Si Siddharta se creó su verdad, llamada Nirvana, a partir de su dolor y compasión hacia todo cuanto sufre los pensadores modernos se crearon su verdad, llamada mundo físico-mecánico, a partir de un peculiar y salvaje deseo por someter sus experiencias corporales a través de la inteligencia más objetiva y racional. (post sobre Siddharta)
La comprensión del mundo físico/sensual, del mundo del cambio, el movimiento y la transformación, es un reflejo de la voluntad de conquista intelectual del hombre.
El científico moderno lanza su telaraña de la razón especulativa sobre el salvaje torrente del devenir perceptivo y con ello lo atrapa, lo controla y termina exhibiéndolo como un trofeo y una victoria ¡Eh ahí el fenómeno en sí!
Así nace el "hecho" como escenario mental mediante el cual comprender lo experimentado y vivido. Eh ahí por ejemplo, el fenómeno de caída libre, o la ley de los gases ideales, o los tratados sobre el funcionamiento fisiológico del cuerpo humano ¡O los trastornos psicológicos! O las dinámicas sociales.
Mi poco respeto por Wittgenstein, por ejemplo, responde en gran medida a que lo primero que leí de suyo fue el "Tractatus" y éste empieza con una afirmación que a mi saber, mil veces más sensual que el suyo, me suena a una mentira tan flagrante y evidente que no pude ya tomarme nada más en serio de ese libro. Fue una inmensa decepción. Y empieza afirmando más o menos lo siguiente: "El mundo es el conjunto de todos los hechos que se dan".
Nota: nada nos gusta más que hablar de aquello que no se puede hablar, y hacer aquello que no se puede hacer.
Comprender el mundo, la vida, la realidad como un conjunto de hechos sólo es posible en un estado cognitivo relativamente desarrollado. De modo que esta forma de visualizar y vivir la vida resulta harto artificial: fruto de un metabolismo cognitivo bastante complejo y tardío.
Sin embargo, aquí Wittgenstein nos presentaba los "hechos" como si fueran entidades metafísicas, con sentido intrínseco, que esperan ser descubiertos a través de la pura inteligencia (el análisis lógico-matemático) para mostrarnos cómo es la realidad. Sin embargo mis prejuicios son harto distintos:
Entiendo que los "hechos" son más bien una creación, una ilusión, una interpretación, en síntesis, una manipulación cognitiva. ¿Qué quiero decir?
Características de todo hecho: siempre se da en un momento (tiempo) y en algún lugar (espacio).
Las dos características fundamentales de los "hechos" (el espacio y el tiempo) jamás son reales, no son propiedades inhumanas, ni preexisten, ni son esenciales de la vida y de cuanto sucede ¡No las "descubrimos" experimentando y viviendo! Más bien, las creamos al imaginar, figurar y representar lo experimentado. En efecto, quizás haya que atinar un poco nuestra mirada aquí para darse cuenta como dichos conceptos sólo existen entre humanos y viviendo en sociedad. ¿No se ve? En fin, cuando escucho a gente discutir sobre la supuesta esencia del espacio y el tiempo paso de página y voy a otra cosa.
El Tiempo: hemos impuesto estructuras completamente artificiales llamadas "calendarios" imaginando regularidades y repeticiones perfectas, por simples, que nos permiten, mediante contraste y comparación, pautar y ordenar lo experimentado de alguna manera. En este sentido cabe entender los calendarios, y por consiguiente la noción de tiempo, como una creación completamente inventada por "la sociedad humana" de forma absolutamente artificial, ilusoria y en tal sentido falsa a fin de establecer, mediante suposiciones, promedios y aproximaciones, ciertas regularidades y ciertos patrones cronológicos en lo experimentado.
