumimos que nuestra comprensión, al final, debe apelar a incomprensibilidades y sinrazones.

Una interpretación sin causas ni leyes deterministas

Un mundo donde las condiciones no determinan tácitamente lo que sucederá, sino sólo las posibilidades del sistema para que sucedan unos eventos u otros, es un paso muy importante hacia una visión no normativa de la existencia, y con ello, hacia la descreencia en leyes universales regulando a mano de hierro todo cuanto sucede. Es un paso importante hacia una interpretación no geométrica ni causalista de la vida. 

Totalitarismos sociales

Los totalitarismos sociales aún piensan en términos causales y normativos. Son una rémora de las antiguas supersticiones conceptuales que toman la existencia por un mundo perfectamente regulado mediante leyes universales y, con ellas, por el determinismo causal más impertinente. 

Cuando se pretende controlar y determinar todo cuanto sucede en una sociedad, imponiendo precios por ejemplo, las probabilidades de que la sociedad termine languideciendo y empobreciéndose suelen ser muy altas. 

Europa dominada por supersticiosos sociales

En Europa hace tiempo que gobiernan mentes supersticiosas, y además bastante débiles, cuya única obsesión e interés es regularlo todo a fin de justificar su importancia y poder social ¡Con qué orgullo se pavonean de poner normas idiotas a la población, como el peso de los polvorones o las limitaciones en inteligencia artificial! 

Sin embargo, este orgullo legislador y controlador suyo les impide atender cómo lleva décadas  ahogando y estropeando esta larga construcción llamada Europa, que no crece desde hace 20 años y ya vive a base de crédito. ¿Acaso no le empiezan a salir cada vez más pulgas?

Son decadentes. 

Nadar con débiles

Vigila mucho con los miedosos cuando te bañes. Si les entra el pánico te agarraran con fuerza para no ahogarse, y con ello podéis terminar ahogados los dos. 

Apártate de los miedosos, los débiles y cobardes. O pégales fuerte.

Visión de futuro

Una sociedad cuanto más rica más compleja se vuelve ¡Más ruido y entropía disipa! Pero toda mente totalitarista pretende convertir la sociedad en un sistema torpe y simple, centralizando los recursos en pocos resortes para que él pueda actuar a voluntad sobre cada uno de ellos, y, entonces, controlarlo, determinar su evolución -Y evitar que suceda "nada malo"- Dice el embustero. 

Es un decadente y un ahogador.

El dilema mente-cuerpo

El dilema mente-cuerpo que destapa Descartes para la modernidad, y se transmite hasta, incluso, la formulación de la "cosa en sí" Kantiana, es un problema de origen geométrico. Es decir, en gran medida es un problema que surge de interpretar la vida de forma geométrica, y por consiguiente, como constituida por objetos con límites, o bordes, a partir de los cuales empiezan otros objetos esencialmente distintos, los cuales chocan entre sí afectándose superficialmente unos sobre otros ¡Y estos objetos sólo se conocen entre sí mediante tales choques externos! 

Cuando dejamos de interpretar la existencia como estructurada mediante objetos, sino que la vemos como puro metabolismo, entonces dicho dilema va dejando de ser un dilema.

Contra la idea de finalidad

Antiguamente, por influencia de Aristóteles, el antiguo Testamento y, en no poca medida, también el estoicismo, se creía ciegamente que todo lo que existe existe para un fin: el agua existía para dar de beber a los seres vivos, por ejemplo; las plantas existían para dar de comer a los animales herbívoros; todo ser viviente tenía su fin y razón de ser en favorecer que la vida de los seres humanos fuera más digna y feliz. En conclusión, todo se interpretaba bajo una seductora y fascinante teleología.

Hoy ya no creemos en semejante relato; ya no creemos que nada tenga una finalidad de ser, un fin, un objetivo y un sentido. A nuestro entender las plantas, por ejemplo, no aparecieron para dar de comer a los animales herbívoros, sino que los organismos que, sin razón a priori alguna, empezaron a aprovecharse de las plantas para alimentarse simplemente prosperaron y se desarrollaron, convirtiendo las plantas en su fin, su medio y razón de ser.

¿Kant contra la vida?

Entendemos que la vida es un permanente transformar lo que existe en un fin y un medio para su desarrollo y su perpetuación. La vida es, pues, completamente inmoral; si la valoramos desde la perspectiva de Kant, claro está. Pero es que el alemán no defendía la vida, sino el más allá: su fantasmagórico mundo trascendental y puramente racional-geométrico.

Existencialismo trasnochado

Sartre quiso exterminar la noción de causa del mundo y del devenir, mientras la mantenía en exclusivo para nosotros mismos ¡La mantenía como poder exclusivo de nuestra consciencia! De tal manera justificó su defensa del libre albedrío: -Nada me determina a ser como soy, más que yo mismo con mis decisiones-. 

Sartre fue una pésima solución a los graves deficiencias que encubre la noción de causalidad y , con ella, el determinismo totalitario. Europa aún sufre de esta lacra sartesiana, pero quizás fuera necesario pasar por este proceso trasnochado. Quizás... quien sabe.

Mal y dolor

Que algo sea doloroso no implica necesariamente que sea malo y perjudicial. Sólo los pobres de espíritu los identifican bajo un mismo concepto.

Creer a ciegas nuestras propias mentiras

Cada época llama verdad a sus propias mentiras e ilusiones de las que luego se reirán, criticarán o extrañarán las generaciones siguientes.

¿Qué es verdad?

Definimos como verdad lo que no somos capaces de refutar, negar o dudar. Hecho que dice mucho de nosotros: de cómo vivimos, pensamos, sentimos; en qué confiamos o desconfiamos; qué percibimos que nos fortalece o debilita.

Cuestión de derechos

¿Qué derecho tienes a pensar lo mismo que yo pienso, a vivir como yo vivo, a percibir lo que yo percibo?

Manipulación comunicativa

Poco a poco incluso Richard Dawkins empieza ya a reconocer que la comunicación no es un mero intercambiar información. No es un proceso contemplativo e inmaculado donde dos entidades metafísicas separadas interactúan sin alterarse para nada, conservando su esencia, bajo el fin y la razón de compartir un mismo conocimiento puro (unas supuestas verdades). 

Poco a poco se empieza a ser honesto: toda comunicación es un afectar uno al otro, un transformar uno al otro, y por consiguiente, es siempre una manipulación y metabolización.

Empezamos a bajar nuestra visión sobre la información y la comunicación a tierra después de décadas aún mirando al éter divino y aplicarle razonamientos teleológicos.

¿Decimos la verdad?

Si la comunicación no es más que una forma de transformar y manipular, una forma de afección y metabolización entre diferentes organismos, entonces, ¿qué verdad va a poder transmitir la comunicación?

Quizás cabe pensar la comunicación más bien como una forma de alimentación o de nutrición. 

Del realismo geométrico

Los adoradores de la geometría impusieron la vieja convicción de que la realidad es geométrica, con lo cual nuestras consideraciones geométricas son verdades objetivas y universales -Esto es el racionalismo. ¿De dónde surge esta convicción?

La geometría nos dio un nuevo poder: el de medir y predecir medidas. Un ejemplo de ello es el poder que le dio a Tales de Mileto el desarrollar su teorema: predecir la altura de las pirámides sin tener que subir hasta sus cimas para sorpresa y admiración de los egipcios, a quienes dejó totalmente boquiabiertos e impresionados. 

Se cree que la realidad es geométrica en la media que uno se emboba del poder de la geometría para predecir medidas. Y siempre creemos bobamente con lo que más nos impresiona por el poder que ejerce sobre nosotros, dado que despierta una gran confianza en nosotros.

