martes, 31 de marzo de 2009
Erwin Schrödinger
Acabo de recibir el libro "Qué es la vida?" de E. Schrödinger. A ver qué me cuenta...
lunes, 30 de marzo de 2009
Gladiadores
Escribe Lucrecio, el epicurio, con el refinamiento helenístico que le caraterizó: "Por casualidad, a mediodía asistí a una exhibición, esperando un poco de diversión, unos chistes, relajarme... Pero salió todo lo contrario... Estos peleadores de mediodía salen sin ningún tipo de armadura, se exponen sin defensa a los golpes, y ninguno golpea en vano... Por la mañana echan los hombres a los leones; al mediodía se los echan a los espectadores. La multitud exige que el victorioso que ha matado a sus contrincantes se encare al hombre que, a su vez, lo matará, y el último victorioso lo reservan para otra masacre. Esta clase de evento toma lugar estando casi vacias las gradas... Al hombre, sagrado para el hombre, lo matan por diversión y risas."
Supongo que resulta evidente que la mayoría de nosotros no aguantaría ni 24h viviendo en esa Roma de marmol y sangre (Sólo entrar en la ciudad verías a un montón de criminales colgados de la cruz). No estamos mentalmente preparados para tales emociones fruto de la más brutal sin razón, bestialidad y arrogancia... Somos tan epicurios y civilizados ¡Tenemos tanta consciencia! Los Romanos seguramente se reirían despiadadamente de nosotros y nos tildarían de viejecitas impotentes.
¿Vivimos por ello en un mundo mejor? Moriremos igualmente... y es cierto que ellos vivían con intensidad; con una intensidad que nos abruma a nosotros, tan civilizados.
Supongo que resulta evidente que la mayoría de nosotros no aguantaría ni 24h viviendo en esa Roma de marmol y sangre (Sólo entrar en la ciudad verías a un montón de criminales colgados de la cruz). No estamos mentalmente preparados para tales emociones fruto de la más brutal sin razón, bestialidad y arrogancia... Somos tan epicurios y civilizados ¡Tenemos tanta consciencia! Los Romanos seguramente se reirían despiadadamente de nosotros y nos tildarían de viejecitas impotentes.
¿Vivimos por ello en un mundo mejor? Moriremos igualmente... y es cierto que ellos vivían con intensidad; con una intensidad que nos abruma a nosotros, tan civilizados.
Decadencia social
Cuanto más rica se sabe una sociedad menos violenta, menos agresiva y combativa se muestra. Es decir, una sociedad rica se vuelve 'buena', puesto que lo perdona todo; considera que tiene tanto que nada la perjudica. Una sociedad tal carece de justicia... no le preocupan los delincuentes y malechores ¡Deja incluso la puerta abierta para que cualquiera se tome lo que le plazca!
La riqueza com un síntoma de decadencia... un dulce síntoma.
La riqueza com un síntoma de decadencia... un dulce síntoma.
domingo, 29 de marzo de 2009
No vale nada
Cuantas más opotunidades se dan para conseguir algo, menos vale
Que todo el mundo sea capaz de hacer algo, nos muestra lo poco que vale eso.
Que todo el mundo sea capaz de hacer algo, nos muestra lo poco que vale eso.
Hipocresía cultural
Muchas veces sucede que estando en público y ante terceras personas engañamos. Algunos hacen ver que las cosas les van mejor de lo que en realidad les van; otros, en cambio, dicen que las cosas les van peor de lo que realmente les van; y muchas veces juzgamos y defendemos en público opiniones, que en verdad, ni creemos ni mucho menos practicamos.
Estos engaños, tan inevitables, se deben a muchos motivos diversos: o porqué responden a conversaciones triviales, o simplemente, y este suele ser el motivo más general, porqué responden a la idea falsa que muchas veces nos hacemos de nosotros mismos y de cuanto nos sucede.
Así como ocurre con las personas, también resulta habitual ver las sociedades predicar lo contrario de lo que hacen las más de las veces. Esto es muy curioso. Pedir rigor, sinceridad y honestidad a una sociedad es casi como pedir al cielo que llueva cuando a nosotros nos interese ¿Por qué? Porqué las soceidades se mueven tras muchos intereses diversos, incluso, contradictorios.
En las sociedades avanzadas (y supongo que debería contar la nuestra entre ellas) existe desde hace tiempo una hipocresía brutal: todos somos iguales, o sea, tenemos los mismos derechos y oportunidades.
Y parece ser parte del juego indignarse de tanto en cuanto al denunciar que tales ideales predicados por nuestra sociedad, se violan constantemente ya por fuerza bruta ya con astucia e inteligencia.
Así estamos, viviendo en una sociedad bastante hipócrita y que, encima, encuentra cierto placer morboso en autotorturandose e indignarse por su hipocresía.
En fin, los hombres no somos más que animales...
Estos engaños, tan inevitables, se deben a muchos motivos diversos: o porqué responden a conversaciones triviales, o simplemente, y este suele ser el motivo más general, porqué responden a la idea falsa que muchas veces nos hacemos de nosotros mismos y de cuanto nos sucede.
Así como ocurre con las personas, también resulta habitual ver las sociedades predicar lo contrario de lo que hacen las más de las veces. Esto es muy curioso. Pedir rigor, sinceridad y honestidad a una sociedad es casi como pedir al cielo que llueva cuando a nosotros nos interese ¿Por qué? Porqué las soceidades se mueven tras muchos intereses diversos, incluso, contradictorios.
En las sociedades avanzadas (y supongo que debería contar la nuestra entre ellas) existe desde hace tiempo una hipocresía brutal: todos somos iguales, o sea, tenemos los mismos derechos y oportunidades.
Y parece ser parte del juego indignarse de tanto en cuanto al denunciar que tales ideales predicados por nuestra sociedad, se violan constantemente ya por fuerza bruta ya con astucia e inteligencia.
Así estamos, viviendo en una sociedad bastante hipócrita y que, encima, encuentra cierto placer morboso en autotorturandose e indignarse por su hipocresía.
En fin, los hombres no somos más que animales...
jueves, 26 de marzo de 2009
El paso del medievo a la contemporaneidad
San Agustín proclamó "No salgas afuera, vuélvete a ti mismo; la verdad habita en el hombre interior" Toda la edad medieval se lanzó con fervor a por esta salvaje postura ascética de reclusión, aislamiento y penitencia corporal ¡Ahí veía su salvación personal! Durante siglos el europeo fue adiestrado tenazmente al recogimiento y la interiorización ¡Se metió a la bestia humana en una jaula!
¿Qué provocó eso? Se dice que lo que se prohibe excita ¿Y no fue así para el cristiano de Europa? Ese tenaz ascetismo y reclusión interior lo convirtió, para sorpresa de todos, en la bestia más salvaje y extraviada... La bestia con mayores ansias de expansión y experimentación. Nadie en la historia de la humanidad había sentido semejante anhelo desbocado, frenético y aciago por conquistar el 'mundo exterior' a costa de lo que fuera.
El hombre occidental perdió el miedo y el respeto a la naturaleza, empezando a cometer hybris... A vivir y disfrutar de la hybris; tan temida y respetada para las civilizaciones antiguas.
El hombre cristiano, después de siglos de aventura espiritual buscando la verdad en su "interior" exclamó -En mi interior sólo hay engaño: un conflicto de volubles sensaciones e ideas puras, pero vacías-. Y ante semejante decepción espiritual pensó -La verdad está ahí fuera-. Y fue entonces cuando se puso a contemplar las estrellas buscando ahí la verdad al cuestionarse si él era, o no, el centro de la Existencia.
Le debemos al cristianismo y a su milenaria disciplina ascética de flajelación contra todo lo corporal y externo, esas feroces ansias de exploración y conquista que han caracterizado al hombre occidental de los últimos siglos.
La ciencia moderna no apareció porqué sí.
¿Qué provocó eso? Se dice que lo que se prohibe excita ¿Y no fue así para el cristiano de Europa? Ese tenaz ascetismo y reclusión interior lo convirtió, para sorpresa de todos, en la bestia más salvaje y extraviada... La bestia con mayores ansias de expansión y experimentación. Nadie en la historia de la humanidad había sentido semejante anhelo desbocado, frenético y aciago por conquistar el 'mundo exterior' a costa de lo que fuera.
El hombre occidental perdió el miedo y el respeto a la naturaleza, empezando a cometer hybris... A vivir y disfrutar de la hybris; tan temida y respetada para las civilizaciones antiguas.
El hombre cristiano, después de siglos de aventura espiritual buscando la verdad en su "interior" exclamó -En mi interior sólo hay engaño: un conflicto de volubles sensaciones e ideas puras, pero vacías-. Y ante semejante decepción espiritual pensó -La verdad está ahí fuera-. Y fue entonces cuando se puso a contemplar las estrellas buscando ahí la verdad al cuestionarse si él era, o no, el centro de la Existencia.
Le debemos al cristianismo y a su milenaria disciplina ascética de flajelación contra todo lo corporal y externo, esas feroces ansias de exploración y conquista que han caracterizado al hombre occidental de los últimos siglos.
La ciencia moderna no apareció porqué sí.
