Ahhh, la Agonía.... ¡O la Angustia! Llámase a esta Diosa tan femenina y malvada como se quiera. La muy bruja juega con nosotros como una loba con un conejillo: cuanto más sufrimos más disfruta ella de su poderío mostrándonos la vida con desesperación, sin salida, sin futuro, sin sentido... como un naufragio en medio de la negra e inescrutable noche.
Tú, rompe corazones, que nos haces atragantar hasta con nuestros sollozos más amargos, a tu lado el aire se vuelve plomo, la luz lúgubre y el suelo un abismo. Sí, nos tienes abatidos. Cuando nos miras excitada nuestros ojos ven atónitos como se van desvaneciendo nuestros amores y esperanzas como cenizas al viento.
Por eso, escuchadme todos: seamos hombres. No, no nos atemoricemos por ese terrible encanto suyo, seductor y peligroso; mirémosla de hito a hito y a la cara ¡Acariciemos sus exóticos y abigarrados cabellos sin miedo a faz tan voraz y salvaje! Y es que, ¿acaso creéis que os vais a escapar de su embrujo? -¡Imposible! Esta leona muerde con furia- Chistáis pálidos y sin escuchar palabra. Como locos sólo pensáis en corretear de un lado a otro de vuestra alma buscando una salida. Y sin embargo, no hay salida a sus garras de pantera.
Por eso parad cobardes, y escuchad. Si bien no nos podemos zafar de los hechizos de esa Circe bien podemos abrazarla con fuerza. Miradme sin miedo, y admirad cómo uno la sujeta con vigor por los pelos y cuando ella se inclina riendo desafiante hacia el cielo, la besa; y además le cuchichea al oído: -Eh bella Agonía, diosa de la jungla, tú me haces tocar fondo hasta morder el polvo; y eso, precisamente eso, enciende en mí un valor inaudito repleto de preguntas valientes: ¿Acaso puede haber algo peor que tus sádicos deseos? ¿Qué horror escondes detrás de tus negros ojos? ¿Qué inefable secreto se aguarda tras tus furtivas miradas y tus agudos mordiscos de leona? ¿Hasta donde me puedes ahogar con tus desgarros de acero? Eh, bruja, mucho juego pero, al final, ¿qué me vas a poder quitar?... Y entonces es cuando ella chista: -Tu vida-.
Para los valientes esta confesión es siempre una victoria; la luz se vuelve de nuevo clara y el aire nos trae ligero el aroma de jazmín de nuevos jardines y esperanzas. De repente, los crueles hechizos de Agonía se escapan de nuestro pecho con una carcajada: -¿¡Ah, más allá de tu horror sólo hay la muerte!?- Y tamaña lucidez nos libera de sus artimañas. Ya no la vemos como una bruja, temible y odiosa. Con dulce parsimonia, sin perder de vista a sus redondos ojos infinitos, le quitamos a sonrisas sus garras de fiera, su ropa de loba y su destructora amargura de acero.
Ahí la tenemos, tranquila y desnuda; el infierno no existe ni en la Tierra ni Más Allá ¿Por qué pavorizarse ante la rapaz mirada de la Angustia si tras sus acometidas sólo nos espera la muerte? Eso, descubrir eso, nos da valor. Y mientras le acariciamos con los dientes sus suaves y firmes senos nos reímos para dentro -O levanto cabeza o me disuelvo en medio de la naturaleza como una mota de nieve en la salada orilla del mar ¡Y brindo por ello!
Texto dedicado a Gabriel Otero
Tú, rompe corazones, que nos haces atragantar hasta con nuestros sollozos más amargos, a tu lado el aire se vuelve plomo, la luz lúgubre y el suelo un abismo. Sí, nos tienes abatidos. Cuando nos miras excitada nuestros ojos ven atónitos como se van desvaneciendo nuestros amores y esperanzas como cenizas al viento.
Por eso, escuchadme todos: seamos hombres. No, no nos atemoricemos por ese terrible encanto suyo, seductor y peligroso; mirémosla de hito a hito y a la cara ¡Acariciemos sus exóticos y abigarrados cabellos sin miedo a faz tan voraz y salvaje! Y es que, ¿acaso creéis que os vais a escapar de su embrujo? -¡Imposible! Esta leona muerde con furia- Chistáis pálidos y sin escuchar palabra. Como locos sólo pensáis en corretear de un lado a otro de vuestra alma buscando una salida. Y sin embargo, no hay salida a sus garras de pantera.
Por eso parad cobardes, y escuchad. Si bien no nos podemos zafar de los hechizos de esa Circe bien podemos abrazarla con fuerza. Miradme sin miedo, y admirad cómo uno la sujeta con vigor por los pelos y cuando ella se inclina riendo desafiante hacia el cielo, la besa; y además le cuchichea al oído: -Eh bella Agonía, diosa de la jungla, tú me haces tocar fondo hasta morder el polvo; y eso, precisamente eso, enciende en mí un valor inaudito repleto de preguntas valientes: ¿Acaso puede haber algo peor que tus sádicos deseos? ¿Qué horror escondes detrás de tus negros ojos? ¿Qué inefable secreto se aguarda tras tus furtivas miradas y tus agudos mordiscos de leona? ¿Hasta donde me puedes ahogar con tus desgarros de acero? Eh, bruja, mucho juego pero, al final, ¿qué me vas a poder quitar?... Y entonces es cuando ella chista: -Tu vida-.
Para los valientes esta confesión es siempre una victoria; la luz se vuelve de nuevo clara y el aire nos trae ligero el aroma de jazmín de nuevos jardines y esperanzas. De repente, los crueles hechizos de Agonía se escapan de nuestro pecho con una carcajada: -¿¡Ah, más allá de tu horror sólo hay la muerte!?- Y tamaña lucidez nos libera de sus artimañas. Ya no la vemos como una bruja, temible y odiosa. Con dulce parsimonia, sin perder de vista a sus redondos ojos infinitos, le quitamos a sonrisas sus garras de fiera, su ropa de loba y su destructora amargura de acero.
Ahí la tenemos, tranquila y desnuda; el infierno no existe ni en la Tierra ni Más Allá ¿Por qué pavorizarse ante la rapaz mirada de la Angustia si tras sus acometidas sólo nos espera la muerte? Eso, descubrir eso, nos da valor. Y mientras le acariciamos con los dientes sus suaves y firmes senos nos reímos para dentro -O levanto cabeza o me disuelvo en medio de la naturaleza como una mota de nieve en la salada orilla del mar ¡Y brindo por ello!
Texto dedicado a Gabriel Otero
2 comentarios:
Brindemos por la Diosa Agonía con Cava, la lucha ha sido extrema, pero somos más feroces que ella y la seguiremos venciendo cuantas veces sea necesario.
Te envío un fuerte abrazo agradecido
GO
Por cierto, coloqué un enlace hacia tu blog.
GO
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