De la confianza

Cuánto más débiles nos sentimos más necesitamos creer en cosas sumamente poderosas, pues necesitamos poderosas impresiones, o demostraciones de poder, que nos transmitan mucha confianza. Nos agarramos a lo que nos parece más estable, duro, firme, inquebrantable e incuestionable porque en nuestro fuero interno precisamos agarrarnos a algo sólido al sentirnos cómo cayendo en el vacío más sideral. Y es entonces cuando llamamos a nuestra muleta "la verdad".

Los fuertes pueden tranquilamente no confiar en nada, dudar de todo, no creer en nada de seguro, sin caer en la angustia e inquietud más profunda ¡Cuesta tanto que algo les impresione! Pueden, incluso, dudar de que se pueda dudar de todo. 

Del realismo legislativo

Desde la antigüedad más primitiva se creyó que la vida es, en el fondo, un mundo regulado bajo leyes y principios, simplemente porque entre los humanos las leyes son, desde tiempos primitivos inmemoriables, un reflejo de poder. A fin de cuentas, quien domina establece leyes, las cuales aguantan en pie mientras domine y, por consiguiente, tenga la fuerza de hacerlas cumplir. De hecho, ¿acaso las leyes no son más que el reflejo de quien domina?

Creer en leyes físicas, químicas, etc es un representar la existencia según nuestras representaciones de poder más atávicas. 

Principios geométricos

La geometría puso los pilares de nuestro pensamiento objetivo. Nos hizo creer que era factible desarrollar un conocimiento capaz de mostrarnos el mundo que nos resulta común y único a todos los seres racionales. Pero, ¿en qué medida existe este mundo objetivo y común? 

Origen de la teoría de conjuntos

"Admitamos que existen unos objetos llamados clases y una propiedad llamada "pertenecer a una clase", aunque no tengamos ni idea de qué significa objeto, clase, propiedad o pertenecer a una clase." Así se empieza a enseñar Teoría de conjuntos ¡Y qué castillos en los aires somos capaces de construir con semejantes submisiones -peticiones de principio

Luego se nos viene que lo que hemos convenido a priori nos muestra una realidad objetiva y apriorística, es decir, un conjunto de afirmaciones que todos quienes lo asuman deban admitir como correctas.  

La capacidad de manipulación cognitiva de la matemática es brutal. Y de aquí su poderío.

Existencia objetiva

En la medida que seamos capaces de etiquetar, o identificar, cuánto vivimos como objetos que pueden pertenecer a otros objetos, entonces podemos aventurarnos a traducir la existencia a las afirmaciones de la Teoría de conjuntos. Por ejemplo, si nos identificamos a nosotros mismos como un objeto, y a un cerebro como otro objeto, entonces podemos decidir si la afirmación "ese cerebro me pertenece" es verdad o  mentira. 

De modo más global: en la medida que mediante etiquetajes conceptuales identificamos cuanto vivimos con los principios admitidos de un marco teórico generado por conveniencia y sumisión cognitiva, entonces podemos aventurarnos a traducir la existencia a ese marco teórico. Y ello genera en nosotros la sensación y convicción de comprender la existencia ¡De estar en lo cierto! Y tener razón.

Disonancias lingüísticas

Es imposible traducir todo lo que cuenta y expresa un lenguaje a otro lenguaje diferente. 

Sin mundo metafísico

En un mundo donde sólo existe la transformación, la metabolización, la interpretación (una reacción química es una interpretación fisiológica: la reacción manifiesta una interpretación e reinterpretación de los componentes), el procesar continuo, entonces, la creencia en objetos, entidades o substancias que existen por sí mismas, libres y autónomas, con propiedades propias, inalienables y autoevidentes, cae y deja de tener sentido. La metafísica se evapora y queda como una peculiar expectativa humana reflejo de nuestras fuerzas y debilidades, de nuestra confianzas y desconfianzas ante cuanto vivimos. 

 ¿Y si sólo hay "nada"?

No podemos pensar la existencia como "nada". Necesitamos traducirla a una ontología. Necesitamos traducirla a una estructura abstracta y artificial de elementos fijos y, más o menos, determinados y, por ello, definibles ¡Cognoscibles! 

Pero que necesitemos concebirla y representarla ontológicamente no implica, necesariamente, que sea así, sólo significa que necesitamos traducirla de tal modo para sacar alguna comprensión de ella ¡Para que tenga sentido, sabor y valor para nosotros! Sin tal manipulación la existencia nos sabe demasiado cruda e incomible, incluso tóxica.

Por consiguiente, cabe pensar que no existen objetos, ni sistemas, ni entidades ni substancias ni seres ni elementos (nada fijo y determinado), con unas propiedades u otras, que se relacionen de una forma u otra entre sí; aunque todo nuestro conocimiento se fundamenta en que eso existe y es lo que suponemos detectar con nuestras máquinas de medir, o lo que suponemos ver cuando observamos una situación. 

También cabe pensar que no existen etapas ni estadios, sino que cualquier etapa es un concepto ficticio nuestro. Un recurso explicativo. Una hipótesis interpretativa.

Asumiendo todo esto, pues, cabe pensar que no sólo no existe nada fijo y propiamente determinado que al medirlo con nuestros instrumentos descubramos, sino que el cambio, el movimiento, la transformación tampoco existen propiamente; pues la noción de "cambio" asume la existencia de una entidad que pasa a ser otra de diferente; al menos con algunas propiedades diferentes. 

Pero, ¿qué nos permite comprender esta forma de pensar tan radicalmente nihilista? En principio nada, por tanto, se desecha; no por falsa, sino porque no nos permite dominar y comprender nada de la existencia ¡Es una interpretación débil y trivial! 

La ciencia trascendental

Estamos ante la última invención de los teólogos, que ven la vida como algo miserable e imperfecto, lleno de problemáticas, contradicciones, irracionalidades, y desean con todas sus fuerzas elevar el ser humano hacia una realidad superior, más clara, más buena y feliz, más inteligente y perfecta. Un mundo mejor.

Por tanto, se parte de la base que lo único cierto e incontrovertible es la existencia, aunque sabe muy rara y problemática ¡Incluso puede que sepa a "nada"! 

Llegado aquí Kant se pregunta: ¿Cómo es posible que se dé la existencia?  Es más,  ¿cómo es posible que podamos comprender la existencia mediante las ciencias modernas? De hecho, el alemán sintetizó estas dos preguntas en esa tan famosa suya: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?

Y su respuesta fue una fantástica alucinación:

Postuló que debe de existir una realidad más allá de la existencia misma: una realidad invivible pero que uno puede hablar de ella, y deducirla de forma bastante pormenorizada a partir de lo que sí vivimos, si asumimos de antemano que una realidad así existe. Es la realidad trascendental.

¿Nos reímos del realismo trascendental?

Kant expuso una realidad completamente artificial imposible de "vivir", pero era responsable de generar todo cuanto vivimos. Esta realidad está conformada por la consciencia trascendental y la "cosa en sí" -Y luego Dios.

Kant se tira cientos de páginas a describir cómo actúa esta consciencia fantasmagórica que se supone fuente mágica de donde emerge todo cuanto vivimos. Para ello se imagina facultades trascendentales, como la sensibilidad, por ejemplo: si hay sensaciones, -dice-, es porque debe de haber una causa (una fuente) más allá de toda sensación posible que la genere. Esta causa o fuente es la facultad trascendental de sentir. 

O el entendimiento: si podemos comprender una experiencia es porque existe otra facultad trascendental, que no podemos experimentar, que es la causa de comprender cuanto experimentamos. 

