"Primero, los hombres están en continua pugna de honores y dignidades y los animales, como las hormigas o abejas, no, y a ello se debe que entre los hombres surja, por esta razón, la envidia y el odio, y finalmente la guerra, mientras entre esos animales no ocurre eso.
Segundo, que entre esas criaturas, el bien común no difiere del individual, y aunque por naturaleza propenden a su beneficio privado, procuran, a la vez, por el beneficio común. En cambio, el hombre, cuyo goze consiste en compararse a sí mismo con los demás hombres, no puede disfrutar otra cosa sino lo que es eminente.
Tercero, que no teniendo esas criaturas, a diferencia del hombre, uso de razón, no ven, ni piensan que ven ninguna falta en la administración de su negocio común; en cambio, entre los hombres, hay muchos que se imaginan a sí mismos más sabios y capaces para gobernar la cosa pública, que el resto; dichas personas se afanan por reformar e innovar, una de esta manera, otra de aquella, con lo cual acarrean perturbación y guerra civil" (Leviatan, Parte II; Hobbes)
No creo que las hormigas y las abejas sean tan distintas a los hombres. Y en cuanto a la razón humana... ¡No hay una razón humana! Por eso todas las guerras pueden ser perfectamente justificadas. Otra cosa muy distinta es que tales justificaciones y argumentaciones agraden y convenzan a todo el mundo. Aunque, cabe advertir, que si no agradan ni convencen, como decía Unamuno, no será porque tales incrédulos tengan la santa razón de su parte, sino otros intereses, otra sensibilidad y otra forma de entender la vida y por tanto, de vivirla.
De todas formas, creo que Maquiavelo tenía razón cuando dijo: la mayoría de las veces con ganar es suficiente, no hay que querer convencer; en la guerra de espadas y la guerra de sofismos no se usan las mismas armas, y siendo muy fuerte en la primera, puedes ser muy débil y torpe en la segunda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario