Ya hablé hace algún tiempo sobre la objetividad. Comenté, recordamos, que a lo largo de la edad moderna es posible destacar dos tipos distintos de conceptos de 'objetividad', uno más primario y otro más especulativo.
El primero dice: un conocimiento es objetivo si es intersubjetivo, es decir, si se puede compartir con otros. Así, por ejemplo, se exige que una teoría o experimento científico, para que sea válido, debe poder ser comprobado por terceras personas. Por ejemplo, decir que el agua destilada hierve bajo una presión de 1 atmósfera y cuando alcanza un temperatura de 100ºC, es un conociemiento objetivo; cualquier persona puede comprobar semejante teoría.
El segundo es el tipo idealista, y ha sido defendido de formas harto diversas desde Descartes, Kant o los positivistas contemporáneos, y dice: si un conocimiento puede ser científico, es decir, si un conocimiento puede ser corroborado por terceros es porque mediante él somos capaces de descubrir los objetos o fenómenos por sí mismos. Es decir, el idealismo es un tipo de postura que considera que a través de nuestro conocimiento científico, al ser éste objetivo, debemos descubrir la realidad objetiva (la realidad que todos vivimos).
En la segunda mitad del siglo XX han aparecido los post-modernistas. Estos, después de leerse un poco por encima a Nietzsche, no han sido capaces más que de llegar a la nihilista conclusión de que la realidad objetiva no existe, infiriendo de eso, entonces, que el conocimiento científico es un mito humano como cualquier otro. Así fue como se implantó el relativismo y se exclamó -La metafísica ha muerto-.
Ciertamente durante el s.XX ha habido diferentes teorías de la realidad propuestas por filósofos como Kripke, Wittgenstein o Goodmann. Pero la importancia del post-modernismo, que nace con Heidegger y Sartre como una nueva forma de humanismo, no es menos despreciable, por más que este movimiento sí lo sea.
Desde mi punto de vista el idealismo es una tendencia sumamente criticable ya sea en la forma en que nos la presenta Descartes o bien, Kant y los positivistas. Pero el relativismo como remedio y solución no sólo es falso, sino que resulta ser, como ya he dicho, despreciable.
No somos capaces de negar que la ciencia mecánica sea capaz de establecer verdades objetivas, es decir, verdades que pueden ser corraboradas por cualquiera que atienda a las condiciones. Eso nos fuerza a pensar que somos capaces de conocer algún tipo de realidad objetiva, por tanto, nos vemos seducidos hacia cierto idealismo, como las luciérnagas a la luz del fuego ¡Cómo no vamos a permanecer bajo grave peligro de chamuscarnos! Pero quizás el dilema no sea el chamuscarse ¡Quizás eso sea incluso necesario! No, el fracaso no es ningún argumento en contra de nada ¿Qué importa haber fracaso, no una sino mil veces?
Quizás no haya nada tan falso en la mentalidad humana como la valoración de Victoria y Fracaso ¿Acaso sabemos las infinitas maneras con que nuestros actos, pensamientos y sentimientos afectan al devenir del Cosmos? En realidad, señores, somos conscientes y cabales, sólo, de una mínima parte de cuanto vivimos ¡Cómo no van a ser superficiales nuestras valoraciones y consideraciones al respecto!
El primero dice: un conocimiento es objetivo si es intersubjetivo, es decir, si se puede compartir con otros. Así, por ejemplo, se exige que una teoría o experimento científico, para que sea válido, debe poder ser comprobado por terceras personas. Por ejemplo, decir que el agua destilada hierve bajo una presión de 1 atmósfera y cuando alcanza un temperatura de 100ºC, es un conociemiento objetivo; cualquier persona puede comprobar semejante teoría.
El segundo es el tipo idealista, y ha sido defendido de formas harto diversas desde Descartes, Kant o los positivistas contemporáneos, y dice: si un conocimiento puede ser científico, es decir, si un conocimiento puede ser corroborado por terceros es porque mediante él somos capaces de descubrir los objetos o fenómenos por sí mismos. Es decir, el idealismo es un tipo de postura que considera que a través de nuestro conocimiento científico, al ser éste objetivo, debemos descubrir la realidad objetiva (la realidad que todos vivimos).