Kant nos habla de facultades trascendentales como si nos estuviera hablando de duendecillos verdes ¡Introduciendo causas imaginarias en cuanto vivimos! 

Nosotros, pero, ya no interpretamos el mundo así. Interpretamos, más bien, que si corremos, por ejemplo, no es porque exista una facultad trascendental que nos permita correr. Esta es una forma de explicar, si bien aún harto populachera y común, trivial y redundante ¡No explica nada! Es como afirmar que dado que el agua moja, entonces en el agua debe de existir la facultad trascendental de mojar que hace posible que el agua moje. Absurdo y redundante.

Nuevos trascendentalistas

La creencia en una realidad trascendental ha sometido a las grandes inteligencias occidentales desde Kant. Excepto Nietzsche, cualquier filósofo de medio pelo andaba de trascendentalismo hasta las trancas ¡Muchos no podían ni moverse con tales cadenas!

Pero poco a poco la creencia en semejante realidad se ha ido desvaneciendo. ¿Qué implica esto? Para empezar, la pregunta de Kant vuelve abrirse: ¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Es decir: ¿Cómo es posible que la realidad vivida -la existencia- sea tal y como nos dictan las ciencias modernas? 

Aparecen nuevos trascendentalistas que han terminado por llevar el proyecto racionalista kantiano hasta una filosofía apriorista de mínimos, por así decirlo. Reconocen lo absurdo de intentar demostrar una realidad trascendental -y aún más metafísica-, pero defienden que la existencia se explica por la existencia de lo trascendental  y apriorístico, que la hace posible. 

Estos trascendentalistas, pues, defienden que la existencia existe porque es posible que exista, dado que lo apriorístico existe. 

Pero, llegados hasta aquí, uno debería preguntarse si estos pensadores no estarán invirtiendo la causa  por el efecto. O, al menos, no estarán confundiendo el mapa con el terreno en vivo, y defendiendo que el terreno es tal y como es porque existe previamente un mapa que dice como debe ser el terreno.

¿Qué es lo apriorístico?

Lo apriorístico se define como el conjunto de afirmaciones que son ciertas a priori, simplemente porque no pueden ser falsas. Por ejemplo, "1+1=2", sería una ejemplo de condición apriori: es siempre cierta, porque no puede ser jamás falsa -y no puede ser jamás falsa porque contradeciría los axiomas de la aritmética

Pero esta certeza a priori no nos indica que exista el 2 en algún lugar ideal, sólo nos indica que es posible en ciertos contextos que el 2 exista, acaso que cada persona tenga 2 ojos. 

Así pues, un trascendentalista no realista defiende, por ejemplo, que las leyes físicas no existen própiamente, sólo son condiciones de posibilidad de la existencia. Y cualquier ley física que sea cierta a priori puede ser condición de la existencia, aunque no sea la ley que nosotros, en nuestro mundo particular, o contexto, apreciemos en un momento dado. 

El problema de la regularidad

¿Cómo es posible que siempre que dejamos caer dos piedras de diferente peso ambas caigan bajo una misma aceleración? ¿Cómo explicar esta regularidad, esta ley, esta necesidad, esta conducta obediente y abnegada? 

Galileo ya mostró que la aceleración en la caída libre de cualquier cuerpo tenía que ser siempre la misma, independientemente de su peso (menospreciando el rozamiento del aire), porque si hacemos un experimento mental considerando que no fuera así nos vamos directos a una contradicción. Por consiguiente, "la ley de caída libre" es un juicio sintético a priori ¡No puede ser falso! 

La modernidad empezó a considerar pues, que las afirmaciones que no nos llevan a contradicciones son las únicas que son posibles que se den en la existencia. Por tanto, se avivó la convicción parmenídea que la existencia está sujeta a lo racional, es decir, a lo coherente, objetivo y no contradictorio.

De la objetividad

Ser objetivo no es más que una forma de traducir cuanto vivimos a un lenguaje específico. 

Tomando la ciencia desde otra óptica

Ya no consideramos que la existencia esté ceñida a lo puramente racional, y por tanto, deba ser, sí o sí, coherente, objetiva y no contradictoria. De hecho, empezamos a reconocer que al pretender comprender de forma objetiva cuanto vivimos empleamos un montón de metáforas y artilugios explicativos, que si bien tienen sentido para nosotros, son ficciones completamente artificiales; como las líneas rectas, los puntos, los números, los objetos, etc. Por tanto, entendemos que la coherencia y no contradicción, así como las líneas rectas, no forman parte de cuanto vivimos, pero sí constituyen cuánto podemos comprender y representar de cuanto vivimos. 

La tarea del sabio es, pues, representar de forma comprensible, objetiva y racional cuanto no es ni comprensible ni objetivo ni racional. El sabio es un artista: da forma a lo que carece de forma; da una estructura a lo que carece de estructura; da un sentido y una razón de ser a lo que carece de sentido y razón de ser. 

El sabio introduce, imaginativamente, las supuestas condiciones a priori sobre la existencia al someter sus experiencias a sus artilugios conceptuales desarrollados a través de metáforas y simplificaciones abstractas que le saben lo suficientemente coherentes y comprensibles como para generar la sensación de entender algo objetivamente. 

Sobrevalorando lo racional

¿Quién puede negar aún que la mayor parte de la existencia nos sabe incomprensible, aunque nos vanagloriemos de lo "poco" que somos capaces de representar y explicar de forma comprensible? 

De hecho, la misma racionalidad es, en el fondo, irracional e incomprensible.  Es más, cabe sospechar que lo racional sea una forma rara, excepcional y exótica de irracionalidad y locura.

Postmoderno

Ante la vieja pregunta: "¿Cómo es posible que la realidad vivida -la existencia- sea tal y como nos dictan las ciencias modernas? " Nuestra respuesta es: la realidad vivida no es tal y como nos dictan las ciencias naturales. Las ciencias naturales proponen formas de cómo podemos comprenderla de manera que nos sepa coherente y objetiva, -medible-, poco más. 

Objetividad y poder

El valor de comprender cuanto vivimos de forma objetiva y racional estriba en el poder que esta interpretación nos aporta sobre, precisamente, cuanto vivimos. 

Poder medir y predecir medidas, por ejemplo, nos permite reproducir, en diferentes situaciones y bastante a voluntad, tales medidas y ello nos permite actuar como si fuésemos las causas voluntarias de lo que sucede o no sucede. La sensación de poder y dominio sobre la existencia sabe, entonces, imponente. 

Ciencia hipotética

Todas nuestras teorías sobre lo real sólo son puras hipótesis, nunca verdades. Y su fuerza y poder radica, precisamente, en que sean hipótesis metafóricas y nada más -Y esto mismo ya es  una hipótesi, no una verdad. 

La razón como instrumento

Todo lo racional no es más que un instrumento de traducción metafórico, y como tal afecta, manosea y actúa sobre cuanto vivimos alterándolo, modificándolo, configurándolo según nuestros miedos y deseos.  

Es nuestro instinto racional el que se inventa, de forma ciega y sin que nos demos ni cuenta, que existen causas, que hay objetos y relaciones entre ellos, y que estas relaciones son necesarias o contingentes. La razón genera un teatro con un montón de "actores" en escena donde se intenta representar lo vivido de forma que nos sea comprensible y manejable a fin de tomar decisiones y aprender a actuar de una forma u otra ante lo vivido.

El átomo, el espacio-tiempo, etc. ¿acaso no son todo ello metáforas con las que hemos generado una obra de teatro que nos permite orientarnos y pautar una cierta forma de actuar ante circunstancias específicas que, en el fondo, nos saben incomprensibles? 

