El diálogo se inicia presentando a Sócrates y a Glaucón en el Pireo, luego de asistir a las fiestas de la Diosa Bendis o Atenea. En la ciudad se encuentran con Polemarco, quien estaba acompañado por Adimanto, Nicerato y algunos otros que también regresaban de las fiestas.
Polemarco invita a Sócrates a su casa, quien acepta.
En la casa Sócrates, se encuentra con Céfalo, quien lo saluda cordialmente. Sócrates demuestra mucho agrado por poder conversar con alguien de su experiencia en la vida y le pregunta, como considera a la ancianidad.
Céfalo, le responde, que si bien lo acompañan algunos deterioros, estos le traen algunas recompensas y agrega que no saber tolerar la vejez depende no de los males humanos, sino del carácter.
Sócrates opina que si bien su vejez es buena, lo que influye es su riqueza.
El anciano, le contesta, que la riqueza tiene sus ventaja que es la de pagar deudas, tanto a los dioses como a los hombres. Pero no es la cuestión de la riqueza o de la pobreza la que preocupa a los hombres, sino la conciencia de haber sido justo o injusto durante su vida.
Sócrates expresa:
"Pero, ¿es propio definir la justicia haciéndola consistir simplemente en decir la verdad y en devolver a cada cuál lo que de él hemos recibido? ¿O no es ello justo o injusto según las circunstancias?"
Céfalo acepta lo expresado por Sócrates, y son interrumpidos por Polemarco, exponiendo lo que dijo el poeta Simónides:
"Es propio de la justicia devolver a cada uno lo suyo."
Céfalo, pide retirarse, ya que debe terminar sus sacrificios, dejando a su hijo para continuar con el diálogo.
Sócrates acepta que Polemarco continúe con el diálogo y además le solicita que explique lo que expresó Simónides, puesto que el no lo ha comprendido.
Luego de un extenso diálogo socrático, Polemarco modifica la definición dada anteriormente y dice, Justicia es hacer el bien al amigo que es bueno y perjudicar al enemigo que es malo.
Trasímaco interrumpe el diálogo y le pide enérgicamente a Sócrates que termine de hacer preguntas y obtener respuestas, sin dar nunca ninguna opinión.
"¡Exijo una contestación precisa!"
Sócrates sorprendido y algo asustado trata de calmarlo y le dice que si tiene una definición de que es la justicia, dé su opinión.
Explica que no dirá nada hasta que no reciba su dinero. A tal solicitud Glaucón y los demás están dispuestos a pagarle, con tal de escucharla.
Trasímaco dice:
"Sostengo yo, que la justicia no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte."
Sócrates, le dice, que no entiende si puede explicarlo.
Trasímaco, molesto por sus preguntas y su constante pedido de aclaración accede y explica; que algunas ciudades se rigen por tiranías, democracias o aristocracias y que esta tiene el poder de dictar las leyes que les convienen a cada uno. Y su pensamiento es que todas las ciudades, la justicia no es sino conveniencia del gobierno establecido y éste es el que tiene el poder.
Sócrates y Trasímaco luego de un largo diálogo acuerdan que:
El arte de la medicina consiste no en negociar sino en curar a los enfermos .El pilotaje de un barco, se define no por ser el piloto simplemente un marino, sino el que ejerce el mando en la nave.
En relación a la conveniencia de las diferentes artes, Sócrates realiza su análisis.
Las diferentes artes no ordenan lo conveniente para ellas mismas, sino para otros. Por lo tanto, la medicina busca lo conveniente, no para sí mismo, sino para el enfermo. Del mismo modo, el patrón del barco no ordena lo conveniente para sí, sino para la tripulación entera.
En conclusión, nadie que tiene gobierno (sea el arte que sea) en cuanto gobernante ordena lo conveniente para sí mismo, sino lo conveniente para el gobernado.
Trasímaco, descalificándolo, le contesta que así como no se engordan las ovejas para otros, tampoco se practica la justicia en beneficio de los demás, sino de uno mismo.
Además según su opinión la injusticia es sabiduría y virtud, sobre todo cuando es perfecta y subyuga ciudades y naciones.
Sócrates, le responde:
"De igual modo, antes de haber resuelto la primera cuestión que nos planteamos, es decir, en qué consiste la justicia, la dejé de lado y me lancé al examen de si era vicio e ignorancia o sabiduría y virtud; y al plantearse después la cuestión de si la justicia es más ventajosa que la injusticia, abandoné la segunda y me lancé en pos de esta última. De suerte que en todo el curso de nuestro diálogo he llegado a la conclusión de que nada sé. En, efecto, no sabiendo lo que es la justicia, mal puedo saber si es o no una virtud, y si el que la posee es feliz o desgraciado."
