sábado, 28 de noviembre de 2020
¿Qué es un filósofo? (I)
domingo, 22 de noviembre de 2020
¿Qué es la naturaleza? Principios de la termodinámica
Hace unos días comentaba que el comportamiento humano no viene dado por dogmas éticos sin más, sino que cabría interpretarlo como manifestación física; una expresión más de la naturaleza y su "carácter". Pero luego preguntaba, y ¿qué es la naturaleza?
Los griegos tuvieron la suerte y la ventaja, como ya reconocían ellos mismos, de ser un pueblo intelectualmente muy joven. Carecían de un glorioso y antiquísimo pasado, como egipcios y persas; o de corrientes de pensamiento dominantes, como le sucedió a la Europa medieval-moderna con el cristianismo -o bien nos sucede a nosotros hoy en día al tener sobre nuestra conciencia el peso de toda la historia cultural y científica, arrastrando por ejemplo términos griegos que no siempre entendemos muy bien, como "física".
De modo que los griegos no heredaron muchas tradiciones, ni escuelas ni "verdades", con lo cual no les quedaba otra que crear e inventar sus propios relatos sobre las "cosas". De ahí ese aire fresco y "sui géneris", espontáneo e inocente que respira todo lo griego hasta rayar lo simple. Con Platón, y después de 300 años de luchas filosóficas, los griegos ya empiezan a volverse algo más artificiales, complicados, formales; comienzan a buscar el conocimiento en su propia tradición, en sus escuelas-sectas, y no tanto en la innovación propia -su cultura se va petrificando y orientalizando.
Pero la simplicidad intelectual de los griegos antiguos, especialmente a destacar entre los pensadores presocráticos, siempre me ha resultado inspiradora y clarividente. Para empezar, que la mayoría de ellos titulasen sus obras con un sorprendente "Periphyseos" (sobre la naturaleza) me tenía seducido.
¿Por qué titulaban así sus obras?
¿Qué querían expresar con semejante nombre?
¿Qué entendían por "physei"?
Es cierto que al escuchar a los presocráticos describir como se transforman el aire, el agua, las piedras, como en el caso de Anaxímenes uno no puede sino sonreír con suficiencia al conocer, hoy en día, una descripción del proceso mucho más detallada y precisa, por nuestra superioridad en instrumentos de medición y en sistemas de comprobación de hipótesis, los cuales nos han llevado a un grado de complejidad descriptiva mucho mayor que la griega.
Pero cuando se analiza el término "physei" y el marco teórico general dentro del cual luego se realizan las descripciones teóricas particulares, pues bueno, quizás no hayamos avanzado tanto, aunque nos hayamos vuelto más claros, precisos y efectivos.
Cuando empiezo a enseñar filosofía, y en concreto el mundo griego con sus poetas y los presocráticos, empiezo con una exigencia: ¿qué significa "naturaleza" o "física"?
En griego arcaico physei significa nacer, surgir, emerger, expandirse y crecer; por eso los romanos lo traducen por "natura", que significa nacer -de aquí términos como natividad o innato, etc.
Para los griegos todo lo físico es un nacer, crecer y expandirse... hasta ser devorado por otros crecimientos y expansiones. Por consiguiente, toda realidad física pasa a comprenderse como un procesar, un devenir, un fluir, una aparecer (nacer) y desaparecer (morir)... un cambio o movimiento perpetuo. Quizás fuera Heráclito quien mejor lo relatara con su famoso e intuitivo:
No hay duda. Todos los griegos, incluso Platón, lo tienen claro: el mundo físico es un mundo de nacimientos, crecimientos, expansiones que se suceden a costa de lo que degenera, se desestructura, corrompe y es devorado por lo nuevo. Otra cosa es el valor y sentido que le dan luego a este devenir, punto donde ya difieren notablemente todas sus filosofías y planteamientos teóricos.
Llegados aquí se advierte que los griegos "descubren" dos afirmaciones difíciles de refutar y, por ello, muy vigentes:
1. El mundo físico en esencia es un transformar, procesar e intercambiar, por tanto allí no encontraremos jamás nada fijo, estable y completamente aislado que viva a su "rollo", ajeno a todo lo demás ¡No hallaremos nunca el Ser, sólo Devenir y fluctuar!
Una consecuencia de esta "idea" es que el mundo físico no puede tener un final definitivo y último; a no ser que, como decide pensar Platón, el río del Devenir desemboque con un salto mortal (transcedental) en una realidad metafísica y antinatura -El Ser.