La muerte de la metafísica

No basta con que la metafísica haya caído, ahora falta que caiga la ciencia trascendental y lo que en el fondo esta aguarda en sus entrañas humanas, muy humanas: la tiránica exigencia de que la existencia "deba" seguir obligatoriamente unas normas, unas leyes, una objetividad, una forma comprensible concreta, un ethos (una ética),  con lo cual todo ser deba someterse sin rechistar para gloria de lo trascendental.  



 


martes, 11 de junio de 2024

Aforismos e idioteces

Anti Darwin

No es que los más fuertes se impongan, o deban imponerse al menos, sino que los que se imponen son  los que se hacen con ello más fuertes.

Lucha por el poder

Los poderosos no suelen luchar mucho por el poder, del mismo modo que los ricos no suelen trabajar  demasiado para ganar dinero. Suele haber cierta tendencia a menospreciar y malgastar cuanto se tiene en demasía y en desear y sobrevalorar cuanto tienen los demás. 

De la evolución antiilistrada

La evolución muy pocas veces implica un progreso y un perfeccionamiento, más bien todo lo contrario. 

Creencias modernas

La creencia moderna de que lo nuevo es mejor, por ser precisamente nuevo, la mayor parte de las veces resulta falso. Para que algo sea, en efecto, mejor debe de haber superado con éxito muchas pruebas y ello implica haber resistido cierto paso del tiempo.

Crecimiento

Todo organismo crece cuando por azar, casualidad o suerte halla una fuente de poder que le permite alimentarse y prosperar hacia esa dirección. Entonces todo se va desarrollando y acomodando en pos de explotar y asimilar esa fuente de poder. 

Surgimiento de la inteligencia

La inteligencia racional surgió sin razón y de forma completamente casual y absurda, pero actuó como una nueva fuente de poder para seres como nosotros.

Embobados

Nos embobamos tan fácilmente con nuestras fuentes de poder. Los que se emboban con el dinero creen que con dinero se logra todo; los que se emboban con la belleza creen que seduciendo se logra todo; los que se emboban con la fuerza bruta creen que con ella se logra todo; los que se emboban con los sentimientos creen que con esos duendecillos se logra todo. Y los que se emboban con la inteligencia y la razón creen...

¿Buscamos la verdad?

La verdad es un eufemismo para decir que queremos poder: buscamos opiniones y pensamientos tan contundentes, robustos y firmes que nadie los pueda derrotar, destruir y poner en duda. Y cuando creemos haber hallado un atisbo de este poder omnipotente, entonces, afirmamos: -Esto es verdad, y punto.-

De la crítica

Muy pocos críticos son conscientes de que sus críticas son, precisamente, completamente criticables. Hay mucho de hipocresía en el criticar.

Crítica de la crítica

Es perfectamente criticable que todo se pueda criticar.

Tras los muros de la verdad

Durante milenios se ha buscado la verdad porque había tantas cosas que nos daban pánico que soñábamos con un muro inquebrantable tras el cual protegernos de tantos males inciertos que nos imaginábamos por doquier. 

No es de extrañar, entendido esto, que la verdad siempre fuera valorada como buena y deseable, mientras el engaño, la ignorancia y estupidez como el mal. Hoy lo valoramos de otra forma. 

Decir lo que piensas

No pocas veces al tratar con las personas se observa algo curioso: instintivamente defienden lo contrario de lo que sienten y piensan ante otras personas; por ejemplo: cuando desean algo lo critican injustamente en público. No es nada malicioso, lo hacen de forma involuntaria y sin darse cuenta. 

Sincronizar almas

Para sincronizar dos corazones diferentes basta con empezar a sincronizar su miradas, luego algunos gestos y palabras...

De lo más pequeño

Hay todo un mundo más allá de lo más pequeño

Límites del contar

Sólo podemos contar hasta infinito, aunque más allá hayan muchas más cosas.

No hay ninguna razón de ser

Tras la gran mayoría de cosas que suceden no hay ninguna razón de ser, pero eso no lo quiere entender nuestra inteligencia, que se niega a ello caprichosamente y se esfuerza en buscar alguna. Y no pocas veces con la primera razón que encuentra, o se inventa, se queda contenta. 

Razón y poder

Encontrar una razón de ser en algo que haya sucedido es una forma de adquirir un cierto poder y control sobre ello. O, al menos, de creer tenerlo. Pues la razón despierta en nosotros una cierta y excitante sensación de poder y control. Lo llamamos, eufemísticamente, comprensión.

Del valorar

Valorando y juzgando las cosas, personas, sociedades y sucesos no decimos nada esencial de todo eso, sino que nuestro valorar sólo refleja cómo eso nos afecta. 

En tal sentido, toda valoración y todo juicio, lejos de mostrarnos algo supuestamente objetivo y esencial de las cosas, nos muestra cómo nos afecta y por consiguiente, delata nuestras fuerzas y debilidades. Nuestra capacidad de asimilarlo y, con ello, de tomarlo como una fuente de poder. Poco más.

Visión de la vida

Nuestra visión (ideas) sobre las cosas, y por tanto sobre la vida y el universo, no dicen nada propia y objetivamente de todo ello, sino que delatan, sólo, como nos afecta. Es decir, delatan nuestra capacidad y nuestro  poder de metabolizarlo y asimilarlo. Poco más. 

Valorar la vida

Ver, valorar y juzgar la vida pesimísticamente, diciendo que ésta no vale nada, que no tiene sentido, etc es una idiotez humana que sólo delata cómo ésta afecta a cierta  capacidad racional nuestra de interpretarla, como la de Schopenhauer por ejemplo. Nada más.

Ver, valorar y juzgar la vida optimísticamente, diciendo que ésta es bella, bonita y deseable para todo ser vivo, es una idiotez humana que sólo delata cómo ésta afecta a cierta capacidad racional de interpretarla, como la de Roberto Bengini. Nada más. 

La moral 

No es más que un tomar en serio a la idiotez humana.

Tomarse la moral en serio

Solemos tomarnos muy serio las idioteces humanas: las valoraciones en pro y en contra que se hacen sobre la vida, es decir, las valoraciones morales que se promueven en cada época. 

Poquísimos las analizan como síntomas, como idioteces (en sentido literal), como un reflejo que delata, simplemente, cómo eso afecta a ese tipo de persona en ese momento y nada más.

Inocencia moral

A nivel moral somos, aún, sumamente inocentes e infantiles: nos lo creemos todo tal cual, literalmente, y sobre ello luego discutimos y nos entusiasmamos. Nos falta aún tanta perspicacia y profundidad ética...

De cómo conocer a la gente

Se puede clasificar e identificar la gente, las sociedades y épocas, por cómo valoran y juzgan las cosas ¡Por cómo son capaces de tratarlas y asimilarlas! Y con ello, entonces, resulta factible determinar sus fuerzas y debilidades, sus miedos y expectativas, sus miserias y excelencias, sus intolerancias y sus afinidades, etc.

Lo más poderoso del universo

Poder determinar qué es bueno y malo, qué es correcto e incorrecto, lícito e ilícito, vital y perjudicial, deseable e intolerable. 

La imposición de una moral conlleva adquirir el mayor poder sobre la humanidad, dado que toda ella se moldea bajo sus dictámenes. 

Si fuésemos dioses

Para Dios todo es bueno y perfecto, no hay nada qué cambiar. 

Querer cambiar el mundo

Maldecimos el mundo en la medida que nos sentimos miserables.  Y la forma más astuta y falaz inventada hasta ahora de maldecir el mundo ha sido exclamar: "queremos hacer un mundo mejor".

La esencia de la humanidad

La idiotez

La historia de la humanidad

Una constante y encarnizada disputa por idioteces.

