Ayer estábamos entrenando cuando, después de saltar, pisé fortuitamente el pie de un compañero torciéndome el tobillo. Me caí a plomo.
La lesión no es nada grave; sólo duele y me obliga a cojear (no sé si el sábado voy a poder jugar).
Después de ducharme empecé a 'escuchar' mi propio cuerpo, a analizarme, a introspeccionar el dolor a través de la "consciencia", o sea, a ser más consciente del dolor diseccionándolo mentalmente y analizándolo. Y me di cuenta de ciertas cosas, preguntándome:
1) ¿Por qué el dolor me hace reír? Al ejecutar ciertos movimientos el grado de dolor se intensifica: frunces las cejas, aprietas fuertemente los dientes, pones todo el cuerpo en tensión y blasfemas como "mecanismos" instintivos para, o bien contener 'el dolor' y que éste no te domine y tiranice o bien, para disiparlo. En efecto, parece ser que chillamos para disipar el dolor: o sacándolo fuera de nosotros o bien aturdiendo nuestra consciencia con nuestros propios gritos ¿Chillar no es una forma de protejer y mantener cierto equilibrio en nuestra "consciencia" que se ve asaltada por una cantidad de energía y fuerza incontrolable?
Sin embargo, después de esta chispa de tensión (el dolor suele activarnos "dándonos" una fuerza esporádica brutal) , cuando el dolor disminuye, entonces, sólo entonces, todo nuestro cuerpo, antes en tensión y violencia, se relaja... y reímos. O al menos yo me río.
Me resulta inevitable e instintivo reírme cuando "las aguas" de mis sensaciones se tranquilizan y autoregulan después del temporal y el tormento sufrido ¿Seré masoquista? No, pero el dolor y el placer se han estudiado de pena.
Esto me hace pensar si para un aumento de la felicidad, la risa y el placer es necesario un aumento del dolor. Ciertamente, ésta era la tesis de Nietzsche hacia la felicidad y lo que él llamó, la Gran Salud.
2) Hay algo muy curioso: ¿cómo es posible que relacionemos nuestras sensaciones interiores con cuanto tocamos o vemos? Es decir, yo siento dentro de mí un dolor brutal y soy capaz de localizar tanto visual como táctilmente este dolor en una zona concreta de mi cuerpo, por ejemplo, el tobillo ¿Cómo se explica eso? Normalmente se explica de forma idealista, a saber: existe realmente el tobillo y nuestros ojos, nuestra mano y nuestros sentimientos lo detectan.
Pero si ya no creemos que exista un yo que percibe y tenga sensaciones, y por tanto, tampoco creemos que existan 'objetos externos' que causan, vete a saber cómo, estas sensaciones y sentimientos en nuestro yo, entonces ¿Cómo explicamos esta coordinación de sensaciones las cuales nos hacen 'sentir' que yo percibo dolor en mi tobillo?
Quizás, a bote pronto este dilema parezca una gilipollez y una tontería, pero en realidad estamos ante el problema de la consciencia, tan buscada por los neurocientíficos, los filósofos de la mente y los psicólogos.
3)No pocas veces lo que más nos acongoja del dolor, de las lesiones , los reveses o enfermedades que padecemos no son éstas mismas, sino nuestra idea sobre ellas. Por ejemplo, no me molesta haberme lesionado, sentir dolor, puesto que ciertamente me da su placer y cierta 'felicidad' que raramente se siente. Sin embargo lo que más puede atormentarme es pensar que esta lesión me privará de jugar el sábado. Pensar ésto es lo que hiere impertinentemente mi consciencia, haciéndome ver esta lesión como una putada y un mal. Si me diera igual lo que sucediera, si no depositara esperanzas y ganas de hacer ciertas cosas en un futuro próximo, o no sintiera ningún deber y ninguna obligación para con algo, entonces, no me preocuparía por el dolor lo más mínimo... incluso, parece ser, que lo bendeciría y le agradecería estas nuevas experiencias ¡Esa fuerza y energía que me proporciona!
Quizás sea por eso que los animales, tan poco duchos en esperanzas y en representarse el futuro no parecen acongojarse tanto por el dolor como la gente en general ¡Es nuestra capacidad de prever e imaginarnos un futuro, de sujetarnos a unas obligaciones y unos deberes lo que nos hace valorar el dolor, la contrariedad, la fatalidad, la enfermedad como algo perjudicial y digno de ser erradicado!
Para muchos el dolor es casi un tabú, algo que debe ser extirpado, una recriminación que hecharle la vida -La vida sería buena si no hubiera dolor- Afirman. Pero, ¿acaso no se debe eso, en gran medida, a la idea que se han hecho de la Vida... y en particular de su vida?