Texto sacado de (http://www.monografias.com/trabajos11/platonn/platonn.shtml)
Ya he comentado alguna vez que los diálogos de Platón me decepcionaron des del primer día, por su estética ¡Platón se pasa el rato mareando la perdiz! Y cuando llega a una conclusión, ésta no me parece más que un delirio 'colectivo'. Para mí, Platón es la demostración de que con el diálogo raramente se llega a nada fuerte, demostrativo, rigoroso, honesto. Con el diálogo el pensamiento y la reflexión se vuelve en algo mafioso: los criterios de validación o refutación de las opiniones pasan a residir, simplemente, en los intereses y afinidades de los contertulianos. Y de esta forma aparece el 'consensus sapientum', que en latín significa literalmente el criterio de los que 'dicen' tener buen gusto; hecho que da qué pensar. Cierto que para nosotros, hoy por hoy, una opinión científica no tiene nada que ver con lo que Platón llamó ciencia... Y es que para el hombre moderno la ciencia (la opinión verdadera) no surge del diálogo, sino de nuestras experiencias.Pero según Platón, recordemos, el mundo físico es imperfecto, una poesía del Demiurgo ¡Del mundo físico no podemos sacar sabiduría alguna! No obstante, nosotros somos completamente refractarios a semejante criterio científico. Nosotros entendemos que sólo hay mundo físico o sensible -Kosmos Aisthetikós por decirlo en griego. Todo lo demás, nos sabe a cuento chino. En este sentido, admitimos que un millón de personas pueden ponerse de acuerdo sobre algo mediante el diálogo, pero esto no es más que paja mental. Para nosotros sólo el mundo físico, "cuanto experimentmos", dictamina tiránicamente la verdad o falsedad de nuestras opiniones. Aunque esto tampoco es tan sencillo: antes hay que aventurarse a indgar qué es el mundo físico.
Platón, en definitiva, me sabe antinatural... o como ya denunció Nietzsche: Platón representa la degeneración y la corrupción del pensamiento griego; un pensamiento que tiene sus raíces y su máxima expresión en sus físicos, desde Tales hasta Demócrito y Epicuro. Eh aquí, en realidad, uno de los porqués, hoy por hoy, existe esta dicotomía entre filosofía y ciencia, es decir, el porqué los hombres de ciencia desprecian la filosofía: se lleva milenios considerando que lo antinatural, lo imaginario (el Kosmos Noethos dice Platón), lo que no es mundo físico o estético, ¡el ideal!, ha de ser la Verdad filosófica. Pero esto no tiene porque ser así...
Bien, pues, ante el texto que he colgado hay ciertos aspectos que me gustaría comentar, óbviamente, sobre la justicia:
1) Para los griegos la idea de justicia no queda nada clara: para unos lo justo es decir la verdad y dar a cada cual según nos haya dado. Para otros la justicia consiste en dar a cada uno lo que le es propio. Otros también dicen que ser justo es ser bueno con los amigos y malo con los enemigos. Otros consideran que lo justo es cuanto le conviene al que tiene poder, ya sea la monarquía, la democracia o la oligarquía. Para otros la justicia consiste en cumplir las leyes, sean éstas las que sean.
2) Entre los griegos no queda claro si ser justo es ser virtuoso y por tanto, si la justicia es buena, como cree el hombre moderno. Algunos, como Céfalo, consideran que la finalidad de la vida más bien consiste en haber vivido de forma justa. Otros, como Trasímaco consideran que la injustícia es sabia y virtuosa sobre todo cuando se conquista. Sócrates, si bien consideraba que realmente la justícia hace al justo, ésta al virtuoso y ella al feliz, acaba por decir "En, efecto, no sabiendo lo que es la justicia, mal puedo saber si es o no una virtud, y si el que la posee es feliz o desgraciado."
3) Actualmente nadie tenie el valor de promover en público lo que defiende Trasímaco ¿Qué significa eso? ¿Acaso es que anda errado el griego? ¿O será, más bien, que la opinión pública no quiere ver ni poner a prueba ciertas opiniones? En cualquier caso, ¿sobre qué criterio cabe juzgar la opinión de Trasímaco?
4) ¿Ser justos nos hará ser mejores (virtuosos)? ¿Ser mejores nos hace ser más felices? ¿Son todos estos razonamientos ciertos? Si así fuera parece evidente que la finalidad de una sociedad debiera residir en buscar la justicia para poder ser, consecuentemente, justa; y así, siendo ésta la mejor, alcanzar la felicidad.
5) En la actualidad parece ser que ya hemos descubierto qué es la justicia: juzgar a todo el mundo por igual. Rawls lo deja claro cuando dice que todo principio de justicia debe sustentarse sobre el principio de igualdad. Entonces, señores, parece ser que no hay excusa para no ser mejores. No hay excusa para no ser felices.... A no ser que toda esta propaganda ideológica moderna sea una patraña y por tanto, no hayamos descubierto realmente qué es la justicia, aunque así lo prediquemos y nos lo creamos. Además, ¿como podemos corroborar que, en el caso que conozcamos qué es realmente la justicia, si uno es justo ello conlleve, necesariamente, que sea virtuoso y por tanto feliz? ¿No será esto un cuento chino?
6) Aunque los griegos aportan definiciones harto variadas sobre el concepto de justicia no llegan a tomar en serio, como sí hacen los modernos, que la justicia se fundamente en la igualdad ¿Por qué los modernos son tan distintos a los griegos? ¿Realmente son tan distintos o sólo es un máscara? ¿En la actualidad se cree realmente en la igualdad como fundamento de la justicia o eso sólo forma parte de la pantomima social de la época?
A mi entender, y así lo he expuesto en otros posts aunque de forma distinta e indirecta, saber qué es 'realmente' la justicia es como saber realmente cuanto vale la velocidad de la luz en un sistema natural ¡Una pura definición! Me parece, entonces, que la cuestión reside sobre qué criterios defino un concepto ¡Y cuantos criterios distintos tengo para definir algo!
Nuestras definiciones nunca son impaciales, ni objetivas, ni neutras, ni mucho menos ontológicas, sino interesadas y egoistas. Y no todo el mundo tiene los mismo intereses ni busca ni quiere las mismas cosas.
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