Transformar la visión moral de la gente

Alterando y modificando las fortalezas y debilidades de la gente modificas, sin que se den ni cuenta, el carácter de sus valoraciones morales. Y con ello, por supuesto, también su visión sobre la vida y de ellos mismos.



lunes, 13 de mayo de 2024

Infinito actual y la caprichosa esencia aleatoria de la aritmética

Estos últimos años he escrito bastante sobre la idea de infinito. No es una idea fácil, dado que admite diferentes interpretaciones, tal y como he intentado mostrar. 

En general, mi tendencia ha sido centrarme en lo que desde Platón se llama infinito en potencia. Se trata de la idea de un "crecer tanto como se quiera" o "empequeñecerse tanto como se quiera". Es una idea de iteración o movimiento sin fin. Y con razón Platón consideró que era una representación intuitiva del tiempo, en tanto que "una imagen movida de la eternidad", mediante la cual se genera la noción de número (ver el Timeo). 

También Kant se limitó a admitir, sólo, el infinito en potencia presentándolo como una estricta representación temporal (una intuición pura del tiempo) sobre la cual, por ejemplo, se construye la aritmética. El infinito en acto era algo, a su entender, propio de "la cosa en sí" y por ello inaccesible para nosotros. 

Con el idealismo germánico, pero, esto cambió. Del mismo modo que se empezó a creer que hacer metafísica era, no sólo posible sino exigible, se consideró que se podía y debía emplear el infinito en acto. Basta con recordar a Hegel, que lo usa ya sin miedo y a despecho de Schopenhauer, y los más kantianos, cuando presenta su concepto de Absoluto, o de Totalidad, como el desplegamiento de TODAS las infinitas posibilidades. 

Dedekind, entre los matemáticos, fue el primero que tanteó la posibilidad de aplicar la idea de "infinito en acto" en el tratamiento de los irracionales. Pero Cantor se tiró a ello de cabeza al construir la teoría de conjuntos.

El primer uso sólido del infinito en acto fue, pues, con la creación de conjuntos infinitos. Por ejemplo, al definir la existencia "del conjunto de TODOS los números naturales". 

La idea de Cantor fue tratar la secuencia de números naturales, que no termina nunca y por tanto resulta indefinida, no como una iteración sin límite, sino como un objeto bien definido sobre el cual establecer relaciones lógicas con otros objetos, así la comparación por ejemplo, y las cuales nos permiten determinar la identidad de ese conjunto como objeto respecto a otro.

La comparación nos permite identificar un conjunto como mayor, menor o igual a otro. 

Esto permitió considerar el infinito como una cantidad y no una iteración sin fin; una magnitud que define a cierta propiedad de un objeto o entidad. Así, por ejemplo, el  tamaño del conjunto de todos los naturales quedaba definido como "infinito" al carecer de número último. Ello significaba que era de un tamaño mayor a cualquier valor natural posible. Una idea que me negaba a admitir por contradictoria:

 -¿Cómo lo infinito puede ser una "magnitud definida" cuando literalmente significa "iterar indefinidamente"?- Me chocaba. 

En efecto, reconozco que me costó entender esta "redefinición" porque, en concreto, parece llevarnos a la siguiente paradoja, precursora a la famosa paradoja de Russell: dado que el conjunto de los naturales está formado, exclusivamente, por números naturales y cada uno de ellos, precisamente, sirve para contar los elementos del conjunto, si bien es cierto que no hay ningún número natural último y definitivo que determine el tamaño del conjunto de los naturales, tampoco podemos afirmar, sin más, que el conjunto de los naturales sea mayor que todos los naturales, puesto que sólo puede contener naturales. Por consiguiente, tal conjunto no puede ser mayor que cuanto contiene.  

Así pues, si decimos "el tamaño del conjunto de los naturales es infinito" y el infinito lo consideramos como de un tamaño mayor a cualquier natural posible, eso nos lleva a dicha paradoja y, por consiguiente, a no poder defender la existencia del conjunto de TODOS los naturales

Y así mismo lo criticó duramente Kronecker, un feroz kantiano: las secuencias de infinitos elementos no pueden considerarse objetos o entidades matemáticas (conjuntos) porque no están definidas. De hecho, llegó incluso a impedir que Cantor publicara sus primeros trabajos al respecto.  Pero décadas más tarde Hilbert salió al paso, y zanjó definitivamente toda crítica con estas palabras: "Nadie será capaz de expulsarnos del paraíso que ha creado Cantor para nosotros".

¿Cómo Cantor resolvió la primera paradoja de la teoría de conjuntos?

El razonamiento que generó estas primeras y duras controversias durante la formación de la teoría de conjuntos deja de ser absurdo si pensamos que el tamaño del conjunto de TODOS los naturales ya no sea infinito, sin más, sino, precisamente, "el de todos los naturales". Este matiz es harto sutil y difícil de discernir, pero importante, pues sortea esta primera paradoja.

Por tanto, no es que el tamaño del conjunto de todos los naturales sea infinito, sino que en teoría de conjuntos el tamaño de todos los naturales pasa a ser "el de todos los números naturales". ¡Se está empleando la idea de infinito en acto para definir el conjunto de los naturales y su tamaño! 

Con tan delicada sutileza intelectual, a Cantor le resultó factible definir la secuencia de "todos los números naturales" como una entidad propia bien definida y, por tanto, con un tamaño o valor. A tal valor Cantor lo llamó Aleph 0.

Tenemos, por tanto, que Aleph 0 es, por pura definición, un número que nos indica "el tamaño de todos los naturales" ¡No hay que darle más vueltas! Y cualquier conjunto cuyos elementos puedan emparejarse, o compararse, "uno a uno" con todos los naturales, enumerándose secuencialmente en una lista indefinida, tendrá por tamaño Aleph 0. ¿Y qué tamaño es ese? Pues, por pura definición, el "de todos los naturales" 

¡Ese conjunto de elementos será tan grande como el de los naturales!

En efecto, aquí no podemos decir mucho más. Pero tal simpleza en la definición nos permita crear un nuevo tipo de números, o valores, con que determinar magnitudes sumamente abstractas, quizás impensables por carecer de contenido empírico alguno -como decía Kant por ejemplo. No era de extrañar, de hecho, que Cantor tuviera durante décadas a todos los matemáticos intuicionistas (seguidores del kantismo) en contra. 

No obstante, con Cantor el infinito se convierte, bajo la magia del "poder de definir cosas",  en algo lógico, determinado y en tal sentido contable: como una magnitud que nos permite medir, comparar objetos (conjuntos), establecer relaciones, etc ¡Y esto es completamente nuevo!: 

El infinito se vuelve algo terrenal, mundano, estructurado ¡Algo de lo que podemos hablar!  

Por tanto, gracias a este artilugio lingúístico-matemático de Cantor se hizo posible contar los elementos de conjuntos infinitos mediante listas interminables. Con ello se determinó, por ejemplo, que el conjunto de los primos tiene el mismo tamaño que el de los naturales, Aleph 0, al igual que el conjunto de los pares o los impares ¡O el conjunto de los números algebraicos! 

Sin embargo, esto no termina aquí. Ya más tarde, el mismo Cantor, mediante su famoso argumento de la diagonalización, probó que resulta imposible hacer una lista con todos los números reales. Es decir, que no es posible emparejar uno a uno todos los naturales con todos los reales, enumerándolos: 

nos resulta imposible hacer una lista ordenada y secuencial donde tomemos un primer número real, luego un segundo número real, un tercer número real y así indefinidamente hasta listar todos los números reales posibles. Conclusión, Aleph 0 queda "pequeño" para contar los reales. 