Dolor
Ayer estábamos entrenando cuando, después de saltar, pisé fortuitamente el pie de un compañero torciéndome el tobillo. Me caí a plomo.
La lesión no es nada grave; sólo duele y me obliga a cojear (no sé si el sábado voy a poder jugar).
Después de ducharme empecé a 'escuchar' mi propio cuerpo, a analizarme, a introspeccionar el dolor a través de la "consciencia", o sea, a ser más consciente del dolor diseccionándolo mentalmente y analizándolo. Y me di cuenta de ciertas cosas, preguntándome:
1) ¿Por qué el dolor me hace reír? Al ejecutar ciertos movimientos el grado de dolor se intensifica: frunces las cejas, aprietas fuertemente los dientes, pones todo el cuerpo en tensión y blasfemas como "mecanismos" instintivos para, o bien contener 'el dolor' y que éste no te domine y tiranice o bien, para disiparlo. En efecto, parece ser que chillamos para disipar el dolor: o sacándolo fuera de nosotros o bien aturdiendo nuestra consciencia con nuestros propios gritos ¿Chillar no es una forma de protejer y mantener cierto equilibrio en nuestra "consciencia" que se ve asaltada por una cantidad de energía y fuerza incontrolable?
Sin embargo, después de esta chispa de tensión (el dolor suele activarnos "dándonos" una fuerza esporádica brutal) , cuando el dolor disminuye, entonces, sólo entonces, todo nuestro cuerpo, antes en tensión y violencia, se relaja... y reímos. O al menos yo me río.
Me resulta inevitable e instintivo reírme cuando "las aguas" de mis sensaciones se tranquilizan y autoregulan después del temporal y el tormento sufrido ¿Seré masoquista? No, pero el dolor y el placer se han estudiado de pena.
Esto me hace pensar si para un aumento de la felicidad, la risa y el placer es necesario un aumento del dolor. Ciertamente, ésta era la tesis de Nietzsche hacia la felicidad y lo que él llamó, la Gran Salud.
2) Hay algo muy curioso: ¿cómo es posible que relacionemos nuestras sensaciones interiores con cuanto tocamos o vemos? Es decir, yo siento dentro de mí un dolor brutal y soy capaz de localizar tanto visual como táctilmente este dolor en una zona concreta de mi cuerpo, por ejemplo, el tobillo ¿Cómo se explica eso? Normalmente se explica de forma idealista, a saber: existe realmente el tobillo y nuestros ojos, nuestra mano y nuestros sentimientos lo detectan.
Pero si ya no creemos que exista un yo que percibe y tenga sensaciones, y por tanto, tampoco creemos que existan 'objetos externos' que causan, vete a saber cómo, estas sensaciones y sentimientos en nuestro yo, entonces ¿Cómo explicamos esta coordinación de sensaciones las cuales nos hacen 'sentir' que yo percibo dolor en mi tobillo?
Quizás, a bote pronto este dilema parezca una gilipollez y una tontería, pero en realidad estamos ante el problema de la consciencia, tan buscada por los neurocientíficos, los filósofos de la mente y los psicólogos.
3)No pocas veces lo que más nos acongoja del dolor, de las lesiones , los reveses o enfermedades que padecemos no son éstas mismas, sino nuestra idea sobre ellas. Por ejemplo, no me molesta haberme lesionado, sentir dolor, puesto que ciertamente me da su placer y cierta 'felicidad' que raramente se siente. Sin embargo lo que más puede atormentarme es pensar que esta lesión me privará de jugar el sábado. Pensar ésto es lo que hiere impertinentemente mi consciencia, haciéndome ver esta lesión como una putada y un mal. Si me diera igual lo que sucediera, si no depositara esperanzas y ganas de hacer ciertas cosas en un futuro próximo, o no sintiera ningún deber y ninguna obligación para con algo, entonces, no me preocuparía por el dolor lo más mínimo... incluso, parece ser, que lo bendeciría y le agradecería estas nuevas experiencias ¡Esa fuerza y energía que me proporciona!
Quizás sea por eso que los animales, tan poco duchos en esperanzas y en representarse el futuro no parecen acongojarse tanto por el dolor como la gente en general ¡Es nuestra capacidad de prever e imaginarnos un futuro, de sujetarnos a unas obligaciones y unos deberes lo que nos hace valorar el dolor, la contrariedad, la fatalidad, la enfermedad como algo perjudicial y digno de ser erradicado!
Para muchos el dolor es casi un tabú, algo que debe ser extirpado, una recriminación que hecharle la vida -La vida sería buena si no hubiera dolor- Afirman. Pero, ¿acaso no se debe eso, en gran medida, a la idea que se han hecho de la Vida... y en particular de su vida?