La lesión no es nada grave; sólo duele y me obliga a cojear (no sé si el sábado voy a poder jugar).
Después de ducharme empecé a 'escuchar' mi propio cuerpo, a analizarme, a introspeccionar el dolor a través de la "consciencia", o sea, a ser más consciente del dolor diseccionándolo mentalmente y analizándolo. Y me di cuenta de ciertas cosas, preguntándome:
1) ¿Por qué el dolor me hace reír? Al ejecutar ciertos movimientos el grado de dolor se intensifica: frunces las cejas, aprietas fuertemente los dientes, pones todo el cuerpo en tensión y blasfemas como "mecanismos" instintivos para, o bien contener 'el dolor' y que éste no te domine y tiranice o bien, para disiparlo. En efecto, parece ser que chillamos para disipar el dolor: o sacándolo fuera de nosotros o bien aturdiendo nuestra consciencia con nuestros propios gritos ¿Chillar no es una forma de protejer y mantener cierto equilibrio en nuestra "consciencia" que se ve asaltada por una cantidad de energía y fuerza incontrolable?
Sin embargo, después de esta chispa de tensión (el dolor suele activarnos "dándonos" una fuerza esporádica brutal) , cuando el dolor disminuye, entonces, sólo entonces, todo nuestro cuerpo, antes en tensión y violencia, se relaja... y reímos. O al menos yo me río.
Me resulta inevitable e instintivo reírme cuando "las aguas" de mis sensaciones se tranquilizan y autoregulan después del temporal y el tormento sufrido ¿Seré masoquista? No, pero el dolor y el placer se han estudiado de pena.
Esto me hace pensar si para un aumento de la felicidad, la risa y el placer es necesario un aumento del dolor. Ciertamente, ésta era la tesis de Nietzsche hacia la felicidad y lo que él llamó, la Gran Salud.
2) Hay algo muy curioso: ¿cómo es posible que relacionemos nuestras sensaciones interiores con cuanto tocamos o vemos? Es decir, yo siento dentro de mí un dolor brutal y soy capaz de localizar tanto visual como táctilmente este dolor en una zona concreta de mi cuerpo, por ejemplo, el tobillo ¿Cómo se explica eso? Normalmente se explica de forma idealista, a saber: existe realmente el tobillo y nuestros ojos, nuestra mano y nuestros sentimientos lo detectan.
Pero si ya no creemos que exista un yo que percibe y tenga sensaciones, y por tanto, tampoco creemos que existan 'objetos externos' que causan, vete a saber cómo, estas sensaciones y sentimientos en nuestro yo, entonces ¿Cómo explicamos esta coordinación de sensaciones las cuales nos hacen 'sentir' que yo percibo dolor en mi tobillo?
Quizás, a bote pronto este dilema parezca una gilipollez y una tontería, pero en realidad estamos ante el problema de la consciencia, tan buscada por los neurocientíficos, los filósofos de la mente y los psicólogos.
3)No pocas veces lo que más nos acongoja del dolor, de las lesiones , los reveses o enfermedades que padecemos no son éstas mismas, sino nuestra idea sobre ellas. Por ejemplo, no me molesta haberme lesionado, sentir dolor, puesto que ciertamente me da su placer y cierta 'felicidad' que raramente se siente. Sin embargo lo que más puede atormentarme es pensar que esta lesión me privará de jugar el sábado. Pensar ésto es lo que hiere impertinentemente mi consciencia, haciéndome ver esta lesión como una putada y un mal. Si me diera igual lo que sucediera, si no depositara esperanzas y ganas de hacer ciertas cosas en un futuro próximo, o no sintiera ningún deber y ninguna obligación para con algo, entonces, no me preocuparía por el dolor lo más mínimo... incluso, parece ser, que lo bendeciría y le agradecería estas nuevas experiencias ¡Esa fuerza y energía que me proporciona!
Quizás sea por eso que los animales, tan poco duchos en esperanzas y en representarse el futuro no parecen acongojarse tanto por el dolor como la gente en general ¡Es nuestra capacidad de prever e imaginarnos un futuro, de sujetarnos a unas obligaciones y unos deberes lo que nos hace valorar el dolor, la contrariedad, la fatalidad, la enfermedad como algo perjudicial y digno de ser erradicado!
Para muchos el dolor es casi un tabú, algo que debe ser extirpado, una recriminación que hecharle la vida -La vida sería buena si no hubiera dolor- Afirman. Pero, ¿acaso no se debe eso, en gran medida, a la idea que se han hecho de la Vida... y en particular de su vida?
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