Visto esto cabe empezar a sospechar que al hablar de Aleph 0 como el tamaño de un conjunto quizás no sea del todo correcto. Es decir, cabe interpretar que, en el fondo, aquí no estamos tratando realmente con tamaños, sino más bien con "tipos de orden" que expresan, por así decirlo, los elementos de un conjunto infinito, pues, no es tanto que el conjunto de los reales sea más grande que el de los naturales, sino más bien que el conjunto de los reales es de un orden más complejo que el de los naturales, con lo cual resulta imposible ordenar en una lista numérica a todos los reales, pues, siempre habrá reales que se nos escaparán de una lista tal. 

Dicho de otra manera, del mismo modo que en física el calor y el frío no existen, ni tampoco existe la temperatura, dado que ésta no és más que la energía cinética de las partes de un sistema físico, quizás en matemáticas (al menos bajo los axiomas ZFC), no exista tampoco "el tamaño" al ser, simplemente, una manifestación del tipo de ordenamiento que muestran los elementos de un conjunto. 

En efecto, demostrar la imposibilidad de enumerar en una lista Aleph 0 a todos los números reales sabe impactante, sobre todo cuando pensamos en términos de tamaño por las inocentes connotaciones empíricas que éste tiene, de ordinario, para nosotros: ¿Cómo puede haber algo más grande que Aleph 0, si Alpeh 0 indica una número ilimitado e interminable de elementos? ¿Cómo puede haber algo más grande que lo que no tiene fin?

Sin embargo, esta paradoja se resuelve cuando interpretamos Alehp 0, ya no como un tamaño propiamente dicho, y por tanto mediante nuestros prejuicios empíricos más rudimentarios, sino como un "tipo de ordenamiento de los elementos de un conjunto", y por consiguiente, como una medida de la complejidad interna de un conjunto. 

Y si, entonces, lo interpretamos así podemos entender que el nivel de complejidad interna de un conjunto marca su grado de aleatoriedad, según la definición de complejidad de Kolmogorov-Chaitin: a mayor complejidad interna mayor será su comportamiento aleatorio y por tanto, la imposibilidad de ordenarlo de forma natural.  

Entonces, podemos aventurarnos a sospechar que cuanto mayor sea la complejidad que presenta el ordenamiento de los elementos de un conjunto más "aleatoria e impredeciblemente" se comporta dicha distribución para con respecto a un ordenamiento natural (Aleph 0): resulta imposible preestablecer un algoritmo, una función o una acción (una operación) que relacione de forma concreta todo natural con todo elemento de ese conjunto. ¿Acaso no fue eso lo que descubrió Chaitín?

Azar como fundamento de la aritmética

El hecho de que sea imposible hacer una lista ordenada de todos los números reales implica que resulta imposible poder definir o identificar de forma concreta, precisa y secuencial a todos y cada uno de los reales. Hecho que nos lleva a una conclusión algo inquietante:

Veamos, en el post del otro día ya comenté (Ver el post) que a mi entender cabría interpretar que todo número no es más que el resultado de una operación bien definida, y que hay operaciones bien definidas que son irresolubles o irracionales, con lo cual nunca nos darán ningún número o valor, aunque de ordinario identifiquemos esa operación con un número por nuestros prejuicios metafísicos. Por ejemplo, raíz de 2 es una operación bien definida pero irresoluble: no nos da ningún valor, de modo que sólo podemos emplear otras operaciones resolubles que nos den valores "aproximados" a raíz de 2. 

La cuestión es, por consiguiente, que el conjunto de todas las operaciones bien definidas se puede enumerar en una lista de tamaño Aleph 0, sean éstas resolubles o no lo sean; con lo cual estamos ante un conjunto que tiene la misma complejidad, o grado de orden, que los naturales. Entonces, visto así, aparece de inmediato algo impactante cuando recordamos que el conjunto de los reales no es listable:

Es necesario que hayan otras operaciones distintas a las bien definidas, sean o no sean resolubles, y deben de ser operaciones mucho más complejas; tan complejas que no se pueden definir matemáticamente. ¿De qué tipo de operación estamos hablando? 

Parece ser que hablamos de operaciones empíricamente aleatorias (incomputables), acaso como la que usó Chaitin para definir su propio número, el número de Chaitín, el cual sería una operación capaz de darnos por resultado "la probabilidad de que un programa informático elegido al azar detenga correctamente una máquina de Turing". Y en efecto, no es posible definir matemáticamente tal operación. 

Un mundo hecho sólo de dígitos

Otra forma de visualizar lo dicho es mediante la construcción de números usando dígitos, ya sean en base decimal o binaria. 

1/2 lo podemos expresar en base decimal como 0,5

1/4 lo podemos expresar en base decimal como 0,25

5/2 lo podemos expresar en base decimal como 2,5

De modo que podemos representar la solución de cualquier operación de partición mediante cadenas de números, con una parte entera y otra decimal. 

Ello llevó a apreciar como las operaciones resolubles dan cadenas de un número finito de decimales, en cambio las operaciones irresolubles daban cadenas con Aleph 0 dígitos. Por ejemplo:

Pi = 3,14159265....

1/3=0,333333....

Esto nos llevó a tratar las operaciones empleando cadenas de dígitos, es decir, a entender que cada operación nos da una cadena de dígitos. Si esta operación está bien definida la cadena será finita, y si no está bien definida la cadena será infinita y su tamaño, por tanto, será Aleph 0.  

Pero como, a su vez, podemos traducir mediante diferentes procedimientos toda operación (llamada algoritmo) a una cadena de dígitos, entonces podemos comparar la cadena de dígitos que representa el algoritmo con la cadena de dígitos que genera ese algoritmo. Y en base a esta idea podemos establecer la medida de la complejidad (irracionalidad) de una operación:

Una operación es más compleja en la medida que su cadena de dígitos sea de un tamaño similar a la cadena de dígitos que genera. Y el colmo de la complejidad, pues, se alcanzaría cuando la cadena de dígitos que representa una operación es igual de larga que la cadena de dígitos que genera esa operación. En tal caso podemos decir que estamos ante un algoritmo que no está definido y es aleatorio. 

Esto nos lleva a entender que hay cadenas de dígitos generadas por operaciones indefinidas, es decir, son generadas por por el puro azar. Son cadenas que no siguen ningún razón o estructura lógica. Se dan sin razón alguna que se pueda comprender. Y lo más curioso, es que la inmensa mayoría de cadenas numéricas posibles carecen de fundamento racional ¡No hay operación alguna bien definida para generarlas! 

Ciertamente, esto nos abre al dilema fundamental de la filosofía de los últimos 500 años, que dejaré para otro día. Por el momento, sólo añadir que el poder representar las operaciones mediante cadenas de dígitos dio alas a crear nuestro fascinante mundo digital actual.

Digital vs analógico: calcular no es más que energía y tiempo.

Todas estas definiciones y "juegos matemáticos" han sido la base de la computación contemporánea, la cual, poco a poco, se fue centrando exclusivamente en un mundo digital, abandonando lo analógico, hasta el punto que son muchos los que consideran que la existencia misma es, en esencia, puramente digital.

El mundo digital se basa en reducirlo todo a listas numerables. En otras palabras, lo digital sólo puede operar con lo que, valga la redundanción, implique una operación bien definida y, además, tenga solución. Con motivo no se puede trabajar con números irracionales, sino que para tratarlos debe emplear operaciones resolubles "aproximadas". 

Cabe destacar que el mundo digital es la forma más precisa de tratar el mundo de los números, por eso durante décadas se apostó por la digitalización de toda la información, a fin de tener un gran control sobre ella. Sin embargo, esta gran precisión implica un gran gasto de tiempo y energía para resolver las operaciones en la medida que aumenta su complejidad, es decir, su tamaño. Mientras que las operaciones irresolubles son substituidas por aproximaciones mucho más simples, y lo imposible de definir mediante una operación por su aleatoriedad deviene intratable (un ordenador es incapaz de dar listas de valores aleatorios).

Sin embargo, a raíz del bum de las AI renace de nuevo la necesidad, en ciertos campos computacionales, de volver a lo analógico por su gran capacidad de aproximarse de forma sumamente eficiente y rápida hacia operaciones irresolubles. Lo analógico pierde precisión, pero gasta mucha menos energía y tiempo para realizar operaciones en la medida que su tamaño aumenta.  





 








 

sábado, 27 de abril de 2024

El valor de las cosas. El dogmatismo en la aritmética

No sólo creemos que existen entidades y cosas medio escondidas en el devenir, sino que éstas poseen un valor u otro. En tal sentido, consideramos con gran inocencia que existen cosas buenas y siempre deseables, mientras otras las tachamos de malas, tóxicas y perjudiciales; juzgamos ciertas cosas de caras o difíciles de obtener, mientras otras de fáciles y poco valor; o que algunas son útiles e imprescindibles, mientras otras completamente caprichosas y fútiles; incluso que algunas son grandes y evidentes como el sol, mientras otras imperceptibles como una mota de polvo perdida en medio del inhóspito vacío sideral; o bien, que algunas son firmes, ciertas e inquebrantables, mientras otras frágiles, confusas e inciertas. 

El ser humano es incapaz de escapar del extraño y fascinante mundo de las valoraciones, los juicios, las consideraciones, las ponderaciones, las evaluaciones. Con motivo ha creído, durante milenios, que las cosas, de por sí, tienen un valor propio y objetivo, el cual puede o no coincidir con el valor que nosotros les otorgamos según nuestras consideraciones y circunstancias. Según nuestro gusto y punto de vista. A esta creencia se la ha llamado "dogmatismo". Y está muy apegada como prejuicio ancestral nuestro.

Kant fue el primero en intentar luchar contra "el dogmatismo". Al menos es el primer pensador moderno en reconocer que las cosas, en realidad, no tienen valor y si lo tuviesen sería incognoscible e inaccesible para nosotros. 

Para el alemán toda valoración y juicio humano sobre las cosas es subjetivo, y como tal aparente e hipotético. Por ello critica que se use nuestro juicio sobre las cosas como criterio de moralidad, dado que la ética se limitaría a meros imperativos hipotéticos, con lo cual promueve que nuestras decisiones, y acciones, se aparten de todo valor y juicio humano sobre las cosas. Sin embargo, preferir y desear eso ya es una valoración que hace el propio Kant, a despecho de lo que precisamente pretendía hacer. Y, además, se trata de valoración bastante desafortunada a mi juicio.

En cualquier caso, después de Kant los idealistas alemanes intentaron defender la existencia de un método o un criterio a partir del cual podamos hacer valoraciones y juicios objetivos y esenciales de las cosas. Esta forma de idealismo tuvo una dilatada influencia en todos los ámbitos del pensamiento del siglo s.XIX y XX. 

En Marx, por ejemplo, se aprecia como a su entender "el valor del trabajo" sería completamente objetivo e intrínseco del propio trabajo, y éste no siempre terminaría coincidiendo con el precio que al final obtiene el trabajador según lo pautado por el mercado de trabajo. A partir de esta creencia en la existencia de un valor objetivo y esencial del trabajo, a parte del valor "relativo", "circunstancial" o "efectivo", Marx desarrolló su crucial concepto de "plusvalua", y sobre él la tesis de que el capitalismo siempre intenta "robar" a los trabajadores parte del valor real y objetivo de su trabajo a fin de reinvertir y hacer crecer el propio capital. En otras palabras, Marx construyó toda su cosmovisión comunista sobre la creencia en valores objetivos, intrínsecos e "inhumanos" de las cosas. Un motivo más para identificar su pensamiento como metafísico. 

Pero más allá de la economía y la política, donde los espejismos y las fantasmagorías de las valoraciones  y los juicios humanos campan a sus anchas, me gustaría señalar como éstas también afectan a las matemáticas; las supuestas ciencias más objetivas e imparciales. De hecho, me gustaría esparcir un poco de nihilismo y desconfianza para con ciertos juicios y valores matemáticos.

De las matemáticas

Toda la matemática se fundamenta en una cuestión de valorar y poco más. La matemática es un constante ejercicio de juzgar, valorar y medir las cosas. La noción de número, sobre la cual se erige todo el edificio, surge de la necesidad de contar. Y contar es un medir y evaluar. Un juicio. 

Para valorar algo es necesario partir de alguna referencia, una base sobre la cual comparar. En matemáticas a tal referencia se le llama "unidad". Contar, pues, es la operación de poner las cosas en relación a esta unidad o referencia. 

Por otro lado cabe señalar cómo el concepto de unidad no es empírico o sensible. Es decir, no hay nada palpable que determine qué es una unidad, o qué debe ser la unidad de algo. La noción de unidad tiene sentido lógico, es decir, por la estructura dentro de la cual se articula. Ya luego podemos identificarla arbitrariamente con cuanto queramos a nivel empírico.

En el mundo de los números la unidad fundamental la simbolizamos mediante el "1". Y, como se ha dicho, a nivel empírico "1" no tiene ningún sentido ni significado, con lo cual le podemos atribuir el que queramos según qué queramos contar o juzgar, valorar o medir. 

Por ejemplo, si queremos contar lo que cuesta un coche, entonces la unidad de dinero la establecemos nosotros, acaso dando el precio del coche en euros, dolares, pesos argentinos, etc. Y en caso de darlo en euros, entonces establecemos cosas así: "1€= x barras de pan en tal tienda que siempre voy" o bien "1€=x minutos de mi trabajo actual", etc.  

A partir de semejantes estructuras lógicas de equivalencia va tomando peso y valor un coche, es decir, toma sentido para nosotros lo que vale un coche. Un sentido, ciertamente, completamente artificial, contextual e impuesto por nosotros mediante nuestras capacidades de comprensión.

Por tanto, la unidad, como concepto abstracto y artificial nuestro, no toma sentido realmente por nada empírico. Es ella, en cambio, la artífice de dar sentido y valor al mundo, convirtiéndolo en algo comprensible y con significado para seres como nosotros. O, al menos, para seres que razonan como razonamos nosotros. Y no le da sentido porque tenga, supuestamente, un valor y un significado propio y metafísico, cómo fantaseaban Pitágoras, Platón o Descartes por ejemplo, sino porque la unidad es "el resultado" de una serie de operaciones mentales fundamentales cuyo único valor es que nos permiten pensar y comprender cosas; aunque luego estas sean falsas, erróneas, artificiales y fictícias.

Estas operaciones fundamentales de la matemática son la adición (sumar) y la substracción (restar). Pero sobre ellas se pueden desarrollar muchas otras de más complejas, como multiplicar y dividir, la potenciación (y hacer raíces), el logaritmo, la diferenciación e integración, etc. De hecho, todo el cálculo se puede reducir, básicamente, a sumas y restas.   

Por tanto, la unidad toma sentido a partir de estas operaciones. Hecho es que los axiomas de la aritmética, como los de Peano por ejemplo, se fundamentan en la existencia de la "adición" como premisa inicial. La otra premisa inicial, luego, es que existe la unidad, y que se puede definir como la entidad necesaria sobre la cual se puede aplicar una adición o substracción.

