Durante siglos los artistas y poetas acostumbraban a crear personajes monolíticos: hechos de una sola pieza; con un carácter muy bien definido y, por consiguiente, encasillados en un rol bastante específico según el carácter.
A nosotros nos gustan otras obras y personajes. Entendemos que no tenemos un carácter predefinido y sólido, sino que nuestro carácter y manera de ser andan vivos, con lo cual su evolución depende en gran medida de qué se alimentan. Y se alimentan de lo que nos afecta.
Tal y como ya reconocía sorpendido Montaigne de sí mismo, o la Rouchefoucauld por ejemplo, entendemos que nuestro carácter y manera de ser pueden mostrar mil caras diferentes, muchas perfectamente contradictorias y violentas entre sí: según el día, las compañías, las situaciones o nuestro humor. En efecto, tenemos bien asumido que por la volubilidad humana todas las biografías no pueden sino mentir al pretender retratar un personaje.
Dicho esto, quizás sea por semejante comprensión sobre la superfície voluble, fogosa y ambivalente de nuestra manera de ser, que nos resulte lícito entender una idea que, en general, pasó desapercibida para los antiguos sabios: que la verdad y la mentira sean el mismo ser; aunque Platón, en su madurez, terminó defendiendo que todo es verdad, y la mentira un degradado de la verdad.
En cuaqluier caso, cabe reconocer que el primero en exponer directamente que la verdad es un tipo de mentira fue Nietzsche: un tipo de mentira que simplemente no podemos prescindir, negar ni desechar ¡La necesitamos para desarrollar la forma de vida que instinitivamente construímos y perseguimos!
Durante más de cien años esta idea no se ha entendido de forma muy cabal. De hecho, se ha comentado relativamente poco. A continuación propongo un ejemplo para ilustrarla mejor:
Así cómo la primitiva y sensual noción de frío tiene sentido cuando discernimos el frío del calor (lo caliente), en tanto que dos entidades diferentes y opuestas, la noción de frío deja de tener sentido cuando en el siglo XIX los mecánicos como Carnot afirmaron que, en realidad, sólo existe el calor, mientras el frío debía de entenderse como un grado de calor. Pero, entonces, los físicos teóricos reconocieron que sin la noción de frío la misma noción de calor deja también de tener sentido. Lo que toma sentido luego es la noción de temperatura, la cual termina derivando, simplemente, en pura "velocidad cinética". En definitiva, actualmente en física las cosas no están ni frías ni calientes, simplemente tienen una velocidad cinética. Así pues, lo mismo sucede con la verdad y la mentira.
¿Si las nociones de verdad y mentira ya dejan de tener sentido, entonces que nueva noción emerge como síntesis y superación? La vida.
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