En la segunda mitad del siglo XX han aparecido los post-modernistas. Estos, después de leerse un poco por encima a Nietzsche, no han sido capaces más que de llegar a la nihilista conclusión de que la realidad objetiva no existe, infiriendo de eso, entonces, que el conocimiento científico es un mito humano como cualquier otro. Así fue como se implantó el relativismo y se exclamó -La metafísica ha muerto-.
Ciertamente durante el s.XX ha habido diferentes teorías de la realidad propuestas por filósofos como Kripke, Wittgenstein o Goodmann. Pero la importancia del post-modernismo, que nace con Heidegger y Sartre como una nueva forma de humanismo, no es menos despreciable, por más que este movimiento sí lo sea.
Desde mi punto de vista el idealismo es una tendencia sumamente criticable ya sea en la forma en que nos la presenta Descartes o bien, Kant y los positivistas. Pero el relativismo como remedio y solución no sólo es falso, sino que resulta ser, como ya he dicho, despreciable.
No somos capaces de negar que la ciencia mecánica sea capaz de establecer verdades objetivas, es decir, verdades que pueden ser corraboradas por cualquiera que atienda a las condiciones. Eso nos fuerza a pensar que somos capaces de conocer algún tipo de realidad objetiva, por tanto, nos vemos seducidos hacia cierto idealismo, como las luciérnagas a la luz del fuego ¡Cómo no vamos a permanecer bajo grave peligro de chamuscarnos! Pero quizás el dilema no sea el chamuscarse ¡Quizás eso sea incluso necesario! No, el fracaso no es ningún argumento en contra de nada ¿Qué importa haber fracaso, no una sino mil veces?
Quizás no haya nada tan falso en la mentalidad humana como la valoración de Victoria y Fracaso ¿Acaso sabemos las infinitas maneras con que nuestros actos, pensamientos y sentimientos afectan al devenir del Cosmos? En realidad, señores, somos conscientes y cabales, sólo, de una mínima parte de cuanto vivimos ¡Cómo no van a ser superficiales nuestras valoraciones y consideraciones al respecto!
Es posible que ya no seamos idealistas, al menos, no somos fanáticos de nuestras verdades ¡No somos dogmáticos! Podemos cambiar de opinión como de camisa si las circunstancias así lo requieren. Pero, ¿significa eso que no nos veamos seducidos por el idealismo? Quizás sea ahora el ideal quien se haya visto seducido por nosotros y corre detrás nuestro.
3 comentarios:
Reconec que no he captat la conclusió, que ha de ser interessant. No a l'objectivitat -busca de la veritat- i a l'hora no al relativisme? Concisament, podries aclarar-ho?
Em sembla que si bé ja no creguem amb respostes definitives i que tenim motius de sobres per desconfiar completament de les nosotres conclusions més generals i objectives, això no implica que no hàgim d'arriscar-nos i aventurar-nos a cercar e indagar noves respostes i noves visons del món; de la mateixa manera que si sabem que en la vida tot creix, arriba a una maduració i es corromp i no hi ha res que duri per sempre, això no implica que hagim de renunciar a viure.
No hem de renunciar a pensar en gran! Encara que, avui per avui, advertim que no troberem mai la veritat última i definitiva...
No permetem que aquest pensament, certament depriment, en privi de gaudir de les 'nostres' veritats; de les veritats que som capaços d'aconseguir, conquistar i estar-ne orgullosos. i si alguna de les nostres veritats fa mai figa, aprofitem-ho per cercar-ne de noves d'entre les seves ruïnes. Per què em de viure en el pirronisme més absolut? Al cap i a la fi ens resulta impossible.
Exactíssimament -i ben trobat-: "ens resulta impossible". A veure si s'en assabenten els postmoderns. En Criteri.
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