Cabe señalar que estas 2 premisas iniciales no son ni ciertas ni falsas, simplemente son las mínimas exigencias necesarias para que tome cuerpo y sentido la aritmética habitual que usamos como constructo cognitivo. Nada más. De hecho, se pueden introducir otros axiomas para generar aritméticas especiales, como la modular o la lunar. 

En resumen, cabe entender que de ordinario contar es una operación que a partir de la unidad y la adición nos permite obtener toda una multiplicidad de valores:

1+1=2

2+1=3

3+1=4 

1-1=0

0-1=-1

etc.

Cada uno de estos valores que obtenemos en las diferentes operaciones se llaman "números". Insisto, estos valores o números no hacen referencia a nada empírico ni físico, simplemente expresan una operación bien definida; bien definida mediante esos dos axiomas iniciales. Nada más.

El problema, a mi entender, es cuando tenemos una operación aritmética que no tiene solución por ser irresoluble ¡Está lleno de operaciones sin solución! Por ejemplo, dividimos 1 entre 7 (tomando base decimal). Esta operación irá iterando dando restos de forma indefinida. ¿Tiene realmente un valor y una solución semejante operación? ¿1/7 da un número en base decimal? No. Pero se puede resolver cambiando de base: en "base 7" la operación 1/7 ya sí solución concreta. Todo esto, de una forma u otra, se conocía desde los Sumerios hace 7.000 años.

Sin embargo, hay operaciones que parecen ser siempre irresolubles; acaso x·x = 2, que es una forma de representar la operación que conocemos como raíz de 2. ¿Raíz de 2 tiene solución, tiene un valor, da un número? No, nunca.

Sin embargo, hoy en día, después de los trabajos de Cauchy y Dedekind, tenemos sumamente asumido que raíz de 2 o Pi son números. De modo que afirmar que no son números sino operaciones irresolubles y por tanto, sin solución, chocará.

Una de las argumentaciones que se puede esgrimir contra cuanto se plantea aquí es que si dibujamos un cuadrado de lado una unidad (1), entonces, la diagonal medirá, exactamente, raíz de 2. O si dibujamos una circunferencia de diámetro una unidad (1), entonces el perímetro medirá, exactamente, Pi. Se supone, sin más, que toda operación, por ser una operación, debe de tener un resultado y por ello cabe entenderla "ipso facto" como un número.

Vemos claramente como aquí nos habla de nuevo ese viejo y ancestral dogmatismo que tenemos ocultamente apegado en nuestra rudimentaria psique; esa vieja y ñoña fe en que las cosas tienen un valor y una medida intrínseca y objetiva. En este caso se cree que una figura geométrica, de por sí, tienes unos valores geométricos. ¿No resulta eso fascinante y digno de indagar un poco? 

Pero aquí se entiende todo esto de otra forma. Para empezar se parte de la premisa inversa: que una figura geométrica carece de valores geométricos de por sí. Por consiguiente, si tomamos un cuadrado, no es cierto que su lado mida (1) y su diagonal mida raíz de 2. Podemos imponer o convenir que la diagonal mida (1), de modo que los lados medirán, entonces, la mitad de raíz de 2.

En definitiva, constatamos que por el mero hecho de que se pueda dibujar una figura no significa que esa figura tenga unas medidas propias. Las medidas y los valores de la figura son un atuendo moldeable y sólo siguen la lógica de las propias operaciones que las definen.

La recta ideal

Los matemáticos se imaginaron los números mediante una recta ideal compuesta por puntos atómicos  (indivisibles) que se distribuyen de forma super densa, es decir, resulta imposible desgranarlos todos, absolutamente todos, para generar una secuencia fundamental donde, dado un punto, obtengamos el que viene inmediatamente después. Entonces, consideraron que cualquier punto dado de esta recta super densa, determinaba un valor, o resultado, para una operación bien determinada y precisa. Por eso supusieron que toda operación, en el fondo, debe tener una solución y por tanto, definir un punto de la recta. 

En otras palabras más ilustrativas: consideraron que los números eran el resultado de partir esta recta ideal en trozos más pequeños hasta pulverizarla en átomos -Como hizo Cantor con su monstruo (ver), que a partir del segmento [0,1] se va partiendo en 3 partes iguales de forma recursiva e indefinidamente, y se elimina la parte del medio. Con cada 3 partes se generan 2 puntos más: 



En tal sentido, cada partición era una operación, y esta partición se suponía que siempre presentaba un resultado claro y preciso ¡Un número! De modo que podíamos generar distintos tipos de particiones o operaciones; las racionales y las irracionales. 

Así pues,  consideraron viable iterar sin límite las distintas operaciones posibles obteniendo, con ello, la secuencia de todos los "puntos" o "soluciones" posibles de la recta ¡Todos los números que existen! Y eso era, a su entender, el continuo real.

Ciertamente, a su modo esta idea nos devuelve de nuevo a Zenón de Elea, quién mostró con la sencillez  y naturalidad característica de los griegos cómo éste intentar reducir la recta a puntos atómicos (números o soluciones) conllevaba profundas paradojas y limitaciones racionales ¡Y ciertamente las lleva! Aunque Demócrito intentó solventar estas paradojas diciendo que no es posible partir nada indefinidamente. 

Dar solución a lo que no tiene solución

Al descubrir los irracionales en tanto que operaciones irresolubles, así raíz de 2, se constató entre los griegos lo simplona que era esa visión atomista de Demócrito que pretendía reducir lo real a puros números o puntos indivisibles y atómicos: a un mundo perfectamente mecanicista donde todo cuanto existe se estructuraría mediante operaciones con soluciones perfectamente definidas -racionales (escogiendo bien la base).   

Platón, mucho más profundo que Demócrito, entendió que los irracionales (las operaciones imposibles de resolver) llevaban al traste el atomismo, y por tanto al mecanicismo puro y duro; tal y como expone en el Sofista. Y de hecho, va má allá: plantea una visión de la existencia donde el mecanicismo sólo sería aparente e imperfecto -la racionalidad siempre sería algo superficial-: 

¡El universo no sería una máquina autónoma y perfecta donde toda acción que acaece, por más caótica y compleja parezca, esté en el fondo bien definida y, por tanto, tenga una razón de ser! A lo sumo, sólo podría aspirar a comportarse como una máquina perfecta -sería su ideal-, sin llegar jamás a serlo, porque resulta imposible eliminar la incertidumbre y la irresolución, la contradicción y la indeterminación en cualquier proceso físico. 

La escuela platónica (Euclides, Eudoxo, Arquímides, etc) dominó las matemáticas antiguas hasta la edad moderna, mientras las matemáticas de Demócrito quedaron bastante olvidadas.  

Sin embargo, en el s.XIX, con Cauchy y Dedekind, y después de largas discusiones, sucedió algo, a nivel histórico, extraño: se decidió imaginar que estas operaciones irresolubles sí tienen solución, pero es una solución que está más allá de toda solución posible. Son soluciones ideales o metaempíricas (imposibles de hallar calculando, incluso mediante una calculadora puramente teórica).

La metafísica moderna permitía imaginar estos saltos de la razón hacia la esfera de las soluciones más inaprensibles, fantasmagóricas e hipotéticas. Y todo ello sazonado por el viejo prejuicio, o necesidad psicológica, de creer que debe de existe siempre solución para todo, una razón de ser, aunque ésta esté sumamente oculta y debamos pelearnos con nosotros mismos hasta la muerte de nuestros sentidos, y nuestro entendimiento, para revelar tan maravilloso secreto. 

No obstante eso, aquí, hoy, se intenta tomar consciencia de que los números no son más que soluciones a ciertas operaciones, y que no todas las operaciones se pueden resolver. Y, además, sabemos otra cosa más al respecto... que se contará en el siguiente post.