2. En el mundo físico todo vive a costa de todo; el presente se alimenta del pasado, mientras sirve de pasto para el futuro. Todo comercia constantemente con todo y la violencia es la esencia de la vida. Heráclito mismo dice sin titubear: "la lucha -polemos- es el padre de todas las cosas".
Y de estas dos verdades surgen varias preguntas que han marcado el pensamiento filosófico hasta nuestros días:
-¿Por qué razón existe el mundo físico -el devenir, procesar, intercambiar... el permanente fluir? Platón argumentaba, por ejemplo, que el mundo físico existe por la eterna tensión que se da entre el Ser y la Nada (espacio vacío). Pero, ¿acaso existirán el Ser y la Nada más allá de ser meros recursos explicativos del devenir? ¿No podríamos responder a tamaña pregunta mediante otras interpretaciones y concetpos?
-Que en el mundo físico jamás hallemos nada realmente fijo, estable, inmutable, aislado, bien definido, ¿qué nos dice sobre el lenguaje, el pensamiento y por consiguiente, la ciencia misma? ¿Acaso será todo conocimiento humano una pura mentira: un describir el mundo como si éste estuviera "hecho" de cosas estables, bien delimitadas, fijas, aisladas y por ello definibles, comprensibles y cognoscibles? ¿Será la "realidad" que nos presenta todo conocimiento una creación de nuestra imaginación? ¿Y qué valor e importancia tiene esta realidad imaginada para nuestra vida?
-Que el mundo físico sea permanente violencia y devenir, ¿qué lugar deja para la ética humana? ¿Tendríamos que volvernos antinaturales, "odiar" la vida y huir de ella a regañadientes, acaso poniendo la cabeza en las entrañas calentitas de un hipotético Ser inmaculado para buscar allí "valores absolutos, salvadores y eternos" como avestruces? ¿O como decía Schopenhauer influenciado por la caridad cristiana, acaso ejercitando constantemente la compasión hacia todo lo que vive, puesto que sufre, y así renunciar a la vida?
-¿Cuál es el destino de la humanidad como proceso físico y natural? ¿Ser felices?
Physis y termodinámica
Son muchas las ciencias naturales que se desarrollan actualmente; de forma resumida se reconocen como tales la física, la química y la biología, junto a todas sus ramas y subramas (cosmología, genética, geología, fisiología, medicina, zoología, etc). Cada una de estas ciencias tiene sus propias leyes, y en base a ellas generan los marcos teóricos sobre lo cuales se describen los procesos que en particular estudian. Pero hay algo que las une, y por consiguiente, comparten entre sí: el hecho de que sólo sean explicaciones físicas, es decir, explicaciones de procesos, movimientos o intercambios que observamos. Y desde mediados del s.XIX hemos estado creando una ciencia de los procesos que, en esencia, describiría con gran precisión todos los procesos físicos, químicos y biológicos más allá de sus particulares y específicos marcos teóricos. Es la TERMODINÁMICA, con sus 4 principios -hay quien dice que son 5:
-Principio 0, o de transición: si ciertas propiedades de un sistema físico A tienen el mismo valor que las de otro B y éstas con las de un C, entonces las propiedades del sistema A y las del C tienen el mismo valor, de modo que el intercambio que se produce entre ellas es equipotente para así mantener sus valores estables y parejos. Sobre este principio, existen ciertas dudas razonables, como por ejemplo la que ya expuse aquí.
-Principio 1, o de conservación de la energía: se llama "energía" a todo intercambiar y procesar -un movimiento es energía, un intercambio es energía, en fin, cualquier proceso no es sino una manifestación energética. Entonces, el principio sólo dice que el conjunto de movimientos, procesos e intercambios que se dan en el tiempo es siempre, de alguna manera, constante. Sí, todo cambia sin cesar, pero el cambio no cambia -Cómo decía Heráclito. Así pues, todo proceso debe alimentarse de procesos anteriores y deberá ser el alimento de otros procesos posteriores. Con este principio parece dejarse claro que en el mundo físico no hay escapatoria... no hay un Más Allá!. Y a la vez, da entender que es un mundo con una entidad propia, que se autodefine y limita constantmente a sí mismo; de modo que todo esta relacionado íntima y profundamente con todo.