La lesión no es nada grave; sólo duele y me obliga a cojear (no sé si el sábado voy a poder jugar).
Después de ducharme empecé a 'escuchar' mi propio cuerpo, a analizarme, a introspeccionar el dolor a través de la "consciencia", o sea, a ser más consciente del dolor diseccionándolo mentalmente y analizándolo. Y me di cuenta de ciertas cosas, preguntándome:
1) ¿Por qué el dolor me hace reír? Al ejecutar ciertos movimientos el grado de dolor se intensifica: frunces las cejas, aprietas fuertemente los dientes, pones todo el cuerpo en tensión y blasfemas como "mecanismos" instintivos para, o bien contener 'el dolor' y que éste no te domine y tiranice o bien, para disiparlo. En efecto, parece ser que chillamos para disipar el dolor: o sacándolo fuera de nosotros o bien aturdiendo nuestra consciencia con nuestros propios gritos ¿Chillar no es una forma de protejer y mantener cierto equilibrio en nuestra "consciencia" que se ve asaltada por una cantidad de energía y fuerza incontrolable?
Sin embargo, después de esta chispa de tensión (el dolor suele activarnos "dándonos" una fuerza esporádica brutal) , cuando el dolor disminuye, entonces, sólo entonces, todo nuestro cuerpo, antes en tensión y violencia, se relaja... y reímos. O al menos yo me río.
Me resulta inevitable e instintivo reírme cuando "las aguas" de mis sensaciones se tranquilizan y autoregulan después del temporal y el tormento sufrido ¿Seré masoquista? No, pero el dolor y el placer se han estudiado de pena.
Esto me hace pensar si para un aumento de la felicidad, la risa y el placer es necesario un aumento del dolor. Ciertamente, ésta era la tesis de Nietzsche hacia la felicidad y lo que él llamó, la Gran Salud.
2) Hay algo muy curioso: ¿cómo es posible que relacionemos nuestras sensaciones interiores con cuanto tocamos o vemos? Es decir, yo siento dentro de mí un dolor brutal y soy capaz de localizar tanto visual como táctilmente este dolor en una zona concreta de mi cuerpo, por ejemplo, el tobillo ¿Cómo se explica eso? Normalmente se explica de forma idealista, a saber: existe realmente el tobillo y nuestros ojos, nuestra mano y nuestros sentimientos lo detectan.
Pero si ya no creemos que exista un yo que percibe y tenga sensaciones, y por tanto, tampoco creemos que existan 'objetos externos' que causan, vete a saber cómo, estas sensaciones y sentimientos en nuestro yo, entonces ¿Cómo explicamos esta coordinación de sensaciones las cuales nos hacen 'sentir' que yo percibo dolor en mi tobillo?
Quizás, a bote pronto este dilema parezca una gilipollez y una tontería, pero en realidad estamos ante el problema de la consciencia, tan buscada por los neurocientíficos, los filósofos de la mente y los psicólogos.
3)No pocas veces lo que más nos acongoja del dolor, de las lesiones , los reveses o enfermedades que padecemos no son éstas mismas, sino nuestra idea sobre ellas. Por ejemplo, no me molesta haberme lesionado, sentir dolor, puesto que ciertamente me da su placer y cierta 'felicidad' que raramente se siente. Sin embargo lo que más puede atormentarme es pensar que esta lesión me privará de jugar el sábado. Pensar ésto es lo que hiere impertinentemente mi consciencia, haciéndome ver esta lesión como una putada y un mal. Si me diera igual lo que sucediera, si no depositara esperanzas y ganas de hacer ciertas cosas en un futuro próximo, o no sintiera ningún deber y ninguna obligación para con algo, entonces, no me preocuparía por el dolor lo más mínimo... incluso, parece ser, que lo bendeciría y le agradecería estas nuevas experiencias ¡Esa fuerza y energía que me proporciona!
Quizás sea por eso que los animales, tan poco duchos en esperanzas y en representarse el futuro no parecen acongojarse tanto por el dolor como la gente en general ¡Es nuestra capacidad de prever e imaginarnos un futuro, de sujetarnos a unas obligaciones y unos deberes lo que nos hace valorar el dolor, la contrariedad, la fatalidad, la enfermedad como algo perjudicial y digno de ser erradicado!
Para muchos el dolor es casi un tabú, algo que debe ser extirpado, una recriminación que hecharle la vida -La vida sería buena si no hubiera dolor- Afirman. Pero, ¿acaso no se debe eso, en gran medida, a la idea que se han hecho de la Vida... y en particular de su vida?
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