Inventamos un patrón temporal lo suficientemente simple como para comprenderlo, y lo más simple es lo regular, repetitivo y modular, capaz de ajustarse más o menos a cuanto experimentamos; lo llamamos "calendario" o "reloj" ¡Ahora ya podemos comprender lo experimentado como "algo que sigue" un orden temporal! Pues gracias a nuestro patron temporal imaginado nos vemos capaces de simular que lo vivido sigue un supuesto orden, unas medidas o proporciones, e inferir de ahí una hipotética ley o regularidad ¡Incluso un significado y un valor! Y si cambiamos el patrón bajo alguna necesidad o conveniencia, si cambiamos nuestra regla de medir, entonces cambiamos nuestra comprensión cronológica de lo experimentado ¡Nuestra idea del tiempo cambia! Porque comprender "el concepto de tiempo" sólo consiste en reconocer en lo experimentado nuestros propios patrones y esquemas inventados, y por tanto previamente asumidos.
Crear nuevos conceptos, esquemas, patrones, simplificaciones, generalizaciones, metáforas, nos permite expandir nuestra capacidad de reconocer, y por tanto, de comprender lo experimentado. Las matemáticas y la poesía son herramientas especialmente útiles para ello.
Sí, menuda ilusión el tiempo... Quien haya vivido no sometido a calendarios, relojes, marcas en la pared, etc habrá experimentado en sus propias carnes una vida no temporal, alertando sin muchos problemas cuán artificial y sociabilizadora sabe en el fondo tamaña idea. Una mente sometida a las convenciones sociales, en cambio, le resultará harto complicado concebir la vida sin someterse a la noción de tiempo y sin tratarla como una realidad intrínseca del mundo. La noción de tiempo, es pues, como la noción de culpa: un artificio comprensivo.
El espacio: ¡De qué forma más arbitraria y caprichosa determinamos las figuras, formas y las limitaciones de cuánto percibimos! Imaginamos, aquí también, figuras simples que nuestra mente puede controlar y manipular con relativa facilidad, acaso una línea recta, un círculo, un triángulo o un cuadrado; y lo imponemos a lo experimentado mediante aproximaciones lo suficientemente generosas. Luego va y con toda nuestra sinvergüenza afirmamos, sin sonrojarnos, que las cosas son, realmente, círculos o triángulos más o menos imperfectos en la medida que encajan en nuestras simplificaciones abstractas ¡Se semejan a nuestro antojo a nuestros modelos artificiales e imaginarios! Entonces, terminamos colgándole un nombre y ya lo hemos identificado como una "cosa" con identidad propia ¡Lo hemos bautizado y ya pasa a ser algo que existiría por sí mismo! Menudo pastel nos hemos cocido ahí.
En efecto, pensamos en líneas rectas, puntos, esferas, cuadrados y otras delimitaciones espaciales, no porque sean realidades en sí, puras y eternas, que preexisten como nos quería contar Platón, sino perqué son figuras lo suficientemente simples para poderlas gestionar mentalmente y a través de ellas, elaborar algún tipo de comprensión eficiente de lo experimentado ¡Siempre tan confuso!
Comprender es imaginarnos las cosas de forma mucho más simple, superficial y fácil de lo que en realidad experimentamos.
¡Cómo! ¿Acaso la ciencia consiste en convertir, mediante la inteligencia, lo selvático en un dorado jardín por el cual pasear alegres y orgullosos reconociendo nuestros dominios?
Toda inteligencia superior se caracteriza, visto así, por ser capaz de convertir lo grotesco y complicado en algo mucho más simple y fácil, claro y evidente mediante su arte: sus instrumentos de simplificación, medida y comprensión; así Miguel Ángel logró sacar el David de un trozo de mármol que durante décadas había sido abandonado en la cantera por intratable ¿Acaso el David estaba durmiendo en la grotesca piedra desde que ésta se formó esperando ser descubierta? Hay que ser muy platónico para pregonar semejante idea.
En efecto, si no puedo pensar, por ejemplo, en nada más simple que un "punto" es porque soy incapaz de inventarme nada más simple. Cuando alguien se "lo saque de la chistera" entonces lo usaremos y nuestra comprensión del mundo de seguro cambiará de raíz; y a lomos de tal invención diremos: ahora ya conocemos mucho mejor la realidad mientras los antiguos vivían en mitos y teorías muy rudimentarias de las cosas.