-Principio 2, o de la entropía. Es el principio más inquietante, profundo y misterioso. Para empezar, no está muy claro qué significa, entre otros motivos, porque parece adquirir distintas expresiones formales según el ámbito de estudio: tenemos la entropía de Clausius, para macrosistemas, la de Boltzmann para microsistemas, la de Gibbs, como una especie de generalización de la de Boltzmann, la de Von Newman, como una aplicación de la entropía de Gibbs a sistemas cuánticos o la de Shannon, que se aplica en teoría de la información. En todo caso, y en esencia, la entropía parece ser una característica intrínseca de los procesos "complejos", y por tanto de la energía -precisamente entropía significa proceso en griego. Sin variaciones de entropía, quizás los procesos complejos serían infinitamente lentos al resultar paradójicamente ambiguos (tanto podrían ir hacia delante como hacia atrás en el tiempo, con lo cual podrían quedarse bloqueados en un punto y no moverse jamás). Desde luego, entonces no habría devenir... no habría mundo físico ¡Habríamos trascendido la naturaleza! Y estaríamos ante el Ser de Parménides: una esfera infinita de energía completamente uniforme, eterna o intemporal, inmutable, perfectamente estática y fija. Así pues, con la entropía explicamos la espontaneidad de los procesos complejos, la flecha del tiempo y con ella, la imposibilidad de retroceder al pasado mientras estamos evocados a ir siempre hacia el futuro. Además, detalla el porqué de la fascinante multiplicidad de procesos del mundo físico, así como el porqué éstos se alimentan unos de otros: el como un proceso puede gestarse, crecer, expandirse y autoestructurarse a costa de su entorno o bien, degenerar y desaparecer al disolverse en él. Por tanto, nos explica cómo cualquier proceso u organismo está intrínsecamente ligado con Todo y no puede ser tratado como una entidad aislada, autodefinida... metafísicamente libre -con las consecuentes implicaciones morales de ello. Pero, sobretodo, y de hecho ésta es la única verdad firme que de momento tenemos de tal concepto y gracias a la cual hemos deducido las demás, es que la entropía nos dice algo que rompe por completo con la más arraigada y potente de las convicciones metafísicas modernas (y newtoniana) sobre el mundo físico (Einstein nunca lo aceptó): que ningún proceso es realmente causal y por ende racional, sino ALEATORIO ¡Un tiro de dados! Hecho que me recuerda a ese aforismo profético de Heráclito, que dice: "la Eternidad es un niño que juega a los dados; de un niño es el mundo." Sí, lo confieso, me deja de piedra leer como Heráclito defendía hace 2.500 años que el arkhé fuera el "fuego", mientras hoy sabemos que la termodinámica, con la entropía a la cabeza, interpreta toda la naturaleza desde la óptica del "calor".
El principio 3, o ley de Nerst: de algún modo es una consecuencia del principio anterior y, de algún modo, parece afirmar la imposibilidad de aislar completamente un proceso de su entorno, puesto que para aislar un proceso o sistema físico del universo habría que bajar su temperatura a 0K (anular su capacidad de intercambio con su entorno). Y entonces su variación de entropía sería nula.
En fin
Lo sorprendente de la termodinámica es que, al estudiar propiamente los procesos, nos "habla" de todo lo que sea proceso, transformación y cambio ¡De todo cuanto en efecto existe -Devenir! Por tanto, parece ser factible extenderla a muchos otros campos distintos a las ciencias consideras tradicionalmente como naturales (física, química, biología); por ejemplo en la psicología, la sociología, la economía, la política, la ética, etc. Pero aún hay mucho trabajo por hacer en esta dirección. Veremos si podemos aportar mucho desde este blog.
sábado, 21 de noviembre de 2020
El Infinito (I). Sobre el origen del lenguaje y la realidad
Es difícil adivinar cuando apareció el lenguaje humano. Quizás tendríamos que remontarnos a varios cientos de miles de años atrás; o más.
Esta singular facultad caracterizada por contener nuestras abigarradas y caóticas experiencias, primero, en un sonido, luego en una idea, dando pie a la imagen simbólica, para ya de forma mucho más tardía en una grafía, quizás haya sido una de las más titánicas victorias de la humanidad sobre su propia brutalidad e inocencia animal -la astucia venciendo sobre la fuerza.
Mediante tamaña victoria el ser humano ha gestado en el propio seno de sus sentidos corporales, siempre tan inconscientes, ciegos e irracionales ellos, su alma, su identidad, su consciencia... su "YO". Y ante tan maravilloso e inquietante triunfo se ha visto capaz de dotar de contenido la vida .
De repente pues, y bajo el poder del lenguaje, el ser humano cree ciegamente que la vida está hecha de "cosas" (hechos, sucesos, objetos, cuerpos, entidades, valores, propiedades... -sujetos-), al convencerse de que el lenguaje le permite identificar, definir, conocer y comunicar "cosas". Sin embargo, más que "cosas", el lenguaje solo nos permite acceder a las palabras, que luego se toman inocentemente como fieles representantes de las "cosas" y por ende, de lo REAL. Pero tal creencia, antigua y arraigada, no es más que dogmatismo.
Sí, el lenguaje parece haber surgido, y crecido de forma espectacular, alimentándose de un ciego y fanático dogmatismo, según el cual las palabras tendrían la mágica facultad de revelarnos como son en realidad las "cosas" que supuestamente existen, puesto que, de antemano, se presupone que existen "cosas" al existir palabras. Sin embargo, esta antediluviana convicción resulta "indemostrable", como ya advirtió no hace mucho (en la historia del lenguaje humano quiero decir) el viejo Kant.
Aún así, en pleno s.XXI la "humanidad" está muy lejos de ser capaz de tan siquiera sospechar cuán furibundo y supersticioso es este dogmatismo que la cobija desde la prehistoria; y mucho menos de desligarse del profundo y seductor embrujo del lenguaje, como exigía Wittgenstein por ejemplo.
Aunque vale añadir: también cabría sospechar que esta aspiración wittgensteiniana antidogmática y antirealista, radicalmente escéptica y nihilista, no fuera más que un suicidio espiritual y en la medida que se cree en el lenguaje -en las palabras y relatos- siempre se cree en una realidad. Pero dejemos para otro día tan controvertido tema.
Sea como sea, con la apoteosis del lenguaje aparece sobre la Tierra "el mundo de lo humano": de lo definible, comprensible y comunicable. Es un mundo bello y bueno, puesto que nos seduce irremediablemente hasta el punto de no poder vivir sino bajo un relato que dé contenido a nuestras vidas; real, puesto que creemos en él y lo tomamos por cierto; justo, dado que define e ilustra las "cosas" en su justa medida, de modo que, por ejemplo, llegamos a venerar los diccionarios como si fueran jueces sumarios.
Pero ante este apoteósico mundo del lenguaje, de repente, apareció también entre nosotros su antítesis: el mundo de lo desconocido e inefable. Al principio es un mundo oscuro y vacío, desalmado y sin contenido alguno. ¿Cómo poner nombre a lo que no es ni puede ser "cosa" alguna?
Hesíodo (s.VII ac), por ejemplo, uno de los arquitectos de la religión griega con su famosa Cosmogonía, es de los primeros que se atreve a contener en un nombre divino aquello que carece de contenido alguno y que, además, nada puede contenerlo. Lo llama Caos -Literalmente: abismo, abertura, espacio vacío. Y no sólo se atreve a darle nombre, y con ello entidad, sino que en un alarde de ingenio lo define como "arkhé": principio y origen de todas las "cosas" y por tanto, de todo contenido posible. *Sí, para el griego todas las "cosas" son Dioses (la Tierra, el Cielo, el Amor, el Aire, etc), hecho que da qué pensar.
Es cierto que antes de los griegos otras civilizaciones nos cuentan otros relatos tratando este dilema; los judíos nos presentan a su inefable Yhavé o los egipcios con su peculiar génesis de Dioses. Pero la civilización griega actúa como una especie de laboratorio filológico y psicológico excepcional; un largo experimento de ideas, conceptos y términos, de experiencias intelectuales y lingüísticas, que por suerte tenemos bastante bien documentado. Y lo que se aprecia, si tenemos ojos para ello, es que llegar a contener en una palabra, convirtiéndolo en una "cosa", aquello que no es ninguna "cosa", fue un triunfo espiritual harto duro y tardío en la humanidad -sólo cabe recordar que el 0, como número que no es ningún número, no surge hasta el sV dc en la India.
Así pues, vemos como el lenguaje se encuentra de frente, con cara desafiante, a su propia antítesis: lo inefable, lo incosificable, lo idefinible... lo que no se puede contener en nada. Y sucede algo sorprendente: el lenguaje, lejos de recular ante el ataque, decide avanzar y seguir conquistando ¡Tiene la osadía de definir lo indefinible como aquello que precisamente no se puede definir! Y con tan audaz golpe se empieza a pensar en aquello que no se puede pensar al ser "algo" que no es ninguna "cosa". El humo de la batalla sube hasta al cielo: empiezan a surgir paradojas por doquier; el lenguaje se engarza en una lucha contra sí mismo, cavando en sus propias contradicciones internas... y con ello se va volviendo profundo, más profundo y rico.
Anaximandro (s.VI ac) ya habla directamente de "lo indefinible" como arkhé; por supuesto lo dice en griego <<apeiron>> ¡Y se tira páginas enteras hablando de lo que no se puede hablar, definiendo lo indefinible! Dice, el apeiron no puede ser ninguna cosa en concreto, no puede ser definido de ninguna manera ni con propiedad alguna en particular, porque él es todas las cosas al unísono; es frío y calor, luz y oscuridad, color y sincolor, bien y mal, grande y pequeño, viejo y joven, vivo y muerto, etc... Con Anaximandro lo inefable e indefinible pasa a ser "muchos" y "nada" a la vez; o por decirlo matemáticamente: 0 e infinito ¿Una locura? Así lo pensó Parménides años más tarde, pero curiosamente hoy en día esta locura tiene destacadas aplicaciones -desde la creación de dinero por parte de los bancos, a la física de partículas.
En efecto, fue Parménides quien, en un afán por depurar el lenguaje, y por ende el pensamiento, de todas las impurezas y contradicciones generadas por esa pretensión de poner nombre a todas las "cosas", incluso a lo innombrable, decide separar lo infinito de lo nulo; aún mezclado y a su parecer en contradicción en Anaximandro. Con esta partición, Parménides crea dos "cosas" nuevas: la primera la llama "el Ser" y a la segunda "el No-Ser".
Con el Ser de Parménies aparece de forma bastante clara la idea de "infinito" ya como una entidad propia y definida de forma simple. Pero es una definición extraña a nuestro oídos: "infinito", para Parménides, no significa que contenga "muchas" cosas, sino que se define como aquello que se contiene sólo a sí mismo. Estamos ante el primer concepto "inhumano": aquello que no definimos nosotros en base a nuestras experiencias, sentimientos y pensamientos:
Lo infinito es lo que se define, sólo, a partir de sí mismo, ajeno a toda consideración humana -es un concepto autorreferente.
Mientras tanto el No-Ser -La Nada- es definido como puro envoltorio conceptual: una caja sin nada dentro, espacio vacío, simple ausencia.
Y aquí llega Platón. Después de la crítica de Demócrito y Górgias al Ser de Parménides, Platón toma las riendas del combate y reformula la definición de "infinito". El infinito, para Platón, ya no es ni el Ser ni mucho menos el No-Ser. El infinito para Platón es simplemente "los muchos", "lo interminable"... la distancia insalvable que va del No-Ser hasta el Ser ¡La naturaleza! -Esa insondable multipliciadad característica del mundo sensible.
Por consiguiente, según el ateniense el "infinito" se define como aquello que siempre es ilusorio, hipotético, irreal y, acaso, un reflejo de nuestra ignorancia. Un ejemplo sería el número Pi: por definición Pi tiene infinitos decimales, de modo que nuestro conocimiento sobre Pi siempre será aparente, ilusorio, hipotético, provisional.
Eh aquí, pues, la definición de "infinito" para Platón. Se trata de una definición idealista. Y Occidente lleva 2.500 usándola de algún modo; sólo cabe leer a San Anselmo, Descartes, Newton-Leibniz, Euler, Cauchy, Weierstrass o Hardy. Quizás Cantor fuera de las pocas excepciones.
Por tanto, uno se pregunta: ¿qué puede ser para nosotros el infinito? ¿Sigue siendo lo desconocido e inefable, lo que no se contiene en nada, una contradicción y un límite del pensamiento? ¿Acaso seremos capaces de darle más luz y color?
En definitiva
Vemos pues, como pueden evolucionar los conceptos; como, de hecho, ha evolucionado el propio concepto "infinito" o "incontenible". Por consiguiente, es importante alertar como una misma palabra no siempre contiene una misma "cosa"; y de aquí que muchos textos sean, simplemente, incomprensibles para ciertos lectores aunque hablen en el mismo idioma. Saber leer es un arte: consiste en saber "experimentar" cierta realidad.
Para ver el post siguiente sobre el infinito, aquí
martes, 17 de noviembre de 2020
Las tres cosas más importantes de la vida
Las tres cosas más importantes de la vida son... vaya, las he olvidado. Quizás fuera el olvido una de ellas.
lunes, 16 de noviembre de 2020
¿Qué es la ética? ¿Es el universo moral o inmoral?
Me gusta empezar el curso de ética con una pregunta simple y maliciosa a la vez, -¿Qué diferencia hay entre ética y moral?-. Siempre hay alguien en clase a quien tan "extraños" temas le interesan, y bien se ha leído alguna cosa al respecto o recuerda del curso anterior lo contado por otro profesor, con lo cual me responde algo como -"La ética está relacionada con el estudio fundamentado de los valores morales que guían el comportamiento humano en la sociedad, mientras que la moral son las costumbres, normas, tabúes y convenios establecidos por cada sociedad."
Estos alumnos, al principio, tienen mala suerte conmigo al ignorar que juzgo tales parafernalias académicas como mero postureo grandilocuente; como un globo lleno de aire viciado. De modo que se quedan de piedra cuando les suelto: -Es la misma diferencia que hay entre agua y water-. En seguida se percatan que estamos ante una cuestión estrictamente idiomática:
Ética es el término usado por los pensadores griegos y moral fue el término escogido por los romanos a la hora de traducirlo.
Siendo honestos, no hay mucho más que decir, pero como el lenguaje es harto flexible al tener dos términos sonoramente distintos nos hemos inventado definiciones a conveniencia; con agua y water podríamos hacer lo mismo y no por eso seríamos más sabios, aunque bien podríamos montar cátedras en las universidades y vivir de ello.
Lo importante, entiendo, es que "ética" es usado por los griegos para hablar del carácter, la manera de ser o el comportamiento de las cosas ¡De todas las cosas! Pues para los griegos todas las cosas tienen alma: los astros, los ríos, las montañas, las plantas, animales, personas, sociedades, etc; y tienen alma porque son cosas animadas, es decir, manifiestan ciertos comportamientos característicos.
De modo que no estamos ante un término limitado en exclusiva al individuo humano. Tal castración ética se la debemos en gran medida al cristianismo y a su doctrina del libre albedrío, pero que ha sido heredada y potenciada por el pensamiento contemporáneo, y posmoderno, al constituir la ética como una ciencia "estrictamente humana"; no siendo esta consideración, empero, más que una destacada alienación intelectual y un absurdo teórico.
En este sentido, para los griegos era evidente y espontáneo pensar que el comportamiento humano no es algo singular y especial de la humanidad; que el ser humano no vive en una burbuja independiente de todo lo que le rodea, en un microcosmos para entendernos, sino que atiende en exclusivo a las propias leyes de la naturaleza que lo regulan todo.
Heráclito decía "todas las leyes humanas se alimentan de la divina".
Así pues, para los griegos el Universo es un agente moral: está sujeto a leyes que regulan su comportamiento, su manera de ser... sus movimientos, cambios y transformaciones ¡Sus acciones! Estas leyes obligan a todas las cosas a actuar de ciertas formas: generan en las cosas la necesidad de comportarse de un modo u otro, con lo cual introducen la predictibilidad y con ella, el conocimiento racional. Si no obedecen la ley, entonces cometen "hybris", y son castigadas por la justicia. Pues, ser justo no es más que, primero, tener la inteligencia suficiente para reconocer las leyes, y luego la fuerza y el valor para obedecerlas. ¿Se entiende por qué según Platón la "hybris trágica" es fruto de la ignorancia?
Pero la noción de ley esconde algo más; esconde un poderío. Toda ley es la manifestación de una forma de gobierno, de poder, de imposición o fuerza ordenadora -Cuando cambia el gobierno, cambian las leyes-. Sin poder no se puede regular ni ordenar nada; no se puede ni garantizar ni hacer cumplir ninguna ley, ninguna regularidad, ninguna estabilidad... ningún "entorno fiable". En suma, sin poder hay inmoralidad: anarquía, puro capricho, irregularidad, irracionalidad, impredictibilidad o ignorancia... desorden. Un Universo inmoral es un mundo sin ley ni orden -De máxima entropía por decirlo en términos termodinámicos.
Y aquí llegamos al quid de la cuestión
Todos los conceptos de la física teórica, de la mecánica moderna y contemporánea, no son más que conceptos éticos, es decir, no son más que una valoración moral del universo ¡Ven el Universo como un cúmulo de acciones (fuerzas)! Que algo tan básico y fundamental no se haya querido entender, ni enseñar; que los supuestos grandes sabios del s.XX y XXI hayan callado en su mayor parte al respecto, haciendo creer que sus términos, sus fórmulas, sus ideas eran algo así como, fruto propio y exclusivo de su campo de investigación, me produce asombro, lástima y desconfianza.
Solo me basta con analizar los tres principios fundamentales de la dinámica de Newton:
-1.La primera ley, conocida también como ley de inercia, nos dice que si sobre un cuerpo no actúa ningún otro, este permanecerá indefinidamente moviéndose en línea recta con velocidad constante (incluido el estado de reposo, que equivale a velocidad cero).
2. La segunda ley, conocida como ley de la fuerza, dice que un cuerpo pierde su inercia cuando otro cuerpo le imprime un movimiento acelerado (cambio de dirección y/o aumento/disminución del movimeinto).
Y ahora escuchemos qué decía Platón al respecto: "El alma es eterna, dado que lo que tiene movimiento por sí mismo es eterno, mientras que lo que tiene movimiento por ser movido por otro tiene punto y final en su movimiento y su vida. Por tanto, sólo aquello que se mueve a sí mismo continua moviéndose constantemente y es, además, el origen y el principio de movimiento de las demás cosas que se mueven." Fedro, 245.
3. Mientras que en la tercera ley de Newton, sobre la acción-reacción en toda fuerza, sólo nos basta compararla con la milenaria doctrina del Karma, y que precisamente Platón abrazó junto con la idea de la reencarnación. Cabe recordar que etimológicamente Karma parece significar "hacer" e indica que toda acción tiene una retribución o contrapartida.
Se aprecia, pues, como la primera ley de la dinámica define lo que sería un ser libre y autónomo -un ser moral y bueno. Es más, es la definición metafísica de la libertad: cuando un ser es realmente sí mismo. Por tal motivo, Newton, fuertemente influenciado por los neoplatónicos de Cambridge, usó este concepto metafísico al pretender representar el supuesto movimiento real o esencial de los cuerpos, creando así los "sistemas inerciales", como una manifestación "extensa" de Dios.
En la segunda ley se aprecia la definición de abuso y esclavitud; cuando un ser no es sí mismo, sino que está supeditado a otro ser, o se ve violentado por él.
Y en la tercera ley vemos la base conceptual de la racionalidad moral, origen y fundamento de los conceptos morales de responsabilidad -culpa y mérito.
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En fin, cuando uno atiende a semejantes evidencias se da cuenta con desdén de lo superfluas, pobres, incluso aleladas, que son no pocas opiniones actuales sobre la ética y la moral. Además advierte con fascinación y una sonrisa como el comportamiento humano (y también de las sociedades) está lejos de seguir unos dogmas morales propios y especiales, reflejo aún de la supersticiosa creencia en la libre voluntad humana, sino que no dejan de ser más que naturaleza... y nada más.
Pero, ¿y qué es la naturaleza?
sábado, 14 de noviembre de 2020
¿El equilibrio (el Ser) es una ilusión? Ley de Weber
Una de las leyes psicofísicas más inquietantes, poco comentadas y aún así, importantes, es la ley de Weber-Feschner. Con ella empieza la psicología en cuanto a ciencia experimental, mientras se independiza de la filosofía introspectiva y trascendental.
No voy a explicar qué dice la ley ni qué es un umbral, google es vuesto amigo. Lo que voy a comentar es que tal ley no se encuentra sólo en los sentidos corporales, sino en todo sistema termodinámico -y por tanto, físico. Este hecho parece tener ciertas implicaciones en el campo de la termodinámica.
Si dos sistemas están en equilibrio con un tercero, entonces estarán en equilibrio entre sí.
A nivel lógico lo podemos transcribir tal que así: si tenemos tres sistemas, A, B, C, y A=B, B=C, entonces A=C. De modo que tal ley no es más que aplicar el principio lógico de transitividad al campo de la física. En consecuencia, nada nos hace dudar de ello, hasta que vamos directos a la experiencia y observamos atónitos actuar la ley de weber ¡Vaya, el principio de transitividad no se cumple en ciertos casos!
He realizado alguna vez este experimento en clase de psicología para mostrar la ley de weber, tanto en el ámbito de la psicología como de la física. Para ello necesité de una balanza romana, que no es más que una palanca, y tres botellas de agua de 1,5L. Pero el recipiente de estas botellas era opaco -no se veía el agua en su interior- y antes de llevar las botellas a clase hice lo siguiente: la botella A la dejé intacta, de la B bebí un sorbo de agua y de la C bebí dos.
Entonces el experimento consistió en, primero, hacer pasar distintos alumnos ante la clase y hacerles comparar la botella B, primero con la A y luego con la C. Todos afirmaban que las tres botellas pesaban lo mismo porque no percibían la "falta" de un sorbo de agua en una de ellas, y luego aplicaban la lógica: si A les parecía igual que B y B que C, entonces deducían que A tenia que ser igual a C. Pero dicho eso, les hacía comprobar empíricamente tal implicación: les daba la botella A y la C, y de inmediato apreciaban como la lógica saltaba en mil pedazos porque sus sentidos sí detectaban una diferencia de 2 sorbos de agua.
Acabado el experimento psicológico me iba al físico. Cogía la balanza romana, incapaz de detectar una diferencia de 50g, pero si de 100g, y hacía lo mismo. La balanza no "percibía" diferencia entre la botella A y la B, ni entre la B y la C, pero sí notaba la diferencia entre A y C, demostrando con ello que los sistemas físicos también tienen umbrales de percepción.
Y llegados aquí tropezamos con algo curioso: normalmente a este umbral de "percepción" de los sistemas físicos se le llama precisión o margen de error. Pero no es más que una interpretación. Esta interpretación presupone que los sistemas físicos, y sus componentes (que son también sistemas físicos), poseen internamente ciertas cualidades y que los sistemas de medida o detección (como una balanza o un termómetro por ejemplo), sirven para descubrir dicho valor ideal ¡Presupone la existencia de cualidades ocultas en la naturaleza! Y dado que los sistemas de medida siempre son "materiales" el valor que nos darán de dichas cualidades ocultas en los sistemas siempre serán imprecisos... con errores.
De aquí la faena de elaborar instrumentos de medida cada vez más precisos: se persigue el supuesto valor ideal de las cualidades ocultas que se supone que tendrían realmente las cosas. Sin embargo esta interpretación del mundo físico, evidentemente dogmática y por ello metafísica, puede ser desechada por otra distinta y eminentemente nihilista (perspectivista): que los sistemas físicos carecen de cualidades ocultas ideales que debamos descubrir. Por tanto, tan cierto es decir que la botella A y B pesan lo mismo como decir que no pesan lo mismo y, por tanto, no estarán en equilibrio si las ponemos en una balanza "más precisa" que la que traje en clase para el experimento.
-Múltiples objetos físicos pueden y no pueden estar en equilibrio entre sí (adquirir propiedades iguales o similares), eso dependerá de la "capacidad de percepción" del sistema físico que los contenga; de "su punto de apoyo", de su umbral perceptivo.
-Percibir no es más que ponderar/juzgar, mesurar, contraponer, valorar gradientes y equilibrios.
-El cuerpo humano, y por ende la psique, no es más que una compleja balanza.
-La ley de Weber (Percepción=k·ln(E/E0), donde k es una constante característica de cada sentido perceptivo y E0 es el estímulo mínimo perceptible (umbral), resulta ser clavada a la ley de la entropía de Boltzmann S=k·ln(W), donde S es la entropía de un sistema físico, k la constante de boltzman y W el número de microestados posibles del sistema. No resulta descabellado pensar que aquí hay una conexión íntima.
El retorno de Ulyses
11 años hace ya que escribí el último post de este blog; para mi claro y extraño a la vez. Eran muchas las cosas que insinuaba en él, porque no las quería contar. Quizás no podía. Esa fue una época donde la decepción y la esperanza se entreligaron de forma inquietante e inusual, donde la intuición acerca algunas ideas dominaba sobre la certeza, donde...
En fin, ¿por qué no retormarlo para plasmar de forma más breve, más clara, más certera y alegre ciertas ideas? Lo que ya tengo claro es a mi lector ideal, y para él prepararé tales escritos. Bienvenido pues.