Qué poco honestos somos y con qué avidez nos autoengañamos. Si fuéramos sinceros admitiríamos que no podemos marchar de nuestras simplonas ficciones, nuestras creaciones oníricas y nuestros esquemas imaginarios -ideales y perfectos por simples ¡Vivimos en medio de escenarios mentales! Eh aquí, precisamente, lo que convirtió al homo en sapiens-sapiens: su capacidad de invención, de imaginación, de engaño y manipulación, bajo el dominio de la cual empezó a ser capaz de figurarse una idea de lo vivido. Y la más grande y brutal mentira ha sido defender ciegamente que la realidad nos es accesible mediante nuestras invenciones y convenciones; nuestros esquemas geométricos y cronológicos; nuestra comprensión y sus formas perfectas y artificiales, por simples.
Comprendiendo sólo humanizamos "la realidad": la moldeamos, disfrazamos y simplificamos para hacerla apta para nuestras capacidades de reconocimiento y cognición.
Si durante milenios, por ejemplo, se ha creído en Dios imponiéndolo por doquier a hierro es porque nos ha resultado una ficción mental relativamente simple de entender, usar y emplear para comprender cuanto vivíamos: era relativamente fácil, seductora y cómoda hacerla funcionar al intentar desarrollar una visión de la vida. Y si somos ateos, no es porque hayamos descubierto que la idea de Dios sea falsa, una gran mentira y por amor a la pura verdad rehusemos tajantemente tratar con mentiras como esgrimía Russell por ejemplo, sino porque somos capaces de crear ideas o escenarios mucho más potentes, explicativos y complejos sobre los cuales elaborar una comprensión de cuanto vivimos.
En fin, vemos cuan superficial, falso y manipulado, aunque sumamente efectivo, resulta ser el mundo que nos muestra la comprensión fáctica: el universo que nos enseñan nuestras ciencias en su escaparate de las ideas.
Esa verdad objetiva vestida de hechos generales se nos aparece, vista así pues, como una mentira basada en el simplificar e interpretar, manipular, esquematizar y domesticar lo vivido a fin de tratarlo y gestionarlo de forma controlada y ordenada, con significado y valor, dado que por sí mismo nos sabe siempre muy salvaje y confuso ¡Demasiado crudo!
Vemos la ciencia como una forma de civilizar la vida, del mismo modo que los romanos romanizaban a los bárbaros: no hay nada de verdad pura y dura ahí, sino de necesidad de controlar, ordenar, comprender, asimilar e integrar, de poner en común bajo una misma ley y por tanto, sólo vemos puras ansias de dominar.
Schopenhauer fue un devoto de las ciencias modernas; de sus verdades objetivas y sus razonamientos especulativos, hipotéticos y generalizadores. Consideraba que era la forma racional y comprensible a través de la cual la Nada, la pura Voluntad, la verdad inefable, eterna e inhumana, se podía manifestar, hacerse visible y tomar forma inteligible entre los seres humanos. En este sentido, destinó varias obras famosas a tractar ciertos temas de forma "objetiva": apelando a hechos generales.
Una de estas obras curiosas y singulares es su famoso "el arte de tratar a las mujeres". Allí se habla de la mujer como una idea general. Es decir, no se habla de Ana o Sofía o de María, ni de ti, lectora, que me lees, sino de las "mujeres" como una abstracción ficticia inventada al generalizar ciertas experiencias y observaciones realizadas sobre un montón de situaciones ¡"las mujeres" es un muñeco de paja!
¿Hasta qué punto esta obra es o no efectiva a la hora de tratar a "las mujeres"? Aquí no estoy hablando de si es cierta o falsa, de si es machista o si es fruto del diablo y el pecado original que carcomía a Schopenhauer. Cuando el genio de Frankfurt nos dice:
"Cuanto más noble y perfecta es una cosa, tanto más tarde y más lentamente llega su madurez. Difícilmente el varón alcanza la madurez de la razón y de sus fuerzas intelectuales antes de los veintiocho años; la mujer, por el contrario, ya la alcanza a los dieciocho; pero, justamente por ello, su razón es muy limitada. Por tal motivo se quedan niñas toda la vida, tan solo ven lo que les queda más cerca, viven apegadas al presente, confunden la apariencia de las cosas con la sustancia y prefieren las tonterías a los asuntos más importantes."
¿Hasta qué medida esta afirmación, completamente especulativa y general, cuadra con más y más observaciones y experiencias sobre multitud de mujeres distintas en circunstancias variadas? Es más, en caso de que cuadrara bastante bien con una infinidad de experiencias al respecto y por tanto tuviéramos un manual bastante eficaz, ¿acaso tal infinidad de experiencias se podrían hacer cuadrar, también, a través de otro tipo de especulaciones diferentes que nos dieran una visión de "las mujeres" distinta?
Parece ser que esto siempre es posible. Parece ser que raramente un conjunto de múltiples experiencias cuadran con una única afirmación especulativa: no hay una única interpretación de las cosas. Me explico, ante un montón de experiencias sobre las mujeres éstas siempre pueden ser simplificadas, ajustadas y aproximadas mediante distintas afirmaciones especulativas ¿Y cuál de las múltiples interpretaciones posibles escoger? Eh aquí otro de los grandes dilemas epistemológicos.
Podemos considerar que hombres y mujeres son iguales y por tanto hay que tratar a quienes se etiqueten como hombres y mujeres siempre por igual. Se escoge esta idea simplista, harto fácil de gestionar para cualquiera que tenga dos neuronas y se impone a mano de hierro, castigando y sometiendo a quien se salga de esta exigencia general. ¿Y por qué se ha escogido esta afirmación especulativa y no otra? Aquí, seguramente, por intereses políticos, ideológicos, económicos, etc. ¿Es efectiva? La efectividad de una generalización, si entramos un poco más al fondo de la cuestión, parece ser harto manipulable. De hecho, no pocas veces se da el caso que una generalización contradice descarada y constantemente muchísimos aspectos de lo vivido y sin embargo resultar sumamente efectiva para quienes la imponen sobre los demás, tal y como expone de forma brillante Orson Wells en "1984".
La cuestión, en cualquier caso, es que jamás estamos ante verdades, sino interpretaciones; que no hay una única interpretación para cuanto experimentamos y vivimos, sino que el proceso de selección e imposición de interpretaciones es, siempre, algo complejo, confuso, manipulado, interesado ¡Y muchas veces es un proceso velado para usar la unanimidad como ilusión de veracidad!
¿Cuántas veces se usa el "consensum sapientum" como estrategia para dotar de veracidad a una elección arbitraria y hecha a dedo?
Otro ejemplo de la multiplicidad de interpretaciones la tenemos con Nietzsche cuando compara el hombre y la mujer de forma distinta a Schopenhauer en ese pasaje llamado "de las viejas y de las jóvenes"; cuando dice, en resumen, que el mejor de los hombres, en el fondo, nunca deja de ser un niño grande al que le gusta el juego y el peligro, y precisamente por eso desea a la mujer: el más peligroso de los juegos y a la vez, el más cálido de los reconfortes.
En definitiva, ¿existe la verdad? ¿Acaso alcanzamos alguna verdad cuando nos ponemos a interpretar, esquematizar y a comprender cuanto vivimos, cuanto leemos y sufrimos, con nuestros prejuicios simplones y generalizadores? Sin duda nos creamos una, como se la crearon Buda o Schopenhauer mismo.
Llegados aquí volvemos a chistar irónicos y despreocupados: -La verdad no existe- Mientras ella se nos vuelve a enfadar y piensa -¿Por qué el muy sinvergüenza suelta esas tonterías delante de mí? ¿Por qué hace como si no me viera mientras anda todo el día de cháchara con mi mejor amiga, la Ciencia? Ah... ¡Le odio!
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